Cap 45. Para ti, siempre.

Empiezo incomodarme debido a una fuente de calor. Me remuevo un poco, con cuidado, ya que tengo a Dyl al lado. Abro poco a poco los ojos, viendo todo oscuro, pero hay claridad debido a una luz que proviene de esta misma habitación.

Cuando ya he abierto completamente los ojos, giro mi cabeza, mientras la levanto un poco, para poder ver a Tom, quien está en el sofá con el móvil. De ahí viene la luz.

El calor que siento no se me ha olvidado por lo que miro a mi lado y lo único que veo que me pueda dar calor es Dyl, ya que no hay sábanas ni colchas, ni nada parecido alrededor.

Pongo la mano, suavemente, sobre el estómago desnudo de Dyl. Inmediatamente, abro los ojos como platos al notar que está ardiendo.

-Tom- susurro, pero fuerte para que me escuche.

Este se asusta, levemente, pero me mira con una sonrisa. Al ver mi cara se acerca para no tener que gritar.

-¿Qué pasa?- me pregunta sentándose al lado de Dyl.

-Está ardiendo, no debería estar tan caliente- digo preocupa.- Pásame el termómetro por favor- estira su brazo para alcanzarlo de la mesita de noche y me lo da.

Con cuidado, de no despertarlo, le pongo el termómetro en la axila bajo la atenta mirada de Tom. Esperamos un pequeño rato hasta que el sonido nos indica que ya ha tomado la temperatura.

-38,6 °C- le digo a Tom sin apartar la mirada de la máquina.

-Tiene menos que cuando llegamos- me dice.

-Ya, pero, aun así, tiene, y hace unas horas le había bajado más- le digo mientras le paso el termómetro para que lo deje dónde estaba.-Hay que cambiarle el paño y mojar su cuerpecito otra vez- digo mientras dirijo mi mano al paño que hay en la frente de Dyl, pero Tom me detiene.

-Lo he hecho hace 5 minutos- suelto un suspiro pesado.

-A ver...- digo para empezar a pensar.- Vale. ¿Puedes llenar la bañera bastante con agua tibia tirando para fría, por favor?- le pregunto mirándolo. Él asiente antes de desaparecer por la puerta.-Dyl, cariño- le susurro mientras le acaricio la carita.- Despierta- poco a poco me hace caso hasta que abre completamente sus ojos, aunque parpadea pesadamente.

Me levanto y cojo la medicina de la mesita de noche para volverme a sentar a su lado. Lo siento en su cama para poder dársela.

-Tienes que tomar la medicina- le digo, pero él niega con la cabeza.- Pero si no no te pondrás bien- vuelve a negar.- Bueno, pues si sigues malo no podrás jugar con Paddy y sus juguetes, ni con Tom a Spiderman- empiezo a decir y él empieza a dudar, pero, aun así, sigue con un no en su rostro, así que ataco donde sé que accederá.- Oh, se me olvidaba, tampoco podrás jugar con Hazza- ahí es cuando reacciona y abre sus ojitos, asustado por el hecho de no jugar con él.

Dyl le tiene mucho cariño a Paddy y a Tom, pero con Hazza es diferente, es con el que más encariñado está. Siempre que está Hazza se va con él a jugar. Creo, bueno no, SÉ, corrijo, que Hazza es su favorito.

-Síp- dice con voz adormilada.

-¿Sí qué? ¿Te tomarás la medicina?- digo y él asiente con la cabeza.

Abro la medicina y repito la acción que hice bastantes horas atrás. Cuando ya se la ha tomado le doy un vaso de agua y se lo toma mientras yo guardo la medicina en su respectiva caja.

-La bañera ya está- dice Tom entrando a la habitación.

-Gracias- le digo y cojo a Dyl en brazos para salir de su habitación.

Voy hacia el baño con Tom pisándome los talones. Al entrar siento a Dyl en la taza del retrete y me agacho para quedar a su altura.

Le quito el calzoncillo, ya que es la única pieza de ropa que tiene puesta. Con cuidado lo sumerjo en el agua que le cubre hasta los hombros. Él se queda sentado y yo de rodillas desde fuera controlado que no se hunda.

El agua tibia parece aliviarle, ya que pone una cara de relajación. Sonrío ante su expresión y giro mi cabeza para ver a Tom quien lo mira igual. Dos segundos después me mira a mí sin borrar la sonrisa.

-¿El agua está bien?- me pregunta.

-Sí, gracias- digo y él suelta un bostezo.- Deberías ir a descansar, te sentará bien dormir un par de horas.

-¿Y dejarte sola con esto? No, gracias- dice negando levemente con la cabeza.

-Tom, llevo tres años cuidando de Dyl, sé apañármelas sola. Ve a dormir, cualquier cosa te llamo- parece dudarlo un poco pero acaba accediendo.

-Vale- dice y se acerca a mí para darme un casto beso en los labios.- Buenas noches, Spidey Girl- dice antes de salir por la puerta sin dejarme contestar.

Su apodo me ha sacado una sonrisa tonta, que no puedo borrar de mi rostro. Me muerdo el labio inferior intentando controlar la sonrisa pero fracaso.

Giro la cabeza hacia la bañera donde Dyl sigue tranquilamente sentado. Sus ojos parpadean cada vez más seguido y pesadamente. Pero no se puede dormir.

-Dyl- digo y él me mira con ojos cansados.- ¿Cuál es tu juguete favorito?

Y con esa simple pregunta ya tengo para un rato de conversación que lo mantendrá despierto. Aunque no sabe hablar perfectamente al menos lo intenta y puedo llegarlo a entender.

Hablamos de alguna cosa más hasta que un bostezo aparece en mi boca. Dyl, que está más despierto que nunca, está jugando con sus juguetes. Quito el tapón de la bañera para que se vacíe un poco. Cuando el agua le llega por debajo de las axilas vuelvo a tapar el sumidero.

Suelto el agarre que tenía, ya que ahora no hay posibilidad de que se ahogue, el agua está más baja y él está más despierto. Miro la hora en mi reloj.

6:21 am

Cuando me desperté eran las 4 am y ahora son las 6 am, llevamos dos horas aquí. Espero que haya funcionado y la fiebre se le haya ido del todo.

Me levanto y salgo del baño con cuidado de no hacer ruido. Sigilosamente, entro a la habitación de Dyl para buscar el termómetro, encontrándome una escena extremadamente tierna.

Tom tumbado en el sofá, hecho una bolita, mientras abraza uno de los cojines. Se ve tan tierno y guapo que no puedo evitar sonreír.

Me obligo a apartar la mirada y centrarme en lo que he venido. Voy hasta la mesita de noche y cojo el termómetro. También cojo ropa interior y un pijama limpio, de verano, de Dyl.

Antes de salir, me acerco a Tom y dejo un beso en su frente, acaricio sus rizos y salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mí.

Vuelvo al baño donde Dyl sigue con sus juguetes. A regañadientes, por su parte, guardamos todos los juguetes para después sacarlo del agua. Lo dejo de pie en la alfombra pequeña que tengo y le pongo su albornoz.

Lo siento en la taza y quito el tapón para que la bañera se vacíe por completo. Seco a Dyl con el albornoz para después ponerle la ropa interior. No le pongo el pijama porque primero quiero saber si sigue teniendo fiebre por lo que le pongo el termómetro.

Uno par de minutos después suena, lo saco y miro la pantallita. 36,5 °C. Suelto un suspiro de alivio, ya no tiene fiebre. Dejo la máquina en la encimera del lavamanos. Le pongo el pijama y mientras yo recojo él se queda sentado mirándome.

Como es muy pronto y no ha dormido durante las dos últimas horas decido volverlo a acostar aunque él no quiera, sé que en cuanto lo deje sobre la cama se dormirá.

Entro a su habitación encontrándome la misma escena que minutos antes. Pongo mi dedo índice en los labios indicándole, a Dyl, que no haga ruido, este asiente con la cabeza.

Lo tumbo sobre la cama y me pongo a su lado. Espero a que se duerma, en lo que no tarda mucho, para salir otra vez de la habitación.

Bajo las escaleras y me voy a la cocina. Enciendo la luz de esta, ya que todavía no ha salido el sol aunque no creo que falte mucho para amanecer.

Me acerco a la cafetera para comprobar si queda algo de café, pero no hay nada. Maldigo ya que ahora tendré que esperar hasta que se haga. Preparo la cafetera para que se haga el café. Mientras se hace una idea se me viene a la mente.

Busco en los armarios y cajones todo lo necesario. Cuando lo tengo todo, lo llevo hasta un lado de la isla para empezar a preparar el desayuno que voy a hacer para todos.

A mitad de la preparación, el café se acaba de hacer y me sirvo una taza, ya que necesito cafeína en mi cuerpo lo antes posible. Doy un trago, no sin antes echarle las 10 cucharaditas de azúcar.

Sigo preparando el desayuno durante unos cuantos minutos más. Cuando ya está casi todo listo siento unos brazos rodearme desde atrás por la cintura. Pego un pequeño salto debido al susto, pero al girar mi cabeza y verlo sonrío.

-Buenos días- le digo con una sonrisa.

-Buenos días- dice con una voz ronca muy sexy.

¡¿Sexy?! ¡¿Acabo de decir sexy?!

-¿Qué haces?- pregunta, aun con la voz ronca.

-¿No lo ves?- digo con una pequeña risa mientras señalo los fogones.- Estoy haciendo nuestro desayuno.

-¿Me has preparado el desayuno?- dice mirándome con ternura.

-A todos.

-Ya no me siento especial- dice fingiendo decepción.

Me giro sobre sus brazos para pasar los míos por su cuello. Acerco mi rostro hasta juntar nuestros labios en un lento y suave beso.

-¿Ahora te sientes especial?- digo volviéndome a girar y remuevo la comida para que no se me pegue. Él apoya su cabeza en mi hombro sin apartar sus brazos de mi cintura.

-Si soy el único que puede besarte, entonces sí.

-Lo eres- nada más decir eso siento como deja pequeños besos en mi cuello provocándome soltar pequeñas risas.

-Buscaros una habitación- dice alguien en la puerta por lo que giramos la cabeza en la otra dirección para encontrarnos a Hazza y Nat en ella.

Ambos reímos, Hazza rueda los ojos y Nat, detrás suyo, está con los ojos cerrados frotándose uno de ellos.

-Os he hecho el desayunado, así que todos al comedor- les digo. Hazza y Nat vuelven a salir, pero Tom lo único que hace es soltar su agarre- Tú también.

-Yo te ayudo- dice, pero niego con la cabeza.

-Ves, ahora voy yo- le digo. Da media vuelta y sale de la cocina.

Voy llevando de dos en dos los dos platos para cada uno y después les llevo la taza y el vaso. Os explico, he hecho huevos revueltos, una pequeña macedonia, zumo natural de naranja para ellos y para mí un batido de leche con plátano, ya que no me gusta la naranja, y por último la taza de café.

-Dios, te has pasado- dice Nat al ver toda la comida.

-No es para tanto- digo comenzando a comer.

-Para ti, que comes medio supermercado cada día- dice probando los huevo revueltos.

Ella tiene razón, como mucho, pero mucho-mucho. La comida es el mejor placer de la vida. ¿Cómo decirle que no a comer? No se puede.

Después de comernos todo, porque sí, Nat se lo ha comido todo. Dyl se despierta y le doy un poco de huevos revueltos.

Se lo come todo para después irse a la sala a jugar con sus juguetes. Ya está como nuevo, parece que nunca se haya puesto malo. En cambio, yo tengo unas ojeras increíbles.

Los chicos deciden irse a sus respectivas casas para arreglarse un poco, ya que están un poco demacrados. Y Tom a descansar un poco, ya que se ha pasado la noche despierto, no como Hazza y Nat que han dormido bastante.

-¿Y si vamos a dar una vuelta esta tarde?- me pregunta Tom en la entrada mientras Hazza y Nat ya se han despedido y están esperando a que Tom salga.

-¿Cómo una cita de novios?- digo tímidamente mientras él posa sus manos en mi cintura y yo apoyo mis manos en su pecho, bien marcado por cierto.

-Aha- dice con una sonrisa.

-Me encantaría- digo haciendo que su sonrisa crezca.- Pero no- su sonrisa desaparece en cuestión de un segundo.

-¿Por qué?- pregunta confundido.

-Estoy agotada y tú igual, necesitamos descansar- le digo y él parece comprenderlo.- Además tengo que vigilar que Dyl no recaiga en la fiebre.

-Vale- lo comprende, pero, aun así, en su rostro veo tristeza.

-Pero mañana sí- digo haciendo que vuelva a sonreír.- ¿Estás disponible?

-Para ti, siempre.

Me pongo de puntillas para unir sus labios con los míos en un beso.

-Va, Tom- dice Hazza desde fuera haciéndonos separar.

-Ya voy- dice Tom molesto por interrumpir por lo que suelto una leve risa.-Adiós.

-Adiós- digo dándole un casto beso y cerrando la puerta en cuanto lo pierdo de vista.

Para ti, siempre.
¿De verdad estaría siempre?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top