18. Oki
En el corazón del zoológico, cuando la noche caía y las jaulas se cerraban, un misterio acechaba. Un asesinato había conmocionado a todos: el cuidador de los primates yacía sin vida junto a la jaula de los simios. La policía estaba desconcertada; no había signos de lucha, ni huellas, ni testigos. Solo una pista: una figura peluda vista merodeando la sala de mantenimiento.
El simio, un inteligente orangután llamado Oki, había desaparecido hace meses. Se rumoreaba que poseía una astucia casi humana, pero nadie había logrado encontrarlo. La investigación se estancó hasta que una noche, el silencio se rompió por un ruido proveniente de la sala de mantenimiento. Con cautela, los guardias se acercaron y, al abrir la puerta, encontraron a Oki sentado frente a un tablero de ajedrez, moviendo las piezas con una precisión inquietante.
Oki no era un asesino, sino un fugitivo de su jaula, buscando refugio en la única habitación que le recordaba a su hogar lejano. El verdadero culpable seguía suelto, y el misterio del asesinato en el zoológico permanecía sin resolver, con Oki como el único testigo silencioso de la verdad oculta en las sombras.
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