La insolente
.....
El señor Kido solía preocuparse mucho por su nieta adoptiva.
Si bien su fortuna era un condicionante para que a ella no le falte nunca nada, sostenerla le significaba un estilo de vida en donde el tiempo se comportaba como el más cruel de los tiranos. Pese a ello, intentaba que la pequeña no percibiera sus ausencias.
A medida que la niña crecía, comenzó a percibir que no tenía mucho contacto con otros niños.
La mansión inglesa sobre la que vivían, se encontraba rodeada por un inmenso parque que los aislaba de la ciudad, sus ruidos y su gente... por ende tampoco tenían oportunidades de generar nuevas amistades (o al menos una).
Pensó que sería una gran idea visitar orfanatos en donde hubiera niñas cercanas a la edad de la pequeña para así adoptarlas y que convivieran juntas para fortalecer lazos.
Pero jamás sospechó que la dulzura que veía en ella, no fuera exactamente la misma para con otros niños.
Al principio no tuvo que hacer una búsqueda exhaustiva, la primera niña que llegó a la Mansión Kido, lo haría casi por casualidad.
En el Cabo Sunion de Grecia había una familia con la que guardaba algo más que vínculos de negocios.
En una de sus visitas, una de sus más cercanas socias y colaboradoras le presentó a su Madre, Evanthia Solo, quién manejaba un refugio de niños el cuál había sido construido por su hermana gemela cuando salió del convento. Antes que se destara la segunda guerra mundial. Luego de su muerte, Evanthia se hizo cargo de él.
En un rústico inglés, le dio a entender su preocupación, había gente mala tras una pequeña niña y que protegerla en su Refugio ponía en riesgo a los demás niños. El hombre, que había viajado varias veces allí ya conocía un poco del folklore del lugar, sin hacer demasiadas preguntas accedió a adoptarla. A fin de cuentas la mansión era grande, Saori se encontraba muy sola y había algo en común entre ambas que le dió a entender que sabrían entenderse.
—¿Cómo se llama la niña?
—El hombre que nos la encomendó la despidió con el nombre de Raidne.
Así fue cómo la pequeña Raidne llegó a Japón. Pese al choque lingüístico y cultural, aprendió rápido.
Al principio todo parecía andar bien. Saori recibió encantada a Raidne y ambas parecía que serían inseprables. Sin embargo, con el correr de los meses, las niñas comenzaron a mostrar diferencias en cuanto al carácter: A Saori le encantaba dar órdenes, y Raidne era terca como para acatarlas.
En un par de semanas, la recién llegada pasó de compañera de juegos a criada personal por la pequeña Kido.
Los caprichos de la nieta del magnate obligaron a Raidne a buscar la manera de escabullirse de ahí, al menos para pasar el rato alejada de ese torbellino de pretenciones.
Encontró unas prendas de niño entre las bolsas de donativos para los huérfanos y así encontró un pasatiempo; vestir de varón y ocultar su cabello bajo un gorro con el nombre "Shōri" en él bordado para salir de la mansión sin levantar sospechas.
El plan era dirigirse directamente al dojo de entrenamiento con los demás niños de la fundación Graad.
En su primer día fuera de la mansión, mientras se encontraba por los alrededores de aquel gran gimnasio, escuchó el llanto de un gatito muy joven que no podía bajar de un árbol y los gritos de unos niños que le arrojaban piedras desde el suelo. Tomó una rama seca sobre el césped, y comenzó a correr en dirección a ellos, para espantarlos Gritando:
─ ¡Cobardes! ¿Por qué no se meten con alguien de su tamaño?
Cuando volvió al árbol, observó que allí arriba ya había trepado otro niño pero a diferencia de los anteriores, su intención era la de rescatar al felino.
Momentos después de que el jovencito logró asirlo, el animalito entró en pánico y comenzó a rasguñar el pecho y el rostro de su "salvador" haciéndole perder el equilibrio y consecuentemente caer de la rama sobre la que se había sentado. Cuando el niño ya estaba en el suelo, el gatito rebotó sobre su cabeza y comenzó a correr despavorido.
El pequeño rompió en llanto desconsolado y Raidne, que había atestiguado toda la escena, a pesar de sentirse motivada de ayudarlo, no pudo evitar lanzar una carcajada. Un sentimiento de culpa la invadía, pero la risa la superaba.
─ Jajajaja, Perdona, no me río de tí. Pero... pero... Es que no puedo parar.
El niño arañado y golpeado, al ver a Raidne reír, sintió impotencia pero algo de todo aquel episodio dantesco, lo invitó a reírse de sí mismo, sus pequeños labios abandonaron la expresión de lamento para convertirse en una tímida sonrisa.
La niña se acercó a Shun, y para no levantar sospechas sobre su identidad, eligió un nombre masculino que sentía que iba muy bien con ella, casualmente, estaba bordado en su gorro con letras bien grandes:
─ Mucho gusto salvador de gatitos, me llamo Shōri.
─ Eh... soy Shun, me llamo Shun
─ Oh, pero vaya pelea que te ha dado el desconsiderado animal... hay que limpiarte esas heridas antes de que se infecten.
Shōri llevó a su nuevo compañero de juegos a lavar su rostro y brazos con agua y jabón.
Los días pasaron y fue entrando en confianza con el niño descubriendo que quienes habían arrojado piedras no las habían dirigido al felino; tenían una cuestión personal con él.
Mientras el pequeño Shun tenía un rostro que podía pasar como niña bonita, era demasiado sensible y detestaba pelear, daba la apariencia de ser muy frágil, su hermano mayor Ikki era totalmente opuesto. Ese gran contraste entre ambos, solía ser motivo para que los demás niños se burlaran de él, cosa que su hermano no soportaba, involucrándose en absurdas peleas por salir en su defensa. Y cuando él no estaba presente, se convertía en una excelente oportunidad para los abusivos.
Shun sentía ser una carga para Ikki, ya que por su culpa, se peleaba mucho con los demás niños. Pero Raidne, por el contrario, comprendía mucho a Shun y al igual que él, admiraba a Ikki, le entusiasmaba la idea hacerse fuerte para defenderse y defender a los más débiles de las injusticias. Y no pasaría mucho tiempo...
Tarde o temprano Saori querría tomar represalias de la permanente ausencia de Raidne en sus juegos de "té".
Una de esas tardes en las cuales el señor Kido había salido de viaje y Raidne pasaba la tarde infiltrada cómo Shōri, mientras intentaba derribar a Ikki en una competencia amistosa, los demás niños, jugaban una partida de fútbol.
Por la puerta principal de la mansión, salió la pequeña Saori vestida con su traje de equitación, tenía aspecto de nuevo, claramente quería presumirlo con los demás.
Así interrumpió el juego de todos ellos y con en esa actitud soberbia que nunca mostraba frente a su abuelo, se acercó hacia ellos acompañada tras ella al guardaespaldas Tatsumi, cuya contextura y manera de actuar, resultaba terriblemente intimidante para los niños.
Raidne ya había sufrido de ser diana de sus caprichos por su aburrimiento y sabía cómo actuaba cuando no satisfacían sus demandas, especialmente cuando su abuelo no estaba.
Escucharon a unos niños murmurando que
ella quería jugar al caballito.
No contenta con los del establo, quería usar a los huérfanos como montura humana.
La consentida justificaba su aburrimiento o ausencia de compañía con quién jugar, descargando sus frustraciones en los demás niños.
Uno de los chicos se ofreció para ser su montura
-¿Eres Jabu, verdad?
El muchacho parecía verse muy contento de que aquella pequeña belleza recordara su nombre.
Pero tras un buen rato, sus rodillas comenzaron a sangrar.
Tras ver la escena y no pudiendo dominar su temperamento, Shōri salió inmediatamente en auxilio del caballo humano, gritando a quien debía asistir y acompañar; una serie de improperios irrepetibles.
Los niños asistieron a Jabu, incluso Shun, siendo que había sido muchas veces objeto de sus burlas. Al fin de cuentas, estaba herido y el pequeño no guardaba rencor alguno en su corazón.
-¡MALDITA INSOLENTE!
Tatsumi irrumpió en la escena deteniendo a Shōri con una bofetada en el momento en que intentaba empujar a la nieta de su maestro. El impacto fue tan duro que, la hizo volar por los aires, despidiendo aquel gorro que ocultaba su largo cabello, exponiendo ante todos los niños la verdadera identidad de Shōri.
-¡¿Es una niña?!
En aquel momento, el señor Kido interrumpió una mayor represalia.
Luego de aquel suceso, ninguno de los niños volvió a ver ni a Shōri ni a Raidne de regreso por allí.
.....
Luego de aquel incidente con Saori, Raidne había sido convocada por Mitsumasa Kido.
Mientras esperaba en aquel inmenso salón ubicado en el interior de la mansión, comenzó a enrollar las puntas de su ensortijado cabello sobre su dedo índice. La situación la inquietaba un poco.
Para distraerse, comenzó a recorrer con la mirada aquel recinto, el cual disponía de numerosos sillones, un reloj cucú muy antiguo, una lámpara araña de caireles de cristal relucientes sobre su cabeza y un televisor desenchufado sobre un mueble llamó su atención por su proporción descomunal, deseaba satisfacer a su curiosidad abriendo las puertas del mismo, pero el calor de la hinchazón de su rostro, producto del bofetón proporcionado por Tatsumi, la obligó a contenerse y en su lugar prefirió contar los distintos floreros de la habitación. Toda superficie de aquel sitio poseía uno diferente con distintas variedades de flores con una cualidad en común; todas ellas provenían del jardín de la mansión.
El anciano apareció en el entrepiso de aquella habitación, su imagen imponente, a pesar de su avanzada edad, intimidaba a la niña.
Si bien era el abuelo de Saori, presentaba una actitud afable y predispuesta escuchar la versión de los hechos ocurridos de la boca de su perpetuadora. Raidne se relajó y conversó con él con total franqueza.
-Pequeña Raidne, estoy al tanto por Tatsumi y Saori de los incidentes acontecidos hoy, pero... Me gustaría que me contaras tú misma qué fue lo que te llevó a actuar así.
-Señor... Sólo quería que Saori no siguiera maltratando a aquel niño... Jabu...
-¿Por qué dices que lo maltrataba?
-Porque él se había ofrecido a jugar y ella... No tenía por qué azotarlo. Jabu no la estaba pasando nada bien y me pareció muy injusto. Pero tampoco pensé otro modo de detenerla. Le pido disculpas -Raidne se inclinó hacia él a modo de Ojigi-.
-En algo tienes la razón, lo que hizo Saori no estuvo bien. Aún así, tampoco actuaste de manera prudente. Es la función de un adulto reprender esas acciones y lamento que Tatsumi haya preferido seguirle la corriente y castigarte de ese modo-El anciano detuvo la mirada en la mejilla morada de la niña, hizo un silencio y prosiguió- Debo destacar tu valentía y capacidad de intervención. Son pocas las personas que pueden hacer frente a ese tipo de situaciones, si bien no conocías otro modo de resolverlo mejor, tu motivación es comprensible... Al fin de cuentas, eres una niña y es responsabilidad de los tutores proporcionarte herramientas para la mediación para evitar la violencia.
Al señor Kido le preocupaba que Saori no pudiera hacer amistades de su edad. Temía que no supiera cómo interaccionar con otros niños para jugar y que el problema se fuera acentuando con el paso del tiempo... Por el otro lado, tampoco entendía la razón por la cual Raidne había optado por vestirse de varón o usar un seudónimo masculino, así que decidió también preguntárselo.
-Señor Kido, desde que llegué aquí, sólo se me ha permitido realizar actividades como la danza, la equitación, el bordado... Pero yo lo que deseo es aprender a pelear y defenderme. Cuando me topé con aquel gimnasio, sólo pensaba en entrar y practicar, pero como sólo vi varones entrenando, no quería llamar la atención y que me reprendieran por niña. Si lograba hacerme pasar por uno de ellos, no sólo podría entrar, sino que lo haría en igualdad de condiciones.
-Así que ese es tu deseo.. Si gustas puedo concedértelo, con una condición.
-¿Condición?
-Cuando lo logres, deberás regresar a este lugar, y jurarás usar tus habilidades para proteger la paz.
-Señor Kido, ¿Cómo sabe que lo conseguiré?
-Si tu convicción es tan grande como tu deseo, estoy seguro que lo lograrás.
Cuando Raidne salió de aquel Recinto; la figura de Isabella, apareció por sobre aquel entrepiso, en donde había estado sentada escuchando la conversación, y alzando su rostro por encima de los cristales de la ventana más ceracana, como perdiendo su mirada, exclamó:
-Parece que al fin y al cabo no se puede eludir el destino...
-Tu y tu madre hicieron lo posible... Pero era cuestión de tiempo. Tarde o temprano nuestras niñas deberán afrontarlo con destreza y valentía. Ni nosotros ni nadie puede impedirlo.
-Quizás.... Si en lugar de enviarla a un sitio de entrenamiento convencional para Santos de Athena...
-¿En qué piensas, Isabella?
-¿Cuál es el único sitio en donde podríamos continuar su vigilia y monitoreo por si ocurre cualquier incidente extraño?
El anciano sonrió.
-¿Así que estás pensando en enviarla a la Academia, y me preguntas para no herir mi intelecto y capacidad de deducción? Voy a concederte ésta victoria, al fin y al cabo, todo lo que propones y sugieres; suelen ser excelentes ideas. Sólo me preocupa que el día de mañana, Raidne se sienta subestimada por el eje de instrucción de dicha institución.
La Academia Santa Isabel, más conocida como la Saintia Academy, era una academia para señoritas superdotadas. No sólo eran formadas a nivel educativo, sino también, se les impartía un duro entrenamiento marcial.
Dicha Institución, que había sido ideada por Isabella, fue edificada y apadrinada por la Fundación Graad, a la cual asistía la propia hija de Isabella; Bianca.
El objetivo de esta entrenar Saintias, las damas de honor al servicio de la Diosa Athena. Allí no había necesidad de abandonar la feminidad, por ello no eran necesarias las máscaras para cubrir los rostros de las estudiantes.
Al día siguiente, Raidne viajó junto a Isabella a los Alpes Suizos, a las orillas del lago Thum, donde se erigía dicho establecimiento y allí comenzaría su primer entrenamiento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top