11. LUDUM
Dagon se había ido.
Y me había dejado con un Madness que no lucía para nada de buen humor. Estaba empezando a captar sus cambios de humor y la diferencia entre su presencia y la de Dagon. Madness era mucho más imponente y frío, tenía un aura muy poderosa y peligrosa a su alrededor, parecía haber vivido mucho tiempo. Por otro lado, Dagon era más juguetón e inmaduro, bueno cuando estaba de buen humor.
—Ahora... —Madness comenzó—. ¿Qué heridas debería hacerte para cubrir las que él hizo?
Me tensé.
—No— le dije con firmeza. No había forma de que lo obedeciera ahora. Inclinó la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué no me dejas en paz? No he hecho nada... yo—
Jadeé al sentir un dolor agudo en mi hombro, sangre caliente me bajó por el brazo y al bajar la mirada, vi en horror como la mano de Madness se había convertido en esa monstruosa garra y una estaba completamente enterrada en mi hombro. Me inmovilizó por completo y ahogué gemidos adoloridos.
—Así. —Él me dio esa sonrisa antinatural donde sus labios se abrían hasta demasiado arriba de sus mejillas—. Soy el dueño absoluto de tu dolor.
Sin poder moverme, comencé a gritar.
—¡Raven! ¡Ayúdame! ¡Por favor! ¡Ayúdame! —Grité con todas las ganas—. ¡Raven!
—Sigue gritando. —Madness sonaba divertido.
—¡Déjame ir! —luché, pero cada vez que me movía su garra se enterraba aún más en mi hombro y lágrimas de dolor rodaban por mis mejillas.
—Tu miedo me incita, Ángeles —susurró. Y acercó su rostro al mío antes de enterrarlo en mi cuello.
—No, para, ¿qué haces?
—Juguetear un poco —Él lamió la piel de mi cuello con lentitud hasta llegar a mi oreja. Me estremecí, tener sus afilados dientes tan cerca de mi cuello me aterrorizaba.
Sin embargo, cuando Madness se enderezó y nuestras miradas se encontraron, su rostro era completamente humano, era Corbin, tenía los labios enrojecidos y la respiración acelerada. La garra enterrada en mi hombro desapareció mientras él recuperaba la forma humana de su mano. Y yo tosí porque el dolor fue insoportable.
—Mierda —masculló Madness dando un paso atrás.
Y luego todo pasó muy rápido. La puerta se abrió bruscamente golpeando la parte posterior de mi cabeza, enviándome hacia adelante y caí sobre mis manos y rodillas.
—¡Demonio! —emitió la voz de un hombre.
Miré hacia arriba para encontrarme con la espalda de una figura camuflada, no podía ver a Madness, el hombre estaba entre él y yo. Este desconocido emitió palabras en un idioma que no entendí en lo absoluto y luego escuché un gruñido inhumano proveniente de Madness.
—¡Dios te desprecia, bestia repugnante! —Exclamó el hombre con autoridad. Un gruñido más fuerte llenó mi habitación y todo se volvió silencioso. Madness se había ido. Estaba demasiado sorprendida para moverme, pero la espesa tensión en la habitación desapareció junto con él.
La figura de negro se giró hacia mí. Me encontré con sus ojos negros y su rostro ligeramente oculto en la capucha de sus túnica.
—¿Te hizo daño? —Preguntó en voz baja.
Yo toqué mi hombro esperando encontrar la sangre o la herida ahí, pero no había nada.
—Estoy... bien.
—¿Estás segura?
—¿Quién eres?
—No tengo nombre —respondió.
—¿Qué?
—No tengo un nombre, solo un número.
—¿Un número? —Fruncí el ceño.
—Soy el número sesenta y tres. —Fue su respuesta.
—¿Ese es tu nombre? —Simplemente asintió con la cabeza mientras me ofrecía su pálida mano—. No, gracias —dije levantándome sola. No había forma de que fuera a tocar a este extraño. Lo miré fijamente mientras dejaba que su mano cayera a su lado.
—¿Qué eres? —Me atreví a preguntar sintiendo que no era humano. Madness no desaparecería por culpa de un humano.
—Soy un cazador de demonios.
—¿Qué? ¿Cazas demonios?
—No, entrego el periódico —dijo sarcásticamente. ¿Todas las criaturas sobrenaturales debían ser tan sarcásticas?
—¿Qué pasó?
—Lo envié lejos por ahora, pero volverá —explicó—. Es muy persistente y ahora está enojado.
—¿Eres humano? —Traté de ver más de su cara.
—Este no es el mejor momento para responder a tus preguntas. —Eso no me detendría.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? ¿Cómo entraste en mi apartamento? Él pareció dudar.
—Rompí tu puerta —dijo con calma.
—¿Tú qué?
—Bueno, no tenía exactamente tiempo para llamar, ¿de acuerdo?
—¡No tengo dinero para reparar eso! —Oh, escúchame, casi me mató un demonio... un cazador de demonios me salvó y me preocupaba que mi estúpida puerta de apartamento se rompiera. Mi cordura definitivamente se había ido al infierno.
—¿Te marcó? —Fue la siguiente pregunta del cazador.
—¿Quién? —Volví a la realidad—. ¿Te refieres a Madness? —Me cubrí la boca rápidamente. ¡Maldito sea! Definitivamente no iba a sobrevivir si continuaba rompiendo las reglas.
—Nunca digas su nombre.
—Lo sé, lo sé, lo siento. Soy una idiota. —Me disculpé. De repente, me acordé de mi hermana. —Raven, —susurré salir corriendo de la habitación. Llegué a mi sala de estar y la encontré vacío. Mi corazón se detuvo cuando el cazador apareció a mi lado.
—¡Ah! —chillé retrocediendo. Él solo me miró—. ¿Cómo hiciste eso?! ¡Pensé que eras humano!
—Nunca dije que lo fuera.
—Oh Raven...
—Ella está bien.
—¿Cómo sabes eso?
—Mis hombres se la llevaron con ellos.
—¿Tus hombres?
—Sí, cazadores bajo mi mando —suspiré y me senté en mi sofá.
—Esto es demasiado para mí —admití, sobándome la cabeza.
—Tienes una marca, ¿no es así?
—¿Cómo lo sabes?
—Necesito verla.
—¡De ninguna manera! —me enterré más profundo en el sofá.
—No voy a hacerte daño, Ángeles.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Sé todo sobre ti.
—¿Qué?
—Todo, absolutamente todo —añadió con un tono serio—. Pero iremos despacio.
No dije nada.
—Ahora, necesito ver tu marca.
—Dije que no.
—¿No ves que soy el bueno?
—Ya no lo sé. Todo está tan mal en mi cabeza. No sé qué es real y qué no, no sé si realmente eres un cazador de demonios u otro demonio. No sé si mi hermana está bien o muerta.
—Cálmate. —Él me sostuvo la mano—. Ya no estás sola, estoy aquí para ayudarte. —Exhalé al darme cuenta de que había estado conteniendo la respiración—. Déjame ver la marca.
Después de mostrársela, rápidamente abotoné mi camisa. Eso estaba en la lista de los momentos más incómodos de mi vida. ¿Por qué Madness tuvo que dejar su marca allí? ¿No podría hacerlo en mi muñeca o en algún lugar menos personal? Me estremecí la cabeza con mis preguntas sin importancia.
Él se puso de pie lentamente como si estuviera pensando. Quería levantarme, pero mi mente seguía dando vueltas por todo lo que acababa de pasar. Había llegado a la conclusión de que yo estaba loca; si mi mente podía crear ilusiones tan vívidas y detalladas entonces mi cordura realmente se había ido. No había manera de que la fiebre pudiera causar todo esto.
—No estás loca —susurró el cazador como si estuviera leyendo mi mente.
—¿Cómo?
—Tu expresión es bastante legible —explicó.
—Oh, ¿en serio? Así me han dicho. —Recordé a Dagon diciéndome exactamente lo mismo. ¿Mi cara era un espejo de mis sentimientos o algo así? Realmente necesitaba hacer algo al respecto.
—Será mejor que nos vayamos ahora.
—¿Qué? ¿Por qué?, ¿Dónde?
—Va a volver.
—Te refieres a Mad—me paré en seco antes de decir el nombre.
—Sí... —Él me dio la espalda y salió a mi balcón. El viento movió las cortinas en las puertas de cristal, estaba nublado y oscuro allá afuera.
—Vamos.
—¿Adónde vamos? —Dije mientras lo seguía.
—¿Quieres ver a tu hermana? —me miró por encima del hombro.
—Sí, por supuesto que sí.
—Entonces, sígueme. —Arrugué las cejas y caminé con él. Tan pronto como puse un pie en el suelo de mi balcón, me estremecí, la brisa fría de la mañana no era muy agradable.
—Súbete a mi espalda.
—¿Qué?
—Dije que te subieras en mi espalda —repitió molesto.
—¿Qué? No... ¿por qué iba a... espera...—Me detuve cuando la comprensión me golpeó—. No vas a... no... —di un paso atrás.
—No tenemos tiempo para miedos.
—¿Estás loco? ¡Estamos en el quinto piso! —Exclamé totalmente conmocionada. Si pensaba que iba a subirme en su espalda mientras saltaba de mi balcón así, él era el loco.
—Lo siento, pero quiero seguir viviendo.
—Confía en mí.
—Lo siento, acabo de conocerte, no puedo confiar en ti.
Él suspiró profundamente.
—Te salvé.
—Sí, ¿y? Eso no significa que me vaya a tirar de mi balcón contigo, aún no he alcanzado ese nivel de locura. —Sacudí las manos frente a mí.
—Ven.
—Sugiero que usemos las escaleras o el ascensor.
—Él tiene todo este edificio contaminado. Nos atraparía, tenemos que salir de su dominio. Vamos, no tenemos tiempo, ya vienen.
—¿Vienen?
—Sí, él y su sirviente.
—¿Cómo lo sabes?
—Puedo sentirlos.
—¿Cómo?
—Para con las preguntas! No sé como has sobrevivido hasta ahora siendo tan densa.
—¿¿Disculpa?
—Traté de hacer esto por las buenas, pero no cooperaste —dijo y se inclinó para levantarme y cargarme. Intenté escapar, golpeando su pecho, pataleando, contorsionando mi cuerpo.
—¡Para! ¡Bájame! —Exigí mientras él me acomodaba para arrojarme sin esfuerzo sobre su hombro—. ¡Oye! ¡Te estoy hablando! ¡Détente! —Se acercó a la barandilla del balcón —¡No, no, no! ¡No! ¡Ayuda!
<<Voy a morir... Voy a morir...>>
Iba a morir y había muchas cosas que no había hecho... Nunca me había emborrachado. Solo tuve un novio duradero. No había tenido una mascota y me encantaban los perros; no había vuelto a ver a mi madre. Mi pecho se apretó.
Aunque, ella me abandonara cuando era sólo una niña, una parte de mí esperaba verla de nuevo algún día. Quería respuestas; quería saber por qué me dejó; quería saber adónde fue mi padre después de que mi madre nos abandonara. ¿Se fue con ella o desapareció después de darse cuenta que ella ya no estaba?
Tantas cosas... Tantas preguntas sin respuesta...
No podía morir todavía... No estaba lista.
—¡Por favor! —Rogué y el cazador se subió a la barandilla.
Lo siguiente que sentí fue la fuerte presión de gravedad tirando de mi cabeza. Mi pelo hacia arriba con el viento dejando los lados de mi cara; dejé salir un grito ensordecedor y casi me atragantó con la enorme cantidad de aire que entraba en mi boca. Me sentí enferma y mareada mientras veía como el pavimento se acercaba cada vez más.
Cerré los ojos y esperé que el dolor llegará con el impacto, iba a ser una muerte muy dolorosa, lo sabía. Para mi sorpresa, nada pasó, todo paró de golpe. Abrí los ojos a medias para ver la nieve que cubría la acera y la parte trasera de los zapatos negros del cazador. ¿No morimos?
Él comenzó a caminar rápido por las calles girando por aquí y por allá. Traté de levantar la cabeza un poco para ver a dónde íbamos, pero mi cuello se cansó rápidamente. Había gente a nuestro alrededor, ¿por qué no decían nada? ¿Por qué no me ayudaban? Pasaron por delante de nosotros tan casualmente casi como si no nos hubieran visto. Empecé a marearme; toda mi sangre en mi cabeza debido a la posición muy incómoda en la que estaba.
—Mi cabeza... —murmuré suavemente. Él me levantó para cargarme en sus brazos. Mi sangre comenzó a fluir normalmente a través de mi cuerpo, mi cabeza agradecida por el alivio. Miré hacia arriba para ver la mitad de su barbilla y nariz. Esa oscuridad ondeando en su túnica me daba miedo.
—Puedo caminar —dije sintiéndome un poco incómoda—. Oye, dije que puedo caminar —repetí empujando su pecho suavemente como un gesto para que me bajara.
—No.
Empezó a moverse tan rápido que mi vista se volvió borrosa. Fui presionada contra su pecho por la fuerza del viento. Esto era imposible, él era... inhumanamente rápido. Dijo que no era humano.
No sabía cuánto tiempo había pasado, no sabía adónde íbamos, ni siquiera sabía si realmente estaba pasando por esto o simplemente soñando con ello. Cuando mi nuevo conocido finalmente decidió detener su carrera rápida, una ola de mareos se apoderó de mí, tuve que sostener mi frente tratando de evitar que el mundo girara a mi alrededor.
—Estamos aquí. —le oí susurrar mientras me bajaba. Mis piernas se sentían como gelatina. Abrí los ojos tropezando un poco y me congelé.
—Tienes que estar bromeando —exclamé ante la vista frente a mí.
Había un enorme edificio de cinco pisos frente a nosotros; sus paredes eran celestes en algunas partes y blancas en otras debido al proceso de desvanecimiento de la pintura. Las barras plateadas cubrían las ventanas, el lugar parecía abandonado y espeluznante. Había un sendero corto rodeado de flores secas que conducían a la puerta principal.
La nieve también cubría el suelo, dando un toque aún más espeluznante a los alrededores. Pero no fue lo espeluznante de este lugar lo que me tenía congelada, era un gran aviso precario en la parte superior del edificio que decía: Hospital Mental de Herson, el signo había perdido varias letras, pero todavía se podía leer.
—¿Me trajiste a un hospital psiquiátrico? ¿En serio? —Dejé que mis manos cayeran a mis lados, derrotada.
—Está abandonado —informó indiferentemente.
—Muy bien, ¿me trajiste a un hospital psiquiátrico abandonado? ¿En serio?
—Entremos —dijo mientras miraba a su alrededor con cautela.
—No —dije con firmeza.
—Eres insufrible —suspiró con frustración.
—¡Te lo mereces! Ni siquiera te has disculpado por casi matarme allá atrás. —Señalé la dirección en la que ingenuamente pensé que estaba la ciudad.
—Estás bien.
—¡Podría haber muerto!
—Pero no lo hiciste —se encogió de hombros.
—¿Es esto una especie de broma enfermiza para ti? ¿Te estás burlando de mí por todo eso de volverme loca?
—No, sólo te ves graciosa cuando estás enojada —dijo casualmente. Apreté los puños a mis lados lista para golpearlo.
—¿Ann? —Me llamó una voz suave y giré la cabeza hacia la fuente. Raven estaba de pie en la puerta principal; su pelo castaño suelto y húmedo colgando por los lados de su cara. Parecía que acababa de ducharse. Llevaba un vestido rosa claro que llegó a sus rodillas. El alivio me llenó mientras revisaba su cuerpo para asegurarme de que estuviera bien.
—Raven. —Me apresuré tan rápido como pude hacia ella. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, me estrellé contra ella y la abracé firmemente. El olor fresco de jabón y champú confirmó mis sospechas de que acababa de ducharse. Me incliné hacia atrás y le sostuve la cara—. ¿Estás bien?
—Sí, lo siento mucho...
—No. —La silenció—. Entiendo.
—Lo siento mucho por hacerte esto —declaró con tristeza.
—Raven, yo—
—Pero es la única solución.
—¿De qué estás hablando?
—Lo siento mucho, Ann, por favor, perdóname.
—Raven, ¿de qué estás hablando?
Fue entonces cuando sentí que un par de manos fuertes me agarraron. Había dos hombres grandes vestidos de blanco a mis lados. Miré hacia atrás al cazador y me congelé cuando vi sus ojos, eran de color rojo carmesí. Su rostro se contorsionó y se moldeó hasta que una sonrisa juguetona familiar aparecía en su cara: Dagon... ¿Qué diablos?
Los hombres me sujetaron fuertemente mientras me llevaban dentro del edificio.
—¡No! ¡Basta! ¡Suéltenme! —luché por liberarme. El lugar se veía exactamente como un hospital, había gente caminando por ahí viendo la escena. Enfermeras y médicos también estaban por todas partes. Pero... estaba abandonado y a oscuras hace unos segundos.
—Lo siento mucho —Raven nos seguía mientras se estremecía en sollozos incontrolables—.
—No...
—No luches, cariño, vamos a cuidar de ti —dijo una enfermera que estaba de pie delante de mí cortésmente.
—Yo... No estoy loca, Raven... Esto es... Vine aquí con... —mi corazón comenzó a martillar dentro de mi pecho y mi respiración se aceleró.
<<Esto no está sucediendo>>.
—Vamos a ayudarte. —Sonrió la enfermera—. No tengas miedo.
—¡No! Yo... él... No... loca... —No podía producir una frase coherente. Los hombres tiraron de mí, llevándome a un pasillo blanco con puertas azules—. ¡Déjenme ir! ¡No estoy loca! ¡Raven! ¡Raven! ¡Díselo! ¡Por favor! —lágrimas rodaron libremente por mis mejillas—. ¡Por favor! ¡Por favor, no!
—Lo siento mucho —la voz rota de Raven pronto se quedó atrás cuando me arrojaron dentro de una habitación blanca espeluznante. Los hombres estaban en la puerta bloqueando mi salida.
—¡Déjenme salir! ¡No estoy loca! ¿No lo ven?! —El pánico creció en mí mientras veía las llaves que tenían en sus manos—. ¡No, no puedes encerrarme aquí, soy claustrofóbica, por favor, no! Raven! —Mi cuerpo temblaba incontrolablemente. Los hombres se miraron unos a otros y luego se apartaron cuando una enfermera entró con una enorme aguja en la mano.
—Sujétala —ordenó.
—¡No! —Traté de moverme hacia atrás, pero los hombres me agarraron y me levantaron colocándome en una cama delgada sosteniéndome—. ¡No! ¡Raven! ¡Por favor! —Sentí una dolorosa perforación en mi brazo—. ¡No hagas esto! ¡No estoy loca! ¡Por favor! —Una sensación relajante comenzó a fluir a través de mí.
Mis manos cayeron colgando a mi lado, mis párpados se sentían tan pesados, oí un ruido y giré la cabeza hacia un lado. Había una figura oscura en la esquina de la habitación apoyada casualmente, sus brazos cruzados sobre su pecho. Mis ojos subieron para encontrarme con los suyos.
—Él...—Traté de decir algo para que todos supieran que él estaba aquí, pero no salieron palabras de mis labios. Me dolía y tenía la garganta seca y desgarrada por los gritos. Madness me observó en silencio, sus ojos rojos tenían un destello que nunca había visto antes.
Esa diabólica sonrisa se ensanchó en la oscuridad que lo rodeaba, sus colmillos afilados.
—Bienvenida, mi dulce Ángeles —Pareció decir en mi cabeza.
-----------
Nota de la autora: ¡Holis! A que extrañaban los sábados de Insania, yo sé. Este capitulo es uno de los más frustrantes porque al final uno queda así 0,0 what? Pero bueno se explica un poco más en el que viene así que relájense, bolitxs de la oscuridad.
Aquí, ¿Dagon desgraciado mentiroso traidor?
Aquí, Madness, pero y ¿entonces?
Aquí, Raven, te pasaste, chama.
Muakatela,
Ariana G.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top