Pulcritud y vacío

Todo es blanco, muy blanco. El blanco es bueno, dicen. El blanco no altera. Te da una sensación de pulcritud y vacío. Pulcritud y vacío, pulcritud y vacío. Hastío, diría yo, hartazgo y cansancio. Y el hartazgo no es lindo, por momentos te genera la necesidad de darte la cabeza contra la pared, una y otra vez, aunque solo sea para ver rojo sangre. Pero no lo permiten. El rojo altera, altera mucho y la sangre también. Y nadie quiere ver locos alterados, ni sangre. Pulcritud y vacío, pulcritud y vacío. Solo las pastillitas vienen de colores, colores pasteles que no alteran, muy pálidos. Verde pálido, rosa pálido, amarillo pálido. Lo suficiente como para que los enfermeros no se confundan y los locos no se alteren, porque nadie quiere locos alterados. A nadie le gustan. A mí me corresponde la pastillita verde, pero hoy el enfermero nuevo se equivocó y me dio la de color amarillo, y el hartazgo se fue. Ya no veo todo blanco. Veo una ardilla que vuela sobre un dragón y me guiña un ojo. Me cae bien y me hace reír. Hoy no tengo ganas de darme la cabeza contra la pared blanca. Hoy veo colores. Hoy corro por el campo. La ardilla y el dragón vienen conmigo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top