Capítulo 2: Atracción
Alexia
Caigo, sigo cayendo, el agujero negro es infinito.
Oigo como sube mi respiración de un solo resoplido y mis ojos rápidamente se abren. Miro el techo, parece madera, percibo unas sábanas y me siento de repente. Observo que aún tengo el disfraz y me doy cuenta que combina perfecto con el lugar en el que estoy. ¿Acaso es un camarote?
Termino por recordar.
―¡¿Estoy en un barco pirata?! ―grito sin pensar.
¡¿Qué pesadilla es esta?!
La puerta se abre con fuerza y me encuentro con esos hermosos ojos azules. Cielos, son como el mar.
―Niño, parece que despertaste. ―Camina con prepotencia hasta acercarse a la cama―. Ahora me vas a decir por qué eres un polizón.
―No... no lo sé, señor. ―Noto mi nerviosismo en la voz―. Yo... yo simplemente estaba en un barco, ca... caí al agua y cuando salí, ya estaba nadando y llegando hasta este.
Entrecierra los ojos.
―Supongamos que te creo y no perteneces al bando enemigo. ―Hace una pausa, para luego preguntarme―. ¿De qué isla vienes?
¿Isla? ¿De qué está hablando? ¿No debería preguntar puerto?, ¿país? No sé, ya no tengo idea de dónde estoy, pero, ¿isla? ¿En serio?
―¿Isla? No vengo de ninguna isla.
Ladea la cabeza.
―Un Navegante ―exclama pensativo―. ¿Es acaso que te perdiste en tu ruta? Estamos muy lejos de esa zona, la verdad no me cuadra lo que dices ―pronuncia seriamente.
Y para mí está hablando en chino.
―Lo siento, teniente, pero no tengo idea de lo que me está hablando. ―Miro en dirección su espada, causándome curiosidad―. ¿Puedo preguntar sobre su insignia?
Siento mis mejillas arder y no sé por qué me ocurre esto. Es como una atracción que no sé me despega con solo estar cerca de él. ¿Qué será? Parece culpa de la sensación que me genera el medallón.
Frunce el ceño.
―Aquí las preguntas las hago yo. ―Hace nuevamente una pausa―. Y como no pareces ser una amenaza. ―Mira hacia la puerta―. Hunter. ―Esta se abre y visualizo a un castaño de pelo largo, grande, musculoso y alto, con una mirada fría que hasta da miedo―. Trae el trapeador, tenemos un nuevo grumete, ya nos hacía falta uno. ―Se ríe con malicia y entonces se retira.
Eso me dio escalofríos.
Rato después, el hombre grandote vuelve y tira lo que pidió Iván, junto con otros objetos de limpieza.
―Hora de trabajar, polizón, no puedes quedarte aquí, se te acabó la siesta. ―Aunque su voz sonó agresiva, espera a que me levante y luego se gira―. Sígueme.
Agarro todas las cosas del suelo y voy detrás del gigante. Realmente es muy alto, hasta tiemblo de lo grande que es. Señala el enorme navío y trago saliva al ver todo lo que debo limpiar. Encima de que se ve un asco, no puedo negarme o podría morir en el intento.
Necesito ayuda y no tengo idea de cómo obtenerla o si en realidad puedo regresar. Mientras limpio, he tocado el medallón de mi bolsillo millones de veces, no ha ocurrido nada y no me atrevo a tirarlo al mar para perderlo. Además, de que si me muevo, haciendo un movimiento indebido, siento que ese tal Hunter me va a cortar la cabeza con su enorme espada.
Las horas pasan y pasan, hasta que al fin termino de limpiar la proa, me falta toda la mitad del barco y ya se ha hecho de noche. Necesito descansar, tengo mucho sueño. Hunter no ha dejado de vigilarme, no hace más que mirarme. Parece que está solo para ello.
De repente el piso se mueve y reacciono, asustada.
―¡¿Pero qué rayos?!
―¡Clayton! ―grita el castaño y otro pirata se acerca―. ¡Avísale al teniente, el Kraken está de regreso!
¡¿Acaba de nombrar un monstruo marino?! Debo estar delirando.
Visualizo a Iván salir corriendo con su espada ya desenvainada, la cual brilla como lo hacía mi medallón cuando caí al agua. Continúo aferrada al suelo, ya que es de lo único que pude agarrarme mientras limpiaba, pero ahora el miedo ha disminuido y la intriga crece.
Nadie más actúa, confían en él y yo no entiendo qué es lo que ocurre, hasta que mis ojos se abren en grande, al ver unos enormes tentáculos enganchados de la punta de la proa. Me levanto, temblorosa, y me sobresalto cuando el teniente salta, clavándole la espada en la cabeza del monstruo.
Siento un mareo por el susto y el cansancio. Acaban de darme de alta, es obvio que estoy débil, pero como si fuera magia, termino por desmayarme otra vez.
~~~
Despierto en una litera, que está al lado de varias iguales, ya no estoy en esa habitación pomposa, en la cual me desperté antes, aquí huele a piratas sucios y asquerosos.
Alguien despiérteme de esta pesadilla.
Me levanto sin hacer ruido, mientras oigo los ronquidos de todos y cuando salgo, la puerta rechina. Entonces temblequeo, rogando que ninguno se dé cuenta de mi movimiento, no quiero que me impregnen su olor, acercándose a mí. Necesito salir de este lugar, lleno de olor a alcohol. ¿Acaso hubo una fiesta aquí mientras estuve inconsciente? Qué bueno que me desmayé entonces.
Al lograr salir, logro ver las estrellas, se nota que es de madrugada todavía. El monstruo ya no está en la proa, pero logro visualizar al teniente, mirando el océano, perdido en sus pensamientos. Su sombrero está en su mano y su cabello oscuro se mezcla con la noche y el viento. No es muy largo, pero tiene una pequeña coleta detrás, casi ni se le nota, hasta podría parecer actual si no fuera por la ropa pirata. Además, él no huele como uno, es distinto, no sé cómo explicarlo.
―Iván ―lo nombro, aunque no me ha escuchado y no sé por qué, pero mi corazón se acelera, generando esta atracción por el hombre de aquel sueño.
Quizás sí esté soñando, es demasiado bello para ser verdad.
―Niño. ―Me sobresalto cuando me ve.
Lo olvidaba "soy un hombre" debo comportarme como uno o al menos no parecer que estoy babeando por un pirata.
―Te... tengo un nombre.
Sonríe.
―Lo sé.
―¡Entonces llámeme por él! ―me quejo y comienza a reír.
―Qué osadía, estás nervioso, pero me contestas. ―Vuelve a mirar al mar―. Hace tiempo que ninguno de esta tripulación no me desafía. Deberías tener cuidado. ―Me observa de nuevo, advirtiéndome, y regresando a su rostro serio.
―¿Por qué? Si no me has hecho nada ―exclamo confundida.
―Buen punto. ―Vuelve a sonreír y otra vez a mirar el océano―. Lo tendré en cuenta, Alex.
¡Oh, cielos! Acaba de decir mi nombre, ya puedo morir en paz. Digo, ¡reacciona! No es momento de esto, tengo que regresar a dónde sea que esté mi mundo. Pero es que, ¿quién es este hombre?
Suspiro y se me escapa.
―Quiero la cama de antes. ―No esa litera asquerosa llena de piratas alcohólicos.
―¿Quieres mi cama? ―se burla y se ríe.
―¡¿Eh?! ―Siento mis mejillas arder―. ¡¿Era su habitación?!
Por eso olía bien.
Queda pensativo. Quisiera saber qué es lo que hay en su mente, su mirada parece confusa. Luego deja de observar al océano, levanta una ceja cuando ve mi rostro sonrojado, entonces se me acerca.
―¿Tienes fiebre?
El corazón me va a mil, es demasiado cerca.
Siento el tacto de su mano en mi frente y cuando me suelta, se me escapa un suspiro, por culpa de esta inevitable atracción que siento por él.
―Eres raro. ―Vuelve a reír―. Pero me agradas, le diré a Hunter que te trate mejor. ―Si continúa regalándome sonrisas me desmayaré por tercera vez.
Más pasa el tiempo, más amable se vuelve conmigo.
Siento mis latidos fuertes, ¿por qué será?, ¿acaso dice la verdad? No importa que esté en un barco lleno de piratas, quisiera saber qué es lo que piensa y eliminar toda duda.
Empezando por la insignia de su espada.
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