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Hace cuatro años atrás

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Una máquina, absurda y sin sentimiento, o quizás lo más sincero que puedas tener en ese instante, emitía los típicos sonidos de hospital.

Pip.

Pip.

Pip.

Y un pelinegro, se encontraba recostado en una camilla. Totalmente débil, poco probable de estar consciente de su alrededor.

En otra habitación, una niña de once años, era pinchada por una aguja, que extraía su sangre. Ya había pasado una semana de lo sucedido, y una semana entera, la niña había donado sangre.

Los menores de edad debían de tener permiso de un mayor para donar sangre en ese extraño hospital, y la madre de Akira, no era muy responsable que digamos. Por lo tanto, no le importaba si su hija respiraba o no.

- Y...listo -La enfermera, colocó un algodón en el antebrazo de Akira, y esta última hizo un intento de una sonrisa- Eres muy valiente.

Akira no le creyó, y se levantó de su asiento, caminando hacia la habitación de su hermano.

La pelinegra se llevaba bien con las enfermeras, y aquello era un beneficio. Porque ahora Akira visitaba todos los días a todas horas a su Fuji.

Pero ya comenzaba a detestar aquella rutina.

Se sentó en una silla delante de Fuji, de su Fuji, y acarició su cabeza con su pequeña mano.

- Hola.

A pesar de seguir esperando una respuesta, Fuji no la dio. Solo la máquina hacía ruido en esa habitación, y parecía que todo se volvía gris.

- ¿Por qué?

Todos los días preguntaba lo mismo. ¿Por qué lo había hecho?

Akira comenzaba a creer que fue toda su culpa lo que estaba ocurriendo. Su madre se lo había repetido más de cien veces esta semana.

- Perdón si no he hecho todo lo que necesitabas que hiciera -Akira bajó la mirada, apretando sus uñas en su piel con fuerza- No quería que te sucediera esto.

Fuji descansaba en la camilla blanca, con una bata blanca con puntos azules, y su cabello negro seguía opaco. Estaba pálido, pero su respiración era tranquila, como si estuviese descansando de todos los problemas que estaba manteniendo.

- ¿Fui yo la culpable? Dímelo, ¿Fui yo? -Akira comenzó a sollozar, suplicando una respuesta de su hermano y que sea al menos un "no" para parar con su tortura. Recostó su cabeza en el abdomen de su hermano y lloró todo lo que sentía que tenía que llorar.

No tenía las ganas de seguir. Y extrañaba a Fuji más de lo que quería hacerlo.

- Por favor, Fuji -Murmuró sobre la bata- Por favor despierta y dime que todo estará bien.

La máquina se alteró, y los ruidos comenzaron a ir más rápido. En pocos segundos, cinco enfermeras habían llegado a mover la camilla hacia fuera de la habitación.

Y otra vez, una Akira totalmente destrozada, observaba cómo se llevaban a su hermano.

[...]

- Fuji...

- Fuji...

- ¡Fuji!

El niño de quince años, despertó con su respiración acelerada. Comenzó a mirar a sus lados rápidamente, asustado. En cuanto quiso sentarse, sintió el fuerte dolor en su antebrazo. Le ardía, le dolía y sentía la navaja atravesar otra vez su piel.

Pero todo era un recuerdo.

Fuji se sentó, en insultos y quejidos, bastante irritado al estar confundido.

¿Un hospital? Se preguntó. Acarició las hebras de su cabello, pensativo, hasta que la persona que menos quería ver, apareció.

- Fuji...hijo mío -Se acercó a abrazarlo, pero este la alejó de un débil empujón.

- No me toques -Pronunció, haciendo que su madre diera un profundo suspiro.

- Necesito que te alejes de ella.

Las palabras de su propia madre, lo dejaron sorprendido.

- ¿Por qué?

- Solo la lastimas. Ni siquiera eres capaz de cuidarla. La lastimaste, y te odia. No ha venido a visitarte ni un solo día. -La mayor lo observó, fingiendo enfado.

Akira había visitado a su hermano todos los días, donando sangre para que pudiera establecerse, y su madre únicamente estaba mintiendo.

Sentía una extraña necesidad de separarlos.

- Debo de hablar con ella entonces. -Pronunció por lo bajo Fuji, e hizo el amago de levantarse, pero su madre lo detuvo.

- Pagaré tu vuelo. Te irás apenas te den el alta. Descansa.

Con eso, una madre totalmente nerviosa ante ser atrapada, se retiró de la habitación, dejando al pelinegro devastado.

[...]

Fuji observaba el ventanal, mirando las estrellas que se asomaban. Quizás lo estaban consolando.

Las lágrimas caían lentamente por sus rojizas mejillas, y él no se preocupó por limpiarlas.

- Hey, pequeño -Un señor algo joven en ese entonces, estiró a sus manos a una pequeña manta rosa. Pero esta traía consigo un obsequio, o eso creyó Fuji- Te presento a Akira, tu hermana.

Fuji se acurrucó en sus mantas, intentando calmar sus sollozos silenciosos, intentando no llamar la atención de nadie.

- Fuji, tengo miedo -Murmuró la pequeña, sentada en un pequeño asiento de bicicleta, con un niño de once años a su lado, sosteniendola en todo momento.

- Te tengo, no te pasará nada. -Fuji le besó la frente, intentando tranquilizarla, dando por hecho esto. Akira se abalanzó hacia delante, y pudo conducir su bicicleta- ¡Muy bien! ¡Estoy orgulloso de ti!

Intentaba tranquilizar su respiración, pero cada vez se le dificultaba más realizar esta acción.

- ¿Akira? -Fuji observaba a su hermana sentada en su cama rosa, y apenas ella escuchó su nombre, se levantó, para acercarse a Fuji.

- ¿Puedo dormir contigo?

Fuji sonrió y le asintió. La pequeña se metió en sus mantas, y se acurrucó en su pecho, obteniendo calor de inmediato.

- Quiero que me cantes. -Murmuró Akira, bastante somnolienta.

Fuji comenzó a murmurar una melodía. Había sido inventada por él desde que Akira era tan solo una bebé, y no podía dormir sin escuchar esta misma.

- Te quiero. -Susurró Fuji, en el pequeño oído de su hermana, procurando no despertarla, y la abrazó con fuerza.

Quizás Fuji no había sido suficiente para Akira.

Pero Akira creía que Fuji era su universo.

Y Fuji no lo sabía.

Welcome home...

N/A: si la canción ha terminado en esta parte, TE FELICITO. Lees rápido y vas acorde a mis planes. De lo contrario, tranquilo, ya podrás leer más rápido y alcanzar una máxima velocidad <3

Presente

No comprendía lo que estaba ocurriendo.

¿Realmente estaba huyendo con Akira?

La pelinegra se acurrucó en mis brazos. Tenía bastante temor ante la posibilidad de una infección en su pie, pero según ella, casi llegábamos.

¿A dónde? Era lo que me cuestionada yo. Pero no llegaba a tomarle tanta importancia.

Estaba claro que Akira era irresponsable.

- Ya llegamos. -Me murmuró Akira. Miré al frente, y me percaté de una cabaña.

Era exactamente la misma cabaña donde había encontrado a Akira por primera vez.

- Deja de disculparte por todo -Miré el cielo por unos segundos y volví a mirarla. Ahora estaba de pie, con la falda rasgada, y la sudadera llegandole hasta la cadera. Bajó la cabeza, avergonzada- Explícame al menos. ¿Por qué lo hiciste?

Quedó en silencio, y suspiré, frustrado.

- ¡Dime! -Golpeé el puño con un árbol cercano, asustandola- Agh.

Recordaba cómo mi puño había golpeado el árbol. Había sido consecuencia de unos de mis ataques, pero, aún no llegaba a comprender el por qué yo no había herido a Akira.

Me acerqué a la entrada de la cabaña.

¿Qué tenía de especial?

Drogadicta, irresponsable, agresiva, egocéntrica.

¿Por qué seguía volviendo a ella una y otra vez, tal y como un círculo vicioso?

- ¿Vas a entrar o dormiremos afuera? -Cuestionó, y carrespeé.

Finalmente entré a la cabaña.

Esta vez estaba con muchos más muebles. Aunque todo estaba junto. Apenas entrabas, te encontrabas con una cama. Frente la cama, había un televisor. Y al final de la cabaña, estaba la cocina.

Akira bajó de mis brazos, e intentó caminar hacia la cocina, pero me percaté que había una puerta allí también.

La pelinegra abrió esta puerta y mostró el baño. Posteriormente entró y se sentó en el inodoro. Entré, sin antes darme cuenta que era un baño espacioso. Había una tina, y un lavamanos que ocupaba bastante espacio.

Me sorprendió más el hecho de que estaba limpio. Bastante limpio como para ser un sitio habitado por una despistada Akira.

Tomó algodón, alcohol, y unas vendas. Y comenzó a limpiar la herida. Evitaba mirar la sangre que había, y eso no le permitía mirar bien, así que me senté frente Akira, obteniendo una mirada sorprendida por su parte.

- Déjame ayudarte.

Akira dudó, mordiendo su labio con fuerza, y al final me aceptó. Tomé algodón, y lo remojé en alcohol. Posteriormente lo pasé lentamente por la herida. 

- Akira...

- ¿Sí?

- ¿Quién es Fuji?

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Watashi ha megumiwife desu.

uwu.

MIREN ESTOOOOO.

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