LIDIANDO CON DEMONIOS



Una vez me encontré en una situación bastante inquietante. Resulta que a mi amiga, sin saber cómo ni por qué, la habían estado acechando fantasmas, almas de personas retenidas en la tierra para vagar por la eternidad. Un día fui a su casa a pasar la noche, y en su habitación encontré cruces marcadas a lápiz en la pared, lo cual me puso los pelos de punta. La situación empeoró cuando me contó que a veces sentía que le tiraban del cabello mientras dormía o incluso las cruces que no estaban pintadas se giraban solas.

Me enseñó cómo expulsar a los espíritus malignos quemando una especie de madera de un roble muy antiguo, y además tenía un montón de libros relacionados con el espiritismo. Estaba aterrada, quería huir y no regresar. Me contó que hubo un espíritu que también acosaba a su compañera de piso; lo describió como una sombra enorme con dos ojos rojos. Me dijo que no había nada que pudiera hacer para sacarlo de la casa. Ese espíritu abandonó la persecución de esa chica para aferrarse a mi amiga como una lapa. Ese fantasma casi acaba con ella.

Su madre, en secreto, también me contó que mi mejor amiga había sido poseída en varias ocasiones por varios "demonios" que querían tomar control de su cuerpo. Querían explotar su cuerpo y luego consumirla hasta la muerte. Mi amiga conoció a una bruja que la aconsejó y la ayudó. Hasta el día de hoy, siempre ve espíritus a lo lejos, sombras en la oscuridad de su habitación y fuerzas intentando entrar en ella para apoderarse de su vida.

Puedo confirmar que he experimentado cosas bastante extrañas a su lado, situaciones inexplicables y sin sentido. Ella siempre me dijo que no debía hacer caso a los espíritus para que se alejaran. Le hice caso, y de alguna manera, me funcionó.

Este relato está basado en hechos reales. Mi amiga se llama Nora, y aún sigue lidiando con esos "demonios".

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