Capítulo 12: La verdad
Alexia
He quedado perpleja, el barco enemigo no solo es diferente a uno normal, sino que también su capitán es Derek. ¡Mi Ex! ¡¿Qué clase de ilusión es esta?! No lo veo hace mucho, pero este es el colmo, ¿encontrarlo aquí? En este mundo, no tiene lógica, aunque si lo pienso mejor, aquí nada la tiene. Armas mágicas, monstruos, una insignia que me persigue y ahora, ¡esto!
Debo dejar de sorprenderme.
Estoy segura de que ese imbécil sabe cómo llegué hasta aquí. Me gustaría una explicación, pero preferiría pegarle. Además, su apariencia es... distinta. Realmente, parece un pirata. ¿Qué debería hacer ahora?
Me concentro en la batalla cuando un enemigo me ataca y la pelea por el barco continúa. La equidad de ambos bandos parece notarse. Es un enfrentamiento igualado hasta que lo que dijo Derek con anterioridad se cumple.
"He cambiado de opinión".
No deciden tomar realmente el barco como parecía, en un momento el castaño salta hasta mí y me sorprendo. El pirata que me atacaba, retrocede ante la acción de su capitán. Pienso que va a decir algo, pero se quita el parche delante de mí, lo que provoca que todos se detengan, incluso los que no son de su tripulación.
―Un Brujo Maldito. ―Se sobresalta Freíd, cuando ve el ojo negro, que ahora ya no está cubierto―. Maldición ―se queja y muchos bajan sus armas.
―Como siempre, todo el mundo discriminándome ―exclama seriamente mi ex, luego sonríe―. La magia negra no es para principiantes. ―Chasquea los dedos y las armas mágicas, parece que se vuelven locas, caen al suelo y se mueven como si nada. Veo como el ojo negro de Derek comienza a sangrar, es una mezcla de un líquido negro con sangre, así que me sobresalto―. Tranquila, cariño, no es nada.
Giro mi vista, entonces veo como los martillos de Hunter tuvieran una sobrecarga o algo así, y la espada de Iván le da dificultad para obtenerla.
―¿Qué has hecho? ―pregunto confundida.
―La magia con la que se hicieron esas armas, no se compara con la mía, aunque... ―Mira la espada del teniente y queda pensativo―. No es importante. ―Vuelve a observarme―. La pregunta es, ¿qué haces aquí? ―Me mira de arriba abajo, levantando una ceja―. Y con esa apariencia.
Frunzo el ceño.
―Podría decir lo mismo. ―Me sobresalto, en el momento que agarra mi cintura y me acerca hasta su cuerpo―. ¡¿Qué haces?! ―Me alarmo, molesta.
―Me llevo el botín. ―Se aproxima a mi boca y cuando me quiero dar cuenta, quedo sorprendida, ya me está besando.
No solo yo estoy perpleja, sino todos los presentes. Creo que en mi mundo no sería para tanto, pero es una imagen sorpresiva, "dos hombres" besándose en medio de una batalla, cuando se supone que son enemigos y también se piensa que soy "un chico".
Cuestión, que no dura mucho el beso, porque Derek se aleja rápido, ya que una espada pasa por entremedio de nuestras cabezas. La vio venir a una velocidad impresionante, pero en realidad eso no es lo que me sorprende.
Giro mi vista y visualizo el rostro de Iván, muy furioso.
―Aléjate... ―Su mandíbula se tensa―. De Alex. ―La espada regresa a su dueño, es la única arma que parece no ser manipulada por Derek ahora―. ¿Qué te pasa? ¡¿No oíste?! ―Entrecierra los ojos―. Te lo voy a hacer entender.
―Iván, cuida tus palabras ―intercede su hermano―. ¿Acaso no te das cuenta que estás hablando con un Oráculo? Es peligroso ese tipo de brujo.
―Al fin me respetas, capitán Freíd ―opina Derek y me sorprendo.
―¿Cómo sabes su nombre? ―pregunto curiosa―. ¿Lo conoces?
―No, me lo dijo mi ojo.
Genial, ahora los ojos también hablan, seguro pronto veré una vaca volando, espero que para ese momento ya me haya acostumbrado.
―¿Para quién trabajas? ―pregunta el capitán―. ¿Qué es lo que buscas aquí?
―Para el Rey, él es mi guía y quien protege de mi magia. Sus órdenes son claras, ningún pirata cerca de sus islas ―aclara, pero luego me mira―. ¿Pero quién dice que obedezco al pie de la letra? ―Ríe y me señala―. Quiero al niño y los dejaré en paz.
―¡¿Qué?! ―Me sorprendo―. ¡No soy ningún niño...! ―Me percato―. ¿Cómo es que sabes...? ―¿Cómo sabe que estoy fingiendo? O en realidad, ¿cómo sabe que me dicen niño?―. Es como...
―¿Si supiera todo? ―completa lo que iba a decir―. Más o menos, aunque no es tan así. ―Vuelve a reír y luego mira al capitán―. ¿Y bien? Su libertad a cambio de este enano, ¿qué opinas, Freíd?
―No te atrevas ―dice Iván, presionando sus dientes y observando seriamente a su hermano.
Freíd lo contempla un segundo y luego vuelve a mirar a Derek.
―Trato hecho.
―Genial. ―Chasquea los dedos, y de repente, me lleno por un extraño humo negro alrededor de mí, siento que floto―. Trato completado. ―Oigo a mi ex y caigo al suelo.
~~~
Cuando me doy cuenta, ya no estoy en la cubierta del barco de Freíd, sino en una habitación. ¿Pero qué pasó? Miro confundida a todas partes. Me levanto rápido del piso y me acerco a la ventana, estoy...
¡¿En el barco enemigo?!
Puedo ver a lo lejos dónde me encontraba antes. ¿Cómo es que llegué hasta aquí? ¿Cómo? Esto no puede ser real. La puerta se abre, me giro rápido, visualizando a Derek, que ha vuelto a tener su parche y me sonríe como si no pasara nada en realidad.
―¡¿Quién te crees que eres para secuestrarme?! ―le recrimino―. ¡¿Qué está pasando?! ―exijo―. ¡¿Cómo ocurrió esto?! ―Me agarro de la cabeza, estando muy nerviosa.
Ríe.
―Una pregunta a la vez.
―Bien. ―Me acerco hasta él, molesta―. ¿Dónde estamos?
―Muchos lo llaman Mundo Pirata, pero su verdadero nombre es Okean, el lugar del otro lado del mar o en realidad, de la tierra ―me explica y no entiendo absolutamente nada.
―¿Del otro lado...?
―Hay una línea delgada, pero solo la cruzan unos pocos, aquellos que tienen objetos mágicos o aquellos que caen en portales, como el triángulo de las bermudas, por ejemplo. Interesante, ¿no?
Muevo la cabeza.
―Olvídalo, eso no es lo que quiero saber. ¿Quién eres? Es evidente que la culpa de que esté aquí, es tuya. ―Lo señalo y él niega con la cabeza.
―Estás equivocada ―dice seriamente―. No tengo nada que ver.
―¡¿Cómo qué no?! ―Lo agarro de la ropa, molesta―. ¡Tú estabas allá y ahora estás aquí! ―Lo suelto y retrocedo―. No te reconozco... no. ―Niego con la cabeza―. Desde antes no te lograba comprender, no tengo idea cuándo cambiaste, pero lo hiciste ―expreso frustración, mirando hacia el suelo y bajo mi mano a mi vientre―. Y nos abandonaste. ―Lo observo con odio―. Lo destruiste todo. ―Mis dientes se presionan―. Monstruo.
Continúa sonriente.
―Si hablas de Thomas, no está muerto, se encuentra a salvo.
Mis ojos se abren en grande por la sorpresa.
―No puede ser, ¿te refieres a nuestro hijo?
¿Cómo es eso posible? ¿Puede ser verdad? ¿Qué es lo que realmente está pasando? No comprendo nada, siento que me voy a desmayar otra vez. Poso mi mano dentro de mi traje y saco el medallón de allí, mirándolo fijamente.
Necesito saber la verdad.
La joya brilla y Derek retrocede, yo me sorprendo.
¡¿Y ahora qué rayos está pasando?!
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