Capítulo 9: Destino
Alexia
La prostituta Bree queda estupefacta, mirándome, no comprende lo que acabo de decir, pero lo exclamé fuerte y claro.
"¡Soy mujer!"
Es muy fácil de entender, pero ella permanece atónita. Primero ríe y luego cuando ve que no estoy haciendo lo mismo, vuelve a pronunciar confundida.
―¿Qué?
―Eso, que soy mujer ―repito.
Se levanta de la cama de repente y camina en círculos, totalmente perdida. Avanza hasta la puerta, así que corro hasta ella y me pongo adelante.
―No salgas ―exijo―. Guarda el secreto ―ruego.
Enarca una ceja y mueve la cabeza, más confusa todavía.
―Eh... tú... ¿Quieres que le mienta a Freíd? ―Asiento y vuelve a preguntar―. ¿Quieres que le mienta a uno de los piratas más temidos del mar? ―Otra vez asiento y hace una pausa antes de responder―. Bueno ―dice sin importancia.
―¡¿De verdad?! ―exclamo en alto, asombrada, pero sobre todo aliviada―. ¿Puedo contar contigo? ―Agarro sus manos y se suelta.
―Solo... con una condición. ―Levanta un dedo.
Sabía que no me saldría gratis.
―¿Qué quieres a cambio? ―exclamo esperando lo peor. O sea, que me pida dinero que no tengo.
―Quiero entrar a la embarcación.
―Ah, solo eso ―expreso sin prestar atención y luego reacciono―. ¿Qué? ¿A qué te refieres? ―Frunzo el ceño.
―Freíd nunca me lleva a ninguna parte, convéncelo de que lo haga, y quiero bajar en la próxima isla, ahí tengo a mi hombre ―expresa, enamorada e ilusionada lo último―. Ese es mi trato, ¿entendido? ―Entrecierra los ojos de una manera que intimida―. ¿De acuerdo?
―Sí... sí.
―¡Ve! ¡¿Qué esperas?! ―grita.
―¡¿Estás loca?! ―me quejo―. Así nos van a descubrir, hay que tardar un poco ―le explico, siendo sensata.
―Mm... tienes razón. ―Camina y se sienta en la cama―. Ven. ―Da dos golpecitos en el colchón―. Esperemos y... de paso habría que corregir un poco esto.
Me acerco.
―¿Corregir el qué?
―Se supone que tuvimos sexo salvaje. ―Se ríe y me desacomoda la ropa―. ¡Está mejor! ―Se lo piensa―. ¡Y esto así! ―agrega.
―¡Eh, no! ―Me remuevo cuando me tira en la cama―. Ja, ja, ¡me haces cosquillas! ―Me siento―. ¡Basta! Casi me sacas la peluca.
Que, por cierto, es lo que más ha sobrevivido de este disfraz.
―No me había dado cuenta. ―Levanta un mechón―. Eres rubia.
Oculto mi pelo bajo el pañuelo peluca, o como quiera que se llame esta parte del disfraz.
―No me desarmes todo el secreto. ―La fulmino con la mirada.
―El disfraz es tan real y parece a la medida, solo para ti ―opina.
―Es el único que había.
―Suena a destino. ―Hace una risita.
La puerta se abre de repente y ambas nos sobresaltamos. Visualizo ese intenso azul y el corazón se me acelera.
―¿Iván? ¿Qué haces aquí? ―expreso confundida.
―Eh... uh... ―No sabe qué decir hasta que hace una pausa y recién responde―. Me equivoqué. ―Se gira y se va.
―Eso fue muy raro ―dice la rubia, analizando la situación mientras mira la puerta, y luego me observa a mí, haciendo una sonrisa pícara―. Hora de hacer el plan.
―¿Y cuál sería ese? ―pregunto, no muy convencida.
Levanta un dedo.
―Pues le dirás al capitán que has quedado tan encantado conmigo, que quieres llevarme para repetir durante el próximo viaje.
―Suena aterrador, pero... bueno, ¿crees que aceptará? ―Me lo pienso, sinceramente. Yo opino que es muy poco probable.
―¡Claro! ―exclama animada―. Él quería hacerte todo un hombre y ahora lo serás. ―Mueve las cejas―. Ya lo verás, y si no, uso mis encantos ―Me guiña.
~~~
Una vez que salimos de los aposentos, la trampa de Bree funciona a la perfección. La tendré un tiempo en el barco al parecer. Hasta se nota que el capitán está más que contento, emocionado diría yo. Se la pasa festejando en el local, bebiendo a montones de alcohol y hasta se ha olvidado de mí. Podría escapar, pero hay uno de los piratas en la puerta de salida del establecimiento. Específicamente, Hunter, ese grandote da miedo, incluso aunque parece ser que se lleva bien con Iván, y hablando del teniente...
Camino por el pasillo del lugar y soy detenida por el brazo.
―¿Te diviertes, verdad? ―exclama enojado y lo miro, sorprendida.
―No... no sé de qué hablas.
―Esa mujer es muy interesante, ¿no? ―Bebe de la botella que tiene en la mano, la cual no me sostiene el brazo.
―¿Te...? ¿Te refieres a Bree? ―pregunto confundida.
―Hasta la llamas por su nombre, ¿qué te sucede?
―¿A ti qué te sucede? ―exclamo desconcertada―. Deje de tomar alcohol, teniente, le hará mal.
Traga saliva y me mira, detenidamente, con ese intenso azul. Hace una pausa que parece eterna y cuando pienso que va a presionar más mi brazo, me suelta, girándose rápido para irse.
―Eres una pérdida de tiempo.
¡¿Y ahora qué hice?!
Lo veo caminar lejos de mí y me siento por completo aturdida. Estoy equivocada, no está borracho, camina perfectamente, no ha tomado mucho. Entonces, ahora sí, ¿qué le pasa? Suena a celos, pero eso sería extraño. A menos claro, que el teniente sea gay. Bueno, en realidad no sería, porque no soy hombre. Me estoy haciendo un matete en la cabeza. Creo que Bree puede traerme más enojos de parte de Iván. Un segundo, ¿o será que le gusta ella? Olvídalo, demasiado lío en mi cerebro.
Ya mezclé todo.
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