III• Herida y bálsamo.
Arte :berrycrisps.tumblr.com
Miraculous Ladybug no es de mi propiedad al igual que el arte aquí utilizada.
Actualidad
Hacía poco más de nueve años que Marinette había comenzado a trabajar en una casa de terapias asiáticas. El doctor Fú la había convertido en su estudiante y junto a él aprendía el arte de la acupuntura, manejo del chakra y prácticas taoístas chinas. Claro eso sólo a ojos de los demás. En el fondo, el maestro Fú fungía como guardián protector de los Miraculous y tenía como propósito instruir a la chica en el uso de la magia de éstos, esencialmente en el manejo adecuado de sus poderes. Todo con el fin de prever la llegada del poder infinito, mezcla de la creación y destrucción que simboliza el fin de la era del guardián e inicio de un nuevo ciclo y que mal manejado puede acarrear desastres.
Marinette "trabajaba" ahí para poder pagar gastos extras. Luka ganaba muy bien como profesor de música en el conservatorio, sin embargo, muchas veces ella gustaba de pagar uno que otro capricho a sus hijos.
Limpiaba la mesa de té mientras el maestro meditaba en el tapete colorido que adornaba el suelo.
—¿Qué es lo que te atormenta, Ladybug? —cuestionó el mayor aún con los ojos cerrados. Ella negó.
— Nada, maestro... Han pasado muchas cosas los últimos días, es todo.
—¿Y no piensas contarme?
—Le aseguro que todo está bien...
—No tendrá que ver con el regreso de
Chat Noir ¿ O sí? — intuyó.
La chica se tensó ante la mención del rubio y miró incrédula al mayor. Hacía tanto tiempo que no lo veía, incluso llegó a creer que el muchacho había muerto. Su corazón latió fuerte cuando por sus amigos supo que el muchacho seguía con vida, pero no tenía planes de volver a París. Aquél amor juvenil había quedado en el pasado con duras marcas en forma de cicatriz que parecieran nunca querer sanar.
—Sabe bien que eso ya es hoja pasada — habló luego de un rato y sentándose frente a él.
—Y tú sabes que Ladybug y Chat Noir están destinados a estar juntos...
—Maestro yo no...
— Es peligroso tentar al destino, Ladybug.
Marinette comenzó a lagrimear sin pudor, era cierto que le dolía todo por lo que había pasado, las personas que tuvo que ver morir, marcharse... Las cosas que tuvo que dejar atrás.
—¿Qué han hecho de ti, portadora de la creación?— Se quejó mirándola con el ceño fruncido.
— Todo pasó demasiado pronto, maestro... Hice lo que tenía que hacer.
—Dejaste atrás tus sueños, Ladybug... Preferiste dejar a cargo a Rena y Queen... Te hundiste.
— Él me hundió, él me abandonó... ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Seguir como si nada? — soltó amargamente — No me diga ahora que vuelva a ser fiel a algo que no pudo ser. No me he burlado del destino, maestro...El destino se burló de mí.
—Te equivocas, Marinette... El destino alcanza y cuando lo hace, todo se vuelve irremediable.
—¿Cuánto dolor más merezco? He hecho mi vida junto a un hombre que amo y me ama. La partida de Chat Noir no dejó más que... — se calló recalculando sus palabras — Luka me ayudó a avanzar, él me enseñó todo lo que tenía que aprender sobre la vida real, con él tengo una familia y una historia que amo compartir...
—Lo que te dejó Chat Noir no fueron desgracias si es lo que planeabas decir, fueron enseñanzas y gracias a ellas estás aquí...
El tintineo de la puerta sonó y la mujer inmediatamente se levantó para limpiarse las lágrimas y acomodar su falda.
— Buenas tardes bienven...
—¿Marinette? ¡Qué sorpresa verte aquí! — habló el rubio en traje cerrando la puertecilla tras de sí.
—Trabajo aquí, pero... ¿Y tú?
— He tenido problemas con el sueño y me han recomendado este lugar... No sabía que te encontraría aquí.
—Trabajo aquí para el maestro Fú...
—Mucho gusto — sonrió él rubio — mi nombre es Adrien Agreste.
—Yo sé quién eres, Chat Noir.
El muchacho se tensó ante lo dicho por el hombre quien acarició su anillo haciéndole brillar ligeramente. Miró a la chica quien mantenía una expresión serena y no pudo más que sentirse confundido por lo sucedido ahí.
— Adrien, él es el maestro Fú, el guardián de los Miraculous y quien en el pasado nos dio nuestras joyas
La exhalación del muchacho confirmó su entendimiento a lo que acontecía, miró mejor al hombre y estiró su mano en modo de cortesía.
— Lo siento, me ha tomado por sorpresa...
—Entiendo, ¿Quieres que iniciemos con la terapia? — habló el mayor.
—La verdad es que solamente venía a hacer una cita para después — se negó.
—Ya veo, Marinette atiende a tu compañero, estaré en mi estudio.
Ambos muchachos observaron al mayor marcharse. Marinette entendía las razones del hombre, sin embargo no planeaba darle el gusto. Pareciera que no acababa de entender que ella ahora tenía una vida, una familia y un plan que no podía tirar por la borda sólo por un amor fallido de juventud. Vislumbró nuevamente al rubio y sonrió.
—Si hubieses llegado unos minutos después, no nos habrías encontrado — dijo llenando la hoja de datos, él la miró confundido— cerramos a las seis.
Adrien observó el reloj que estaba en la mesilla y sonrió también mientras contemplaba cada uno de los movimientos de su amiga.
—Supongo que fue suerte... O algo me atrajo aquí.
— O quizá fue el letrero afuera del local — se carcajeó ella ante la repentina seriedad de él.
El silencio se mantuvo un rato largo mientras el rubio no le sacaba la mirada de encima, la hacía sentir incómoda, sin embargo ella simulaba hacerle caso omiso a su actitud hostigante. Terminó de llenar la papeleta y la entrego al joven con una sonrisa en labios.
—Listo, señor Agreste... la fecha y hora de su cita están ahí, sólo basta con que traiga el papel y aquí se le atenderá— él siguió mirándola bobalicon.
—¡Salgamos!— dijo casi en grito
—¿Disculpa?
—Es decir he vuelto hace poco a la ciudad y apenas reconozco nada... Me gustaría ir a pasear y quién mejor que tú.
Marinette apenas pudo procesar lo dicho. Asintió ligeramente y se apresuró en guardar sus cosas. Se despidió del maestro Fú quien no hizo más que asentir.
Juntos caminaron con destino al parque. El aire les penetraba los poros y por lo menos a ella le hacía sentir tremendamente relajada. Sostuvieron una plática trivial sobre los cambios en la ciudad, los cuantos amigos que se habían quedado y los muchos que habían partido. Marinette se podía explayar de otros tantos temas que para los demás debía mantener ocultos. Adrien era sin duda unos de sus mejores amigos, a pesar de todo.
Había sido su compañero de trabajo, su confidente y el único que podía comprender lo complejo de su doble vida, era una persona especial y pasar un rato con él luego de tantos años le sentaba bien al corazón.
—¿Recuerdas las tardes que pasábamos aquí, contemplando el sol marcharse y las estrellas chocar contra el cielo como balas que atraviesan un vidrio?
— Sí, entonces te marchaste y comprendí que el cielo era aquél que nos cuidaba en cada misión.
— Aún al día de hoy... — Susurró el rubio acercando su rostro al de la chica.
—Adrien, basta — soltó ella alejándose brusca.
—Marinette, yo te sigo amando... Es decir, nunca he dejado de hacerlo. Y observaba todas las noches la luna implorando porque tú también lo hicieras, porque recordaras el palpitar de mi pecho como yo lo hacía... Ahora te tengo aquí y agradezco que...
—No Adrien, basta...—suspiró— Estoy casada, tengo una familia, dos hijos y un esposo maravilloso que me cuida, me quiere y me respeta, lo que fuimos ya es... Pasado.
Necesito y te recomiendo que continúes con tu vida.
—Lo entiendo — suspiró — Supongo que tienes razón, Marinette pero si solo tú...
—No Adrien, lo siento...
La muchacha se acomodó la falda yéndose del parque en dirección a su hogar.
El rubio la miró marcharse mientras el nudo en su garganta le impedía respirar correctamente. Una sonrisa ladina se vislumbró en él cerrando los párpados con delicadeza ante la aún sutil presencia del perfume de su amada. Sacó su teléfono marcando uno de los pocos números que guardaba en su agenda.
—¿Joven Agreste? — escuchó que le contestaban al otro lado de la.
—Ya lo decidí, volveré a la empresa...
— No sabes lo mucho que me alegra, Adrien, ya mismo inicio el papeleo para el nombramiento.
— Gracias... Oh y Nathalie...
—¿Sí?...
— También quiero se abra el despacho de mi padre en la mansión...
Próximo capítulo
—IV• Alta traición —
No voy a decir nada al respecto, voy a dejar que ustedes solitos se coman la cabeza, Jijijí.
He leído sus comentarios, prometo que sí, sin embargo muchas veces no sé qué contestar jiji o qué decir así que prefiero no contestar.
LOS QUE SIMPLEMENTE DICEN "contiplz" los paso de largo y aprovecho para ir bloqueando a esas personas.
Sori, pero se los advertí.
Bye, bye y nos leemos a la próxima.
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