18. Cuando pueda te buscaré

Sofía

¿Cómo no iba a mirar? Ya ni recordaba de lo que me venía hablando Gisell. Solo se escuchó como el sonido de una rama muy gruesa quebrarse. Ambas fuimos guiamos la mirada por el sonido, pero no supimos que fue, por un momento creí que había sido el caer de un árbol cortado, pero no. Todo se veía igual. Hasta que escuché la voz de una mujer llamando a nombre:

—¡Albert! ¿Qué pasó?

La risa que traía se cortó, por el susto y el nombre escuchado. Tomé a Gisell por el brazo y nos apresuré a irnos a mi casa.

—¿Qué pasa? —Preguntó sin entender.

—Nada, quiero llegar a casa rápido —Respondí lo más desacelerada que pude. No respondió, y me siguió la corriente.

Ella miró para atrás, supongo que para curiosear el porqué del sonido. Yo la seguí jalando hasta girar en la esquina. ¿El solo escuchar ese nombre hizo que actuara así? ¿Y si era otro Albert? Que tonta había sido. De seguro era otro Albert y yo armando el drama. Mejor era prevenir que lamentar ¿No?

__________  

Estando las dos en mi casa, en mi cuarto, planificamos que haríamos el fin de semana que seguía.

—¿Y si vamos al cine a ver una de las películas más taquilleras hasta el momento? —Preguntó con entusiasmo.

—¿Y si vamos al cine a ver una de las películas basada en un libro? —Imité su entusiasmo. Me miró con una cara extraña, pensé que no aceptaría.

—Ummm bueno, está bien. No hay problema. Total y sea buena ¿Cómo se llama?

—Lo será—Le prometí.

Para convencerla un poco más de la decisión que había tomado, comencé a contarle de lo que trataba el libro:

—El libro se llama: ¿Quien guarda el secreto? Es un thriller de suspenso. Una de las frases del libro es: «Si piensas que conoces todo de una persona, piénsalo dos veces». Seguí contándole un poco de la historia, omitiendo detalles que uno mismo debía descubrir al observar la película —En mi caso, mientras leí el libro. Terminé emocionada, contándole casi toda la sinopsis que trae el libro. Ella se quedó asombrada por tal resumen.

—¡Tenemos que ir a verla! —Exclamó.

—Claro que iremos.

—De verdad espero que sea así como me la cuentas.

—Yo espero que la hagan fiel al libro, sin embargo se enfocarán en el tema central: El secuestro. Es más te buscaré el tráiler.

Me acerqué al escritorio que tenía frente a mi cama y tomé la laptop, la abrí y encendí. Esperé unos minutos. Ingresé directamente en el buscador "¿Tráiler Quién guarda el secreto?" Aparecieron cientos de resultados, pero seleccioné el primero. Abrí el vídeo y lo puse a cargar. Mientras esperábamos fui a la cocina a servir dos vasos con jugo. De regreso me encontré a Miranda en la sala mirando una telenovela colombiana, siempre me había gustado ese toque humorístico que le daban a las mismas. Me paré tras ella observando el televisor, hasta que notó que había alguien detrás de ella. Se volteó y me vio de pie, observe sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué te pasa? —Pregunté.

—Nada es que... Cecilia rompió con Sebastián, y éste se fue a beber, tuvo una pelea con otro hombre y ahora está en la cárcel y es tan... ¡Ay pobre! —Sollozó.

Por un momento pensé en reprocharle el andar llorando por unos protagonistas de novela que realmente no estaban pasando por nada. Pero inmediatamente recordé las veces que me vio llorar, reír, agrandar los ojos mientras leía, y me hacía la misma pregunta, pero ella si me reprochaba. Y con la costumbre dejó de hacerlo. Había aprendido, ahora me tocaba a mí.

—Te entiendo —Le di una palmada en el hombro con un suave apretón—. Es tan triste lo que les pasa a los personajes de los que nos enamoran con sus hermosas personalidades.

Miró de nuevo la pantalla y se secaba las lágrimas con la mano, que a su vez se secaba con sus jean. Subí las escaleras al cuarto, entré al cuarto y el corazón se me paralizó al ver a Gisell tomando el libro donde estaba la carta que me había escrito Johnny, justo lo abrió donde estaba la estúpida carta.

—Que rico huele —Dijo. Justo cuando iba a tomar la carta de en medio de las páginas.

—¡Ay Gisell! Me picó algo, ayúdame se me van a caer los vasos —Mentí.

Me tiré un poco de jugo en el jean para darle credibilidad a la mentira. Cosa que no me gustaba hacer. Ya que si le decía lo que era, querría leerla y a pesar que era una de mis mejores amigas, no quería contarle todo como había sido. Ella sabía la historia pero sin los detalles más importantes. Creyó que solo se fue porque si y ya. No supo que fue por trabajo, que algún día quizá aparecería —Aunque nunca esperaría que ese día llegara— y otras tonterías que no estaban en la carta, cosas que él me dio por entendido.

Gisell se acercó rápidamente a quitarme los vasos de las manos, mientras yo revisaba mi pie izquierdo y buscaba el objeto o insecto que nunca existió. Puso los vasos en el suelo junto a la cama y se inclinó de rodillas frente a mí.

—Pon tu pie en el borde de la cama para revisarte.

—No, tranquila. Si dolió, por un momento me asusté. Disculpa si te asusté.

De reojo miré el libro, el cual había dejado apoyado en la orilla de la biblioteca, a completa vista. Debía distraerla para que se olvidara del mismo. Levanté los vasos del suelo y le entregué uno a ella.

—Bueno... ¿Viste el tráiler? —Pregunté antes de dar un sorbo a mi jugo.

—No, te estaba esperando. Pero miraba la cantidad de libros que tienes. Son bonitos verlos. ¿Pero leerlos? No me parece, son demasiados. Es aburrido para mí. Y pues me llamó la atención la portada de este: Tú me importas. —Se acercó de nuevo a la biblioteca, tomando el libro cerrado en sus manos. ¿Se había ya olvidado de la carta?— Según medio leí por detrás, es de romance. Quizá sea bonito. Y justo cuando entraste noté un bulto dentro, y cuando abrí era...

—Un papel que metí allí para saber dónde iba —Interrumpí.

—Entonces ¿No lo has terminado?

—Sí, lo terminé, pero ese capítulo me gusta mucho. Mira —Me acerqué, saqué la carta y... no sabía dónde esconderla por el momento, ella lo vería, así que la mantuve en la mano derecha—, es el capítulo nueve, es muy bonito deberías leerlo.

—Me llamó la atención el olor de ese papel —Señalo a mi mano—, préstame. No supe que hacer en ese momento. Se lo daba, lo revisaba y leía y luego me preparaba para un cuestionario de mi mejor amiga o actuaba rara y me negaba a dárselo y ya. Sinceramente sabía que la primera opción sería la correcta. Pero así como no estaba preparada para afrontar muchas cosas en mí vida, no me sentía lista para recibir el tipo de preguntas que nadaban en la cabeza de mi amiga. Sin embargo, por algo tenía que comenzar a darle libertad a mi vida, del pasado que me ataba.

—Préstamelo —Volvió a decir con insistencia. Levanté la mano y se lo entregué. Me senté en la cama hundiéndome en las preguntas que ya sabía haría. La vi oler el papel con cuidado—. Este perfume no es de mujer ¿Por qué huele a uno de hombre? No me digas que es un pretendiente.

—No —Sonreí débilmente. Me escrutó misteriosamente. Hasta que desplegó la carta y la comenzó a leer en voz alta. Haciéndome revivir el disparo de agujas que sentí en el centro de mis emociones cuando yo misma la leí. Ella no se dio cuenta como me estaba poniendo, noté que iba leyendo muy sorprendida, hasta que escuchó un sollozo de mi parte. Siguió leyendo. Paró. Me miró sin saber que pasaba. Y su voz se fue apagando mientras casi terminaba de leer lo último.

—Sofía. Disculpa, no sabía que esto... era... —No supo que decir, intentó buscar palabras entre el silencio que apareció en medio nuestro, pero no encontró nada.

—Termina —Le pedí.

—Pero como voy a terminar si... —Tenía la cara de una niña regañada.

—¡Que termines de una vez! —Grité. Ella pareció asustarse y leyó en voz neutra y casi silenciosa, algo parecido a lo imperceptible para el hombre, pero totalmente audible para un animal de oídos agudizados:     


«Cuando pueda te buscaré de nuevo. Te quiere y amará con todo su corazón: Johnny»


Terminó y me hundí en un mar de lágrimas. Aunque mi vista se empañó, ella se acercó a darme un fuerte abrazo, mientras yo seguí llorando.

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