ཋྀ | Capítulo nueve.
Mientras KyungSoo tomaba asiento en la silla giratoria de su oficina, se volteó en dirección a donde se encontraba ChanYeol.
Recargado en una de las paredes, manteniendo una sana distancia entre ambos, ChanYeol estaba cruzado de brazos, comtemplándolo con una serena expresión.
― ¿Te duele? ― Preguntó repentinamente el alfa castaño, a la vez que baja su mirada.
KyungSoo frució el ceño, confundido.
― ¿Qué cosa?
Siguió el recorrido que sus oscuros ojos miraban, y al bajar la vista se encontró con su mano derecha ensangrentada; sus nudillos estaban abollados y con rastros de sangre seca, con tonos violáceos y rojizos.
Fue en ese momento que se percató del dolor punzante que afectaba a esa zona en particular. Se preguntó como es que no se había percatado de ello, cuando momentos antes había golepeado la pared, en un intento de descargo.
― Ahora que lo dices, sí. ― Le respondió, a la vez que hacía una mueca de dolor.
― Ya vuelvo.
En el corto tiempo que duró la ida de ChanYeol para ir en busca del botiquín de primeros auxilios, KyungSoo no pudo evitar avergonzarse.
¿Por qué es tan atento conmigo? Fue lo que pensó, acomodándose en su asiento. Era incapaz de dar dos pasos porque ya lo tenía encima como a un doctor ante un paciente herido.
― Es curioso, ¿no? ― Habló de repente ChanYeol, detrás de él, cargando en sus manos algunas gasas, yodo y cinta de papel ―. Siempre que te encuentro, tienes una herida nueva.
Un escalofrío lo sacudió por completo al escuchar el susurro grave de su voz.
Dejó las cosas en el escritorio y acercó una silla hasta donde se hallaba el azabache.
― Estoy pensando seriamente en contratarte como mi médico personal.
― No sería mala idea. Podría estar cerca de ti sin necesidad de excusas. ― Soltó sin pudor, a la vez que empapaba un par de gasas con el yodo, para luego agarrar la mano herida.
Actuó como si fuera lo más normal del mundo sus palabras, y eso solo descolocó más a KyungSoo, quien estaba sorprendido, sintiendo un extraño calor en sus mejillas y orejas.
¿Acababa de sonrojarse?
― L-Las locuras que hay que oír hoy en día. ― Dijo tembloroso, mientras intentaba aguantar el ardor que se producía al entrar en contacto con el desinfectante.
― Pareces mi abuelo hablando, Soo. ― Sonriendo burlonamente, ChanYeol intentó ser más delicado a la hora de limpiar la zona magullada, al ver las muecas de dolor en la rostro ajeno.
― Sólo cállate y termina rápido, hay muchas cosas por hacer.
― Como ordene, mi señor.
Al ver KyungSoo el brillo travieso en los ojos del castaño, supo que había cometido un grave error al haber bajado la guardia ante él.
De pronto se vio acorralado contra el escritorio, y el pelinegro ni siquiera supo en que momento fue que ChanYeol había terminado de vendar su herida, para después abalanzarse sobre él con un hambre voraz.
ㅡ ¿Cha...?
Un leve gruñido que surgió desde el fondo de la garganta del más alto, lo interrumpió.
ㅡ Estuve conteniendo estos malditos impulsos durante todo el día. ㅡ Habló pausadamente, fingiendo una calma que en su interior era una aterradora tormenta, la cual amenzaba con destruir todo a su alrededor ㅡ. Con sólo oír como el imbécil de Gao te gritaba, sentí ganas de asesinarlo y hacer que lo único que saliera de su sucia boca fueran súplicas pidiéndote perdón.
KyungSoo lo miró atónito, sorprendido por sus palabras tan desconcertantes y oscuras. Algo en su interior ardió ante su grave voz, y otra sólo quería reducirlo para aclararle quien era el que mandaba allí.
ㅡ Sé resolver mis propios problemas, no te preocupes.
ChanYeol quedó hipnotizado ante la severa mirada que KyungSoo le brindaba. Lo enloquecía ver lo desafiante que podía llegar a ser ese pequeño hombre, comparado a él.
ㅡ ¿Sabes qué es lo pienso cuando te veo así de enojado? ㅡ ChanYeol acarició con el dorso de su mano su mejilla, acercándose peligrosamente hacia su rostro.
ㅡ ¿Qué cosa?
ㅡ Besarte.
Fue algo que ninguno de los dos quiso detener, porque en lo rincones más profundos de sus mentes, era lo que pedían a gritos que sucediera. Esa innegable tensión que cargaban en sus hombros al verse fijamente se alivianó, y en su lugar, una gran satisfacción los recorrió de pies a cabeza.
Sus labios chocaron bruscamente, y la intensidad fue en aumento. Ambos intentaban no lastimar al otro con la rudeza de sus movimientos, causada por la gran necesidad que comenzó a florecer, de no querer terminar lo que habían comenzado y disfrutar cada segundo.
Las escurridizas manos de KyungSoo fueron a parar al pecho de ChanYeol, manoseando sus pectorales y apretando sus pezones. El alfa castaño le gruñó con reclamo, pero eso no lo detuvo, sino que le devolvió el gruñido. Siguió bajando y halló el faldón de su camisa holgada, con sus dedos tanteó sus duros abdominales, apretando y masajeando la piel caliente bajo sus palmas, sonriendo brevemente al sentir como el más alto se deshacía en jadeos desesperados.
Aprovechando el momento, ChanYeol colocó sus manos alrededor de la nuca del pelinegro, atrayéndolo más hacia él, y comenzó a meter la lengua en su cavidad bucal. Saboreó su dulce boca y mordisqueó sus rosáceos labios, hasta sacearse.
Obligados por la falta de aire que sus pulmones exigían, tuvieron que separarse, respirando agitadamente.
Al cabo de unos minutos, volvieron a conectarse con el mundo real, del cual se habían apartado durante aquel beso tan apasionado que habían ansiado.
Finalmente pudieron ver el desastre que habían causado al otro, al observar como habían terminado. Ambos tenían los labios hichados, sus frentes sudorosas y los cabellos revueltos.
ㅡ Creo... deberíamos terminar el proyecto, ¿no?
ㅡ Yo diría que sí.
Los segundos, minutos y horas pasaron, y al KyungSoo vislumbrar un hilo de luz a través de las persianas del edificio, pudo notar que estaba amaneciendo. Se incorporó en su asiento, estirándose al haber estado tanto tiempo en la misma posición. Echó un vistazo a su celular, y la hora marcaba 5:34 a.m.
Su vista se dirigió a su mano derecha, observando el cuidadoso vendaje que le había hecho ChanYeol, y sonrió de lado.
Los pequeños detalles podían hacer que todo cambiase de un momento a otro.
Los recuerdos más calientes de la noche anterior azotaron su mente, y sus mejillas enrojecieron por la vergüenza.
Aún se preguntaba como era que, de pasar a no soportarse y acabar discutiendo cada vez que cruzaban palabras en el pasado, ahora hasta podían tener un contacto físico muy cercano.
Demasiado cercano.
Realmente era muy alocado todo lo que estaba sucediendo; sus ojos rojos, cabellos despeinados y ropa arrugada podían confirmarlo. Nunca antes había cometido un error de aquella talla, no era el fin del mundo tampoco, pero miró con recelo al causante de ello.
ChanYeol lucía como un ángel durmiendo, pero era el mismísimo diablo en persona.
Sólo podía pensar en salir de allí, y dormir cómodamente en su cama. Pero lo que KyungSoo no previó, es que haría exactamente lo que había pensado, sólo que en compañía de un grandulón que se negaba a alejarse de su lado.
Y el pequeño detalle de que no sería en su cama donde dormiría aquel fin de semana.
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