15. COMMINATIO
Nota de regreso
Querida criatura miserable,
Te doy la bienvenida de nuevo a la locura. ¿Disfrutaste este tiempo sin mí? ¿Sin el tormento semanal de mi presencia? Quizás, pero no te preocupes que he vuelto a ti y no descansaré hasta acabar con cada parte cuerda de ese pequeño cerebro que posees.
No confío en tu capacidad de recordar mis hazañas hasta ahora, así que me encantaría refrescar tu memoria. La verdad es que Dagon y yo nos hemos divertido jugando con la mente de mi títere -Ángeles- esa ingrata ha escapado del psiquiátrico junto a ese humano insignificante, sin embargo, no hay razón para entrar en pánico. Puedo ser muy creativo cuando se trata de castigar a los seres inferiores a mí como ella. Y te quedarás a disfrutarlo conmigo, aunque te engañes y pienses que estás de su lado porque es lo correcto y es lo que deberías hacer.
No olvides que yo puedo ver tu alma, y tus anhelos más oscuros.
-El rey de la locura.
(15)
No soy suya.
Madness podía ser el rey de la locura, pero eso no significaba que me rendiría ante él.
Bajé del auto, mis pies descalzos rozando el césped, apenas cubierto de nieve. Me estremecí al contacto. Cuando levanté la mirada, me quedé hipnotizada por un momento. Una mansión de dos pisos se erguía frente a nosotros, sus paredes eran de un color pastel que no descifraba bien con la poca luz de las lámparas exteriores, azul o verde, daba igual. Sus ventanas era inmensas con marcos blancos y elegantes. Noté una fuente junto a nosotros de un ángel sosteniendo una flor marchita.
Ángel...
Un escalofrío me recorrió.
Estábamos en medio del jardín y dudaba que este fuera un buen lugar para estacionarse. Este pasto no debería ser pisado, mucho menos por un coche. Había grandes árboles de roble alrededor de la casa, la brisa fría movía sus ramas lentamente. El silencio me tomó por sorpresa, estaba acostumbrada a los ruidos constantes de la ciudad.
—¿Ann? —llamó Adriel detrás de mí—. ¿Estás segura de que estás bien?
—Sí, estoy bi-bien —tartamudeé, helada. Sin decir una palabra, Adriel se acercó y me levantó para cargarme—. Adriel , puedo caminar.
—No tienes zapatos, te vas a resfriar si sigues exponiéndote al frío —explicó y siguió caminando, llevándome sin esfuerzo alguno.
Cuando llegamos a la puerta principal, estaba abierta, nos recibió una señora mayor, las arrugas de su rostro se acentuaron cuando estrechó la cara con preocupación.
—¡Adriel, cariño! ¿Qué ha pasado? —Y me volvió un poco el pudor. Adriel me estaba cargando y yo no llevaba nada más que una bata de hospital y estaba bastante segura de que me veía fatal—. ¿Hola? —Mi mente volvió a la realidad cuando me di cuenta de que la anciana me estaba hablando.
—Hola —susurré tímidamente.
—Hola, soy Gina. —Me saludó con la mano y me esforcé por sonreírle.
—Ann —respondí sin molestarme en decir mi nombre completo—. Adriel, ¿puedes... bajarme? —Necesitaba que me pusiera en el suelo. Esta situación ya era incómoda por si sola.
—No. —Fue su respuesta y luego entró.
La calidez me dio la bienvenida y agradecí por ello. Adriel me puso en un sofá muy cálido cerca de la chimenea. Era un lugar muy agradable. No era elegante o tenía una decoración cara como el hotel. Se sentía como un hogar. Los sofás eran marrones y también la alfombra. Había una gran pintura de un caballo montado sobre la chimenea. Mi nariz se llenó del agradable olor de la madera ardiendo. Me sentí observada y al girar el rostro, encontré a la señora viéndome.
—Ann, ella es la ama de llaves —explicó Adriel caminando hacia ella. Gina me sonrió.
—Si necesitas algo, avísame —dijo cortésmente.
—Gracias —murmuré. No estaba de humor para charlar.
—Voy a buscar unos zapatos —informó Adriel y luego desapareció subiendo una escalera de madera.
—No tienes que avergonzarte —dijo Gina en voz baja—. Estoy acostumbrada. —¿Ah? La miré, arrugando las cejas—. Bueno, nunca pensé que llegaría tan lejos en una fantasía o en sus juegos de rol, pero no juzgo nada de lo que hace, creo que por eso llevo tanto tiempo trabajando aquí.
—¿Ah? ¿De qué estás hablando? —Estaba frunciendo el ceño con tanta fuerza que pensé que mis cejas se tocarían.
—Bueno, estás vestida así para un propósito, supongo. —Sí, porqué vengo de un psiquiátrico y probablemente esté loca—. Y ese propósito es sexual, ¿no?
Mi mandíbula casi cayó al suelo. ¿Esta mujer hablaba en serio? Pensó que estaba vestida así porque estaba tratando de complacer sexualmente a Adriel con una fantasía. Tenía que estar bromeando, me veía horrible, ¿cómo podría pensar que me vestiría así para follar?
—Espera... —Me detuve—. Quieres decir, que Adriel suele traer chicas...
Ella asintió.
—Una en específico me asustó una vez, apareció en la puerta vestida como un oficial de policía. Pensé que Adriel estaba en problemas y ella iba a arrestarlo. Sin embargo, cuando la vio sonrió como un gato y la llevó arriba. No lo vi en dos días. Ni siquiera comió, creo.
Me quedé estupefacta.
Nunca pensé que Adriel estaría interesado en ese tipo de cosas. Sabía que era super activo sexualmente, todo el hotel sabía de sus desastres amorosos. No era nadie para juzgar, ¿bien por él?
Por otro lado, esta mujer no era reservada. En los cinco minutos, que llevaba aquí, ya me había revelado lo que estaba segura de que era parte de la privacidad de Adriel.
Gina me ofreció un poco de café, pero no tenía ganas de beber ni comer nada. No sabía por qué estaba tan silenciosa; era como si mi mente estuviera en un estado congelado. Por primera vez en semanas, me sentí segura.
Adriel me trajo un par de sandalias y luego me guio arriba. Entramos en un gran pasillo con puertas a cada lado. Adriel abrió una y me hizo un gesto para entrar, así que lo hice. Era una bonita habitación con una cama grande en la esquina acompañada de una mesita de noche y una lámpara. Frente a la cama había un espejo y un televisor. Vi una puerta de madera, que supuse llevaba al baño.
—Puedes quedarte aquí —dijo Adriel apoyado contra el marco de la puerta. Caminé hacia la cama y recordé cuando Raven apareció en mi puerta pidiendo un crucifijo y agua bendita. ¿Me lo había imaginado? Raven se veía bastante bien cuando volvió después de estar desaparecida—. El baño está ahí. Hay algo de ropa en los cajones —agregó, rascándose la parte posterior de la cabeza. ¿Estaba nervioso?—. Probablemente sean mis camisas y bóxer, así que espero que esté bien para ti.
Asentí.
—Gracias —dije con franqueza.
Adriel estaba siendo muy amable conmigo. Nunca pensé que pudiera ayudarme tanto, estar ahí para mí en mis peores momentos.
—Deberías dormir un poco. —Me dio una última sonrisa cálida y se fue.
Suspiré y me recosté sobre mi espalda. Miré el techo en silencio. Mis ojos se inundaron de lágrimas, fue como si finalmente me permitiera enfrentar lo que me había pasado. Todo parecía caer sobre mí a la vez y comencé a sollozar incontroladamente.
¿Qué iba a hacer ahora? ¿Estaba loca?
Me cubrí la cara mientras lloraba. Estaba cansada, ya no quería tener miedo, no quería huir. Sabía que era inútil, Madness siempre me encontraría.
¿Por qué yo?
¿Por qué me eligió a mí?
Nunca me había sentido tan perdida en mi vida. Lloré hasta que me dormí, deseando que todo esto fuera una pesadilla y que me despertara en mi habitación como todas las mañanas durante los últimos años. Pero al cerrar los ojos, supe que ese era un deseo fútil.
—Vamos, Ann, volvamos adentro —dijo Raven detrás de mí mientras salía de la cocina del orfanato, dirigiéndome hacia el patio.
—No, no quiero.
—Ann, hornearon un pastel para ti, no seas malagradecida. —Raven estaba enojada. Era mi noveno cumpleaños. Las monjas siempre me hacían un pastel durante los cumpleaños que había pasado en el orfanato. Estaba cansada de la misma rutina, quería algo más—. Para. —Raven me agarró del brazo cuando llegamos a los columpios. Ella me dio la vuelta—. Alto, estás actuando como una mocosa malcriada.
—¡Estoy cansada! —Le abofeteé la mano—. Estoy cansada de pasteles y sonrisas de simpatía. Siempre es lo mismo. Quiero muñecas y vestidos lindos.
—Nuestros padres ya no están aquí, Ann. Deberías estar agradecida, las monjas hornean un pastel para ti, incluso cuando no tienen que hacerlo.
—¿Agradecida?—Estaba frustrada y triste—. ¿No puedes ver la forma en la que nos miran, con toda esa lástima?
—Ellas se preocupan por nosotros.
—No, no lo hacen.
—¿Qué te pasa?—preguntó, frunciendo el ceño—. Nunca te has puesto así, siento que no te conozco.
—Estoy cansada, déjame en paz. —Le di la espalda.
—Ann, espera, ¡Ann!
Empecé a correr con dirección al bosque. Mi vista estaba borrosa por las lágrimas. Quería a mi mamá, a mi papá. Quería mi gran habitación llena de muñecas y lindos osos de peluche. Lo quería todo de vuelta. Odiaba este lugar.
Ya era el atardecer; los rayos de luz solar se colaban a través de las copas de los árboles.
Lágrimas rodaron por mis mejillas y volaron con el viento. Odiaba llorar, papá siempre decía que no me veía bien cuando lloraba, dijo que me veía hermosa cuando sonreía. Lo extrañaba tanto. Mis ojos captaron algo de movimiento y me detuve bruscamente. Mi boca se abrió mientras estudiaba mi entorno.
Había muchos globos unidos a los árboles, se veía tan coloridos. Había osos de peluche por todas partes, y pequeñas bolsas con caramelos. Una enorme sonrisa se arrastró a mis labios cuando vi un gran pastel en una mesa de colores. Me limpie las lágrimas mientras me emocionaba.
—Te gusta, ¿no? —dijo una voz masculina detrás de mí. No necesitaba volverme a saber que era uno de los chicos de negro que siempre me visitaba.
—Sí. —Solté, asintiendo como loca. Me picaban las manos con la necesidad de agarrar los osos de peluche y comer los dulces, pero me contuve.
—Adelante, disfruta —susurró suavemente. Me giré para enfrentarme a él. Sus ojos rojos me miraban fijamente.
—Quieres decir... ¿son todos míos? —Pregunté asombrada cuando señalé todo. Él asintió.
—Pero primero, ya sabes lo que tienes que hacer. —Por supuesto, lo sabía. Él se arrodilló, y caminé hasta que su cara estaba al nivel de la mía, estaba tan pálido. Extendí mi mano y él envolvió sus dedos alrededor de mi muñeca. Su piel estaba tan fría, que al instante se estremecí.
—Dilo.
—Madness —murmuré. Rápidamente, sentí cómo mi energía salía de mí. Sus ojos rojos brillaban más con cada segundo que pasaba. Mis piernas cedieron y me atrapó con gentileza antes de que me cayera. Me sostuvo la cara con ambas manos.
—Mírame. —Ordenó. Mi vista estaba borrosa y me mareé—. ¿Has estado haciendo tu tarea?
—Sí.
—Bien —dijo dejándome ir. Tropecé hacia atrás, pero logré no caer. Entonces, miré la colorida escena frente a mí y recuperé parte de mi energía. Quería tantos dulces. Corrí hacia ellos y le oí preguntar por detrás: —¿Quién soy yo, Ángeles?— Sabía la respuesta a esa pregunta.
—Tú eres mi—
Mis ojos se abrieron de golpe. Me senté, respirando como loca. Eso se había sentido tan real. El sudor estaba cubriendo mi cuerpo a pesar de que tenía frío. Me arranqué la sábana, y saqué los pies de la cama para irme al baño. ¿Era un sueño o un recuerdo? ¿ Madness se había alimentado de mí desde que era niña? Sostuve mi sudorosa frente cuando entré en el baño y encendí la luz.
La cerámica azul me dio la bienvenida, era un baño pequeño, pero era agradable. Me incliné sobre lavamanos y me lavé la cara tratando de refrescarme. Enderecé mi cuerpo, mirando mi reflejo en el espejo de tamaño medio. Me congelé. Había un globo blanco flotando detrás de mí, goteando sangre. Apreté el lavamanos hasta que mis nudillos palidecieron, incapaz de moverme.
Poco a poco, me di la vuelta, pero el globo se había ido. Sostuve mi pecho, tratando de calmar mi corazón. La puerta del baño fue cerrada abruptamente por una fuerza invisible y las luces se apagaron.
—No...— Estaba aterrorizada. Intenté abrir la puerta, pero no se movió.
—Sabía que eventualmente entrarías en el baño. —Su voz me dio escalofríos. Me quedé ahí, frente a la puerta. No podía moverme, quería gritar. Quería llamar a Adriel, pero mi garganta estaba bloqueada. No podía producir un sonido. —No deberías haber escapado, Ángeles. —Apreté las manos—. Estoy enojado, ¿sabes lo que eso significa?— Necesitaba salir, necesitaba moverme.
Un líquido caliente me tocó los pies descalzos y miré hacia abajo, pero todo lo que podía ver era oscuridad. Sabía que él estaba detrás de mí. Me di la vuelta para ver su silueta oscura a través de la cortina de la ducha. El suelo comenzó a temblar; me resbalé y grité mientras me caía. El líquido debajo de mí me tiñó las manos y las piernas. Levanté mi mano temblorosa en mi cara para oler lo que había en ella. Olía a... ¿Sangre?
Las luces se encendieron, parpadeando rápidamente. Grité cuando vi el charco de sangre en el que estaba sentada. Me arrastré hacia atrás hasta que mi espalda golpeó la puerta. Los globos comenzaron a aparecer y flotar alrededor del baño. Había sangre goteando de ellos.
—No! ¡Deténte! —Grité aterrorizada. Todo mi cuerpo temblaba incontrolablemente.
—¡Mereces un castigo! —Resonó su voz enojada a través del pequeño lugar. La cortina de la ducha cayó al suelo. Sus ojos rojos brillaban oscuramente y me sonreía, mostrando sus dientes afilados. Las gotas de sangre de un globo flotando sobre mí empezaron a caer sobre mi cabeza. Traté de alejarme, pero seguí resbalando en la sangre.
—¡Por favor! ¡Détente! —Le rogué, llorando.
—Siempre olvidas las reglas, Ángeles. Tú me provocaste.
—Por favor, para. —La sangre que caía sobre mi cabeza ahora me rodaba por la frente y por la cara. Luché por no vomitar. Incliné la cabeza hacia un lado. Oí un ruido extraño y miré a mi alrededor. Había una gran serpiente negra junto a Madness; empezó a venir hacia mí.
—¡No! ¡No! —Sacudí la cabeza desesperadamente —¡Por favor!— La serpiente sisó mientras arrastraba su cuerpo por el suelo en mi dirección—. ¡Por favor!— Traté de pararme, pero seguí resbalando una y otra vez. La serpiente seguía acercándose—. ¡Adriel! ¡Por favor! ¡Ayúdame! ¡Adriel!— Grité de desesperación.
Los ojos de Madness parecían oscurecerse. La serpiente desapareció y él caminó hacia mí con largos pasos. Envolvió su mano alrededor de mi cuello, levantándome sin esfuerzo del suelo. Me empujó contra la puerta, con los pies colgando en el aire. Trate de liberarme, pero fue inútil.
—Di su nombre otra vez y te arrepentirás —amenazó fríamente. Mis pulmones protestaron por la falta de aire.
—Por favor. —Rogué desesperadamente golpeándole la mano. Me estaba asfixiando. Su boca formó una sonrisa siniestra.
—Tú eres mía, Ángeles —dijo cada palabra lentamente—. Tócalo de nuevo y lo mataré. —Sabía que se refería a Adriel.
—¡Por favor! —Mi vista se estaba volviendo borrosa. Me soltó y caí bruscamente al suelo, tosiendo desesperadamente. Madness estaba en cuclillas delante de mí; su rostro estaba al nivel del mío ahora. Presioné la espalda contra la puerta en un intento inútil de alejarme lo más posible de él.
—El rojo te queda bien —dijo agarrando un mechón de mi cabello para meterlo detrás de mi oreja. Sus garras frías apenas me rozaron la piel. —. ¿Por qué olvidas que puedo hacerte daño, Ángeles?
—¿Por qué?— Pregunté con voz apagada. Madness inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué qué?
—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué yo? —Sonaba rota. Él se inclinó hacia adelante hasta que nuestras caras estaban tan cerca que sentí que las sombras que siempre le rodeaban el rostro me tragaban por completo.
—¿Por qué no?
—Por favor, déjame en paz —Supliqué, bajando la mirada. Su mano fría sostuvo mi barbilla, obligándome a mirarlo.
—Nunca te dejaré en paz, todo lo que eres me pertenece a mí y sólo a mí —dijo seriamente—. Y deberías saber que no me gusta compartir.
La amenaza implícita a Adriel estaba clara.
—No, no lo lastimes. —pedí porque Adriel no se merecía nada malo.
La oscuridad alrededor de Madness creció.
—¿Te gusta?
—Yo... —Me apretó la mandíbula con fuerza. Solté un quejido de dolor—. Nunca te tendrá, ¿entiendes eso? Llevas mi marca. Tu alma y tu cuerpo son míos.
—No soy tuya. —Intenté sacudir mi cabeza, pero su agarre en mi mandíbula no me lo permitió. En un movimiento rápido, me abrió la bata del hospital. Traté de cubrirme, pero me agarró las muñecas.
—¡No, para! —Soltó mi mandíbula y tocó la marca en mi pecho. Al instante, una inyección de dolor me cruzó. Me arqueé, retorciéndome en agonía —. ¡Por favor! —Él retiró la mano y se inclinó hacia adelante para susurrarme al oído.
—Pórtate bien, o juro que lo apuñalaré hasta que solo sea un trozo de carne irreconocible y te haré mía en el charco de su sangre. —Besó mi mejilla y desapareció.
-------
Nota de la autora: Sir, this is a Wendy's. Amanecimos como bravos, ¿no?
Bienvenidos de regreso a esta locura (literalmente porque estamos lidiando con el demonio de la locura hehehe o eso creemos) Me encanta que vayamos a tener un octubre lleno de Insania.
Para los que no han visto el calendario que puse en mis redes, tendremos capítulo cada sábado de Insania. Nos vemos el siete de octubre, baby girls.
Also, Adriel... ¿cómo así que haces role play en el rancho de tu abuelo? que turbio todo jajaja.
Also, ese sueño de Ángeles, Madness de verdad que es bien loco jajajaja.
Also, Madness, no te enojes y nos maltrates a la muchacha, par favort.
Also, no olviden comentar y votar, chequetas, saquémosle el polvo a este libro xD
Apreciemos la portada en HD.
Siganme en mis redes, sobre todo en tik Tok que me la paso haciendo en vivos chismeando: Tik tok ariana_godoyc. Twitter: Arix05. Instagram: Ari_godoy
Muakatela,
Ariana -comiendo dulces con Dagon- Godoy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top