Dieciséis

—Jass, tranquilo, él tiene que estar por ahí, es un niño— Nicolas intentó tranquilizar a su amigo, quien tan solo perdió de vista al chico y perdió por completo la cabeza, ahora se había vuelto una bestia que arremetía contra todos como una locomotora, no le importaba, solo quería asegurarse de que su niño estuviera bien.

—joder— forzó pasándose desesperado la mano por los cabellos. Encontrar el aroma del niño era difícil, después de todo había humanos en la fiesta y la esencia se perdía con facilidad. No iba a mentir, estaba aterrado, ¿y si se había ido corriendo? ¿Y si lo había abandonado? O peor ¿y si le había pasado algo? Ya no podría, se sentiría vacío de nuevo y las razones de vida se irían volando, ese trozo palpitante de su corazón se detendría y él ya no viviría ni un momento más.

Siguieron el pasillo y Jason se detuvo en seco cuando la esencia del muchacho inundó su sistema como un balde de agua helada, y como poseso caminó siguiendo el delicado rastro que se desvanecía frente a una puerta, llevó los dígitos sobre la madera escuchando los latidos fuertes de su corazón a juego con los sollozos y lamentaciones destrozandole por completo. Abrió la puerta viendo a su pequeño tumbado, abrazándose a si mismo cubriendo su cuerpo entre sollozos desgarradores y gritos bajos que aún llamaban a su amo, quien al verle sintió como si ardiera en el mismísimo infierno, haciendo hervir su sangre de rabia, distorsionando los pensamientos a tal manera que solo pensaba en lo que podía hacerle al culpable una vez que lo tuviera en sus manos. La mirada de Kyle se iluminó al ver a Jason en la puerta, inerte y con el corazón en trizas, lloró con fuerza cuando el aroma de su amo lo cubrió, acariciandole el cabello con ternura mirándolo, débil, desnudo, y totalmente corrompido.

Nicolas y Gabriel se quedaron inmóviles en la entrada, tan molestos como el mayor, pero no podía volverse una bestia sedienta de sangre hasta que su pequeño estuviera a salvo.

—me duele, amo— chilló enfadandolo aún más.

—voy a llevarte a casa, sostente de mi— Kyle negó a sabiendas de que si movía un solo músculo sentiría el dolor taladrando en sus interiores—. No voy a dejarte aquí, necesitas un baño— sentenció con la mirada oscurecida de furia—. Kyle— lo llamó—. Sostente de mi— ordenó y el chicho no tuvo opción, se abrazó del cuello del demonio, sin sentir cuando lo tomó en brazos levantándolo con facilidad. La mirada del mayor se desvió al suelo, divisando la ropa del menor hecha trizas en el suelo, solo otro demonio era capaz de hacer eso, uno que estuviera tan podrido que si corazón y alma eran casi inexistentes.

Gabriel los siguió a la salida, ordenándole a Nicolas que se fuera a casa e hiciera las llamadas que fueran necesarias, tenían que hacer algo antes de que el rubio lo hiciera.

Se subió al auto del conductor que trajo a Kyle por primera vez, y al ver al chico abrazado de su amo sentado en su regazo no tuvo remedio más que guardarse la lastima y conducir en silencio, por qué si decía algo, el contrato que tenía con Jason podía verse severamente castigado.

—ten cuidado, joder— habló al ver al muchacho removerse con dolor, no lo decía por qué le molestara, si no por qué estaba tan preocupado y enojado que no sabía ni cómo hablarle con propiedad. Frotó los brazos del menor dándole algo de calor, perforando la mirada del conductor por el retrovisor—. La calefacción, préndela— dijo severo abrazando a su humano, había fallado con algo tan simple, protegerlo, y eso sí que era algo de lo que muchos hablarían al enterarse, aunque Jason Kessler siempre había estado en boca de todos, por su linaje familiar y por todas las atrocidades que hacia dentro de las paredes de su residencia, a eso se debían los miles de cuadros de almas atrapadas en los pasillos de la casa.

A lo lejos se pudo divisar la casa iluminada entre las colinas oscuras. El conductor se detuvo y sin decir nada los dejo salir, Jason casi corría con el chico en brazos, quería hacer algo, arrancarle las extremidades al desgraciado, sacarle los órganos uno a uno, no le importaba, solo buscaba la manera de que le doliera y que le divirtiera hacerlo.

Sintió ganas de patear la puerta del baño pero logró mantener la compostura mientras sentaba al niño sobre la tapa del inodoro, dejándole la chaqueta que traía puesta sobre los hombros, cubriéndole al menos hasta que el agua caliente saliera del grifo y llenara la tina.

Se recargó en el lavabo dando un respingo de frustración mirando a un Kyle amargo, cabizbajo y sin vida del todo en la mirada, conocía bien lo que pensaba un chico así.

Uno que ya no tiene asuntos que tratar con la vida.

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