I
Su posición en el trono era de lo más perezosa o al menos es lo que se apreciaba a simple vista a la lejanía, sin embargo, solo aquel que tuviera la potestad de acercarse al rey podría finalmente descubrir la verdad.
-¿Entonces no has averiguado nada?... Para qué te tengo entonces... si no sirves para nada, rata sucia... sucia rata de alcantarilla... aguas negras... -Con aquellas frases cada vez más pausadas dejó finalmente de hablar.
Parecía ido dentro los insultos mientras la rubia lo observaba extrañada y con el arco de la ceja derecha pronunciado.
- ¿Eso es todo lo que tienes?...
-En esta forma nada fluye...
-Entonces además del tamaño perdiste todo tu léxico y cerebro...
La realidad era esa, la rata tenía razón y es que ya no podía pensar con claridad. Se sentía con el cuerpo entumecido y la mente en blanco, por lo que cerró los ojos buscando recuperar por lo menos un poco de energía, misma que lo abandonada con cada segundo, cual tuviera una herida abierta.
-Voy a hacer que venga a ti, descuida...
- ¿Traerla? ¿No te parece ya demasiada humillación?... Por lo menos debo ser yo quien la prive de su libertad... es difícil creer que para estos momentos ya no haya más de lo que solía ser... -se llevó una mano al rostro, exhausto.
-Y de continuar por el rumbo que vas en verdad que no quedará nada...
La mirada rubí se posó en la rubia que se encogió de hombros haciéndole comprender que sus palabras no eran falacias, debía movilizarse pronto y sin depender de nadie, solamente así podría lograr recuperar lo que había perdido.
¿Pero qué tan lejos podría llegar en ese estado?...
No recordaba muy bien el momento de haber abandonado su castillo, cuando se sintió sentado en aquel charco mojado por la llovizna.
¿Dónde estaba?... Sus ojos no se lo decían, era como tener una película grisácea ocultándole la vista la cual, aunque enfocara, nada parecía cobrar sentido, mientras el peso de su propio cabello lo haló hacia el lado. Los mechones crecidos en una mata oscura putrefacta a la que nadie podía siquiera acercarse por miedo, o tal vez por asco o ambas...
Había empezado a tiritar por el cambio abrupto de temperatura.
La gente pasaba apresurada sin siquiera notar su presencia, mientras él los observaba despacio aún con aquella mirada borrosa que dejaba pasar solo sombras, cual esperara por lo menos un indicio de que existía, pero más parecía que su presencia había sido borrada con una simple goma, cual cuenta nueva de la que se parte de cero sin mirar atrás.
¿Acaso nadie iba a ayudarlo?...
Las piernas le temblaron como dos ramitas de retoño fino al tratar de levantarse hasta que lo logró y apoyó ambas manos contra la pared, tanteando de a poco dio un paso tras otro, pero su estado era tan lastimero que no logró sostenerse a sí mismo y terminó por caer. La pérdida de su energía era evidente, la rata no había podido ayudar a tiempo.
Y cuál la vista sobre un plano astral tomara el enfoque de su figura, se observaba en verdad como cual diamantina líquida un pequeño riachuelo se formaba bajo su ser al brotar de una herida en su cabeza, mientras la respiración se aceleraba de manera superficial.
Dolía tanto que la misma sensación lo trajo de vuelta a la realidad sin oportunidades de tregua. Pero debía intentarlo, había viajado en su búsqueda con las firmes intensiones de apoderarse de ella para que ella... le regresará lo suyo, un intercambio que en nada la beneficiaría pero qué más daba si se trataba de una princesa y un demonio.
El aliento abandonaba sofocado su boca, mientras la tranquilidad lejana al bullicio ante el que sucumbió fue reemplazando los alrededores, movió el cuello tratando de ubicarse en el recorrido con la mirada opaca y fue entonces cuando se sintió nuevamente acorralado y amenazado, sensación que le hizo poner en guardia y halar la cadena que le sujetaba un grillete al cuello.
Sus dientes chirriaron junto al gemido adolorido y a la vez amenazante que profirió, mientras el reluciente filo plata recorrió con lentitud el perfil de su rostro y mentón dándole forma a la coraza de su armadura sobre la piel hace unos momentos aún desnuda.
-¡No! ¡Te harás daño! -la preocupación genuina de aquella voz en sonido tan rápido que pareció imaginarlo, lo detuvo. Era ella... tal como se la habían descrito, la sinceridad de la mirada más pura jamás vista en su mundo, misma que le provocó la ansiedad inconmensurable de clavarle los dientes y rasgar con ellos los jirones sangrientos de su aroma suave. Acción reflejada en sus ojos escarlata que amenazaron con engullirla, pero una vez más se vieron cegados ante el deslumbrante poder con que le repelió.
-Parece que aún estás muy lastimado... lo mejor será que por el momento continues así... sin poder verme.
¿En qué momento se le había acercado tanto? Estaba parada tras de él, colocándole una venda sobre los ojos y con ello el sueño profundo lo aturdió.
A los ojos de la princesa que de momento no había hecho más que sostenerlo, parecía un niño escuálido y pequeño, tal vez, ni ella misma comprendiera que entre sus brazos, que al ser al que había tendido su ayuda, era precisamente un monstruo... o tal vez... si lo sabía.
Ya que aún en aquel estado, el ser permaneció atado y acobijado sobre aquella montaña de paja, mientras a los ojos marinos de la doncella de larga cabellera celestina, el deslumbrante río brillantino de energía se observaba con claridad al partir de la herida de aquel cuerno roto.
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Continuará...
Ok, he tenido esta idea estancada en la cabeza desde hace tanto que no sé qué esperar de ella. Así que bueno, esperemos que fluya.
Necesitaba escribir de mi Kiri en la versión del Maoh-sama pero no había tenido la oportunidad.
De momento con lo de su cuerno roto ha perdido su verdadera forma por lo que se ve chiquito y débil mi pobre bebé, pero pronto... *Q*...
Gracias a quien pase.
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