ཋྀ | Capítulo catorce.
ChanYeol de a poco fue abriendo sus ojos, parpadeando repetidas veces, cegado por la potente luz que se escabullía entre las persianas de su ventana. Un suave jadeo se escapó de sus labios al sentir una humedad recorrer la piel de su clavícula, mandando corrientes eléctricas a su cuerpo.
Su piel desnuda se encontraba sensible, propensa a reaccionar ante las caricias que le proporcionaban los voluptuosos labios de KyungSoo, quien sonreía con diversión, mirándolo con atención.
― Buenos días amor. ― Un chupetón más a su pobre cuello, que lleno de marcas estaba, y el castaño lo tomó por la cintura, acercándolo a su pecho.
― Que linda manera de despertarse. ― Su voz ronca envió distintas sensaciones a los oídos del azabache, quien se pegó más a su cuerpo y dio un piquito a sus labios.
Sin poder contenerse, ChanYeol atrapó sus regordetas mejillas con sus manos y lo acercó a su boca, tomando entre sus dientes esos deliciosos labios a los que se había vuelto adicto devorar. Su miembro comenzó a reacción ante la estimulación, chocando con el muslo del pelinegro, quien rió a través del beso.
― Debería darte vergüenza que se te pare por un simple beso.
― Contigo enfrente, me es difícil controlar ciertas cosas. ― Mientras KyungSoo negaba con la cabeza, con una sonrisa burlona, acercó una traviesa mano a su palpitante erección.
Empujó su pecho, acorralándolo contra el cabezal de la cama, y gimió al sentir un suave vaivén masturbando su pene. A KyungSoo le gustaba ver sus expresiones, y hasta ya había diferenciado cada una; cuando estaba excitado, feliz, triste o ansioso. Sin decirle una sola palabra, él era capaz de leer sus pensamientos, y brindarle consuelo si es que lo necesitaba sin pedírselo.
Le encantaba verlo sonrojado y oír sus gemidos necesitados, hecho un desastre y él siendo la causa de tal caos. Quería arruinarlo completamente.
Aceleró sus movimientos, presionando la punta y volviendo a bajar por su tronco, engulliendo su enorme falo en su mano, y con la otra fue acariciendo su duro pecho, trazando un lento camino que partía desde su vientre hasta sus tetillas, pellizcando un poco y causando que el castaño gimiera más alto. Se detuvo cuando sintió su respiración más acelerada y como sus músculos se contraían, sabiendo que estaba a punto de llegar al orgasmo. En cambio, se le subió a horcajadas.
― Espero que estés preparado para un mañanero, Park.
El más alto tiró su cabeza hacia atrás, sonriendo. Aprovechó para toquetear la cintura del pelinegro, sobando su aterciopelada piel con sus grandes manos, y dejándolas sobre sus muslos.
― Haz conmigo lo que quieras, bebé.
JongIn suspiró, viendo por décima vez la pantalla de su celular, releyendo los mensajes de su mejor amigo.
Tenía un presentimiento sobre que algo había sucedio, pero no sabía con certeza el qué, y eso lo tenía preocupado. Nunca antes KyungSoo había actuado de aquella forma tan misteriosa, pero tenía la seguridad de que estaba seguro junto a la compañía de ChanYeol.
― JongIn hyung, no se muerda las uñas, se lastimará muy feo si sigue así de ansioso. ― La voz calmada de BaekHyun llegó como una caricia a su alma, y sintió un poco de paz llegar a la par de su presencia.
― Tienes razón, pero aún no me deja tranquilo que KyungSoo ni me haya enviado un mensaje.
― No se preocupe hyung, ya verá que pronto aparecerá intacto.
JongIn asintió, sonriendo levemente.
― Te tomo la palabra, Baekkie.
Su mirada se desvió hasta sus cachetes sonrojados, y sintió una rara timidez invadirlo en cuanto vio su rectangular sonrisa florecer en su bello rostro. Un sentimiento que pocas veces sintió frente a alguien.
― ¡BaekHyun, ven ahora mismo! ― Un grito autoritario por parte de Gao, provocó que el omega se estremeciera y se tornara un chico asustadizo y sumiso.
― H-Hasta luego, JongIn hyung.
El beta notó su mirada clavada al suelo, sin querer verlo directamente. Aquel gesto no le agradó para nada.
Levantó su mano para detenerlo casi por insinto, pero terminó por bajarla al como desaparecía por el pasillo, derrotado.
― Hasta pronto, BaekHyun...
Un sabor amargo se instaló en su paladar. ¿Cómo podían tratar a tal ser de luz de forma tan brusca? Le producía violencia los malos tratos que el omega recibía, y la docilidad con la que BaekHyun aceptaba aquellos comentarios.
Su ceño fruncido desapareció en cuanto sintió su teléfono vibrar, viendo una notificación de mensaje brillar en la pantalla.
Pingüino malvado
Reunámonos en la cafetería "Counting Sheeps", a la hora del almuerzo.
JongIn se fijó en la hora, las manecillas del reloj marcaban las 12:50pm. Tan sólo quedaban diez minutos para el descanso, por lo que se preparó y terminó de ordenar algunos papeles que su jefe le habia solicitado.
No calculó el tiempo, pero pronto ya se encontraba saliendo del edificio y dirigiéndose al local que servía los cafés más exquisitos de toda la manzana. El mismo lugar al que concurría con KyungSoo siempre que querían chismosear sobre sus compañeros.
Miró sobre todas las mesas, buscando una en especial, esa en la que siempre tomaban asiento, y se encontró con una silueta familiar allí sentada.
KyungSoo estaba envuelto con una enorme bufanda, y percibió un aroma un tanto agrio provenir de él. Aún así, caminó a paso apresurado en su dirección.
― ¡TÚ, MALDITO IDIOTA! ― Al pelinegro no le dio tiempo a prepararse cuando ya tenía sobre él a un oso completamente enfurecido. Rió por el infantil actuar de su mejor amigo, pero no pudo recriminarle nada, porque estaba en todo su derecho ―. ¡No sabes lo preocupado que estaba! N-No sabía si habías muerto o si estabas tirado por ahí...
KyungSoo dio palmadas en su espalda, rodando los ojos.
― Shh, tranquilo. ¿Me ves que estoy bien? No me ha pasado nada, JongIn.
El beta tomó asiento al lado de la ventana, viéndolo atentamente, secando con el dorso de su mano algunas lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
― ¿Es verdad que Gao te despidió? No podía creerlo cuando lo escuché.
El pelinegro masticó una de las facturas que había pedido antes de que llegara su amigo, y vaciló con su respuesta.
― Se podría decir que estoy de vacaciones... ― Tragó, tomando un poco de café ―, ¿infinitas?
JongIn se tapó la boca, horrorizado.
― ¿¡Ahora con quien diablos hablaré sobre mis desastres amorosos!? ¡Me abandonaste, KyungSoo!
― No seas dramático In, ¿qué te cuesta mantener el pico cerrado por un par de horas?
― ¿Tienes hueca la cabeza? ¡Es imposible que no hable ni por un segundo! ― JongIn le arrebató una medialuna, y habló con la boca llena, quejándose ―. ¡Tegné que renunciag pog tu culpa!
KyungSoo hizo una mueca de asco, ladeando la cabeza. Se descuidó un segundo, y su bufanda cayó de tal forma que dejó su magullado cuello al descubierto, y a la visible marca en su pálida piel. Aquel movimiento no pasó desapercibido ante los ojos de halcón que poseía JongIn, y a éste prácticamente casi se le disloca la mandíbula al procesar lo que veía.
― ¿¡QUÉ MIERDA!?
KyungSoo quiso maldecirse una y mil veces por ser tan imbécil, cerrando sus ojos fuertemente.
― ¡Baja la voz, animal! Te contaré todo, así que no grites. ― Gritó en susurros, agitando su manos y encorvándose al ver que varios pares de ojos se les habían quedado mirando.
― ¡Y no te saltes ninguno!
gracias por leer!
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