Cap 13. Anillo.
¡¡2K!! GRACIAS❤️
Hemos llegado a 2K de leídas, esto es increíble. Hace nada estábamos celebrando el 1K y ahora ya estamos con los 2K.
Muchas gracias de todo corazón💜
Para celebrar voy a hacer un pequeño maratón de 3 capítulos. Espero que os gusten. Y otra vez, gracias🧡
1/3 Maratón
-Tu anillo- dice y la tristeza me invade.- ¿Es un regalo o...?
-Un regalo- lo interrumpo. Bajo mi mirada al anillo.
-¿Quién te lo ha regalado?- me pregunta.
-Mi abuela- le digo triste.
-Te tiene que querer mucho.
-No lo sé- le digo y aunque no lo miro sé que me tiene que estar mirando confundido.
-¿Cómo?- me pregunta, se nota la confusión en su voz.
-No la conozco- le digo.
-¿Y eso?
-Es una triste historia- le digo mirándolo triste.
-Perdón, seguro que no quieres hablar, es un tema personal- me dice.
-Tranquilo, no me importa hablar de eso, pero es una larga historia- digo bajando la cabeza. Él pone su mano sobre la mía y levanto la mirada hacia él.
-Cuéntame, tenemos tiempo- dice sacándose las gafas y dedicándome una sonrisa. Yo asiento y él aparta su mano.
Me cuesta un poco hablar de esto así que primero respiro hondo y me relajo.
-Cuando mi madre se quedó embaraza de mí solo tenía 19 años- comienzo.- Mis abuelos, los cuatro, no estaban de acuerdo con su embarazo. Los padres de mi madre querían que abortara y ella se negó así que la echaron de casa. Los padres de mi padre les dijeron lo mismo, pero también se negó. Mi abuela al ver lo que significa para mi padre lo acepto pero mi abuelo no. En aquella época mi abuela no tenía mucho poder para poder ir contra mi abuelo. Él echó a mi padre de casa. Mis padres se fueron a vivir juntos a un pequeño apartamento. Antes de que mi padre se fuera mi abuela le dio un sobre y le dijo que era para mí. *
*Nací y crecí sin conocer a mis abuelos. Los años iban pasando y mis padres empezaron a discutir. En mi cumpleaños mis padres siempre me regalaban un juguete cualquiera, ni se molestaban en darme alguno que me gustara. Aun así, yo me conformaba porque al menos se acordaban de que era mi cumpleaños.
El día de mi octavo cumpleaños mis padres salieron a no sé dónde y a mí me dejaron sola en casa. Me entró la curiosidad y me fui a su habitación en busca de mi regalo. Revisé todos los rincones de la habitación. Me acerqué a la cómoda y empecé a revisar todos los cajones desde abajo hasta arriba.
Abrí el primer cajón, el que estaba más alto. No era lo suficientemente alta para ver lo que había así que estiré mi brazo para tocar el cajón por dentro. Al pasar la mano por el cajón noté un sobre. Lo cogí y vi que ponía mi fecha de cumpleaños. Seguramente ella puso la fecha probable de parto y yo nací puntual así que es mi fecha de cumpleaños. Estaba a punto de abrirlo, pero escuché la puerta principal. Cerré el cajón y salí corriendo hacia mi habitación.
Después de cenar, como siempre, me dieron mi regalo. Otra vez no acertaron, pero no dije nada, fingí que me gustaba y me fui a mi habitación. Me hice la dormida y esperé a que mis padres se durmieran. Cuando eso pasó encendí la lamparita de mi mesa de noche y saqué el sobre que escondí debajo de la almohada.
Abrí el sobre y saqué la carta. A esa edad ya sabía leer y entendía lo que ponía pero no el significado de sus palabras. Eso lo descubrí años después. Lo que más me sorprendió es que mi abuela no sabía que yo iba a ser una niña. Básicamente, porque al principio del embarazo no se sabía. Pero, aun así, toda la carta estaba dirigida a una chica, como si supiera que iba a ser niña.
Leí las últimas frases y no entendía a lo que se refería. Me las sé de memoria:
Te dejo esto para que cada vez que lo mires recuerdes que eres fuerte y valiente. Que solo te necesitas a ti misma. Tú contra el mundo. Por eso te dejo el anillo, mi anillo.
Cuando leí eso me quedé confundida hasta que toque el sobre y note un bulto. Le di la vuelta al sobre y de él salió el anillo, este anillo- digo sacándome el anillo del dedo.- A esa edad yo tenía los dedos más pequeños así que me iba grande. Decidí ponerle una pequeña cuerda de plástico transparente y me lo puse de collar. Guardé la carta y no la volví a sacar hasta 5 años después.*
*5 años después nació Dyl. Cuando abrió los ojos y me miro por primera vez la carta de mi abuela se me vino a la mente. Cuando llegué a casa subí a mi habitación y cerré la puerta con pestillo. Saqué la carta y mientras sostenía el anillo, de mi cuello, entre mis manos volví a leer la carta. Entendí muchas cosas que años atrás no entendía. Me saqué el colgante que hice con el anillo y corte la cuerda. Me puse el anillo en el dedo índice de mi mano izquierda y me valía. Y ahí lleva desde entonces- digo y noto mis mejillas húmedas.- Desde ese día cada día de mi cumpleaños leo la carta y cada año aprendo algo nuevo de ella. Lo último que aprendí es que la vida te pone muchos obstáculos en el camino, pero que no me tengo que rendir. Si el mundo me lo quiere poner difícil, pues iré contra él. Porque soy YO CONTRA EL MUNDO.*
Después de contar la historia el silencio nos invade. Estoy llorando, pero no sollozando por lo que el silencio es completo.
-Tu abuela es una increíble mujer y persona- me dice y más lágrimas salen de mis ojos.
-Era- lo corrijo.- Murió hace unos meses.
-Lo siento- me dice y me agarra de la mano.
-Yo sí que lo siento. Nunca pude darle las gracias- digo y ahora si comiendo a sollozar.- Se murió un día después de mi cumpleaños, Tom.
Él se acerca a mí y me abraza. Le correspondo al instante, necesito este abrazo. Después de unos minutos nos separamos.
-Yo quería ir a su funeral, pero mi padre no me dejó. Mi padre fue pero mi madre no. Y aunque ella se podía hacer cargo de Dyl, mientras yo acompañaba a papá al funeral, no me dejaron. Dijeron que yo tenía que cuidar a Dyl. Así que no fui.*
*Lo peor es que no sé nada de ella. No sé si era alta o baja. Si tenía el pelo largo o corto; castaño, rubio o tal vez gris... Ni siquiera sé su nombre.
Si al menos supiera eso, podría ir a ver su tumba. No le he podido dar las gracias en vida, pero me gustaría dárselas aunque sea a través de una lápida.*
-Lo siento mucho ___- dice y me vuelve a abrazar.- Ojalá no hubieras tenido que pasar por eso. No te lo merecías, ni te lo mereces.
-Gracias- le digo aún abrazados.
Nos dejamos de abrazar, pero, aun así, no nos alejamos. Él pone las manos en mis mejillas y me seca las manos con los pulgares. No puedo evitar sonrojarme.
Aparta sus manos de mi cara y baja la mirada a sus manos. Yo hago lo mismo, pero en vez de a mis manos miro el anillo. Llevo todo el rato jugando con él entre mis dedos.
Me vuelvo a poner el anillo delicadamente. Respiro hondo y vuelvo a mirar a Tom. Levanto la vista más allá de él y veo que ya no hay casi gente en la heladería.
-Mira, ya podemos comprar los helados- le digo y dirige su mirada a la heladería. Luego me vuelve a mirar a mí. Le sonrío para darle a entender que todo está bien.
Tom se pone las gafas y nos levantamos para ir a por los helados. Menos mal que hemos hecho una lista en el móvil con los sabores que quiere cada uno. Cuando entramos pedimos los helados.
Para Dyl le llevo una tarrina pequeña de chocolate puro. A Paddy, también, una pequeña pero de avellana. Todos los demás nos la pedimos mediana. A Sam se la pedimos de limón. A Harry de coco y a Hazza de Vainilla. Por último Tom se la pide de Oreo y yo de nata.
Intento pagar, pero Tom se me adelanta y paga por mí. Intento pagarle al menos lo mío y lo de Dyl, pero no me deja.
De camino a casa caminamos lo más rápido posible para que los helados no se derritan.
-No se lo cuentes a nadie- le digo y él me mira con el ceño fruncido, sé que está confundido.- Me refiero a lo del anillo.
-Aah. Tranquila no diré nada- dice y me sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa.
Tom lleva cuatro helados y yo llevo otros tres. Cuando llego a casa intento sacar la llave de mi bolsillo trasero pero no puedo. Decidimos tocar al timbre, ya que no está cerrado con llave.
Nos abre Hazza quien tiene a Dyl en brazos. Se aparta y nos deja pasar. Cierra la puerta y vamos al salón. Todos se sientan y nosotros comenzamos a nombrar los helados para que cada uno coja el suyo.
-¿Avellana?- comienza a preguntar Tom.
-¡Mío, mío!- dice Paddy ilusionado, qué tierno.
-¿Coco?- pregunto.
-Mío- dice Harry y yo le doy su helado.
-¿Limón?- pregunta Tom.
-Mío- dice Sam y Tom le da su helado.
-¿Vainilla?- vuelvo a preguntar.
-Mío- dice Hazza, me acerco y al darle el helado Dyl, que está en su regazo intenta cogerlo, pero Hazza se adelanta.
-Toma este es el tuyo- le digo a Dyl. Feliz, lo coge y se pone a comer.
-Creo que este es tuyo- me dice Tom, con una sonrisa, mientras me da mi helado.
Nos sentamos en el sofá y el suelo y nos comemos el helado mientras vemos algo en la televisión. La verdad no sé ni lo que estamos viendo, ya que estamos hablando y riendo.
Después de acabar con los helados tiramos las tarrinas vacías a la basura. Seguimos hablando y jugando a diferentes cosas.
8:37 pm
-Tenemos que irnos, mamá me ha enviado un mensaje- dice Harry.
-Ooh- dice Paddy.
Todos nos levantamos y vamos a la entrada. Me despido de Paddy con un abrazo. A los gemelos los abrazo a la vez. Luego abrazo a Hazza y por último a Tom.
Dyl se despide de los gemelos abrazándolos. Después de Paddy y Tom de la misma manera. Y por último de Hazza, lo abraza muy fuerte. No me puede creer el cariño que le ha cogido en poco tiempo. Protestando Dyl se separa de Hazza y todos salen de casa.
-Adiós- dicen todos a la vez.
-Adiós- decimos Dyl y yo a la vez.
El último en salir es Tom quien me dedica una última sonrisa. Le sonrío de vuelta y se gira para comenzar a caminar. Cierro la puerta y dejo a Dyl en el suelo.
Mientras él juega en la sala yo hago la cena. La sirvo en el comedor y siento a Dyl en la trona. Cenamos mientras vemos un capítulo de Doraemon. Cuando acabamos de cenar limpio los cubiertos y bajo a Dyl de la trona.
Subimos al piso de arriba y nos lavamos los dientes antes de ir a su habitación. Lo acuesto en la cama y le leo un cuento. A mitad del libro ya se queda dormido.
Salgo de su habitación y entro a la mía. Me quito la ropa que llevo puesta desde hace más de 24 horas y por fin me pongo el pijama.
Me tumbo en la cama y respiro hondo. Paz y relax es lo que siento ahora. Apago la luz y me acurruco en la cama. Cierro los ojos y la carta de mi abuela se me viene a la mente.
Después de unas horas dando vueltas en la cama me levanto y salgo al balcón. Cojo mi móvil y abro WhatsApp. Decido enviarle un mensaje a Tom.
___: Estás despierto?
Espero su respuesta y por un momento pienso que no me va a contestar.
Tom😴: Sí
Tom😴: Estás bien?
___: Aha
___: Estoy en el balcón
No recibo respuesta. La ventana de delante se abre y Tom sale al balcón.
-Hola- me saluda.
-Hola- lo saludo de vuelta.
Nos ponemos a hablar un rato y de repente el silencio nos invade.
-Gracias- me dice haciendo que frunza el ceño ante su confusión.
-¿Por qué?- le pregunto.
-Por confiar en mí esta tarde y contarme lo de tu abuela.
-Gracias a ti por escucharme y preocuparte- le sonrío y él a mí.
-No hay que agradecer. Me intereso por la gente que me importa.
-Tú también eres importante para mí- le digo, él sonríe.
-Me voy a ir a dormir- dice y bosteza.
-Descansa- le digo sonriendo.
-Tú también- dice de la misma manera.
Él entra a su habitación y yo a la mía. Pongo a cargar el móvil y lo dejo en la mesita de noche. Me tumbo en la cama y poco a poco caigo en los brazos de Morfeo.
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