Capitulo 17
Estaba muerta, la disputa entre familias es más agotadora de lo que creí, una de las parejas era Omega, la otra era pareja de Alfas, por lo que tenían personalidades muy diferentes, los Alfas estaban completamente cerrados a la idea de llegar a un acuerdo, los Omegas solo querían resolver las cosas sin necesidad de la fuerza, el ambiente estaba bastante tenso, Tyler y Daiana deben hacer uso de sus facultades y prácticamente sometieron a la pareja de Alfas para que aceptaran el trato, fue la única manera de que entendieran que estaban equivocados, los Omegas estaban nada más que agradecidos, todo fue resuelto por la paz.
– ¿Estás bien?
Levantó la cabeza de su papeleo observándome atento, yo me encontraba sentada a lo indio sobre su escritorio viéndolo trabajar.
– Sí, estoy bien, solo un poco cansada.
– Ya me queda poco, nos iremos pronto.
– No te preocupes, estoy bien – sonreí– pero necesito un poco de alcohol o no podré cumplir mi promesa sobre la noche de sexo.
– Becca, no es necesario que tengamos sexo esta noche, podemos llegar a dormir solamente, tu y yo, abrazados toda la noche, disfrutando de un agradable y tranquilo descanso.
– No no no cariño – moviendo mi índice frente a él a modo de negativa– yo quiero mi sexo, así que iré por una botella ¿Algo en especial?
Sonrió de lado viéndome con ojos brillantes.
– Sorpréndeme.
Saltando para bajar de su escritorio, salí de la oficina pasando directo a la barra, no conocía al chico que estaba atendiendo hoy, me acerqué para avisarle quien era y qué haría antes de que me metiera en problemas por no conocernos.
– Hola señora Hale – sonrió– adelante.
Se hizo a un lado dejándome pasar.
Yo no lo conocía, pero al parecer él a mí sí, quizás fue a mi boda.
– Disculpa ¿Puedo saber tu nombre? Aún no estoy familiarizado con todos los rostros aquí.
– Soy Luke señora Hale, trabajo para su esposo.
Sonrió amable.
– Mucho gusto Luke – devolví la sonrisa– y por favor llámame solo Beca, si me dices señora me haces sentir vieja.
– Está bien Becca, tome todo lo que quiera, estaré atendiendo a las personas del rincón por si se le ofrece algún trago en específico.
– Tomaré una botella, no te preocupes, pero gracias.
Sonrió una ultima vez y se alejó para tomar el pedido de los chicos del extremo en la barra, así yo aproveché para tomar una botella de vodka, mi trago favorito, y entré nuevamente en la oficina de mi hombre, al parecer terminó con el papeleo porque no había ni siquiera una mísera hoja sobre el escritorio.
– Que agradable sujeto el que trabaja para ti, me dijo señora Hale – reí– me hizo sentir que tenía cuarenta años más encima.
Sentándome en el escritorio frente a él dejando mis piernas colgar a cada uno de sus lados.
– Luke es un sujeto agradable, tiene mi edad, éramos compañeros cuando ambos estudiábamos, fue a nuestra boda.
Acariciando mis piernas.
Agradecía llevar vestido, espero que tenga una buena visual de la tanga que llevo puesta.
– Me dijo que le avisara si quería algún trago, que estaría atendiendo unos chicos, pero le dije que tomaría la botella completa porque quiero jugar con mi esposo en su oficina.
Dejándome caer en su regazo, necesitaba sentirlo.
– ¿Cerraste la puerta?
Repartiendo besos en mi cuello, acariciando mi cintura.
– Por supuesto señor Hale, no quisiera que nos vieran follando.
Ayudándole a subir mi vestido, sintiendo luego sus manos en mi trasero.
– Abre esa botella nena, comencemos a beber.
Sin dudarlo, quité la tapa bebiendo unos buenos sorbos directamente de la botella.
– Oh sí... – gemí del gusto– hace mucho no bebía, lo necesitaba.
– Vas a terminar con todas las botellas en nuestro bar – mordisqueando mi cuello– bebes mejor que los solteros que están afuera.
– Nuestro bar... me gustaría tener algo para darte también, me diste medio bar, la casa en la que vivimos, una familia...
Otros dos tragos.
– Te tengo a ti, me diste el sí, eres mi esposa, no hay nada más que yo quisiera en este mundo – me quitó la botella bebiendo la misma cantidad que yo– me haces el hombre más feliz del mundo.
– Deja que te haga un poco más feliz – desabrochando su pantalón, bajando su cremallera– dejaré que tú estés encima hoy.
Volví a subir al escritorio, me quité la tanga aventándola hacia él y me recosté en este con ambas piernas los más abiertas posible, colgando la mitad de ellas.
Acarició mis muslos levantándose de su cómoda silla, dejó la botella a un lado y bajó los pantalones lo suficiente para dejarme ver su más que listo pene, todo eso era mío, era para mí disfrute.
– Nunca me cansaré de ver tu cuerpo, eres tan preciosa Becca – subiendo sus caricias hacia mis caderas– siempre tan dispuesta para mí, nos complementamos de una forma tan... irreal, aún no puedo creer que estés aquí, conmigo, después de que pasaran los meses del calor, diciendo que aún me amas.
– Claro que te amo, siempre te he amado, eres mi pareja perfecta, la persona hecha a mi medida.
Sintiendo como empujaba centímetro por centímetro en mi interior.
– Hice bien en esperarte todo este tiempo, jamás tomé una decisión tan acertada como esa.
Moviendo su cadera en círculos, enviando corrientes eléctricas a todo mi cuerpo, obligándome a gemir del gusto.
– Mmmgh... sí... no pares de decir todas esas cosas lindas mientras te mueves, hazlo rápido, quiero sentirte muy profundo dentro de mí.
Así lo hizo, salió lentamente de mi interior, volviendo a entrar con fuerza, gemí con fuerza apretando mi agarre en sus brazos.
– Así es como me gusta – moviéndome en el escritorio gracias a sus fuertes movimientos– sentir todo tu grosor, sentir todo lo que es mío, quiero recordar que estuviste dentro de mí cuando lleguemos a casa, porque pienso saltar sobre ti y montarte hasta que no pueda tener más orgasmos por el cansancio.
Gimiendo en su oído, mordisqueando su oreja, lamiendo su lóbulo, rasguñando su espalda, me encantaba oírlo gemir, si no fuera tan vulgar, lo usaría como sonido de notificaciones.
– Te encanta hablar sucio cuando follamos.
Penetrándome con fuerza, rápido, manteniendo el ritmo perfecto mientras golpeaba mi punto G una y otra vez, provocando que el globo en mi vientre bajo comenzara a inflarse con una rapidez abrumadora que cosquilleaba en cada una de mis extremidades.
¡el sexo con este hombre es estupendo!
¡y es mi hombre joder!
– ¿Qué esperas para hablarme sucio también? Estoy a punto de correrme, quiero que sea escandaloso.
Levantando mis caderas para encontrarme a medio camino con él.
Pasando sus manos por mi espalda, me levantó del escritorio pegando mi espalda a la pared, sujetó mi trasero y comenzó a penetrarme con rapidez, sabía muy bien que en esta posición lo sentía aún más profundo.
– Pienso penetrarte tan duro que cuando terminemos y toques el piso de dolerá todo el cuerpo – besándome cortamente, pero aquél escaso contacto dejó mis labios en llamas– llegaremos a casa y te desnudaré completamente, disfrutaré tus pechos, lameré, mordisquearé y tiraré sutilmente de ellos para oírte gemir con fuerza mientras mis dedos te penetran, usaré el vibrador que tanto te gusta para estimular tu clítoris, haré que te vuelvas loca del placer, pero no te lo haré fácil, no dejaré que te corras tan pronto – hablando tan cerca de mi oído que sus labios me rozaban– te haré sufrir primero, haré que desees que te haga terminar, que ruegues por eso, para que al final tengas el mejor orgasmo de tu vida, explosivo y duradero, te haré todo lo que no puedo hacerte aquí, incluido el mejor oral de tu vida, usaré mi lengua, mis dedos y el vibrador para estimularte, quiero ver como te retuerces bajo mi peso, que recuerdes mañana que mis labios recorrieron toda tu piel sin dejar un solo lugar sin tocar...
No fueron necesarias más palabras, la presión en mi vientre bajo fue tanta que llegué al mismo cielo en un sonoro orgasmo que dejó mi cuerpo totalmente relajado, ya no había rastros de la tensión en mis musculos.
– Que buen ejercicio es el sexo cariño – se sentó en su cómoda silla conmigo a rastras aún dentro de mí– ¿Vamos ya a casa? Terminé todo aquí hoy.
– Vamos a casa, tengo muchas cosas planeadas para ti aún, me gustó todo tu plan cariño – levantándome buscando mis bragas– pero es mi turno de dominar la situación, tú sabes que me gusta el control – bajando mi vestido, arreglé mi cabello– y que buena idea me diste, creo que usaré el vibrador contigo esta noche.
– ¿Vibrador? ¿Dónde?
Viéndome quitar el seguro de la puerta, reunió sus cosas con rapidez siguiéndome.
– Ya lo veremos, todo depende de lo creativa que me ponga.
– Becca... – a modo de protesta. Se despidió de sus compañeros de trabajo saliendo del bar– en el trasero no.
– Tú me compraste una joya anal el otro día y yo la usé – señalándolo con el dedo subiendo a su jeep– merezco entretenerme con el vibrador, además el punto G de los hombres lo tienen en el culo – me miró mal– ni siquiera es grande, es una cosa chiquita, es para el clítoris después de todo, yo quiero un conejo para mí, uno grande y gordo para disfrutar cuando no tenga trabajo y tú sí.
– ¿De verdad quieres meterme eso por el culo? No juegues conmigo Becca.
El pobre parecía afligido.
– Igualdad de genero señor Hale, usted me metió una joya anal, yo también quiero divertirme.
– Rayos... mi esposa es una sádica... algo me dice que me dolerá el culo mañana por la mañana...
– Tenemos lubricante en mi mesa de noche, seré gentil.
Aplaudiendo emocionada, no estaba esperando que aceptara, solo quería joderlo, pero al ver que asumió su destino sin poner más trabas, decidí que realmente lo haría, después de todo era parte de mis fantasías.
– Algo me dice que de todas formas me dolerá.
Arrancando el automóvil.
– Pediré disculpas por las uñas de ante mano, las tengo largas.
Moviendo mis dedos hacia él.
Que divertida noche tendremos por delante.
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