18. Pasado, parte 1



Lo que muchos no sabían era que la Muryuu, antes de tomar la sangre de la dragona, podía ver. Cuando tomo la sangre tenía quince años, por lo que podía distinguir los colores fácilmente y también los objetos fácilmente. Sabe cual es la forma de un árbol, una casa e incluso de un barco; eso ocasiono un choque muy grande para ella misma al ser privada de su vista y valiéndose únicamente de su oído, el cual la dragona le dio al ver lo asustada que estaba de valerse únicamente de este mismo.

Muryuu: no estarás sola, vas a estar junto a otro dragón que no te abandonara- la tranquilizo haciendo que la chica de pelo violeta se tranquilizara y se sintiera reconfortada.

Amaya: si este es mi destino- su sonrisa creció- tomaré la sangre del dragón- afirmo la chica sintiendo como un calor invadía su cuerpo asiéndola sentir tranquila y en casa.

Muryuu: solo recuerda que tienes que servir a Hiryuu, eres una de las guerreras que lo ayudaran con la humanidad- sentencio la dragón alejando a la chica en una luz cegadora, siendo esto lo ultimo que vio la chica para, después de eso sumirse en la oscuridad absoluta y la inconciencia.


--- --- Años después --- ---


El adaptarse a ese nuevo mundo no fue muy difícil para la chica. La luz que la dejo inconsciente, y ciega definitivamente, la traslado a donde estaban sus hermanos mayores y adonde estaba Hiryuu. Estos la acogieron en la mansión en donde vivían y le empezaron a contar todo lo que hacían para que Kouka, como se llama su imperio, sea conocida como una nación fuerte y estable. Zeno, el Ouryuu la ayudo mucho a adaptarse en su nuevo hogar mientras que Abi, Hiryuu, Shuten y Guen, se comportaban como hermanos mayores que la guiaban en todo lo que necesitaba, ayudando a que controle mejor su poder y dándole consejos sobre muchas dudas que aquejaban a la chica.

Una de esas dudas era sobre Abi, el Seiryuu, a quien sentía algo más que una amistad muy fuerte. Calculaba que era algo debido a su dragón, ya que una vez Hiryuu le había dicho que ellos dos eran muy cercanos en el cielo. La chica callaba lo que sentía, ya que el mismo Abi hacía lo mismo, aunque muchas veces pudo sentir como él la ayudaba a caminar o simplemente se sentaba junto a ella cuando tomaban el té o comían.

Era un nuevo día en el castillo de Kouka, todo estaba demasiado tranquilo para todos, los cuatro dragones conversaban con Hiryuu en una de las fronteras del castillo mientras que Amaya caminaba junto a una dama de compañía, que le puso Hiryuu para que pudiera caminar por la zona sin la necesidad de que ellos estuvieran a lado de ella (aunque la de pelo violeta le había dicho que no era necesario). La chica, dos años mayor que ella, es Akiko, quien se volvió su más grande confidente y amiga.

Las dos caminaban cerca del campo de flores que estaba en el patio más grande del palacio cuando un recuerdo sobrevino a la chica. Grandes lagrimas caían por el rostro de la chica mientras se quedaba congelada en el sitio. Akiko, a su lado, trataba de tranquilizarla abrazándola por los hombros y llamando por su nombre a la chica de cabellos violetas.

Amaya: Hiryuu-sama... Guen... Shuten - las lagrimas estaban cayendo por sus mejillas terminando en el suelo mientras que las imágenes se repetían una y otra vez en su cabeza- Zeno... Abi- el ultimo nombre lo pronuncio con tanto dolor que hizo que su Akiko también llorara junto a la chica.

Akiko: Amaya-sama, ¿Qué pasa, que te esta atormentando?- la preocupación era palpable. Aun más al ver como la chica se dejó caer al suelo terminando arrodillada con un golpe seco. Seguramente está herida.

Amaya: ...llévame con el rey y los dragones ...es urgente- trato de ponerse de pie entre temblores, Akiko la ayudó a dar los pasos que eran imposibles para ella misma- están en la frontera norte, es urgente, no quiero quedar inconsciente antes de contarles lo que vi.

Y así empezó la peregrinación de las chicas hacía la zona norte. Ellas estaban en la zona oeste por lo que no tenían que recorrer tanto camino, eso lo agradecían ambas. Caminaban lo más rápido que podían, más Akiko, quien cargaba a Amaya como podía con su brazo alrededor de sus hombros y llevando parte del peso de la chica en su propio cuerpo.

En el camino se encontraron a un soldado que estaba yendo a contarle a su rey sobre un ataque que estaba orquestando el clan del Norte hacia ellos. Al ver a la Muryuu en el estado en el que estaba y a Akiko a punto de desmayarse por el esfuerzo que hacía se acerco a ellas. Amaya le dijo que tenía que ir con los chicos para contarles de una nueva visión y que no tenía tiempo de esperar para contarla. El soldado cargo a Amaya entre sus brazos y empezó a correr siendo seguida por Akiko quien no se alejaba de ambos.


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Hiryuu no pudo evitar reírse, la situación le pareció de lo más divertida. Nunca pensó que darle su medallón a Zeno, por cuestiones que no les diría a sus amigos, y no darles nada a ellos sería medito de una discusión de lo más irracional. Zeno, quien era el más afectado de todo esto, no dejaba de ver el medallón entre sus manos, no terminaba de entender lo que sucedía, pero, estaba feliz de sentirse unido con todos sus hermanos y su hermana.

Soldado: ¡Mi rey!- grito un soldado acercándose a donde estaban ellos, pero, su preocupación estaba en lo que este cargaba entre sus brazos, era Amaya, la cual estaba en mal estado y con sangre del kimono en la zona de la rodillas, este desacomodado y completamente despeinada.

Hiryuu: ¿Qué ha pasado?- tomo el mismo a su hermana entre sus brazos sintiendo como temblaba levemente mientras lagrimas seguían cayendo desde sus ojos opacos. Los cuatro dragones se acercaron a donde estaban ellos.

Soldado: yo venía a avisarle de que soldados del clan del norte se están armando para venir en nuestra contra, cuando vi a las dos señoritas- señala a Amaya y a Akiko- venir corriendo por lo que las traje al ver el estado de la señorita Muryuu.

Los cuatro dragones rodearon al rey de melena roja para ver el estado de su hermana menor. Estaba notablemente alterada, no notaba sus presencias a su lado aunque ellos sentían la suya completamente alterada. Sus manos estaban temblando mientras reposaban en su regazó, las lagrimas no dejaban de deslizarse por sus mejillas haciendo que sus opacos ojos rojos brillaran a causa de las gotas saladas.

Amaya: ... heridos... guerra... ... muerte- susurraba en voz baja como si estuviera procesando todo lo que estaba viendo o lo que vio, en ningún momento dejo de llorar e, incluso, parecía que incrementaban a cada segundo que pasaba.

Abi se acerco a Hiryuu y, por medio de un intercambio de miradas, le pidió sostener el mismo a la Muryuu, este la paso a sus brazos dejando a la temblorosa chica entre los brazos del Seiryuu. Apenas la pudo sostener bien se dirigió a uno de los bancos que estaban en la zona sentándose él mismo y a la chica en su regazó. Enseguida fue rodeado por sus otros tres hermanos estando el Hakuryuu y el Ryokuryuu a sus lados mientras que el Ouryuu estaba a sus pies sentado en el suelo. Hiryuu estaba junto a ellos, más, no cerca.

Abi: Amaya- la llamo suavemente asiendo que ella girara su cabeza hacia él aunque en realidad estaba perdida en sus recuerdos- ¿Qué es lo que viste? Hay sangre en tu vestido ¿te duele algo?

Amaya: una guerra se acerca- empezó a narrar después de mucho tiempo de silencio y caricias en su cabeza y espalda. Se acurruco en los brazos del chico- será una de las peores batallas que hemos tenido... todos saldrán muy heridos- fue lo ultimo que dijo escondiendo su rostro en el cuello de Abi llorando.

Guen: ¿y tus heridas? ¿Qué paso Amaya?- la chica negó mientras seguía en la misma posición. Eso preocupo a sus hermanos al ver el desinterés que tenía la chica con ese dato.

Akiko: cuando le vinieron las visiones- empezó a narrar la chica al ver el silencio de la chica llamando la atención de los presentes- de la impresión perdió el equilibrio y cayó al suelo, la quise llevar con los médicos, pero me suplico que la trajera aquí.

La chica se explico con Hiryuu mientras que este asentía y no separaba la mirada de la menor de los dragones, quien no mostraba signos de molestia o dolencia. Un pensamiento que cruzó por su mente le molesto mucho. Se acerco más a los dragones posando su mano en el hombro de la chica consiguiendo que se tranquilizara un poco más de lo que ya estaba consiguiendo.

Hiryuu: ¿puedo ver tus heridas?- le pregunto suavemente, la chica asintió sentándose más herida levantando de a poco su vestido. El soldado presente se dio media vuelta para no ver algo que seguramente le causaría heridas o algo peor, más aun al ver la mirada del Seiryuu hacia su persona.

Amaya estaba sonrojada mientras mostraba sus piernas a su hermano mayor mientras que Abi la apretaba más a su persona. Los presentes miraron directamente las rodillas, donde provenía la mayor cantidad de sangre en el vestido, pero ninguna herida abierta estaba en sus rodillas, solo había rayones de un tono más claro de su piel en el lugar que tendría que tener las heridas.

Guen: es la segunda vez que pasa esto- susurro en voz baja, pero audible para todos- es como lo que le pasó a Zeno.

Shuten: solo que a Amaya le quedan marcas- hablo de la misma manera que su hermano de melena blanca, ambos estaban sorprendidos ante lo que pasaba delante suyo. Abi y Zeno no decían nada, más que nada porque no sabían que significaba todo eso.

En cambio Hiryuu estaba de lo más congelado y anonadado por la nueva información que estaba recibiendo. Una sonrisa triste invadió su rostro y creció más al ver el amor con la que Abi acariciaba el rostro de la chica mientras que ella, aun sonrojada, le sonrió volviendo a esconder su rostro en su cuello.

Hiryuu: esto va a ser duro para todos- hablo demasiado bajo siendo escuchada únicamente por la de pelo violeta, Ella no pudo evitar asentir ante sus palabras, después quedar inconsciente a causa de la visión que tuvo.

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