Flashback 1• Turbación.
Arte:ceejles.tumblr.com
Miraculous Ladybug no es de mi propiedad al igual que el arte aquí utilizada.
Doce años antes
Era tan temprano. Cepillaba su ya alargado cabello para seguido formar el par de coletas y contemplarse en el pulcro espejo. Ya no era una niña, tenía 17 años y mucha energía por delante, sin embargo, habían cosas que aún con los años no podía controlar. El hecho de estar enamorada de uno de sus mejores amigos, por ejemplo.
—¿Tú crees que todo salga bien, Tikki? — preguntó la chica mientras terminaba de rizar con sus dedos las puntas de su peinado.
—No lo se, Mari. Hay muchas clases de sentimientos en el mundo, pero es necesario convertirlos en palabras para que los demás nos entiendan, aún más fuerte es con el amor y si tú realmente quieres a Adrien, no estaría mal que se lo hicieras saber.
La criatura siguió revoloteando sobre la cabeza de la chica un rato más mientras ella se contemplaba perdida en el vidrio.
Era cierto que nunca estaba de más decirle a alguien cuánto lo quieres, pero temía que su amigo creyera que aquello no iba más allá de una simple admiración, y en definitiva lo que ella sentía era superior a eso. Era ese amor puro que te impide tragar la comida por las tardes y conciliar el sueño por las noches. Lo que sentía por Adrien iba más allá de un enamoramiento juvenil.
Caminó con lentitud a la escuela mientras veía a la demás gente pasar, ¿podía ser una mañana más agradable? Lo vislumbró bajando del vehículo para encaminarse a las escaleras del instituto y cautelosa lo siguió esperando el momento justo para hallarlo solo y finalmente cumplir su cometido.
—¿Qué es lo que quieres?— preguntó rudo el rubio cuando notó la presencia de la chica cerca de él.
—Mmmh no, bueno sí, bueno...
—Marinette, no estoy de humor para tus pérdidas de tiempo ...
Lo miró marcharse hecho una furia, ¿Qué le pasaba? Es decir, ella no era culpable de cualquier cosa que lo hubiese hecho enojar. Siguió caminando cuando chocó contra Nino quien permanecía a media escalera observando por donde había ido el rubio.
—¿Nino, tú sabes lo que le pasa?— preguntó la azabache a su amigo que también se veía malhumorado.
—No sé cuál es su maldito problema, ¿sabes? Lo quiero mucho, pero si se pondrá de ese modo siempre que esa chica lo rechace, pues que se quede solo con sus asuntos, no lo voy a aguantar.
—¿Chica que lo rechaza? — analizó Marinette.
—Lo siento, Mari... Adrien planeaba darse una oportunidad con una chica, pero al parecer no lo aceptó y él no parece querer rendirse...
Marinette procesó cada una de las palabras del moreno. Si Adrien estaba ya enamorado de alguien más, no le veía el sentido a insistir en un cariño recíproco que simplemente no se podía dar. Giró sobre sus talones ignorando las protestas de su amiga Alya y se dirigió a casa nuevamente para ahogarse en lágrimas, cubierta por las mantas de su cama.
Tikki prefirió no molestar a la chica. Adrien no la había rechazado del todo, pero quedaba esa extraña sensación de desdicha al ser consciente de la falta de amor del rubio, incluso, a sabiendas de que no había confiado en ella, podía deducir que no era esa clase de persona especial para él. Vaya, ni siquiera la veía como amiga.
Con pesar y al caer la noche luego de un día más de inasistencia a la escuela, pidió a su Kwami que la trasformara, dejándose llevar con el viento a través de los tejados de París.
No podía dejar de pensar en lo mucho que le dolía el rechazo involuntario del muchacho.
—Creí que estarías con tu amado ésta noche, Ladybug — soltó con hostilidad el otro super-héroe apenas llegando junto a ella, la chica agachó la cabeza.
—Sí, no siempre puedes tener lo que quieres — el rubio la miró mal.
—¿Me lo dices a mí?
La muchacha comenzó a llorar con desesperanza y dolor, le pesaba el alma y el cruel recuerdo de su falto amor. Sin pensarlo se apresó al cuello del felino, mojando con su lagrimeo la poca piel expuesta. Se sentía débil, derrotada, indigna. El rubio no comprendía la actitud de su compañera, hasta hacía sólo momentos se sentía molesto con ella, fastidiado por su rechazo el día anterior y el anterior, y el anterior a ese. Sin embargo, una punzada en el corazón le hizo recordar el por qué la amaba tanto, recordó el deseo inefable de querer cuidarla eternamente, de amar sin poseer, de vislumbrar su felicidad sobre la propia. Porque era Ladybug, SU Lady.
La estrechó por la cintura y esperó a que se desahogara por completo en sus brazos.
—Soy muy estúpida, Chat...
— No lo eres, my lady.
—Lo soy, lo soy porque adoro a quien no me valora, a quien no ve quién soy —despegó su rostro y lo miro a los ojos completamente perdida en su calor — y a quien realmente me quiere...
Cayó de inmediato hundiéndose nuevamente en el pecho del chico, pujando de dolor por su congoja mientras el héroe no podía hacer más que aguantar el odio por quien fuera el imbécil que despreciaba a tan maravillosa mujer
—No digas esas cosas, por favor my lady — rogó el rubio. Ella negó frenética con la cabeza.
—Perdóname por favor, perdóname por no darme cuenta antes, por no fiarme de ésto que sentía por...— ahogada en su desamor escondió más su rostro y soltó — puntos fuera...
El brillo dejó cegado a Chat Noir, quien por instinto cerro los ojos con fuerza manteniendo abrazada aún a la ahora civil. Pudo sentir aún más fuerte el olor de su perfume y la fragilidad de su cuerpo. La tenía ahí, desenmascarada física y espiritualmente. Terriblemente vencida.
—Esta bien, my lady —logró de milagro articular— mis ojos están bien cerrados, no he visto ni veré nada....
—No estoy lista, Chat... Pero quiero... Quiero que me veas, que comprendas mi miedo.
Separó su cuerpo lentamente de él, mientras tanto el chico abría de a poco sus ojos, dejándose inundar por temor. Era cuestión de nada.
—Marinette... —Susurró posando la mirada en la intimidada azabache.
Ella se abalanzó nuevamente a él ahora robándole un beso nublado de cariño. El gato no pudo más que sostenerla de la cintura y dejarse llevar por el cúmulo de emociones que era tener a la chica con él. Sí, era su maldita segunda opción, pero la verdad es que se sentía agradecido por ser él quien podía sanar el corazón herido de la persona que amaba. Sonrió entre el beso sintiendo el estremecer de la chica al él iniciar caricias en su espalda llenas de todo su amor por dar.
—¿M-me conoces? — cuestionó luego de cortar el beso y recostada en su pecho, el chico asintió— Lamento mucho todo ésto, gatito... Lamento haberte hecho mal ayer y venir hoy a...
—¿Quién te ha hecho daño, Mari ? — irrumpió.
—No creo que deba...
— Por favor, princesa ...
—Adrien Agreste...
Próximo capítulo
—III• Herida y bálsamo —
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