ཋྀ | Capítulo doce.

Los latidos apresurados de su corazón retumbaron en sus oídos.

Una fina capa de sudor recorría su frente, y su ceño fruncido junto a su rostro serio eran una pantalla para no demostrar el verdadero terror que le producía pensar en KyungSoo y desaparición en la misma oración.

En su pecho estallaba una guerra entre su lógica y sus miedos injustificados, que preveían lo peor y causaban que su condición de nerviosismo empeorara.

¿Dónde estás?

Dímelo por favor.

Sus puños se cerraron al volante en un intento de liberar la ansiedad que recorría sus venas. Sus ojos fijos en el camino parecían indicar que su destino estaba claro, pero sólo era una apariencia más.

ChanYeol no tenía claro donde iba, pero su lobo exigía que pisara el acelerador.

Y entre minutos que se sintieron años, donde el tiempo se detuvo en su garganta en forma de nudo que le impedía respirar bien, el alfa castaño estacionó en la plaza Namgan, ese lugar tan conocido por él y que con solo ver los juegos de niños le transmitía un aire nostálgico, ese en el que tanto correteó y vivió su niñez.

El sol había cedido su lugar a una tímida luna, que a paso lento, teñía el esplendoroso cielo de tonos azulados y violáceos, mezclándose con el prematuro anaranjado que indicaba el paso del gigante brilloso horas antes.

La ciudad comenzaba a iluminarse por si sola, la luz llegaba a las casas y los faros del exterior le acompañaban a combatir la oscuridad.

Esa que tanto había corrompido el alma de KyungSoo.

Sus ojos por si solos se guiaron entre la poca iluminación que hacía posible distinguir por donde caminaba, y como si su lobo hubiera tenido la oportunidad de charlar con el destino, tomó el control y guió su cuerpo hasta la zona de juegos.

Ahora que lo pensaba, no recordaba una imagen tan desolada y frígida como la que veía provenir de KyungSoo, quien estaba sentado en uno de los columpios, amacándose suavemente.

Ahí estaba su KyungSoo, quien estaba de espaldas a él, sin verlo.

Fue en ese momento que pudo respirar tranquilo, sintiendo como un gran peso encima de sus hombros iba desapareciendo en cuanto caminó en su dirección.

A esas horas no era muy concurrida la plaza Namgan, por lo que era una muy buena oportunidad para que de una vez por todas pudiesen hablar sin tapujos de lo que sucedía entre ambos, y principalmente lo que pasaba con KyungSoo.

― Hey... ― Con cautela, tomó asiento en el columpio de al lado, dejando que la brisa fresca se llevara consigo sus dudas ―. ¿Cómo estás?

KyungSoo ni se inmutó, y con un rostro impacible dirigió su vista hasta donde se encontraba ChanYeol, viendo como le brindaba un aura de tranquilidad y una sonrisa reconfortante, de esas que siempre le acariciaban su alma herida.

Eso sólo resquebrajó su corazón un poco más.

¿Cuándo terminaría por romperse?

― Bien, porque finalmente puedo conprenderlo.

ChanYeol frunció el ceño, confundido por sus palabras.

― ¿Comprender qué?

― Lo que siento por ti.

Sin poder evitarlo, el castaño mordió el interior de su mejilla por la ansiedad que le causaba oír aquella confesión. Todo podría florecer o morir esa medianoche, y ChanYeol no creía estar preparado para un adiós.

No estaba en sus opciones una despedida.

― Y-Yo... la verdad siento que te amo, KyungSoo. Todo lo que hemos pasado no ha hecho más que tenga la certeza de ello, y guardar cada momento contigo en lo más profundo de mi corazón. Pero... si tu quieres ponerle fin a esto, no insis-

Sus palabras quedaron a mitad de camino cuando unos suaves labios se posaron sobre los suyos, interrumpiendo de la mejor manera su pequeño discurso.

KyungSoo no podía estar más que seguro de lo que sentía.

― Te amo, ChanYeol, y no sabes cuánto. ― Tomó un poco de distancia, pero no la necesaria como para dejar de sentir su respiración mezclarse con la contraria ―. Todo este tiempo estuve negándome a sentir lo que en verdad hacía latir mi corazón con emoción, esa sensación de felicidad que sólo tú provocas, Channie.

Llevó su mano hasta la mejilla del más alto, y la acarició con tanto cariño y cuidado, que hacía el pecho de ChanYeol derretirse de amor.

― Cuando era pequeño... mis padres siempre me habían dicho que no tenía derecho a sentir algo que significara felicidad, y que mi vida estaría destinada al fracaso. ― Las lágrimas se acumulaban y entorpecían su visión, pero KyungSoo no se detendría hasta soltar la última palabra de la verdad que estuvo conteniendo ―. Me gritaban que no recibiría el amor de nadie teniendo seis años, ¿sabes? Y yo crecí creyendo en cada una de esas palabras.

Tomó una pausa, tragando el nudo en su garganta que avisaba el llanto que se avecinaba.

― Y la primera vez que nos conocimos, cuando llegaste a nuestra clase, yo estaba atravesando uno de mis peores momentos porque me habían echado de casa, pero aunque tú no tuvieras nada que ver, te tomé de punto para desquitar todo el odio y dolor que guardaba. Eras todo lo que me habían obligado a abandonar, esa alegría auténtica que transmitías, la diversión en tus palabras y tu carisma que sacaba sonrisas a todos que me producía envidia, porque tú eras el significado completo de lo yo reprimí y olvidé por culpa de mis padres.

KyungSoo apretó sus puños, sus labios temblando. ChanYeol se mantuvo en silencio, escuchando con atención el desahogo urgente que necesitaba su gran amor.

― P-Perdóname por todo lo que te dije e hice, de las veces que te maltraté siendo que tú no tenías la culpa de nada, o la vez que te golpeé porque hiciste latir a mi corazón amorosamente, por primera vez. Se suponía que eso era incorrecto, sucio e incluso llegué a pensar que me había vuelto loco por descubrir que me gustaba otro alfa, y más confusos se volvieron mis sentimientos hacia ti. Pero por fin lo logro entender, y no quiero perder a lo único que le aportó sentido a mi vida.

Y el pelinegro se permitió llorar, soltando ese mar tenebroso de angustia, desilusión, infelicidad y miedo que lo acompañó desde pequeño, desde la vez que sus llantos escandolosos se convirtieron en un sufrimiento silencioso.

ChanYeol rápidamente lo acunó entre sus brazos, transmitiéndole un amor sincero y paz absolutos, provenientes de un alfa que sólo quería detener esas feas lágrimas que salían de sus angelicales ojos.

Ese era un verdadero pecado: que un ángel llorara por la corrupción a su pureza.

― Nunca fue ni será culpa tuya, bebé. ― Acarició ChanYeol su coronilla, repartiendo besos en sus cachetes, nariz, mentón, frente y labios, mimándolo ―. Porque mereces ser feliz y amado, mereces todo lo bueno de este mundo y eso nadie puede negarlo, ¿sí?

KyungSoo asintió como un niño asustadizo, abrazándolo con más fuerza.

Separándose un poco, el azabache miró con ojos tímidos a los brillantes zafiros del más alto, soltando lo último que lo atormentaba.

― ¿Esto significa... que estamos en una relación?

ChanYeol sonrió enormemente.

― Somos novios, bonito. ― Afirmó Park, y tomando la mano de KyungSoo, atrayéndolo hacia a su cuerpo ―. Y ahora ya no es necesario contenerme.

Y en un nuevo beso necesitado, ambos se fundieron en la pasión que los conectaba al estar juntos, tan inseparables como el hierro con el imán, y tan felices por sincerarse a cerca de lo que sentían.

KyungSoo sintió una llamarada de calor recorrerlo de pies a cabeza ante su toque, y eso sólo significaba algo: su celo se había adelantado.

Lo que más le extrañó, fue que en todos sus celos desde que se presentó como alfa, se había acostumbrado a sentir unas fuertes punzadas de dolor en su cabeza, antes de que éste se hiciera presente. La sensación era como si le estuvieran perforando con alfileres el cráneo.

Pero estaba vez no lo sufrió.

Y si la situación no podía empeorar, sentía una calidez anormal brotando del cuerpo de ChanYeol.

― ¿Quieres ir a mi departamento?

Su lobo movió inquieto su cola, ansioso.

― No hace falta preguntar, Yeol.

JongIn sentía que le daría un colapso ahí mismo.

Ya habían pasado casi dos horas desde que ChanYeol había partido del edificio en busca de KyungSoo, y todavía no tenía noticias del paradero de su mejor amigo, ni señales del supuesto rescatista.

Volvió a llamarlos a ambos por décima vez, pero siempre le dirigía al mismo buzón de voz.

El número al que marca no se encuentra disponible o está fuera de servicio. Para más ayuda, cómuniquese...

― ¡Le voy a arrancar la cabeza a este pingüino anti-social! ― Enrabiado, el beta revolvió su cabello, frustrado por no saber si se encontraba bien o si le había sucedido algo.

Ya sin otras opciones, le tocaba llamar la los hospitales más cercanos de la zona. pero cuando se disponía a llamar al primero que se le cruzó por la cabeza, una delicada mano tocó su hombro.

Se giró de inmediato, con las palabras "Qué carajo quieres" atoradas en su garganta, pero se las tragó en cuanto vio el preocupado rostro de BaekHyun.

― Uhm, ¿se encuentra bien Hyung? Le traje un poco de agua.

JongIn quedó embobado ante la belleza del joven chico, pero despaviló y aceptó con cortesía el vaso que le tendía el omega.

― Ni te hubieras molestado, Baekkie. Gracias. ― Lo tomó de un trago, percatándose de la sed que tenía, pero que en medio de su preocupación por su mejor amigo ni se había dado cuenta ―. KyungSoo fue despedido, y desde el mediodía que no ha aparecido para contestarme una sola llamada.

BaekHyun llevó ambas manos a su boca, totalmente sorprendido por la triste noticia de otro sus Hyung's, sintiéndose debastado al recordar que en la mañana se lo había cruzado saliendo de la oficina del señor Gao, y cuando quiso acercarse para hablarle, él siguió de largo, como si estuviera en otro mundo.

― Lo lamento mucho por él Hyung, realmente le tenía un gran aprecio aunque no lo conociera mucho.

― No te preocupes, BaekHyun, ahora estoy intentando resolverlo, pero no puedo si no logro comunicarme con él para que hable conmigo de lo sucedido. ― JongIn suspiró, y ahora prestándole mayor atención al más bajo, vio en sus muñecas marcas rojizas. Suponía, producto de un fuerte agarre ―. ¿Quién te hizo eso?

BaekHyun bajó su vista hacia sus manos, y torpemente intentó ocultarlas, notando en sus feromonas un cierto deje de miedo.

― Oh, no es n-nada Hyung, me estaba rascando pero como mi piel es muy sensible, parece otra cosa. ¡Pero no se preocupe!

Y cuando JongIn estaba por contestarle, recibió una notificación de mensaje.

Pingüino malvado.

Estoy bien oso de felpa, ChanYeol está conmigo y vamos en viaje a su departamento.

Mañana hablamos con más calma, no llores por mi ausencia ♡

Ahora sí que realmente JongIn quería matarlo.

gracias por comentar y votar <3

por otro lado, cuéntenme que les pareció el capítulo de hoy, los leo ✨️

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