Tres
Han pasado tres días desde la última vez que vi a Jungkook, y fue justo desde que...nos besamos.
¡Y no entiendo nada!
En otra situación pensaría que no ha venido a clase porque quizá está indispuesto, pero se fue de una forma tan extraña...
Y dándole vueltas y vueltas a todo, he llegado a la conclusión de que nunca me ha dicho el por qué se apuntó a las clases nocturnas.
Siempre que saco el tema, lo esquiva o busca alguna forma de salvarse de tener que responder, y eso me preocupa.
¿Le pasará algo? ¿tendrá eso algo que ver con su forma de desaparecer aquel día? ¿o es que simplemente se arrepintió de besarme?
Me tiro en la mesa sintiéndome realmente mal por ese último pensamiento mientras miro a su pupitre, y de repente la cara del señor Chan aparece ante mis ojos.
-Quería pedirle algo, Park.
-Dígame.
-¿Podría llevarle usted la tarea de estos días a casa a Jeon Jungkook?-de repente siento como la cara se me ilumina al escuchar su proposición-seguramente estará enfermo, y no sé cuanto tardará en volver, así que a riesgo de que se atrase con las lecciones, creo que es conveniente que alguien le ponga al día con lo que hemos estado dando.
-¡Claro!-exclamo-quiero decir...claro-carraspeo-pero no tengo su dirección, nunca nos hemos visto fuera de las clases.
-Yo se la facilitaré más tarde.
-Vale-asiento contento.
-Muy bien, gracias.
-A usted.
El hombre me mira algo confuso por esa respuesta, y yo me río entre dientes, deseando que las horas pasen, y la mañana llegue para poder visitar a Jungkook.
***
-Hacía tanto que no salía a la calle a estas horas-murmuro observando el ajetreo de los coches, y como la gente se encarga de sus obligaciones a plena luz del día.
Continúo andando unos minutos más, y tras una placentera caminata, finalmente llego al barrio donde, según las indicaciones del señor Chan, vive Jungkook.
Es un lugar bonito y tranquilo. La verdad es que no me importaría vivir aquí. Y además así estaría más cerca de Jungkook.
-¿Q-qué? ¡Jimin, por favor!-me regaño a mi mismo.
De repente me doy cuenta de que ya he llegado al número que pone en la dirección, y asombrado por las dimensiones de la supuesta casa del moreno, llamo al timbre boquiabierto.
Y seguidamente, sacándome de mis pensamientos, la puerta se abre, dejándome ver a una bella mujer que debe ser su madre.
-Buenos días-me inclino un poco para saludarla-soy Park Jimin, un compañero de Jungkook. Venía a traerle la tarea de estos días.
-Oh, encantada, Jimin-me sonríe-pasa-abre un poco más la puerta-Jungkook está en su habitación, sólo tienes que subir las escaleras, y luego seguir todo recto a la derecha.
-Gracias-contesto sonriendole de la misma forma.
-Podría llevarselos yo-añade mientras cierra-pero creo que si se los das tú mismo, se alegrará por ello. Lleva demasiados días sin salir de la cama, y además Jungkook no suele recibir visitas de amigos. Por ello espero que no te importe hacerme ese favor.
-Claro-asiento algo confuso-no es ningún problema.
-Gracias-sonríe ella-bienvenido, estás en tu casa.
Asiento en señal de agradecimiento, y una vez que se va, subo las escaleras tal y como me ha indicado, para más tarde girar a la derecha, y caminar recto hasta llegar a una puerta blanca.
Golpeo un par de veces suavemente con mis nudillos sobre la fría madera, y nervioso, giro el pomo para abrir la puerta y adentrarme en la habitación, esperando encontrarle, pero todo está tremendamente oscuro, y ni siquiera puedo distinguir las siluetas de los muebles.
-¿Jungkook?-pregunto entrecerrando los ojos para intentar encontrarle.
-¿Jimin? ¿qué..? ¿qué haces aquí?
-He venido a traerte los deberes, pero no puedo verte.
-Claro, eso es porque tengo la luz apagada, Sherlock.
Sonrío al escucharle decir aquello de "Sherlock" que siempre usa para molestarme cuando digo cosas muy obvias, y de repente una luz muy débil alumbra la habitación, ayudandome a verle por fin, sentado junto a la ventana, sosteniendo la cuerda de la persiana con fuerza, para que unos diminutos rayos de sol nos dejen vernos el uno al otro.
-No sabes lo raro que ha sido salir a la calle por la mañana, normalmente siempre estoy en casa comiendo patatas fritas mientras veo la tele y pretendo que he dormido algo para que mis padres no se preocupen-me río-pero me alegro de que el señor Chan me lo pidiera, tenía ganas de...verte-confieso enrojecido.
-¿Habéis avanzado mucho?-pregunta ignorando lo que acabo de decirle sin mirarme.
-No-niego-a penas has faltado unos tres días, eso lo recuperas rápido-él asiente y yo juego con mis manos sin saber a dónde mirar-y...dime...¿qué tal estás? ¿por qué no has venido a clase?
Nos quedamos en silencio.
-¿Es eso lo que realmente quieres preguntarme?
Frunzo el ceño.
-¿No prefieres saber por qué me fui corriendo aquella madrugada?
-B-bueno, yo...
-¿Quieres saberlo?
Asiento nervioso, y tras una larga pausa por su parte, finalmente lo dice.
-Estoy enfermo.
-Bueno, pero seguro que sólo es un resfriado.
-¡No, Jimin!-me mira frustrado-no hablo de estos días, hablo de toda mi vida.
Le miro sin entender nada.
-Soy alérgico al sol.
-¿C-cómo?
-Pero no es una alergia cualquiera-vuelve a mirar por la ventana-si me da el sol más de un minuto, por muy débil que sean sus rayos-juega con la cuerda de la persiana haciendo que los círculos de luz que se reflejan en él, dancen de un lado a otro por su cara-en mi piel generan quemaduras de segundo grado.
Me siento en el borde de su cama intentando entender lo que acaba de decir.
-Por eso voy a las clases nocturnas-añade-por eso nunca podía quedar contigo fuera de ellas, y por eso me fui corriendo en aquel momento, estaba a punto de amanecer, y si no llegaba a casa a tiempo...ya te imaginas lo que podría haberme pasado.
-Yo...l-lo siento mucho Jungkook, no sabía...
-Ya-me interrumpe-todo el mundo lo siente, y nadie sabe-ríe irónicamente-y después se van, como harás tú.
-Jungkook-niego acercándome a él.
-Nadie quiere estar con el chico que le tiene miedo al sol. Nadie.
-Pero tu mismo lo dijiste-me pongo frente a él-yo era el sol ¿no? ¿es que yo no puedo decidir? creo que tengo un papel importante en todo esto-sonrío y él baja la mirada-y además-volvemos a mirarnos-¡te crees muy listo! pero no lo eres.
-¿Qué?
-Tú sí que eres la luna, pero yo no soy el sol, Sherlock-le imito haciendo que se ría.
-Y entonces qué eres, a ver-pregunta con una pequeña sonrisa.
-Sólo soy un chico que le da las gracias al sueño por no robarle ni un minuto de su tiempo, porque entonces se estaría perdiendo la oportunidad de ver brillar a la luna todas las noches.
Nos quedamos en silencio, y sin pensarmelo ni un minuto más, le beso acabando lo que él empezó aquella noche, haciendo que sus manos suelten la persiana para volver a dejar todo oscuro.
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