Ocho
Los días dentro de la casa eran monótonos, siempre lo mismo, limpiando, pidiendo permiso incluso para ir al baño, teniendo que soportar los golpes que Jason le propinaba cada que lo miraba a los ojos, pero es que no podía evitarlo, había algo en ellos que llamaba la atención al grado de que sus ojos no podían despegarse. El dolor de las palizas continuas hacía eco en su cabeza, pues su cuerpo seguía recuperándose a velocidad impresionante después de que se quedaba en el suelo casi sin respirar, se le estaba haciendo costumbre.
—ven— lo llamó señalándole su lado junto a la cama. De mala gana el muchacho se sentó donde le pidió notando la expresión de disgusto en toda la cara del demonio—. Hoy vendrán un par de amigos míos, otros no tanto— confesó—. Así que necesito que te quites tus arapos y te arregles, ¿entendiste?— Kyle asintió bajando la mirada, sintiendo los dedos del otro empujar su barbilla, encontrando sus ojos, perdiéndose por completo en el cielo gris y turbio que ocultaban los ojos de su chiquillo. Kyle no pudo evitarlo y cerró los ojos con fuerza haciendo molestar Jason—. No te ordene que lo cerraras, necio— acusó pegándole una bofetada que resonó en la habitación, pero aún así no los abría, seguiría siendo un rebelde aun después de las palizas que le propinaba—. Abre los putos ojos— siseó con enojo tirando de la camiseta de Kyle, haciendo que cayera sobre su regazo—. Voy a sacártelos de tajo si no los abres, mocoso desobediente— el muchacho abrió los ojos con el ceño fruncido—. ¿Que? ¿Te molesta?
—no me gusta que me llames mocoso cada que te pega la gana— bufó y de inmediato quiso esconderse bajo tierra—. Lo lamento, no lo volveré a decir, lo juro— el demonio se mordió el labio conteniéndose de arrancarle la lengua con los dedos, así que optó por un castigo que haría que el muchacho no fuera desobediente ni de lengua viperina lo que le restaba de vida.
Lo sujetó por las mejillas con su mano, volviendo los labios del chico visiblemente más grandes y carnosos—. Te gusta hablar sin parar ¿no, contestón de mierda? Deberías agradecerme que no te he arrancado la lengua— sonrió confundiendo al joven, ¿lo haría o no? Esa era la cuestión—. Así que después de esto no te quedarán ganas de abrir la puta boca para rebatirme— acercó su rostro al del muchacho pasando su lengua cerca de su comisura, alterando al menor al grado que comenzó a patalear sin conseguir nada más que un pellizco en el cuello.
—¡no, hijo de la gran puta! ¡Detente! ¡Que no, te digo!— chilló el jovencito empujándose hacia atrás recargándose en el pecho del demonio.
—quita tus manos o te arranco un labio a mordidas, cabron— Kyle apretó los puños arrepintiéndose de haber abierto la boca en primer lugar. La lengua húmeda del demonio toco los labios de su presa, mojándolos con malicia, viendo a su pequeño removerse con incomodidad en su regazo—. Abre grande— carcajeó cuando el chico entreabrió la boca cerrando los ojos, impidiendo que las lágrimas volvieran a brotar.
La boca de Jason se acercó a la de Kyle, primero con lametones inocentes que se tornaron en todo un espectáculo. Pegó sus labios a los de él, sintiendo por primera vez su textura y el aroma del muchacho haciendo que soltara su cara sujetándolo por los brazos dejándolo inmóvil e indefenso, dejando así camino para que su lengua entrara en la cavidad del niño, saboreando cada extremo que tuviera, era mejor de lo que pensaba, le hacía desear más tenerlo así; rebelde y activo. Los labios inexpertos del menor apenas se movían ante las extrañas sensaciones que viajaban por todo su cuerpo ante el beso tan erótico que le estaba dando el rubio, con propósitos más allá de callarle la boca era para sentirlo, deseaba eso más que ninguna otra persona, deseaba tanto devorarle la boca al chico, dejarle sin aliento, pero pretendía más que nada castigarle con su primer beso, robándose la castidad de su boca entera, dejándole lugar únicamente para las lamentaciones y lágrimas, como bien sabía hacer. El sabor salado llego a la boca del demonio deteniendo el beso por completo, Kyle estaba llorando y sollozando en silencio, privándose de las emociones. Se relamió los labios tirando al muchacho al suelo, sin ningún cuidado.
—largo, ve a arreglarte— la cara de Kyle denotaba el sufrimiento en todo su esplendor, eso de alguna manera tocó algo en el tirano, retorciéndole el corazón al traerle a la cabeza los ojos suplicantes del chiquitín.
Dio un último suspiro decidido a arreglarse y hablar con su pequeño más tarde.
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