Nueve

Carcajadas y bebidas alcohólicas eran el ambiente de la reunión de Jason, sonriendo de mala gana ante los chistes de humanos que hacían cada que uno de ellos se carcajeaba, lo único extraño ahí es que el único humano era Kyle, junto a Jason, quién lo miraba de reojo de vez en cuando notando esa mirada perdida y triste.

—que mascota tan linda— recalcó uno de ellos señalándole—. Un humano de buen parecer, ¿que edad tiene?

—diecisiete— contestó el dueño de Kyle con una mirada amenazante.

—¿cuanto pides por él?— volvió a preguntar dejando de lado la botella de vodka que tenía en la mano—. Lo que haría con esa boquita— la mandíbula de Jason se endureció al tiempo que Kyle bajaba la mirada incómodo ante la situación—. ¿Por qué tú eres el único que puede tenerlos y no los usa para algo que sea útil? — dejaría pasarlo por esa vez, no iba a matar a alguien en una reunión, al menos no todavía.

—ya, que es suyo, lo ha adquirido él— resopló otro malhumorado.

—ya se, pero es que mírale, tiene un rostro bastante provocador— se mordió el labio—. A este niño si me lo follab...

—dilo y te parto la puta cara— sentenció Jason llevándose el vaso con whiskey a los labios sin quitarle la vista de encima a su compañero—. Lo que haga o no haga con el humano no es de tu incumbencia— bajo vaso notando el enojo en los ojos del otro. Kyle miró a Jason sin creerse lo que había dicho, hubiera pensado que se reiría o que haría algún tipo de burla, pero no, se había cabreado.

—dime, muchachito, ¿no te gustaría estar con alguien que no te golpeé tanto?— sonrió prestándole su mera atención a la mascota del organizador—. Yo podría darte mucho más que golpes, y no por castigo— se relamió los labios ignorando por completo a la bestia que estaba desatando—. Una cama, comida decente, tendrías una buena vida conmigo— insinuó.

Kyle lo meditó, pero como recordaba de momentos antes de que se volviera alguien sin interés en lo más mínimo, recordó las vagas pláticas de su abuelo, sobre cómo el demonio hablaba mostrando el maravilloso paraíso de la imaginación, pero la realidad se tornaba mórbida y desagradable cuando se conocía la verdad detrás de las hermosas y enmascaradas mentiras. El chico se removió incómodo sintiéndose avergonzando por lo que estaba apunto de preguntarle al que tenía junto a él en el sofá.

—quiero ir al baño— susurró obteniendo la mirada sería del demonio.

—hasta que lo pidas bien no vas a levantarte de aquí— espetó por lo bajo bebiendo del vaso de cristal una módica cantidad de alcohol.

—amo, quiero ir orinar— dijo con rabia buscándose él todos sus problemas y castigos.

—ve, entonces, carajo— resopló haciendo que el menor pusiera los ojos en blanco. Era tan complicado entender que le pasaba por la mente. Los ojos del otro frente al sofá se posaron en el cuerpo del chiquillo al tiempo que se levantaba a prisa para ir al baño—. Tú te atreves a seguirlo y tu cuerpo colgará de mi repisa— amenazó con una mirada asesina, con él no se jugaba, menos tratándose de su presa, no se iba a imaginar las manos de alguien más tocando la piel del muchacho, mucho menos ofreciéndole cosas que él podía darle pero se negaba simplemente por el hecho de tener el control y no darle confianza ni falsas esperanzas.

—haces que esto parezca un juego, Jason— se burló mordiéndose el labio con fiereza—. Pero este si pretendo ganarlo, ese esclavo tuyo va a irse conmigo esta noche— la sonrisa de Jason se hizo presente, levantando el ambiente de su reunión, aunque claramente debió haber invitado a algunos más.

—confórmate con irte vivo— sonrió de la misma manera que el otro hizo—. El mocoso se queda, y tú, bueno, tú te largas antes de que tenga que sacarte con mis propias manos— tapó la botella recargándose en el sofá y al regreso de Kyle, los dos cesaron la guerra. La mano de Jason sujetó la muñeca del menor, arrastrándolo a su regazo, mientras enterraba los dedos en la cadera del muchacho hundiendo la nariz en su cuello, sintiendo las hebras de su cabello chocando con la punta de su nariz, lamiendo su tibia piel al contacto con su fría lengua. Kyle se retorció incómodo mientras las miradas de sus invitados estaban puestas en lo que estaba haciendo el otro.

Alejó su cuerpo del de Jason, tomándolo por sorpresa cuando bajó de su regazo con una cabeza gacha a su lado.

—ni siquiera está educado, que pena— alardeó riéndose en su cara.

La mirada furiosa del demonio se clavo en el chico. Le enseñaría modales con castigos que él disfrutaría pero el muchacho simplemente tendría marcados en la memoria.

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