El amor incondicional del fiel compañero

     Desde que el hombre lo rescató de la fría calle, el perro nunca dejó de amarlo incondicionalmente. Siempre a su lado, con lealtad inquebrantable, compartían momentos de alegría y tristeza. En cada mirada, en cada lamida, el perro expresaba un amor puro y desinteresado. Cuando el hombre estaba triste, el perro lo consolaba con caricias y ladridos juguetones. En la vejez del hombre, el perro se quedó a su lado, llenando sus días de compañía y abrazos reconfortantes. Y cuando el hombre partió, el perro esperó eternamente, porque en su corazón, el amor nunca muere.

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