La foto

LA FOTO

Era un día como cualquier otro, no había nada de especial. Lo especial es que irían a uno de los lugares que él solía frecuentar con su familia durante la infancia, un pueblo que quedaba a 45 minutos de la ciudad. Ella no quiso mostrar su fascinación por los lugares rústicos, pensaba que escondían de historias. Este pueblo en particular estaba suspendido en el tiempo. Las personas que ahí habitaban llevaban una vida simple. Andaban a caballo o camionetas viejas. Sombrero, botas. Parecía un pueblo sin complicaciones. Decidieron probar el único puesto de comida abierto a turistas curiosos. Cocinaban con leña. Maíz, frijoles. - Las cosas simples son las más deliciosas - él siempre decía. Pasaron el día en la cabaña que estaba cerca del lago. Sonriendo, riendo a carcajadas, mirándose, amándose. Por la tarde, él quiso llevarla a las orillas del lago para que ella pudiera ver cómo el agua se despedía matices color rojizo, dorado y naranja, como si se encendiera desde lo profundo. Ambos pasaron ese momento en silencio, casi sin intercambiar palabras, pero si les preguntaran, seguro dirían que fue uno de los momentos en que se sintieron más felices.

El tomó la mano de ella. - Quisiera que este momento durara para siempre -. le dijo.

En ese momento ella sonrió y sacó su cámara, un hábito que después a él empezó a molestarle. No le gustaba que siempre tratara de resumir la vida en pedacitos, robándole momentos al tiempo. Por eso mismo casi nunca dejaba que ella le sacara fotos, pero en ese momento a no le importó y posó para la cámara, sonriendo. Ella sacó una foto y se quedó mirándola en la pantalla.- Te vez tan feliz - le dijo -, y no pudo contener una lágrima. Cualquier otro día, él podría haber reaccionado de otra manera al verla llorar. Pero no esa vez, esa vez decidió tomar la cámara y robarle ese momento a la vida, también él quería conservarlo para siempre. Ella miró a la cámara y sonrió. La escena era espectacular. Ella sonriendo, sus ojos humedecidos por las lágrimas reflejaban la luz naranja del sol. Su cabello rubio se veía rojizo, su piel dorada, sus labios color escarlata, sus ojos transparentes, y al fondo, el lago, incendiándose.

Esa foto, después sería una de las cosa más preciadas que él tendría de ella, pues pensaba que que así, en una imagen, como quien captura los destellos del sol, la conservaría para siempre...


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