11.- Recuerdos devueltos.

Estaba disfrutando la tranquilidad en ese lugar, respirando de manera calmada aquel olor a incienso quemado.

Observando con detenimiento cada rincón frente a ella, aquellos adornos de colores oscuros y figuras excéntricas como lo eran cráneos, atrapa sueños, plumas y todos aquellos artefactos que todo un vidente debe tener.

Pero su tranquilidad no duró mucho.

Se escuchó el sonido de la puerta siendo tocada.

Suspiró.

—Pase— la voz de la mujer resonó hasta el otro lado del cuarto.

Observando cómo se abría la puerta con lentitud.

—Disculpe, vine a preguntar sobre algo...— mostrando una figura de corta edad sonrojada hasta las orejas a un costado de un niño de la misma edad más temeroso que ella.

—Pasa, ¿Qué quieres saber?— le preguntó con cansancio escrito en su rostro.

—Usted es... ¿Akari?— le preguntó ya frente al escritorio de la mayor.

—Así es.

—Entonces usted es quien dice todo acerca del Quirk, ¿Cierto?— lo temeroso en sus palabras se esfumó tan pronto había afirmado— ¡Quiero saber todo acerca de mi Quirk por favor!— hizo una reverencia de 90° por lo entusiasta que se veía.

La mayor se quedó viendo un momento. Algo en ella le decía que esa no era una niña normal y no de la buena manera.

—¿Traes el dinero necesario?— pero trabajo era trabajo.

—¡Si!— asintió con energía repetidas veces y sacó de una pequeña bolsa unas monedas y unos cuantos dólares, entregándoselos de paso.

La mayor aceptó gustosa.

—Bien, ven para acála llamó detrás de una cobija, mirando cómo aquel niño detrás de ella decaía en su mirada— puedes venir— se dirigió al pequeño después de suspirar por segunda vez.

El cuarto en el que se encontraban era más pequeño de lo que creían, la mayor parte era ocupada por distintos estantes con frascos los cuales contenían distintas especias y líquidos con extraño color.

Dame ambas manos— mandó.

La pequeña niña le acercó ambas manos pero al momentos de tomar las contrarias un cansancio instantáneo casi hace que se duerma.

Su amigo tan sólo veía lo que sucedía.

—Bien...— susurraba con los ojos cerrados —¡...!— hasta el momento en que los abrió soltando las manos de la contraria con suma sorpresa en su rostro, asustando a la pequeña niña frente a ella.

La niña recuperó su energía de manera instantánea.

La mayor sólo tragó saliva.

Aquel futuro que había visto no era para nada prometedor.

Pero tan sólo, tal vez, existía una pequeña posibilidad que si le decía su Quirk, cambiaría ese final que le deparaba.

—¿Qué sucede?— preguntó la menor.

—Tu Quirk consiste en la manipulación de los átomos y compuestos de todo tu alrededor, incluyendo los mismos en tu cuerpo.

—¡¿Enserio?!— la mujer le miró aquel brillo en sus ojos tan inocentes que tenía aquella niña, sabiendo que algún día desaparecerían.

—Los números en tu brazo significa el tiempo— se detuvo un momento antes de seguir— El tiempo en que seguirás en ese mundo.

¿Era correcto lo que estaba diciendo?, por más palabras que decía, el futuro en el que la niña moría tras asesinar al símbolo de la paz creando un mundo de total desgracia seguía intacto haciendo que se agitara de manera más y más rápida.
La niña abrió los ojos con suma preocupación mirando su brazo en el cual contenía una cifra de tres números "999".

Con algo de resignación prosiguió.

—Ya que el máximo poder de tu Quirk tiene tres condiciones para poder usarse. Aunque  te llevan a lo mismo, el dolor.

—¿Máximo?.

—Consiste en el incremento de átomos en tu cuerpo. Dañando al mismo en el proceso, así que intenta nunca usarla, pero si se da el caso... Está bajo tu decisión si vas a usarla para el bien o para el mal de alguien.

—¿Para el mal...?

—Puedes cambiar el futuro de alguna personaempeorar su estado o mejorarlo, dañar o curar, o hasta... Curar o Matar.

—¿Cuáles son las condiciones?— decidió preguntar.

—La primera: Debes ser fuerte en todo sentido, tanto física como mentalmente— "tal vez si le digo esto..." pensaba la mujer.

La niña escuchaba con atención.

—La segunda: Sólo puedes ocuparla una sola vez en toda tu vida.

—¿Eso por qué?

—Conlleva una gran responsabilidad— seguía meditando en su interior— Así que sólo usarlo en el momento más crítico en el que te encuentres sería la mejor opción.

—Entendido, ¿Y la tercera es...?— el niño a su costado miraba con miedo.

—Debes amar a alguien.

—¿Amar?

—Ese Quirk necesita de alguien importante en tu vida. Alguien que influya demasiado en tus decisiones.

—¿Eso es todo?— A pesar de que tenía miedo de preguntar lo hizo.

No podía quedarse así.

—No,— la miró directamente a los ojos— quiero que sepas que una vez te acabes los números... Será tu fin.

—P-Pero...— no terminó de hablar ya que fue interrumpida.

Exacto. No morirás, pero sucederá algo mucho peor.

El miedo en aquellos dos niños inundó aquel pequeño cuarto.

—Olvidarás a tu persona más importante.

Silencio.

Ya no había nada más que decir acerca de su futuro y su Quirk.

"Aunque el destino te unirá con esa persona de nuevo".

Decidió omitir.

"Ella tomará la mejor decisión después de todo".

Al salir de aquel lugar ambos niños un poco extrañados por lo que hacía unos momentos antes habían escuchado, se dirigían al parque para disfrutar un poco de su momento libre. Después de todo tenían que volver con sus familias los cuales les esperaban en casa.

—Oye Gin— habló la pequeña.

—¿Si?— contestó con voz tímida.

—Aquella persona  de la que habló la señora Akari... La que olvidaré al llegar a cero— se detuvo un momento— Si olvido a esa persona, ¿Podrías por favor encontrarme? — lo volteó a ver con las mejillas totalmente rojas.

Él sonrojado hasta no más poder, sintiendo su cara arder, le tomó de las manos y gritó.

—¡Te encontraré no importa qué T/N!, ¡Es una promesa!.

La pequeña niña asintió de manera lenta con una gran sonrisa en rostro.

Una parte de ella sabía que su persona más importante no importando cuántos años pasaran, era sin duda él.

No sabiendo que la respuesta en ese momento que le fue brindada, se cumpliría tal y como habían prometido.

—Claro que — "Por que somos inseparables".

Despertaste de manera agitada levantando tu cuerpo de la silla.

Tu corazón latía a mil por segundo mientras sudor corría por tu frente de manera lenta.
Estabas segura de que aquella niña que viste en ese sueño eras tu, y el niño que estaba junto a ti era nada más y nada menos que Dabi.

La persona que te habías encontrado en pésimo estado.

Mirando hacia tu cama y encontrando a la persona mirandote de manera extrañada.

—¿Gin...?— aquel nombre salió de tus labios de manera inconsciente haciendo que se él pusiera de pié y te agarrara de tus hombros sumamente sorprendido y sin importarle sus heridas.

—¿Recordaste todo?— la voz entre cortada y la desesperación en su rostro era más que obvia.

Sonreiste.

—¿Cómo podría olvidar a la persona más importante para mi?.

Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras con fuerza apretaba tus hombros y acercaba lentamente su rostro al tuyo.

La respuesta siempre estuvo ahí.

Dabi era la persona más importante en toda tu vida. ¿Qué importaba Tomura? Dabi estaba frente a ti llorando e intentando besarte.

No había vuelta atrás.

Sonreiste.

—Que lento eres— susurraste para agarrar sus mejillas y juntar tus labios con los de él en un suave pero apasionado beso.

Separándose después de unos cuantos segundos.

—Gracias... Por todo— te agradeció, lo abrazaste de manera tierna mientras que él hundió su rostro entre tu hombro y cuello.

—La que debería agradecer soy yo,—  "cumpliste tu promesa" pensaste.

Poco momento después pudiste sentir el cómo con leves temblores y el que lentamente se iba mojando la zona de tu hombro con puramente, lágrimas de alegría.

El hecho de haberlo olvidado no podía significar nada más.

Aquella persona a la que le habías prometido pasar el resto de sus días juntos por que lo amabas...

Sin duda era Dabi.

Fin.

*†★†*

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