A Minor [Mark x JinYoung]
Park JinYoung era un hombre talentoso, todos lo podían constatar. Había llegado a la universidad gracias a una beca musical y se estaba abriendo paso hacia un futuro prometedor como artista prodigio e intérprete del chelo y el piano.
Siendo uno más de los cientos de estudiantes que asistían a la academia de artes, Mark no tendría por qué haberse relacionado con él, en especial cuando tenían intereses diferentes a excepción de la carrera que cursaban. Desde su punto de vista alguien como Park JinYoung no tendría por qué mirarlo, sobre todo poseyendo un bajo rendimiento entre los músicos, uno que no resaltaba para nada y sólo se mantenía a flote.
Mark jamás se dio a destacar. Le huía a los concursos y a los recitales que siempre realizaban, y ya que no era obligatorio ni algo que influenciara en las calificaciones, iba del lado contrario a la ola de personas que corrían a inscribirse a dichas actividades.
A pesar de eso Mark era buen estudiante, y recientemente se había propuesto a ser de los mejores en su clase, luego de armarse de valor para mostrar una mínima parte que guardaba para sí mismo. Comenzó a ensayar por las noches cuando casi todos se habían ido a sus casas a descansar luego de un día agotador.
Fue justo así como lo conoció. Mark se quedó hasta tarde para practicar una pieza de Saint-Saéns ya que con las pruebas acercándose no podía darse el lujo de perder más tiempo. Se dirigió al auditorio más alejado, aquél que estaba hasta el otro extremo de la universidad.
Se sorprendió al ver que alguien más estaba ocupando el lugar, puesto que sólo unas cuántas personas preferían ir ahí en lugar del auditorio nuevo. BamBam, Henry y Lia eran aquellos -por no decir los únicos- que compartían su gusto por practicar en un sitio más relajado.
Su curiosidad nació al ver a ese chico nuevo, sin embargo fue la manera en la que tocaba y esa esencia magestuosa que irradiaba lo que terminó por hipnotizarlo completamente.
Mark se había quedado embelesado hasta el final de la pieza que el extranjero había interpretado y le resultó imposible ignorar la bella melodía que emanaba del chelo.
—¿Vas a quedarte aquí?
Mark asintió apenado por verse descubierto husmeando su ensayo. A muchos no les gustaba el público al momento de practicar, él era uno de ellos.
Pero contrario a lo que pensó momentáneamente, el chico no se molestó. Le cedió el lugar después de guardar sus cosas y se despidió con una sonrisa.
Mark se sintió extraño, de una manera que jamás había sentido. Así que se puso a jugar con el piano para calmar su sentir en vez de practicar, y a pesar de que su instrumento le era lo más preciado, lo dejó en suelo unos cuántos minutos mientras tocaba Waltz in A Minor de Chopin que se sabía de memoria.
Él aprendió a tocar desde pequeño, podía hacer variaciones a su antojo incluso con los ojos cerrados, motivo por el cual no se dio cuenta de que había alguien más con él, hasta que ya no hubieron más notas qué tocar, entonces el chico habló.
—Wow. Esa ha sido la mejor interpretación que he oído.
Mark se había sorprendido por la repentina voz, tanto que sus manos chocaron con el borde del piano cuando hizo el intento de ocultarlas. Un buen golpe en los nudillos fue lo que obtuvo.
—Tranquilo, sólo vine por mis partituras. Lamento si te asusté.— el chico se acercó para tomar las hojas, Mark había esperado que se diera la vuelta y luego se fuera de ahí, pero no pasó. En su lugar, le vio dar pasos dudosos hasta que por fin tomó asiento a su lado. De todas las cosas que puedo haber hecho jamás imaginó que tomara sus manos con delicadeza y le revisara minuciosamente. —¿Te lastimaste?
Los ojos de Park eran profundos, atrayentes, y en ese momento lo miraban sólo a él.
—No fue nada.
—Estupendo. —Mark se removió en el asiento y ocultó las manos entre sus muslos. JinYoung le sonrió. —Tocas muy bien.
—Gracias.
Él no creía ser tan bueno como Park decía, no tenía idea por qué el extranjero lo mencionó. No fue una gran interpretación, a su parecer. Seguro que el pelinegro podía hacerlo mil veces mejor, sólo se estaba mostrando amable.
¿Su primer encuentro acabó ahí? No, definitivamente no. El chico se quedó sentado a su lado mientras los dos compartían el banco. Mark sólo quería desaparecer.
—¿Acabaste?
—Yo... Sólo estaba jugando.
—Me gustaría verte jugar más.— Mark bajó la mirada a sus dedos que se retorcían nerviosos, escondidos entre sus piernas tratando de descifrar las palabras del pelinegro. —¿No vas a seguir jugando?— Mark negó. —¿Por qué? ¿Te pongo nervioso?
Oh, no tenía idea de cuánto.
—No, es sólo que... Tengo que practicar.— no había sido una excusa, él realmente tenía que hacerlo.
—¿Estás ensayando para alguna presentación?— Mark negó. —¿Para alguna clase?— asintió esta vez.
—Tengo que perfeccionar algunas partes.
—No necesitas perfeccionar nada. Créeme. Te irá increíble con esta pieza.
—No toco el piano. —JinYoung ladeó la cabeza y le miró confundido. —Es decir, en clase. No toco el piano en clase.
—¿Por qué?
—Sólo... No lo hago.
En ese momento JinYoung recibió una llamada.
Mark aprovechó esa pequeña distracción con el teléfono, tomó su estuche con suavidad y se escabulló lentamente detrás del piano. Echó un vistazo rápido a sus hojas y luego se dispuso a armar su instrumento con toda la tranquilidad del mundo. Calentó los dedos tocando la escala cromática un par de veces seguidas y después, comenzó a tocar de verdad.
Sus dedos se movían con sutileza, acariciando con cariño las llaves y sus labios soplaban suavemente sobre la boquilla. Poco a poco, los murmullos del extranjero disminuyeron a tal grado que no oía nada más que las dulces notas acompasadas, las cuales perduraron hasta el final de la pieza.
Mark sonrió satisfecho. Ya lo había dominado.
—Así que tu instrumento es el clarinete.
Se había olvidado por completo de JinYoung. Su corazón palpitó nervioso una vez más al verle apoyado sobre el piano. Oh, cielos. ¿Él estuvo ahí todo ese tiempo?
—¿No te irás a casa?— preguntó.
—¿Y perderme este magnífico concierto? Ni hablar.— JinYoung se sentó a su lado en el suelo, invadiendo su espacio una vez más, dejando en claro lo mucho que le encantaba hacerlo. —Continúa. No notarás que estoy aquí.
Como si fuera tan sencillo, el maravilloso aroma del perfume en su ropa no lo dejaba pensar con claridad. Mark hizo todo lo posible por ignorarlo, su corazón acelerado no iba a ser impedimento alguno para su ensayo. Se quedó ahí durante una hora en la que además de dulces notas, escuchó suspiros ocasionales provenir del chico a su lado.
—Eso fue tan digno de oír.
—No fue la gran cosa. —Pudo sentir cómo su rostro quedaba caliente ante tal declaración. Era la primera vez que alguien le presenciaba ensayar. No estaba acostumbrado a las miradas ni a los cumplidos.
—Y esto también es digno de ver.
Mark recibió una suave caricia sobre su mejilla y su ritmo cardíaco se elevó hasta el cielo. ¿Por qué sus dedos temblaban suavemente sobre las llaves de su preciado instrumento? Jamás lo había sostenido así, tan flaqueante.
—Soy JinYoung.
He aquí el causante de todo.
—Mark.
Con su práctica terminada ya no tenía nada más que hacer ahí. Él no era sociable, hablaba muy poco y era tan nervioso como un cervatillo recién nacido. No supo qué decirle al extranjero, fue por eso que limpió su clarinete y lo acomodó muy bien en el estuche bajo la extraña mirada de JinYoung, quien era todo suspiros y sonrisas brillantes.
—Eres magnífico, Mark.
—¿Qué?— preguntó con cautela. Sin embargo el extranjero no respondió, en vez de eso lo llevó de vuelta al asiento frente al piano.
—Ahora que no estás ocupado. ¿Puedes jugar conmigo?
—Mmm... No estoy seguro.
—Sólo unos minutos.— le suplicó JinYoung con ojitos de cachorro. —¿Sí?
El chico rubio tamborileó los dedos sobre el estuche. El jamás había tocado ante otra persona que no fuera de su familia, ni siquiera sus amigos sabían que tocaba otro instrumento además del clarinete. Sin embargo, Park JinYoung lo había descubierto, le dijo que era bueno tocando y además no preguntó por qué lo mantenía en secreto. Fue amable, el pelinegro terminó por agradarle.
—Lo haré si prometes no decirle a nadie.
—De acuerdo.
Y de esa manera los cumplidos y halagos del extranjero comenzaron a lloverle día a día, puesto que después de ese encuentro, Park JinYoung continuó yendo al auditorio viejo para verle ensayar.
Algunas veces se lo encontraba ahí dentro en espera de su llegada, otras lo veía entrar corriendo porque se le había hecho tarde. Sin que Mark quisiera, comenzó a acostumbrarse a su presencia, su voz, su perfume, a él.
Mark dejó de quejarse por su espacio invadido, porque a pesar de las situaciones embarazosas en las que JinYoung lo metía, llegó a cultivar afecto hacia él. Mark era uno más de los cientos de estudiantes, pero Park JinYoung lo buscaba siempre.
Park JinYoung lo prefería a él, tanto que en las evaluaciones de pareja lo elegía sobre todos los demás y no se presentaba si el rubio no lo hacía.
—¿Por qué me eliges todo el tiempo?— le preguntó una vez estando en el lugar de siempre, el auditorio viejo.
—Porque eres el mejor.
—No soy el mejor.
—Vamos, Mark. Tocas siete instrumentos diferentes y ejecutas las piezas musicales de una manera increíble. El mundo debería conocer el don que posees.
—No, no. No me gusta tocar para otros.
JinYoung nunca preguntó por qué, él solito fue descubriendo sus motivos conforme el tiempo avanzó.
Mark sentía que muchos de sus asuntos eran invadidos por más que tratara de mantenerlos en secreto para los demás. La música es lo único que puede mantener para sí mismo. Es muy especial y es algo que le pertenece sólo a él.
Sintió alivio de que Park no dijera nada al respecto, así como que no hubiese tratado de cambiar su forma de pensar incluso cuando eso significaba darse por vencido en una cosa. El chico le había pedido muchísimas veces realizar una presentación juntos pero el rubio no estaba hecho para la atención del público. Participar en una orquesta era lo más viable para él y era algo que planeaba hacer en un par de años.
No podía con lo que JinYoung deseaba. Era una verdadera lástima, porque sabía que Park hablaba en serio, él lo consideraba como el mejor por más que Mark insistiera no serlo. Park no renegó y tampoco se enojó, en vez de eso él sólo dijo...
—Me alegro de ser el único en saber tu secreto. Me hace sentir especial.
Mark aún puede oír el golpe de su corazón en su pecho. Esa noche ni siquiera pudo dormir, sus pensamientos estuvieron llenos de JinYoung. ¿Por qué era tan bueno con él? ¿Por qué rayos seguía a su lado después de todo?
No lograba comprender.
—¿Mark?
—Lo siento, me distraje. ¿Qué decías?
JinYoung sonrió y le despeinó el cabello con dulzura. Siempre lo trató de esa manera.
—Eso es típico de ti.— JinYoung llevó su atención a las teclas del piano y reveló sus pensamientos.— ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
—Uhum.
—Tú tocaste una pieza de Chopin, Waltz in A Minor. Es una pieza maravillosa y es mi favorita, ¿sabes por qué?— Mark movió la cabeza de lado a lado y observó con atención al extranjero. Estando tan cerca de él su pulso aumentaba minuto a minuto. —No es la más famosa ni la más llamativa, podría decirse que es simple. Pero para mí es la más hermosa, y cada vez que te veo puedo escuchar ese dulce tono que tanto me fascina.
Violines, trompetas, bombos... Se sentía partícipe de una hermosa sinfonía. JinYoung lo sostenía de manera firme pero cálida y en ese instante, al llenar sus mejillas con besos chiquitos supo que el queridísimo chelo de JinYoung había quedado en segundo lugar, ahora un chico rubio ocupaba el primer puesto.
Mark cerró los ojos y dejó de respirar cuando sintió el suave aliento de JinYoung chocar contra sus labios. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. El tiempo adquirió el compás perfecto y de pronto, Mark pudo escuchar ese tono que JinYoung tanto amaba cuando se besaron al ritmo del uno, dos, tres.
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Aquí el MarkJin a petición de ShiningKyung
Me tardé un poco pero aquí está.
Hace poco me traumé con esa obra de Chopin y podría decirse que fue mi fuente de inspiración. Es taaaaan hermosa, mis oídos son bendecidos cada vez que la escucho.
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