Prólogo

—¡Por favor, mamá, no me obligues a ir a ese lugar! —suplicaba el pelinegro de rodillas frente a su progenitora.

—Por la madre Luna, Jungkook, no exageres —dijo la omega con cierta burla—. Solo vivirás un tiempo con tu abuela.

—¡Pero no quiero mudarme! Aquí están todos mis amigos, la escuela, ustedes. Mi vida está aquí, mamá. —La mujer suspiró ligeramente. Entre sus manos tomó el rostro de su hijo y acarició suavemente sus mejillas.

—Lo sé, hijo, pero sabes solo será por un tiempo. No vivirás ahí toda tu vida, cariño. Sabes que lo hacemos por tu bien, y quién sabe, quizás te hagas más amigos ahí, o tal vez encuentres a una omega. —Sonrió con picardía.

Jungkook hizo una mueca al oírla. Él jamás se podría interesar en alguien de esa manada. Todos ahí eran unos salvajes.

Soltando un pequeño suspiro, alejó su rostro de las manos de su madre.

—No quiero irme, mamá.

—No está en discusión, Jungkook, mañana mismo te irás a vivir con su abuela.








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