7. MENTIOR

Por primera vez en semanas, dormí profundamente, sin pesadillas ni despertarme constantemente por el miedo.

Todo se lo debía a Raven, antes de dormir, ella me había abrazado y me había susurrado palabras de tranquilidad mientras me acariciaba el cabello. El cansancio mental y físico que Madness había ejercido en mí me pasó factura y caí rendida. No supe cuantas horas pasaron, pero cuando me desperté, Raven acababa de entrar de nuevo a la habitación, sosteniendo una taza de té con ambas manos.

—Hola de nuevo —dijo con una sonrisa.

Y la emoción me invadió de nuevo porque estuve tan preocupada por ella, pensé todo tipo de escenarios donde ese monstruo le hacía daño o la atormentaba como lo estaba haciendo conmigo. Tenerla a salvo conmigo definitivamente era algo que me aliviaba a pesar de que nada tuviera sentido.

—Estoy tan feliz de verte —dije francamente.

¿Descansaste? Fred dijo que necesitabas todo el descanso posible.

—¿Fred? ¿Fred estuvo aquí? —Fred era el amigo doctor de mi hermana.

Raven arrugó las cejas mientras jalaba la silla frente de la esquina de mi habitación y la dejaba al lado de la cama para sentarse.

—Sí, tú... hablaste con él, Ann.

—¿Qué?

—Fred dijo que tenías una infección —explicó—. Por eso tenías fiebre. Te dio algo para la fiebre y quiere que vayas mañana para examenes de sangre. Me dijo que te tuviera monitoreada, que si la fiebre subía, debía llevarte a emergencias.

—¿Yo hablé con él?

—Sí, ¿no lo recuerdas?

Sacudí la cabeza.

—Estabas media dormida, Ann, casi ni hablaste.

Suspiré y me impulsé hasta quedar sentada en la cama, con mi espalda contra la cabecera. Mi hermana se acomodó un menchón de su cabello detrás de la oreja y me miró, su expresión se suavizó.

—Ann, estoy aquí, vas a estar bien, ¿de acuerdo? —prometió.

—Raven.

—Deja de tener esa expresión de miedo, Ann, estás a salvo.

<<Ya quisiera creer eso, Raven.>>

—Necesito hablar contigo —me aclaré la garganta.

—De acuerdo, te escucho —replicó. Tragué sin saber por dónde empezar.

—Está pasando algo muy malo —pausé y los ojos rojos de Madness y sus garras llegaron a mi cabeza—. Hay... Raven, tú viniste aquí hace semanas. Estabas asustada, llorando y hablando de crucifijos y agua bendita. Tú dormiste conmigo y a la mañana siguiente desapareciste —ella me escuchó en silencio, atenta. Sus labios estaban firmemente apretados—. Entonces, había una figura oscura persiguiéndome. Él dijo que te tenía, es un demonio, Raven. Él quiere destruirme y me ha hehco daño, él—

—Ann, para —interrumpió ella—, posiblemente estabas alucinando, Fred dijo—

—¡No, no era una alucinación! Fue real, él es real... yo tengo... —empecé a quitarme la blusa.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó y la ignoré para lanzar la blusa a un lado. Raven no parecía sorprendida al ver mi nuevo tatuaje.

—Él me hizo esto.

—No, te lo hiciste tú misma —fue su respuesta.

—¿Qué?

—Tú decidiste hacerte ese tatuaje.

—No, claro que no.

—Ann, ya me lo habías mostrado antes —Raven recogió la blusa del suelo y me la ofreció. Me la puse, completamente sin palabras.

—No, eso no es posible. Yo no... —fruncí el ceño—. Yo no lo hice, fue él.

—¿Él?

—Madness —espeté, cada vez más frustrada con todo. Raven entrecerró los ojos.

—¿Madness? —repitió y pude ver su expresión estrecharse en preocupación por mí, no por lo que le acababa de decir.

—Ese es su nombre —afirmé incluso aunque Raven no me estaba creyendo nada—. Raven, te estoy diciendo la verdad —dije con convicción.

—Ann, escúchame, estás enferma. Tuviste una fiebre muy alta. Todas esas cosas que pensaste que pasaron solo fueron una alucinación. Fred dijo que la fiebre podía ocasionar eso.

—No estoy alucinando —reafirmé con seguridad.

—Ann, —ella acercó la mano a mi hombro, pero la esquivé.

—No estoy loca —siseé y me levanté.

Raven me imitó y me siguió.

—Nadie dijo que estás loca, solo estás muy enferma, Ann. Por favor, confía en mí. Una vez que Fred sepa que infección tienes, te dará la medicación correcta y estarás curada. Si las alucinaciones continúan después de eso, irémos a terapia o algo, lo que se necesario ¿de acuerdo? —asentí—. Estarás bien, nadie te hará daño, estoy aquí. Estás a salvo.

¿Por qué no podía creer lo que ella decía? Quería hacerlo, de verdad que quería con todo el alma creer que todo estaría bien. Sin embargo, Madness me había herido demasiado  mentalmente y físicamente, era difícil creer que estaba a salvo. No podía negar que Raven tenía un buen punto. ¿Y si solo estaba alucinando? Sabía que la fiebre alta podía causar eso, pero era imposible que creara algo tan elaborado como todo lo que había pasado.

—Siento haberte dejado sola —susurró y me envolvió en un abrazo—. Nunca pensé que te podrías enfermar así en mi ausencia —se separó y su semblante había decaído.

—No te disculpes, no fue tu culpa —dije honestamente—. No sé lo que está pasando, pero estoy feliz de que estés conmigo —eso era verdad. Incluso si la presencia de Raven significaba que probablemente me estaba volviendo loca, estaba feliz de que ella estuviera aquí conmigo.

—Vuelve a la cama, por favor —rogó.

—Pero es Navidad —protesté, Raven no podía cenar sola.

—No te preocupes por eso. Tengo una cita.

—No te creo. No te dejaré cenar sola en navidad.

—Dije que tengo una cita —informó mientras me empujaba hacia atrás hasta que caí sentada en la cama y luego me acosté. Raven lanzó las cálidas mantas sobre mí.

—Rave—

—Ann, por favor solo duerme un poco más ¿si? —tocó mi frente a palma abierta—. Todavía estás ardiendo, voy a conseguir unas toallas húmedas para tu frente.

—No tienes que hacer esto, —la observó caminar hacia la puerta. Ella me miró por encima de su hombro.

—Lo sé, pero eres mi hermana menor. Estaré aquí siempre que me necesites —ella me dio una sonrisa.

—Raven.

—¿Sí?

—Feliz navidad —le di la mejor sonrisa que pude conjurar después de todo lo que había pasado. La expresión de Raven se suavizó.

—Feliz navidad, Ann.

Con eso ella abrió la puerta para salir, y en el momento en el que ella salía, tuve una sensación de déjà vu. Y pude ver por unos segundos, como una versión niña de mi misma salía al mismo tiempo que mi hermana, la niña se giraba y miraba hacia la cama con una sonrisa.

—Voy por más paños, yo voy a cuidarte siempre.

Me senté en la cama para ver mejor y cuando observé los paños que sostenía la niña en sus manos, estos goteaban sangre y en ese momento me paralicé porque ella estaba mirando un punto a mi lado en la cama, y pude sentir el peso de algo sentarse a mi lado.

Apreté las sabanas con fuerza para armarme de valor para mirar.

Comencé a girarme, temblando, pero antes de que pudiera mirar, una mano cubrió mis ojos y sentí alguien detrás de mí, un olor dulce llegó a mi nariz, hice una mueca.

—No mires.

Esa voz... era la voz del sirviente de Madness.

Yo estaba apretando las sábanas con tanta fuerza que se me estaban acalambrando las manos.

—Cuando sea demasiado, cierra los ojos, no mires.

Y me soltó, abrí los ojos parpadeando muy rápido. Ya no había nada en la puerta que estaba cerrada como Raven la había dejado y tampoco había nada a mi lado ni detrás de mí, tan repetenimanete como el sirviente había aparecido para evitar que viera lo que sea que estaba a mi lado, así se había ido. Sin embargo, sobre mi regazo había un caramelo.

Lo tomé y lo observé con cuidado. Consideré contarle a Raven, pero ya sabía como me había con eso hace un rato así que lo descarté. Me quedé pensando un rato sobre lo que vi hasta que me dormí de nuevo.

#

La mañana siguiente comenzó con una ida al laboratorio para que me tomaran las muestras de sangre. Cuando volvimos, Raven charlaba con Fred por teléfono.

—Sí, Fred, está comiendo ahora mismo.

Raven me hizo un gesto para que continuara comiendo. Yo estaba sentada en el sofá, con la bandeja frente a mí. Raven había preparado su clásico: Tocino y huevos, un vaso de jugo de naranja estaba al lado de mi plato. Tomé el tenedor y empecé a comer.

—Es demasiado tiempo, Fred. Ella está muy enferma —Raven bajó la voz—. Ella habló dormida anoche—. Bajé el tenedor mientras masticaba el tocino. ¿Hablé mientras dormía? —Sé que eso es normal con la fiebre muy alta... sí, de acuerdo, esperaremos los resultados. Muchas gracias, Fred. Dale mis saludos a Miranda—. Miranda era la esposa de Fred, una señora muy amable. Raven colgó y se giró hacia mí.

—¿Qué dijo?—pregunté luego de tragar.

—Dijo que hay que esperar los resultados, que su amigo que trabaja en el laboratorio está fuera por un par de días por lo de Navidad  —Percibí el tono de tristeza en su voz.

—Estaré bien —aseguré para calmarla.

—Mi pobre Anny está toda enferma —bromeó.

—No me llames así, tú sabes que me molesta.

—Pero Anny...

—Raven, para.

Le advertí y ambas nos reímos un poco.

Un toque en la puerta nos interrumpió. La expresión de Raven pasó de preocupación a entusiasmo en segundos. Sus ojos tenían un brillo muy visible. Me le quedé viendo, confundida.

—¿Estás esperando por alguien? —Ella asintió y empezó a arreglar su cabello—. ¿Quién es? Raven, —ella me ignoró y se fue a abrir la puerta. Escuché una voz masculina y luego la risa de Raven seguida de algunos susurros. Entrecerré los ojos y dejé el tenedor a un lado. Ya no tenía hambre.

—Ann —Raven apareció en la sala otra vez, pero no venía sola.

El hombre que la acompañaba era muy atractivo: Piel bronceada, cabello castaño y alborotado que le cubría parcialmente las orejas y la frente. Tenía cejas gruesas y oscuras que apuntaban hacia su nariz y unos labios carnosos. Llevaba puesta una camisa blanca y vaqueros.

Me puse de pie y quisiera decir que no me le quedé viendo como idiota, pero eso fue exactamente lo que hice hasta que él se le aclaró la garganta.

—Él es corbin —empezó mi hermana y lo señaló antes de apuntarme a mí—. Esta es mi hermana Ann.

—Un placer conocerte, Ann —dijo Corbin, su voz era ligeramente ronca.

—Un placer conocerte —repliqué amablemente.

Sus ojos eran de color miel, pero tenía un destello oscuro bastante particular.

—Corbin es un amor, estoy segura de que se llevaran bien —dijo Raven con entusiasmo. Corbin simplemente le sonrió y le besó la mejilla—. Oh, Ann, y es mi novio, es el chico del que te hablé.

Recordé vagamente hace unos meses cuando Raven me dijo que había empezado a salir con alguien, pero que no quería presentarmelo hasta que estuviera segura de que sería algo serio.

—¿Terminaste con eso? —Raven apuntó hacia la mitad de mi desayuno.

—Sí —Raven tomó la bandeja y le dio un beso rápido a su novio.

—Ya vuelvo, ponte cómodo.

Y nos dejó solos en un silencio incómodo. Él y yo nos miramos y nos sonreimos con incomodidad.

—Así que —comenzó, metiendo las manos en los bolsillos frontales de sus vaqueros—. Estás enferma, ¿no?

—Así es.

—Raven está muy preocupada por ti.

—Lo sé, no quiero incomodarla,  se preocupa demasiado.

—Ella te ama, Ángeles.

Sentí un escalofrío cuando dijo mi nombre completo.

—¿Cómo sabes mi nombre completo? —pregunté de golpe. Corbin sonrió.

—Raven te llama Ángeles todo el tiempo —explicó rápidamente.

—No, no lo hace. Solo lo hace a veces cuando estamos solas —aseguré.

—Ella me lo dijo —se encogió de hombros y miró hacia otro lado.

—Estás mintiendo.

Él volvió a verme y ladeó la cabeza.

—Y, ¿qué pasa si estoy mintiendo? —Tomé un paso atrás, tenía un mal presentimiento sobre esto—. ¿Asustada, Ángeles? —ese tono era tan familiar, él no podía... no podía ser...

—Tú...

—Listo —Raven volvió a la sala. Su sonrisa se desvaneció cuando vio mi cara—. ¿Qué pasa?

—No lo sé, ella empezó a hablar cosas sin sentido de repente —Corbin respondió, sonando preocupado.

—No, eso no es verdad —me defendí.

—Oh, es por la fiebre —Raven se acercó a mí—. Vamos, hora de volver a la cama.

—Raven, no estoy mintiendo. Él dijo mi nombre, él—

—Vamos, Ann, vamos a tu habitación —ella me llevó del brazo con cuidado al pasillo. Le eché un ultimo vistazo a Corbin. Él tenia sus brazos cruzados sobre su pecho, una gran sonrisa adornaba su rostro. Sus ojos miel se volvieron rojo carmesí por completo por unos segundos.

Jadeé en sorpresa y él parpadeó, su ojos volvieron a su color usual.

Estaba siendo arrastrada a mi habitación mientras el miedo y la confusión colapsaban mi mente de nuevo.

Estaba en peligro.

Raven estaba en peligro.


- - -


Nota de la autora: I have no words. No mentira, jajaja, este capítulo dice tan poco y a la vez tanto. Ni yo me entendí xD en fin, la hipotenusa. 

Espero que estén teniendo un hermoso fin de semana, ¿puede creer que ya se acaba Febrero? No puede ser, solo me descuidé un segundo. 

Como siempre, gracias por embarcarse en esta historia <3 Cada vez que me apoyan en un nuevo proyecto significa mucho para mí. #SeLesQuiso.

Aquí hablemos del sirviente, y de "Corbin" Ta sospechoso todo, wey. 

Meme time:

Muakatela, 

Ariana G. 

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