Capítulo 1: Medallón
Alexia
Al darme el alta del hospital, salgo de la habitación y miro de un lado a otro. Me quedo tildada un segundo. ¿Dónde está Joshua? Se supone que iba a irme con él. No tengo familia, esta se esfumó hace mucho, mi amigo podría considerarse una. He sido muy mala con él, debería pedirle disculpas, otra vez.
Giro la vista y frunzo el ceño.
―¿Mikhail?
El castaño rueda los ojos.
―Sí, soy yo. ―Se cruza de brazos.
—¿Y Joshua?
—Mira, aclaremos una cosa, tú y yo no nos soportamos, menos teniendo a mi novio de por medio, pero alguien tenía que buscarte y él no podía, solo le hice el favor, así que terminemos con esto rápido.
—Podrías ser un poco más considerado y bajarme el tono —le aclaro molesta.
—No —dice en seco y la conversación termina ahí.
Mikhail es la pareja de Joshua, si tendría que denominarlo sería: la persona más malhumorada del mundo. ¡¿Por qué está enojado siempre?! Excepto cuando está con mi amigo, ese ya es otro cantar. Hablando de parejas, Derek ni apareció. ¡Es un maldito desgraciado! ¿Acaso no éramos pareja? ¿Acaso no teníamos un futuro juntos? ¡Un bebé en común! ¡¿En qué está pensando ese imbécil?! ¿Se enteró de lo ocurrido o es idiota?
―Vamos.
Mikhail entrecierra los ojos.
—Tu casa es para allá. —Señala a mi derecha.
—No, iré a averiguar qué está haciendo el imbécil ―exclamo con furia.
—Se supone que debo dejarte en tu casa, olvídalo, no irás.
—Por favor. —Hago cara de perrito mojado, rogando.
Bufa.
—De acuerdo, pero solo un segundo.
—¡Ah, eres un genio! —Salto y me tiro a abrazarlo, pero me esquiva.
—Tócame un pelo y te corto las manos —amenaza.
—¡Uf! Eres un amargado.
—Gracias, es mi mejor don. —Sonríe orgulloso.
Llegamos al apartamento de Derek y entro a hurtadillas. Mikhail se queda en la puerta mientras me observa.
—Deja de hacer de tonta y apúrate —me recrimina.
—¡Uf! No te soporto. ¡¿Por qué no vino Joshua?! —exclamo, molestándome otra vez con él, como siempre.
—Porque soy un amor —se burla.
—No, no lo eres, en todo caso ese sería Joshua. —Miro para todos lados mientras le respondo. Por suerte Derek no está. Necesito averiguar quién era esa pelirroja—. Joshua es muy tierno, deberías aprender de él.
—No digas cosas que ya sé, obvio que Joshua es tierno, la verdad creo que tú deberías aprender de él.
Suspiro.
—Quizás debería aprender de ti. ¿Cómo lo haces?
—¿Hacer el qué? —Levanta una ceja.
—Admito que no te soporto, pero también admito que te admiro —sigo hablando mientras busco en los cajones—. Te llevas el mundo por delante, no te importa qué digan los demás y nunca estás deprimido, eres valeroso. Por eso, creo que aunque no me caes bien, me pone contenta que seas la pareja de Joshua, ya que lo haces feliz y puedes protegerlo de lo que sea. —Sonrío—. Incluso de mi estupidez.
Se asombra.
—¡Vaya! Nunca creí que pensaras eso de mí.
Suspiro.
—Soy una envidiosa, eso es lo que pasa. Nunca elijo a la persona indicada.
Mikhail sonríe.
—Ya la encontrarás, todo a su debido tiempo.
—¿No nos estamos volviendo amigos, cierto? —Lo señalo, entrecerrando los ojos.
—¿Quién sabe? —Se ríe—. Ahora apúrate que esto es ilegal. —Mira a un lado y otro.
—¡Sí! —Levanto un almohadón y me sorprendo—. Esto...
—¿Qué sucede?
—No lo puedo creer.
El medallón pirata de mi sueño. No puede ser, es imposible. Lo levanto desde la cadena, el oro puro brilla, es más impresionante que en mi sueño. ¿Por qué Derek tiene este medallón bajo la almohada? Nunca lo había visto allí.
—Esto, esto lo vi en mi sueño. —Le muestro a Mikhail.
—¿Se te salió un tornillo o qué te pasa?
Frunzo el ceño.
—¿A dónde se fue tu buen humor?
—Contigo no dura mucho. —Se ríe al burlarse.
¡Será malvado! No lo soporto.
No encuentro absolutamente nada más y sin pensarlo dos veces, me llevo el medallón. Derek ya me arruinó la existencia, con algo al menos me tiene que remunerar y este bello objeto ahora es todo mío.
~~~
Mi despertador suena. Cielos, tengo que ir a trabajar. Soy una asistente social recién matriculada. Siempre ha sido mi sueño ayudar a las personas en todos los sentidos posibles, pero levantarme temprano no es una de las cosas que más me ponen contenta.
Maldita sea, ¿dónde está ese odioso reloj que sigue sonando? Muevo la mano para tocarlo en la mesita de luz, no obstante, al sentir otra cosa circular, abro un ojo, confundida, y levanto la cabeza.
¿Ese medallón acaba de brillar? Debo estar loca. La pérdida de mi bebé me ha hecho perder la cordura, eso debe ser.
Me refriego los ojos. Efectivamente, no hay ningún resplandor. Suspiro, apago el despertador y me toco el vientre. Muevo la cabeza, debo vivir el presente y olvidar el pasado.
¡Vamos, soy una persona optimista, no puedo decaer!
¿Y entonces por qué estoy llorando?
Mi celular suena y me sobresalto. Corro al baño a lavarme la cara, bufo y vuelvo a mi habitación para contestar.
―¡Hola, dormilona! ―grita Joshua del otro lado.
―No... no estaba durmiendo.
―¿Estabas llorando?
―¡Menos! ―Me refriego los ojos. ¿Es que acaso lee la mente este chico?―. ¿Qué quieres, Joshua? Tengo que ir a trabajar. ―Bufo.
―¿Adivina quién ira a una fiesta de disfraces esta noche? ―dice en tono pícaro.
―Obviamente, yo no ―exclamo arisca.
―Lo siento, ya pagué la entrada. ―Se ríe―. Es en un crucero, ¡te va a encantar! ―Se oye animado―. Olvidemos nuestras penas.
Sonrío.
―Qué lindo, pero...
―No acepto un no como respuesta, o me vas a pagar lo que me salió la entrada ―me provoca.
Entrecierro los ojos.
―¿Te burlas porque eres rico?
―¡Sí, soy delicioso! ―bromea―. No, boba, porque te quiero.
Me sonrojo.
―¿Me recuerdas por qué eres gay?
―Porque los hombres estamos buenísimos. ―Se ríe―. Y va a haber unos guapetones en ese barco, que ni te digo más porque si no mi Mikhail se pone celoso.
―Okey, ya me convenciste.
―Ah, no te conseguí traje, vas a tener que buscar uno a la tienda.
―Mejor, prefiero elegírmelo yo el disfraz, así me distraigo en mi tiempo libre ―le aclaro.
―¡Bien, una sugerencia! ¡Piratas! Así hacemos juego y combinamos.
Me río.
―De acuerdo, piratas entonces.
~~~
Luego del trabajo voy directo a la tienda, hay gran variedad de disfraces, pero yo me dispongo a buscar uno de pirata. No puedo decepcionar a mi amigo, además que me parece una gran idea. Aunque...
¿Por qué todo últimamente se relaciona con piratas?
Qué extraño.
―Disculpe. ―Miro al vendedor―. ¿No tiene uno para mujer?
―Teníamos, pero se llevaron el último ayer ―aclara.
―¿Y no tiene una talla más chica? ―Esto me quedará un poco grande y pareceré más hombre de lo que mi rostro aniñado me hace ver.
Así no puedo coquetear con nadie.
―No, lo siento, es el último que queda.
Bufo. Tengo que combinar con Joshua.
―Mm, bueno. ―Sonrío―. Me lo llevo.
Es una fiesta de disfraces, no tiene nada de malo vestir de hombre. Quizás debería quitar la peluca negra y dejar mi hermosa melena rubia para que se note mi feminidad.
~~~
Ya es de noche y estoy en la casa de mi amigo.
Está muy animado.
―¡¡No, deja la peluca, te queda muy bien!! ―insiste Joshua cuando me ve con el disfraz puesto.
―¿Tú dices? ―pregunto avergonzada y me la acomodo.
―Estás muy fea ―me provoca Mikhail que se encuentra mirando la tele, sentado en el sillón.
Frunzo el ceño.
―¿Y tú por qué no te has cambiado?
―Ni muerto voy a esa estupidez. ―Cambia de canal.
―Qué amargado. ―Ruedo los ojos y luego miro a Joshua―. Repíteme por qué te gusta este energúmeno ―me quejo.
―Eh... uh... ―Se sonroja.
El castaño sonríe pícaramente y mueve las cejas.
―No quieres saberlo.
―¡Mikhail, no hables de nuestra intimidad! ―exclama avergonzado mi amigo y se agarra los cachetes.
―Okey, pero ya váyanse que empieza mi novela. ―Mueve la mano como para echarnos.
―Pero te voy a extrañar ―dice tímidamente y mueve sus dedos índices entre sí, observando hacia el suelo.
Lo agarro de su disfraz y lo empujo hacia la puerta.
―Deja de jugar, tengo que conseguirme un novio nuevo. ¿No dijiste que había un montón de guapetones? ¡Déjame disfrutar! ―Aumento mi voz, pero dejo de avanzar cuando alguien tironea, entonces me giro y lo veo―. ¡Mikhail! ―Agarra el brazo del rubio.
―¿Qué guapetones? ―Entrecierra los ojos, celoso―. Okey, voy.
―¡Ah! ―grita Joshua―. ¡Soy feliz! ―Y lo abraza―. ¡Hay que buscarte un traje!
―No, ya nos vamos. ―Agarra su mano y camina adelante, aunque su pareja mientras avanzan cambia a agarrarse de su brazo, muy alegre.
Qué envidia.
~~~
La fiesta es impresionante, hay un montón de personas con diferentes disfraces. Princesas, superhéroes, doctores, hasta hay uno disfrazado de un pato. Muy gracioso.
Me voy al estribor del barco a mirar las estrellas, todos están muy animados y yo sigo depre. ¿No hay algo que me haga pensar en otra cosa?
Mi bebé ya no está aquí.
Giro la vista y creo ver a Derek. Muevo los ojos, es imposible. Comienzo a caminar a esa dirección, pero no lo veo realmente. No hay nadie aquí.
También estaba disfrazado de pirata.
Aunque uno muy realista. Parecía ropa de verdad hecha por la antigüedad. No obstante, ahora que lo pienso, la mía también parece bastante convincente.
Lástima que parezco hombre.
Siento moverse algo en mi bolsillo y meto la mano allí.
Esto es muy extraño.
―¿Lo traje? ―Miro el medallón, algo confundida. No recuerdo haberlo hecho. Brilla y me sobresalto―. ¡Oh, cielos! ―Se me resbala hacia el río e intento agarrarlo, pero... ―. ¡Ah! ―Me tropiezo y me caigo, aunque lo atajo.
Eso no me sirve de nada.
El objeto sigue brillando cuando me choco con el agua. Me voy a ahogar, no obstante, realmente no siento eso. Floto y visualizo como la moneda dorada aumenta su esplendor. De repente el agua es diferente, no es tan oscura, hasta creo ver el sol en la superficie. Es salada, no es dulce.
Es cristalina.
¡¿Pero qué rayos?! Es como si hubiera caído en el mar y no es así. Como si fuera de día, pero tampoco es de esa manera.
¿Qué sucede? Me voy a ahogar, debo subir a la superficie.
Guardo el medallón en el disfraz para poder comenzar a subir nadando, pero cuando salgo mis ojos se abren en grande.
―El... ¡¿El océano?! ―Me alarmo―. ¡¿Pero qué está sucediendo aquí?! ―grito asustada.
Miro a un lado y otro, visualizando un enorme barco. No es el crucero del que caí. Es gigante, pero no es el mismo. Visualizo una gran bandera en su asta, esta tiene una calavera y no lo puedo entender.
Piratas.
Es ilógico. Veo un bote enganchado a este y nado hasta allí, estando aún nerviosa. Sin embargo, no puedo quedarme aquí nadando por siempre.
Tiene que ser otra cosa, no pueden ser piratas.
Termino por subirme a la pequeña embarcación y miro la soga que lo une. ¿Debería trepar? No veo a nadie para avisar que estoy aquí.
Qué bueno que uno de mis hobbies es ser gimnasta. Aunque debí haber escuchado más a la profesora cuando dio la clase de cuerdas danzantes.
Trepo y tardo una eternidad, lastimándome las manos, tanto que hasta se me secó la ropa y parezco nuevamente hombre. No es mi culpa que mis pechos sean pequeños, pero así son y los acepto.
Cuando termino de subir, la pesadilla no termina.
Conclusión: Estoy rodeada de piratas.
―Niño, ¿de dónde has salido? ―Ni yo lo sé.
¡Espera! ¡¿Niño?! Soy una chica y está bien que tenga cara con rasgos aniñados, pero esto es pasarse. Reacciono, es cierto, tengo un disfraz de hombre, pero...
―¡No soy ningún chico! ―Me enojo y frunzo el ceño.
Todos me miran confundidos. Oh, cielos, no debí haber dicho eso. Seguro son depravados, es obvio, son piratas, deben serlo.
Me corrijo:
―Digo sí, claro que lo soy. ―Fuerzo la sonrisa más falsa que puedo hacer.
―Ya tírenlo por la borda ―dice uno de ellos―. Es un polizón y como tal debe desaparecer.
¡Oh, no!
―Nadie va a desaparecer a nadie, sin la aprobación del capitán. ―Un hombre de ojos azules aparece frente a mí y aunque pareciera que todos le tienen miedo, yo no me siento así. Estoy hechizada por su increíble belleza.
―¿Quién eres? ―exclamo sonrojada.
―Teniente Iván Sedrick Ivanoff ―responde, seriamente, como si no se tratará de un asqueroso pirata―. ¿Y quién se supone que eres tú?
―A... Alex ¡Señor! ―Es su teniente, debo ser cortés. Aunque parecí demasiado estúpida.
Camina hasta mí con prepotencia y se pone delante, observándome detenidamente. ¡Oh, de cerca es más guapo!
―Entonces, Alex, ¿qué haces en nuestro barco? Ser un polizón puede terminar muy mal para ti. ―Desenvaina su espada y me apunta―. Hasta puedes morir.
―Ah... eh... ―Voy a morir en manos de... me sorprendo―. ¡Oh, es...!
No puede ser, tiene la insignia del medallón en la empuñadura de la espada. No, espera, es el hombre de mi sueño, son sus ojos.
¡¿Qué está pasando aquí?!
Siento que comienzo a perder el conocimiento y me empiezo a marear.
―¡Oye, niño! ―Escucho que me llama―. ¡Hey!
"Niño... hey..."
Oigo voces en un susurro, pero ya todo se ha vuelto oscuro y no hay más sonidos, entonces he terminado por desmayarme.
¿Cómo es que todo llegó hasta este punto? El futuro parece incierto.
Por culpa de un medallón.
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