Después de la vergonzosa escena del desayuno, Jason regresó al salón junto con Gloria; para ese momento ambos de sus compañeros ya se habían ido, con la promesa de que le traerían información de Hubert. El rubio tan solo lo asimiló mientras veía a su muchacho ir a su habitación para quedarse ahí por horas, solitario y vacío, ni siquiera encontraba las palabras para explicar lo que por su mente pasaba en esos instantes, tan solo se sentía tonto por no ver antes el comportamiento de Jason. Así mismo ese tema se combinaba con el dolor de la noche más trágica y traumática de su vida, dejándole sin opciones más que abandonar las esperanzas de una vida sin sufrimiento.
Salió silencioso de la habitación, evadiendo a Jason, quién miraba directamente al suelo mientras Gloria hacia el trabajo de un sastre, arreglando irregularidades de la tela con un par de alfileres, notando la triste presencia de su amo.
—amo— lo llamó con una expresión de madre preocupada—. No es costumbre verlo tan decaído— dejó a un lado su cinta métrica esperando que aquel hombre de pocas palabras pudiera por primera vez decirle algo que no fuera una orden tajante.
—tú eres humana, y sientes— la mujer asintió sin saber de que era lo que hablaba realmente—. Dime, Gloria, ¿querer a alguien duele?— la mencionada no se resistió y rió, no de manera burlona, sino que parecía explicarle a un menor lo que significaba, y con gusto lo haría.
—de vez en cuando, pero no tan severamente— concluyó acomodando unos alfileres en la manga.
—¿se puede sentir como si por dentro te hicieran trizas?— Gloria lo miró con lastima, deseando poder abrazarlo para decirle que no pasaría nada, que todos pasan por eso, pero la realidad era que él no. Los demonios aborrecen el amor, cualquier señal de el los enferma, aunque en algunos casos no ha pasado, y este era uno de ellos.
—algunos dicen que querer se siente como estar en las mismísimas brasas del infierno, pero no por que duela— Jason dedicó su atención a la mujer, mirándole por primera vez como una mujer y no como un esclavo—. A veces se quiere tanto a una persona que tu corazón vive por ella a cada palpitar, te arrebata el aliento y hace que el lado coherente de ti se vuelva un completo desastre, el querer a alguien te hace sentir más humano que cualquier otra cosa, incluso a usted— su índice pegó en su pecho—. Para criaturas que desconocen el sentimiento les parecerá doloroso, pero lo único que esa experiencia tiene de doloroso es saber que al final todo se acaba, ustedes vivirán por siempre y nosotros nos vamos en un parpadeo, y el querer a alguien de verdad solo se presenta una vez en la vida— sonrió ligeramente al ver los ojos de Jason brillantes ante el tono nacarado del sol que se colaba por el ventanal.
—gracias, Gloria— dijo con honestidad dedicándole una pequeña sonrisa tras la máscara oscura que el señor Kessler portaba.
—de nada, ahora, no se mueva por qué se puede picar— lo señaló con tono sobreprotector siguiendo con el trabajo en el saco de uno de sus trajes, hasta que por fin terminó al anochecer. Gloria se despidió y salió hasta el auto del chofer, quien la llevaría a su casa, la misma casa en la que vivió cuando firmó el contrato con el demonio.
Jason se quedo de pie en el umbral de la puerta, mirándola irse tras las luces del jardín delantero, o eso fue hasta que escucho una irregularidad dentro de la casa, un corazón que se apagaba tras los latidos forzados que amargaban su alma. Dio un respingo y como loco buscó a Kyle, encontrándolo tirado en el suelo de su habitación con un frasco en la mano.
—niño idiota— resopló agachándose para abrazarlo contra su cuerpo—. ¿En que estabas pensando?— reprendió mirando las lágrimas del joven deslizándose por el rabillo de sus ojos, pero ya no quería ni respirar, tenía miedo de él y de sus pensamientos, y aunque una sonrisa apareciera en sus labios, la imagen repugnante de su violador le vendría como un balde de agua helada, y no podría vivir con eso por siempre. Lo levantó en brazos llevándolo al baño de la habitación poniéndolo de rodillas frente a la tina y con dos dedos en su boca le provocó el vomito, escuchándolo sollozar en el cuello de su amo—. ¿En que carajo estabas pensando? Anda, dime— estaba enfadado, no con Kyle, sino con él mismo.
—lo odio— sollozo—. Lo odio todo.
—no me vengas con mierdas de esas ahora, habla con claridad— enfurruñó mirando a su niño hiperventilandose.
—mi vida es una mierda.
—entonces la mía es un cuento de hadas— canturreó el otro técnicamente sentado en el suelo con Kyle encima, llorando como un niño—. Escúchame— acunó su rostro entre las manos mirando esa mirada triste—. La próxima vez que sientas que quieres mandar tu vida al carajo recuerda que ahora somos dos, y tú, mocoso llorón eres mío, así que es tu maldita obligación decírmelo.
—ya no aguanto más— lloró en su pecho apretando la camiseta con sus puños—. Me duele— confesó.
—¿y tú que crees que sentí cuando ese hijo de perra te violó? ¿Mariposas?— si, estaba enfadado—. Tú eres MÍO— enfatizó sujetándolo por la barbilla—. Y si ese cabron te tocó, entonces yo le partiré los huesos del cuerpo, así que jamás te atrevas a atentar contra la vida que te ofrezco— espetó levantándose sorprendiendo al menor—. A la cama— ordenó sin mirarlo del todo.
No importaba cómo, pero haría lo que fuera por su pequeño.
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