Capítulo 11: Ojo Verde
Alexia
Ya es la mañana, pero sigo pensativa. Camino confundida por los pasillos del barco, no entiendo qué le ocurre a Iván. ¿Por qué se enoja? ¿Yo qué le hice? Cada vez lo entiendo menos. Encima sigo en este mundo extraño. Meto la mano dentro de mi chaqueta y miro el medallón. Ya no pienso que esto sea un sueño, es demasiado real, mis emociones son muy reales.
¿Qué debería hacer? ¿Cómo hago para regresar y dejar de envolverme en todo esto? Mi amigo Joshua debe estar preocupado y Mikhail va a pegarme una patada si lo hice llorar. Aunque si logro volver y les cuento, quizás me envíen a un manicomio por decir tantas locuras.
Mejor guardármelo para mí.
Me detengo y me giro al darme cuenta de que alguien me está siguiendo. Visualizo al grandote de Hunter y sonrío, nerviosa.
―Hola. ¿Qué tal? ―Trago saliva y acoto―: Hoy me vigilas más de lo normal.
El castaño sonríe.
―Cálmate, polizón, ya deberías estar acostumbrado.
Frunzo el ceño.
―¿Quién se acostumbra a ser prisionero?
Soy defensora de los derechos humanos y eso que dijo no me gustó en absoluto. Los piratas no tienen respeto por la vida de los demás, malvados egoístas. Un poco de consideración no les vendría mal.
Hunter se queda observándome en silencio y luego bufa.
―Tienes razón, me he pasado, lo siento.
Mis ojos se abren en grande al oírlo.
―Un pirata disculpándose, esto es nuevo ―opino.
Frunce el ceño.
―Sé perfectamente que se siente, por eso lo digo, pero si no quieres que me disculpe, puedo retractarme ahora mismo ―expresa enfadándose.
―No intentaba que te enojaras. ―Me sobresalto―. Solo me sorprendió, nada más. ―Agito las manos, nerviosa―. ¡Mil perdones! ―Hago una pausa cuando me lo pienso―. Entonces, ¿has sido prisionero? ―pregunto curiosa.
―Creo que tú no sabes de historia. ―Se ríe, burlándose.
Sé la historia de mi mundo, no la de este.
Suspiro.
―A ver, ilústrame.
―Cuando el mundo se destruyó y hubo el primer solsticio del año, los reyes decidieron quedarse con lo que quedó, incluyendo personas. Quienes se salvaron de esa tragedia, fueron pocos y la mayoría piratas.
Quedo tildada, escuchándolo, puedo entender más o menos lo que quiere decir, entonces, ¿por eso solo hay islas en este mundo? No hay continentes, porque fueron destruidos.
―Comprendo ―susurro, bajando la vista.
―El polizón sabe cuándo callar. ―Ríe de nuevo―. Igual me caes mal ―expresa irritado y lo vuelvo a mirar.
Entrecierro los ojos cuando lo observo.
―¿Eres voluble acaso?
―No, solo no me gusta que mi amigo sufra por tu culpa. ―Me señala―. No sé qué le has hecho al teniente, pero si lo estás embrujando como dice el capitán... ―se dispone a amenazar―. Te aplastaré con mi mazo.
Me sobresalto.
―Tampoco para exagerar.
―De hecho sí, he dejado de ser prisionero del Rey gracias a él, mi gratitud es enorme, por lo tanto, exageraré todo lo que yo quiera.
Si antes me daba miedo, ahora más.
―Vale.
―Estás advertido ―me avisa y veo como se aleja.
Siento que Hunter regresará, sacará sus dos martillos gigantes y me los partirá en la cabeza. Okey, he exagerado yo también, pero, ¿por cuánto tiempo podré ocultar mi secreto? Además, al parecer ahora estoy siendo más vigilada que antes.
Debo hablar con Iván y conseguir que de alguna manera su amigo grandote y agradecido me deje en paz. Incluso aunque el teniente esté enojado, me tiene que escuchar.
~~~
Busco a Iván por todas partes y cuando al fin lo encuentro, me sorprendo. Ya veo por qué me costó hallarlo. Duerme detrás de unos barriles en la cubierta. Me río, eso es escapar de las obligaciones, qué gracioso. Me agacho y me le acerco.
―Teniente... ―lo llamo y paso la mano de un lado a otro cerca de sus ojos a ver si está despierto―. Teniente.
Me quedo mirándolo sin intentar nada más, el viento de la fría mañana mueve sus cabellos, es como si fuera una bella pintura, una obra de arte esculpida en la realidad. Demasiado guapo para ser verdad.
Me muerdo el labio inferior y me acerco a su rostro. En definitiva, ya me he vuelto loca. Me consideraré una pervertida desde ahora mismo, si hago lo que creo que estoy pensando. Observo su boca y durante un rato largo me quedo viéndola. No debería, pero ya estoy a centímetros.
¿Dónde queda mi moralidad y lo que dije del respeto? Pero es que es una tentación indescriptible y, ¿cuándo tendré una oportunidad como esta? Aquí nadie me ve, detrás de estos barriles. La depravación no va conmigo, sin embargo, ¿a quién quiero engañar? Nadie se va a enterar.
Toco su mejilla y me cercioro de lo que estoy haciendo.
―Teniente ―vuelvo a llamarlo por las dudas, pero me doy cuenta de que se encuentra profundamente dormido.
Quizás no ha tenido lindos sueños y por eso está descansando ahora. De cualquier forma, ya no puedo detenerme. Cierro los ojos, entonces uno mi boca con la suya. Siento que vuelan chispas, sin embargo, me sobresalto cuando los labios de Iván se mueven. Intento levantarme, pero noto sus manos en mi cintura, las cuales logran detener mi acción de huir.
Abro los ojos y me encuentro con ese intenso azul, observándome. Intensifica el beso, introduciendo su lengua, buscando la mía. Yo se lo sigo, pero algo no me queda claro en esta situación.
¡¿Iván es gay?!
De acuerdo, me quedaré para siempre vestida de hombre. Estoy desvariando, eso se descubre muy fácil cuando vas a intimar. Supongo que pienso demasiado, justo en este mismísimo momento.
Cuando nuestras bocas se separan, respiro con agitación, pero no lo dejo de observar. Aunque él todavía menos, tiene la mirada clavada en mí. Va a matarme con esa seriedad que impone cuando lo hace.
―Alex... ―me nombra y siento mis mejillas arder―. Yo... ―Frunce el ceño y agarra mi chaqueta con enojo―. Tú... ―Su actitud cambia, presionando sus dientes, por lo tanto, creo que va a asesinarme esta vez, pero de verdad.
Antes de que pueda decir algo, de repente el barco hace un movimiento brusco y nos desorientamos de incluso todo, hasta de lo que estábamos intentando procesar.
Me sobresalto.
―¡¿Pero qué pasa?! ―Me levanto y espío por encima de los barriles.
Otro navío, y puedo ver una isla a lo lejos.
―¡¿Cómo es que no los vi?! ―Oigo la queja de Freíd al salir de una de las tantas puertas del barco.
Bree corre, levantando su vestido, y se sorprende.
―Es acaso... ¿Una ilusión?
¿De qué habla? Quedo confundida.
Veo como Hunter también aparece acompañado de Clayton, otro pirata que se asoma bastante seguido, y se quedan observando el barco.
―Tiene razón ―opina el castaño.
―¿De qué hablan? ―pregunta el otro.
―Responde ―exige el capitán―. Rápido, que no sé quién es nuestro enemigo ―luego agrega, observando el navío―. No puedo entender este barco, es diferente a lo habitual.
Observo aquella embarcación que nombran, más detenidamente. No visualizo ningún pirata todavía, ni una sola persona, es como si se navegara solo. Hay una niebla extraña alrededor de este y demasiadas sombras, es un barco por completo negro.
―El barco tiene un hechizo para no ser visto. ―Sale Iván de su escondite y le da la razón a Hunter.
De repente, llegan unas sogas y se enganchan a nuestro navío. Las personas al fin se ven, así que comienzan a avanzar hasta nosotros. Aprovecho la distracción y salgo también para luchar. Sin embargo, algo me desconcierta, por lo tanto, me giro, cuando una persona en particular pasa a la cubierta.
Me cruzo con ese ojo verde, puesto que el otro lo tiene con un parche, y estoy por completo sorprendida. Hasta paralizada diría yo, mis ojos se abren en grande al visualizarlo y siento que me he quedado sin aire.
―Derek.
La visión de mi ex también es de sorpresa.
―¿Alex?
―¡Capitán! ―dice un pirata de la otra tripulación y este se gira―. ¿Cuáles son sus instrucciones?
Entonces él sonríe.
―He cambiado de opinión.
¡¿Qué rayos está pasando aquí?! Me hallo más que aturdida, creí que no me encontraba en un sueño, pero por ahí, quizás es una pesadilla. No sé si las respuestas han llegado a mí o en realidad, han venido a empeorarlo todo, no obstante, de algo estoy segura.
Nada bueno va a pasar.
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