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(NO colocar la canción hasta que aparezca este emoji 🍁, disfruten la lectura)
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Akira p.o.v
Hace cinco años atrás
- Oye, Akira, ¿En algún momento viste a papá? -Me cuestionó Fuji, sentado sobre la mesa, comiendo aquella comida sin tanto lujo, ya que mamá no había vuelto hoy, y Fuji había cocinado.
- Nop -Dije, jugando con mi cubierto con la comida, obteniendo un suave tirón en el cabello por parte del pelinegro.
- No juegues con la comida -Hizo una mueca y siguió comiendo.
Luego de eso, Fuji se levantó a lavar los trastes, pidiéndome que vaya a jugar afuera. Me dediqué a hacerle caso, y me senté en el césped del patio. Una suave brisa golpeó mi rostro, y suspiré, relajada. Me había traído un par de juguetes, para poder distraerme un poco.
En cuanto me aburrí, me levanté y me acerqué a la bodega de afuera. Allí guardaban las herramientas y una que otra cosa más. Tenía pensado sacar un poco de madera para hacer una fogata pequeña. En verdad estaba aburrida.
Pocos segundos pasaron, para que yo abra la puerta de la bodega. Y grité. El olor era espantoso, pero lo que había allí, era aún peor.
[...]
Juré toda mi vida no asistir a ningún velorio. Eran demasiados depresivos. Pero en esta ocasión, supe que algo en mí se había escapado como una rata en una trampa de queso.
Papá se había suicidado.
Sentí la mano de Fuji en mi hombro, apretando con fuerza, con un traje formal negro. Yo llevaba un vestido negro también. Y los familiares de papá no paraban de llorar.
Hasta creí que iban a deshidratarse.
- ¿Viste? ¿Ya entendiste de quién es la culpa, Fuji? -Mamá se acercó al oído de Fuji, pero pude oírla con claridad.
- Mejor vete a la mierda. ¿Quién te necesita? -Le dije, irritada por el comentario que le había dicho a Fuji.
- Vas a pagar por eso, mocosa -Hizo una mueca, y se alejó. Pude ver con facilidad a su novio. O bueno, uno de los tantos que tenía. Mamá era una mujer bastante consentida.
Recién comenzaba a entenderlo.
Papá había desaparecido luego de que Fuji le contara lo sucedido.
Las lágrimas me recorrieron las mejillas lentamente, y unos suaves y delicados dedos me acariciaron las mejillas, limpiandome rápidamente.
- No llores.
- Es difícil...yo...
- No llores.
Asentí en silencio, y Fuji hizo que recueste mi frente sobre su pecho. Quizás no quería que viera lo que estaba sucediendo.
Pero lo sabía perfectamente.
Papá no estaba.
[...]
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N/A: coloquen la canción de arriba, en lo posible escuchen con audífonos/auriculares/cascos.
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Fuji p.o.v
Un 13 de octubre de 2020, mi padre había muerto.
Y hoy era 24 de marzo de 2021.
Una y otra vez.
La cuchilla rozaba mi antebrazo con fuerza.
Una y otra vez.
Recordaba.
- No eres lo suficientemente fuerte para cuidar a tu estúpida hermana.
- Voy a matar a Akira. ¿Qué harás tú? ¿Llorar?
- Apenas tienes quince años. ¿Cómo cuidarás a una mocosa como ella?
Tarareaba una canción en mi mente, sentándome en el frío suelo del baño.
No puedo dejarla sola.
Negué varias veces, sintiendo un fuerte nudo en mi garganta. La piel ardía, y mis ojos también. Sentía el mundo caerse a mis pies. Intentaba aguantarme las lágrimas, apretando los cortes.
Siempre hacía eso. Quizás para no sentir el dolor emocional y pasarlo desapercibido al apretar mis cortes.
Los que ya tenían tiempo no dolían, pero los recientes me clavaban púas en la piel. O así se sentía.
Mierda, mierda, mierda.
Era tan pequeña. Recordaba a la perfección cuando me la entregaron en mis manos. Era una pequeña flor que apenas estaba creciendo. Y juré con todas mis fuerzas cuidarla.
Mi vida no importaba si ella no estaba a salvo.
- Traté de hacerlo. Traté de vivir por ti, Akira -Murmuré, hablándole a la pared, quizás. No lo sabía con exactitud.
¿Quizás me estaba volviendo loco?
Me reí lentamente.
¿Debería morir para mantenerla a salvo?
Pasé de nuevo la cuchilla sobre mi antebrazo. Lentamente, pero dolorosamente.
Dolía.
Ardía un demonio.
Pero lo hacía para ser fuerte.
¿No, Akira?
Antes que me percatara, la sangre corría por el suelo.
Te cuidarás por mí.
¿Cierto, Akira?
Recordé la carcajada que tenía de pequeña. Siempre reía con amor y entusiasmo. No era una persona egoísta.
Solo necesitaba una razón para vivir.
Comencé cerrando los ojos, imaginando que ella estaba jugando con mi cabello. Haciéndome coletas chistosas, y riendo a carcajadas por mi mal humor.
Pero ella jamás me ha puesto de mal humor.
Siempre supo lo amargado que era, y por eso siempre fue igual de dulce.
Tan dulce que llegaba a empalagar con simplemente sonreír.
No te enojes conmigo.
No soy lo suficientemente fuerte.
Si no lo hiciera, estarías sufriendo.
Ojalá poder ser más suficiente para ti, Akira.
Perdón.
[...]
Narrador
- ¡Mierda, mierda, mierda!
Una madre totalmente asustada, gritaba con desesperación al ver cómo llevaban a su hijo en una camilla. El cabello negro de este, estaba opaco e igual de débil que su portador.
Y, la pequeña de once años, con un nudo en la garganta, más parecido a una cadena de púas atravesando sus cuerdas vocales, observaba la sangre en el baño, abrazándose a sí misma al sentir demasiado frío de repente.
¿Hice algo malo? Se preguntó.
De repente sintió a su mamá tomarle del brazo con fuerza.
- Súbete al coche.
Corrieron hacia afuera, con la pelinegra en pijama, y se subieron al coche con rapidez. Su objetivo era perseguir a la ambulancia, para poder ver a su hijo y confirmar si estaba bien.
Dentro de todo se sentía un poco culpable. ¿Ella había ocasionado todo esto? Esa pregunta no se escapaba de su cabeza. Al llegar al hospital, corrió hacia dentro, dejando a la niña en el coche, pero esta no se iba a quedar de brazos cruzados.
Ella quería ver a su hermano.
Corrió con sus cortas piernas hacia el hospital, siendo detenida por unas enfermeras.
- ¡Hey, hey! ¿A quién buscas, niña? ¿Estás pe...?
- ¡No, joder! ¡Mi hermano quiso matarse! -Gritó, llamando la atención de casi todos- Por favor, ayúdenme.
Se derrumbó en el suelo, llorando y estresada por tantas cosas, y fue abrazada por una de las chicas.
- Vamos a buscar a tu hermano.
La tomaron de la mano y la levantaron del suelo, caminando hacia la recepción.
- ¿Cómo se llama tu hermano?
- Fuji -Limpió sus lágrimas- Fuji Sasaki.
La recepcionista buscó en su computadora, bastante rápido. A decir verdad, la recepcionista tenía miedo de Akira. Quien esta última la miraba con ganas de matarla.
- Planta dos, habitación veinticinco.
Corrieron al ascensor y subieron. Al llegar, Akira buscó y buscó, hasta encontrar el número veinticinco.
- ¡Espera, Akira!
Su madre apareció, desorientada al verla allí.
- Fuji está en observación. Aún no entra en la habitación -La señora se cruzó de brazos, intentando obtener calor.
- ¿Y a mí qué? -Akira sintió que no tenía ganas de ser la misma de siempre. Había perdido las fuerzas y las esperanzas de poder tener una vida normal.
Fuji era su vida, pero él no quiso serla.
- No vengas con esta postura. También estoy mal por Fuji.
- Eso jamás lo pensaste o lo recordaste mientras golpeabas y maltratabas a Fuji -Murmuró la pelinegra.
- No hay un libro que te enseñe a ser madre -Dijo la mayor.
- Hubieras aprendido por tu cuenta.
Akira observó con molestia y desagrado a la señora frente ella. No la veía como su madre.
No la veía como su sangre.
La veía como cualquier otra persona.
Y Akira comenzaba a detestar a las personas cualquiera.
- Tengo algo que contarte, Akira -Su "madre" habló. La pelinegra asintió ante eso, y se sentaron en la sala de espera- Cuando tu padre murió...
- No debes de recordarmelo siempre, ¿Sabes? -Murmuró Akira.
- Escúchame -Suspiró- Dejó una casa para ti.
La observó de inmediato.
- Dejó un testamento diciendo que una pequeña casa en el bosque es de tu pertenencia. Y que a la edad que tú quieras puedes ir a vivir allí -Dijo, impresionando a Akira- Tu padre te quería mucho. Y quiso demostrártelo con esto. Mira, sé que no fui ni soy ni seré una buena madre. Pero déjame decirte algo. Jamás te mentiría.
Tragó saliva la pelinegra, se había puesto nerviosa.
- ¿Una...casa?
- Una casa.
- ¿Y puedo ir a vivir con Fuji allí?
La mueca de su madre no la convenció.
- Mira, Akira...
- Dime la verdad. Me obligaste a ser madura desde temprana edad. Entiendo cosas que no debería de entender. No me vengas con cuentos de hadas.
La madre quedó en silencio.
- Akira... -Murmuró- Fuji se desangró.
Akira mordió su lengua.
- Están intentando salvarlo. Necesitan una donación muy grande de sangre. Perdió demasiada -La señora murmuraba con miedo de ser asesinada por Akira. Sabía perfectamente que su "mocosa" había perdido cualquier sentimiento alguno por ella.
Sabía que esa "mocosa" ya no era débil y la estaba enfrentando.
Debía de usar las palabras correctas ante su hija, porque cualquier cosa podía arruinar todo y podía terminar herida.
- Puedo donar toda la sangre que necesiten -Dijo Akira- Tenemos la misma sangre. Puedo donar y...
- ¿Por qué lo harías, Akira?
La pelinegra quedó en silencio.
- Jamás entendí aquella conexión que Fuji tenía contigo. ¿Puedes explicármelo tú?
- Es algo que no entenderías.
- ¿Por qué no? -Se rió la mayor.
- Tú no tienes sentimientos. ¿Qué mierda quieres entender si no tienes esto?
La señora quedó callada.
- Los humanos en sí son así. Egoístas consigo mismos. Viviendo por dinero y comida. ¿Y para qué? ¿Para comprar un televisor nuevo? Cuando mueres no te llevas nada de eso.
》La vida no es egoísta. La vida da el merecido que tienen todos. Por ser humanos.
》Los humanos son repulsivos. Matan por comer, o por simplemente diversión.
》Se burlan de quienes tienen transtornos mentales, y fingen tener una para sentirse bien, o para entrar en un lugar y sentirse aceptado.
》No, no tienes depresión por sentirte triste un puto segundo.
》No, no tienes ansiedad por sentirte emocionado por algo.
》No, no eres psicópata por matar a dos personas en un videojuego.
》No, no eres nadie. Nada.
》No serás aceptado jamás por simplemente querer sentirte especial.
》Muérete. Te lo digo a ti y a quien sea. ¿Qué sentido tiene sentirte importante? ¿Qué sentido tiene decir "tengo depresión" y subir publicaciones "tristes" en tus historias en redes? No eres especial por eso, ni lo serás.
Su madre la observaba, impresionada.
Intentaba buscar en los ojos verdes a aquella niña que había nacido alegre.
Pero no la encontró.
- Eres una pésima madre -La pelinegra se levantó- Y ojalá te mueras. En esta vida, y si hay vidas próximas, ojalá sufras.
La pelinegra observaba a su madre, con una seriedad que mataba y dolía.
- ¿Qué sentido tiene que sigas viviendo? Te dieron tu oportunidad para criar, y tú preferiste llenar tu puta vagina -Akira hablaba, sin esperar una respuesta- Llena tu vagina, pero lejos de nosotros. ¿De acuerdo?
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¡Gracias por leer!
Aquí el significado de la canción que decidí usar en esta ocasión.
-megumiwife
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