ཋྀ | Capítulo uno.
La mañana se veía prometedora; algo fría pero con un colorido cielo despejado sumado a un espléndido sol, uno que ahuyentaba a los pocos algodones de azúcar que se veían a lo lejos.
KyungSoo metió sus suaves manos en los bolsillos de su ajustado pantalón chino, pero antes acomodándose su apretada camisa blanca que se pegaba a su agraciado cuerpo. No portaba exagerados músculos, pero tampoco llegaba al extremo de tener extremidades blandas.
También influía su genética.
Sus expresivos ojos podían pasar de ser brillantes como la luz de mil ángeles, hasta podrías escucharlos cantar mientras te atraían hacia él... pero en segundos transformarse en negros zafiros que atravesarían hasta tu alma, amenazante y sin rodeos, que pensarías que es una maldita bendición que no hayamos desarrollado la posibilidad de rebanar con una simple mirada; pero igual de letal que la picadura de una cobra.
Fue hasta la parada de autobús, la cual se encontraba llena al ser un lunes por la mañana, un feliz día en el cual todos debían despegarse de su cama para acortar sus horas de sueño. Simplemente genial.
Algo cansado y aún despertándose, prendió su celular para fijarse en la hora, y al ver que tan sólo tenía 36 minutos para llegar a su trabajo (cuando normalmente los viajes tardaban de 45 a 50), las dudas se disiparon y murmuró un leve "carajo" al saber lo jodido que estaba.
KyungSoo se aseguraría de no volver a desvelarse con los tétricos videos de Dross.
― ¿Quieres que te lleve? ― Al estar hablando consigo mismo internamente, no había prestado atención al auto gris que se detenía justo donde estaba ―. No logro imaginarme lo desesperado que debes estar justo ahora. ― Habló notoriamente burlón aquel hombre, quien portaba una sensual voz grave, mientras sonreía en grande.
Miró al dueño de éste, y rodó los ojos cuando lo reconoció. Digamos que no era alguien que sencillamente puedes olvidar.
Con aires de grandeza por naturaleza y amenazante, con un aspecto que hacía honor a su título de "alfa", no pudo desviar su mirada cuando fue atrapado por la feroz visión que él le brindaba. Corpulento y notándose a kilómetros las sesiones del GYM, su duro esfuerzo estaba dando al fin frutos.
Maldita la sonrisa con la que fue bendecido, pensó Do.
― ¿Nos comimos un payaso tan temprano o qué? ― Rió sin gracia KyungSoo, apoyándose en la ventanilla ―. El próximo autobús vendrá, ¡gracias por nada Park! Vete, vete. ― Le echaba con las manos.
¡Claro que era una mentira! Con suerte el próximo colectivo vendría cuando su madre le viera en un altar, lo cual sería en un par de años luz.
La electricidad que conectaba ambas miradas era innegable, pues era sorprendente lo tan centrados que estaban uno por el otro, que las pobres personas que sólo querían esperar al bus estaban temerosos que de un momento a otro tuvieran que correr por la explosión que se produciría ante tan intenso momento.
― No hay necesidad de ser tan terco. ― ChanYeol respondió, acercándose un poco hacia él ―. Llegarás tarde, tienes varios avisos por el incumplimiento de la hora de entrada. Si sigues así, te despedirán.
Do lloró por no haber podido conseguir un trabajo que pagara bien por su zona. Sólo le pedía a Dios que no le transfieran a otro centro, porque debía levantarse todavía más temprano y tener el doble de viaje al culo del mundo.
El razonamiento lógico de KyungSoo (el humano) le decía que aceptara sin chistar y dejara que lo llevara sin ningún otro inconveniente, pero luego estaba el razonamiento de su lobo, el cual era así de simple:
Aceptar invitación = Derrota.
Resultado final: (-100 puntos de orgullo)
Cada vez que debía tomar este tipo de decisiones, siempre intervenía su tonto lobito, por lo que convertía algo tan simple como salvarse de llegar tarde a su trabajo, a llevarlo al extremo como lo era desaparecerse por una semana por lo herido que se sentiría al haber estado de acuerdo con el "enemigo".
Negó con la cabeza, intentando dispersar los pensamientos que pretendían sofocarlo, y suspiró con derrota. Inhaló fuertemente, mordiendo levemente sus gruesos labios inferiores.
― ¡Ni una sola maldita palabra, Park!
ChanYeol sonrió de oreja a oreja, viendo como habría la puerta del copiloto y de mala gana se colocaba el cinturón de seguridad, bufando
Él tenía el poder de irritarle sin siquiera hablar, porque era consciente de lo tan bien que debía estar pasándolo en su interior.
Tal vez que te preguntes de donde proviene esta mala relación entre estos dos alfas, ¿qué fue lo que ocurrió? Pero mejor vayamos paso a paso, porque la historia entre ambos merece ser desarrollada punto por punto.
¿Qué les está pareciendo? Tenía ganas de salir de la rutina e innovarme, ¡así que espero que les guste esta nueva historia! 🤧💕
Gracias por leer <3
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