Veintidos
Jason se había levantado temprano y se había puesto a leer cualquier cosa que le viniera en mente, pues de cualquier manera ya todos los libros habidos y por haber ya los tenía memorizados y bien entendidos.
—¡puta mierda!— bramó lanzando el libro contra la pared, mirando como algunas páginas se desprendían, quedando suavemente sobre la pasta mullida del libro. Se sentía asqueado, enfadado y solo ahora que había confirmado lo que lo aterraba, de verdad quería al muchacho, y eso le ponía la piel de gallina, ¿como es que un demonio era capaz de querer a alguien? No, ¿como es que Jason Kessler era capaz de querer? Esa era la verdadera pregunta que intentaba contestarse desde la noche anterior al recordar lo apretujado que se sintió su pecho al ver al muchacho casi sin alientos de vida en el suelo. Jamás se había sentido así, tan débil y patético, como una pared que se caía a golpes y ya no era lo que solía ser, había perdido todo, se había vuelto diferente y vulnerable al estar junto a Kyle, su corazón volvía a palpitar y el dolor fantasmal de su pecho se convertía en eso, un fantasma. Echó la cabeza hacia atrás recargándose en el sofá, odiándose por unos míseros segundos más, al menos hasta que el rayo de luz saliera de la habitación y lo hiciera sentir como una patética plasta sin autoridad.
Suspiró cansado y después de todo salió de la biblioteca, bajando las escaleras como todo un desastre andante; los cabellos desordenados, sombras negras bajo sus ojos y un tono pálido en su piel que solo los más observadores verían. Se dejó caer en la silla principal del comedor hasta que la luz solar entró débilmente chocando con su piel, subiendo su tono, otorgándole un calor que reconocía, y abrazaba gustoso, obligándole a cerrar los ojos y quedarse dormido un momento, al menos horas, que fue lo que tardó en reaccionar Kyle al estar acostado y con un lugar vacío a su lado.
Ante la oscuridad de la habitación se levantó como pudo alcanzando la perilla de la puerta, dilatando sus pupilas al encontrar la luz iluminando partes de la casa. El hambre hizo resonar su estómago, y como un muchacho obediente siguió el camino que lo llevaría a la cocina, encontrándose con Jason dormido en la silla, con su mejilla apoyada en su mano y el semblante sereno que resultaba hipnótico ante su mirada. Se rascó la cabeza acercándose al demonio, con el mínimo escándalo que pudiera, por qué le pasó por la cabeza echar a correr y escaparse pero no llegaría a la mitad sin mirar atrás y ver a Jason casi tomándole por los cabellos, esa no era una opción que quisiera escoger.
Se aproximó como una presa atraída por alguna trampa del depredador; observándolo de cerca, cada minúsculo detalle de su rostro, su palidez, las ojeras y los cabellos rebeldes. Llevó sus dedos al cabello suave del demonio acomodándoselo al menos para que se viera presentable. Dio un salto para cuando la mano de Jason se cernió en la muñeca del jovencito, dedicándole una mirada cansada y cristalina que le heló el cuerpo entero.
—lo lamento amo, es que su cabello estaba todo desordenado y yo solo quise— parecía máquina, hablaba sin pausas ni respiros, estaba agotado y aterrado, ¿de que exactamente?
Normalmente Jason se molestaría si lo levantaran, pero cuando resultaba que Kyle fue quién lo levantó, casi parecía como si el enfado se le bajara a niveles bajo tierra.
—tú nunca vas a aprender— resopló negando con la cabeza—. Solo estaba durmiendo, ¿que más da que mi cabello este fuera de lugar?— Kyle bajó la mirada pensando en algo bueno que decir—. El tuyo está igual o peor— recalcó aflojando el agarre que tenía en su muñeca, el muchacho se llevó la mano a la cabeza sintiendo los chinos de su cabello todos desordenados, lucía tan adorable que podía comérselo entero.
—tiene razón, amo— Jason suspiró atrayéndolo a su encuentro, rozándole la mejilla con su pulgar, y apenas eso bastó para que Kyle cobrara un sonrojo inmediato.
—deja de llamarme así— dijo sin expresión—. Ya no me llames amo— admitió mirando una sonrisa en el rostro del menor.
—¿quiere que le llame señor o señor Kessler?— negó con una risilla—. ¿Entonces como?
—como tú quieras— confirmó haciendo sonreír al muchacho—. Pero eso no significa que vayas a ser tratado como mi igual, ¿entendiste?— el menor asintió—. Tampoco significa que vaya a liberarte.
—si, eso ya lo sabia— murmuró con melancolía dejando un quedo beso en la mejilla del demonio, quien fue tomado por sorpresa otra vez—. Gracias am- Jason— corrigió dándole escalofríos al mencionado, tan solo escuchar su nombre en las palabras del niño le ponía la piel de gallina, le erizaba cada vello del cuerpo, técnicamente le brindaba un calor que nunca había sentido antes.
—algo más— habló mirando al muchacho a los ojos—. Dijiste que me odiabas con toda tu alma antes, ¿recuerdas?— Kyle asintió—. ¿Sigue igual?
—bueno— se rascó la nuca buscando una respuesta que no ofendiera al demonio—. Ya no tanto— refutó tímido ante tal mirada tan nítida.
—¿del uno al diez?
—un tres y medio— se mordió el labio haciendo que Jason tirara de su brazo sentándolo en su regazo, hundiendo la nariz en su cuello.
—¿y eso puede bajar a un cero?— preguntó esperando a que le dijera que si.
—supongo— musitó logrando que Jason lo abrazara con fuerza—. ¿Está bien?
—si, solo quédate así un rato más
Y se quedó.
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