004

M E
G U S T A S

El club de los perdedores había decidido ayudar al niño nuevo, aunque Eddie seguía hablando del sida y las amputaciones.

Alessia se encontraba sujeta a la cintura de Bill; aunque quería ir con Stan, no podía, la vergüenza debido al beso seguía ahí, intacta.

—Richie, quédate aquí—ordenó Bill—. Vamos.

El resto del grupo salió corriendo hacia la farmacia. Al entrar, Eddie se encargó de agarrar lo que necesitaban para tratar a Ben.

—¿Tenemos para pagar?—preguntó Denbrough.

—Solo tenemos esto—el judío señaló un par de billetes.

—¿Es una broma?—preguntó incrédulo Eddie.

—Oye—Bill se dirigió al más pequeño—, tu tienes una cuenta aquí, ¿No?

—Si mi mamá se entera que compre todo esto para mí, pasaré el fin de semanas en urgencias, sacándome rayos x.

—Prefiero ir a urgencia que con mi estúpida terapeuta—comentó Alessia.

Bill y Stan ya estaban listos para reprocharle, pero se vieron interrumpidos al ver a Beverly en el pasillo.

—¿E-e-e-estas bien?

—¿Qué te ocurrió?—preguntó la pelirroja al ver todo lo que llevaba Eddie.

Stan me dijo "Que te importa" mientras Eddie le empezó a contar todo o al menos lo resumió con un "Hay un niño que quisieron matarlo".

Al final Beverly decidió ayudar al ver que no tenían dinero. La pelirroja se dispuso a distraer al Doctor Keene para que el club de perdedores escapara con los medicamentos.

—Vámonos—susurró Alessia al ver la mirada de la pelirroja sobre ella.

Eddie chocó con algunas cosas, haciendo que Alessia le diera un pequeño golpe en la nuca debido a su descuido.

¡Pudimos ser descubiertos!

—Chupale la herida.

Oh, ¡Joder Richie! Eso es asqueroso—exclamó la castaña.

—Puedes traerme algo—le pidió Eddie a Richie.

Parrish observó cómo Bill se alejaba del grupo y salía del callejón para mirar con cara de embobado a... ¿Beverly?

—Mi pequeño ya se enamoró—murmuró.

—¿Qué pequeño?

—¡Carajo!—llevo sus manos al pecho—Me asustaste Stan.

—Alessia, yo... disculpa si anoche te hice sentir incómoda con respecto a lo del beso.

—¡Cállate!—llevó sus manos sobre la boca de Stan. Alessia se había dado cuenta de que Eddie estaba prestando atención a la conversación que tenía con el judío—. Hablamos luego sobre eso.

—¿Estas bien? Seguro te duele—habló una voz femenina, haciendo que todos voltearan para ver a Beverly.

Ah no, estoy bien, es que me caí—se excusó Ben nervioso ante la chica.

—Si, encima de Henry Bowers.

—Cállate, Ri-Ri-Richie.

—¡Por qué! Si es la verdad.

—Seguro trajeron lo indicado para el niño nuevo—cambió rápidamente de tema la pelirroja, pero eso sí, sin perder la sonrisa.

—Escucha—habló Bill—, no-nosotros lo vamos a atender y gracias Beverly.

—Claro, podemos vernos luego—Alessia sabía dentro suyo que la pelirroja solo estaba teniendo en cuenta a su mejor amigo, haciéndola sonreír divertida.

—Si, estábamos pensando en ir a la cantera mañana, si quieres ir.

—Lo pensaré.

—No te preocupes Bill, eso es un sí—comentó divertida Alessia, haciendo sonrojar tanto a Beverly como a su amigo.

La pelirroja se despidió y otra discusión se formó en el grupo, debido a la mención de Henry Bowers cuando estaba presente Beverly.

—Si, ya oíste lo que hizo—Eddie culpo a Richie.

Mientras el niño nuevo se encontraba confundido—¿Qué hizo?

—Más bien a quien lo hizo, aunque la liste es más larga que mi pene—Richie se agarró su entrepierna, para Alessia eso era común ver.

—Eso no dice mucho—comentó el judío, haciendo reír a la única chica.

—Son rumores, chicos—salió Alessia en defensa de Beverly—. Ella misma me dijo que esos estúpidos rumores son falsos.

—Bueno—cambió de tema el de anteojos—, Bill tuvo que ver con ella en tercero. Se besaron en la obra escolar, la crítica decía que no fingieron esa pasión. ¡Ahora! Mis buenos amigos escuchen bien, este compañero necesita nuestra atención. ¡Anda doctor K!

La castaña se acercó hacía Bill y se susurró divertida en el oído—Ya tienes historia con Beverly, Bi Bi.

Alessia y Stanley caminaban juntos por la vereda. El grupo de los perdedores se habían ido hace ya un buen tiempo.

La castaña le había rogado a Bill que no la dejara sola y él, como buen amigo que era, se llevó a todos los perdedores, dejándola sola con Stan.

Ambos adolescentes caminaban hacia la casa del chico. El silencio reinaba en ambos, ninguno de los dos hablaba. La valentía que tenía Stan para hablar sobre el tema, se había esfumado.

Al llegar a la casa, la señora Uris le pregunto a Alessia si se encontraba bien, la castaña le dijo que estaba bien, que no se preocupara; sin embargo, la señora Uris no le creyó al ver a la chica inquieta.

Por último, su hijo le dijo que iban a estar en su habitación, y que no los molestarán, ya que iban hacer tarea.

Sin embargo, no hablaron de nada que estuviera relacionado con dicha "tarea".

Stan soltó un suspiro, dándose valor para confesar todo lo que sentía hacia aquella chica que se encontraba sonrojada y que al mismo tiempo evitaba su mirada.

—Ale, ¿Podrías pasarme la hoja que está en la mesa de noche?

La castaña asintió; se paró de ka suave cama, recogió aquel papel y se lo extendió hacia el chico.

Parrish frunció el entrecejo al ver al judío negar.

—Lee lo que dice ahí, Alessia.

La chica obedeció la orden tal cual soldado. Sus ojos se abrieron con sorpresa al leer dichas letras.

·————————·

“Te ví riéndote y no sé quién de los dos era más feliz”

·————————·

—¿Qu-Qué? ¿Qué significa esto?

Joder ya parezco Bill.

—Me gustas, Alessia Parrish—aunque se sentía nervioso, lo había dicho demasiado seguro—. Eso lo escribí hace tiempo pensando en ti.

La castaña sintió sus mejillas calentarse, en ese instante le ganaba la emoción, se sintió de una manera fascinada por lo que estaba viviendo en ese momento.

Vio como el judío se movía un tanto incómodo y luego cayó en cuenta de que no le había respondido.

Genial Alessia. Asusta al chico que te trae loca. Se reprendió.

La chica dió una de sus mejores sonrisas—También me gustas, Stanley Uris.

La chica Parrish caminaba feliz por la calle.

Pasar la tarde con Stan había sido maravilloso; más bien, ahora se encontraba yendo a su casa, tenía que apurarse debido a que eran las 6:30 de la tarde y faltaba media ahora para que sea el toque de queda.

Al pasar por la casa de la calle Neibolt, algo en su mente se activo.

¡Sal de ahí! ¡Corre! ¡Escapa! ¡HUYEEE!

Cumplió aquella orden sin pensarlo ni un segundo, por alguna razón se sentía observada. Las voces se calmaron una vez que llegó a su casa.

Lo primero que vio fue a su padre, este la miraba con asco, y antes de que soltara un comentario de odio se fue corriendo a su cuarto.

Se quitó la ropa y se puso su pijama. Quería dormirse sin pensar en lo que hace unos momentos había pasado.

¿Es acaso que me estoy volviendo cada vez más loca?

Apesar de que quería dormir,no podía, había algo que la mantenía en alerta.

Se acurrucó entre las sábanas al sentir el frío colarse en su habitación.

El aire se le fue cuando vio la figura de Georgie en la esquina de su habitación, lejos de ella. Estaba algo diferente que la última vez anterior, y es que aquellos ojos amarillos no le daban confianza.

Apesar de que las voces le decían que se alejara, se paró de su cama y se acercó al pequeño. Trató de tocarlo, pero está vez llegó a sentir su presencia.

—Todos flotaran, Alessia—pronunció antes de morderle el antebrazo.

La castaña soltó un gritó agudo al sentir los colmillos adentrarse a su piel.

Sin pensarlo le lanzó un fuerte puñetazo al ente con su brazo sano.

Aunque el desfigurado Georgie quiz volver a atacar, no pudo. Alessia lo había lanzado con una patada. Aquella chica tenía una fuerza increíble.

Parrish no se sintió tranquila apesar de a ver visto salir a eso por su ventana.

Carajo.

Stan y Ale ya se confesaron que se gustaban AHHH

•••

Alessia cuando paso por la casa de la calle Neibolt

•••

Alessia ya tuvo su primera experiencia con Pennywise

¿Qué les pareció la escena?

•••

Bueno... Hasta aquí mi reporte

Espero que les haya gustado el capítulo

Cuídense por favor ❤

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