Capítulo 14.- Alas de papel
El camino de regreso al navío era largo, necesitaba un descanso.
"El depósito de chatarra" Lloyd buscó en el horizonte hasta ver al pelirrojo. "¿Lo recuerdas? En medio de la nada, sólo montones y montones de basura haciendo una fortaleza para proteger una casa rodante y tres habitantes." Jay bajó la mirada y sonrió un momento.
"Vayamos" Sin dudarlo, el rubio suplicó. El chico a cargo del pilotaje giró la cabeza. Ambos intercambiaron una sonrisa y el curso de la avioneta cambió. Lo que parecía un atardecer se pintó en sepia hasta llegar a un azul brillante y caluroso que emanaba luz directa sobre el campo desértico y, en especial, la gran concentración de residuos con un gran cartel que daba a leer 'Ed y Edna'.
Con cuidado, descendieron hasta aterrizar en la entrada frente al llamativo letrero neón, un par de rayos deslumbraron su mirada y pronto se encontraba tocando el piso con sus propios pies. "Este lugar me hace muy, ¡muy feliz!" Exclamó Jay mientras se colgaba los chakos dorados en el cinturón.
Ambos comenzaron a caminar entre las montañas de basura. ¡Había de todo! Figuras de acción, manualidades fallidas, botellas de plástico, recipientes vacíos, inclusive libros, tenía mucho tiempo desde que había visto uno. Lloyd caminó hacia una especie de pergamino que estaba en medio de un montón de libros de aspecto viejo, sin embargo, el camino parecía eterno. Prontamente perdió el aliento y el intenso sol haría que le diera mucho calor para su gusto.
"Creo que querrás venir a refrescarte" Lloyd buscó la voz familiar, al girar la cabeza pudo apreciar que el chico de azul le estaba haciendo señas desde la entrada de un viejo remolque que estaba a un par de metros de distancia. "Apuesto a que te mueres de calor con esa ropa"
Dejando a un lado el curioso pergamino, cambió el curso y entró en la casa rodante que estaba puesta sobre varios ladrillos grandes. Al entrar se veía mucho más grande de lo que uno se podría imaginar al verla desde el exterior. Tenía una base de aluminio con un colchón viejo a la derecha, un sillón rojo desgastado justo en frente de una pequeña mesa, de esas que son plegables, y una pequeña cocina integral a la izquierda.
Jay le lanzó una botella de agua que apenas y pudo atrapar. Su guardia estaba baja ya que estaba muy ocupado observando el lugar. "¿Sabes?" Jay se aclaró la garganta. "Muchas veces repudié este lugar y la pobreza en la que vivía con mis papás. Recuerdo que había días donde faltaba la comida sobre esa mesa. También recuerdo molestarme por no tener privacidad o tener que salir al baño portátil en días de lluvia. La incomodidad era infinita. ¡Por eso intenté crear muchas cosas! Cosas que podrían comprar otras personas y darme dinero."
Mientras abría la botella de agua para darle un sorbo, el rubio giró sobre su eje para divisar lo que se encontraba más allá de la entrada. Ropa rota, restos de botellas, muchos cables y circuitos, hasta un par de una especie de alas de papel rotas. Lloyd recordó los días en solitario en el internado de niños malvados. "¿Habrías cambiado todo eso por un poco más de comodidad?"
El mayor soltó una risita. "Claro que no. Esos momentos me hicieron apreciar cada pequeño detalle, lujo o comida. Pienso que me hicieron una buena persona. Además, tuve la fortuna de estar con mis padres, cosa que no todos tienen. E, ¡imaginate! Si no hubiera hecho esas alas-" Señaló las alas rotas de papel. "¿El maestro Wu me habría encontrado igual? Es algo que no quiero saber jamás, jajaja."
¿No todos tienen la fortuna de estar con sus padres?
¿Yo también tengo padres?
Lloyd frunció el ceño tratando de recordar, al verlo, Jay se acercó a él preocupado. "¿Dije algo malo?"
Tragó saliva. "Lord" Jay mostró una cara desconcertada. "Lord Garmadon... ¡Lord Garmadon! ¡Yo soy Lloyd Garmadon! ¿Lord Garmadon tiene que ser mi papá, ¿no es cierto? Por eso me molestaban en el internado. Sus papás no eran una leyenda como el mío"
Jay lo miró nervioso. "Supongo que tienes razón"
"Pero intentar ser como él no fue nada bueno, ¿Verdad?"
"Fue bueno porque nos hizo mejores ninjas"
"¿Y ustedes me perdonaron por hacerlos ninjas en primer lugar?"
Jay se veía preocupado, parecía que estaba en blanco. "Oye, niño, debería agradecertelo"
"¿Eh?"
"Gracias"
Lloyd bajó la cabeza, sus mejillas se sentían calientes y por alguna razón sentía mucha vergüenza. "Yo-"
"Es hora de irnos"
Una voz raspoza resonó en sus oídos. Cole estaba esperándolo en la puerta con su llamativo vehiculo todo terreno detrás de él.
Lloyd lo miró. Miró a Jay, y volvió a Cole quien le extendía la mano firmemente.
Dejó la botella en la mesa y abandonó el lugar.
"Gracias, Jay"
Ahora podía recordar con más claridad quién era él. "¿Podemos ir a tu casa, Cole?"
El viaje emprendió.
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