74.- Hierro69

Angélica de verdad lo logró, cada mensaje que envío llegó a su destino, estamos hasta el tope de trabajo intentando contener la situación, mañana me tengo que ir Washington para hablar con mis superiores, para rogarles que dejen pasar esto y le den una última oportunidad, está vez vamos a tener a Félix en nuestras manos.

Aún no sabemos cómo, pero Heriberto llegó hasta el hospital en dónde mantenían a Renardo Barbieri, mando a alguien para hacerle daño, y aunque no lograron el objetivo de matarlo, lo dejaron sin una mano, ciego, hecho un despojo.

Ya no estamos seguros, esa palabra se terminó para nosotros, no nos queda y ahora me alegro de haber tenido la tarde de ayer para disfrutar de mis amigos, porque a partir de hoy, vamos a separarnos, Angélica y yo tenemos que terminar una misión, solos.

-León, ¿estás bien? -pregunto.

Desde que colgó el teléfono con el procurador está perdido, ninguno de nosotros sabe cómo proceder, tenemos un protocolo, pero parece irrelevante e idiota después de ver cómo Félix se infiltro en Estados Unidos y casi mata a Renardo.

-No, tenemos que movernos Cristopher, no hay tiempo para pensar -se pone de pie, va al teléfono fijó-. Todos sus objetivos están en la Ciudad de México, tenemos que dispersarnos y esperar la mejor oportunidad.

-Sabes que cuando le informemos esto, Angélica se ofrecerá cómo carnada.

Está esperando la orden con mucho gusto, anoche solo tuve un momento para hablar con ella acerca de sus fogatas, y está ansiosa, quiere que esto termine lo más rápido posible. Entiendo su impaciencia, comparto todos sus anhelos y temores, pero esto es demasiado para todos, implica esfuerzo físico y emocional, por eso debe pensarse de manera fría; el protocolo que tenemos, por la carga de trabajo que tuvimos durante la búsqueda de Angélica y luego el operativo en Reggio Calabria, no está actualizado.

-Una muy lista, llena de ponzoña, rencor, que se atreva a hacerle daño y ya verá como le va -León ya empieza a hablar como Angélica, eso sí me da pavor, va a la puerta llama al resto del equipo, por lo menos estamos completos. Frida y Soto ya saben lo que pasó, se quedan de pie esperando las instrucciones-. Soto, empieza el operativo Hierro69, que todos estén listos, Frida ve con él, Cristopher, comunícate con Quintana, yo hablaré con Escalante, que empiecen a salir de la ciudad cuánto antes.

El protocolo Hierro69, era el operativo con el que sacaríamos a Angélica de su misión, ella prepararía el camino y la emboscada en Sinaloa, cerca de su finca, contaríamos con apoyo militar y todos los agentes disponibles en nuestro equipo y los de las zonas aledañas. Es un operativo gigantesco, que se tiene que volver a coordinar, está vez no sabemos en dónde será, ni cuando.

Por supuesto, cómo cuando se dio la orden de aprehensión contra Octavio, los Escalante, Quintana y Montreal tendrían nuestro apoyo y protección para salir del país si lo creían necesario, esa vez solo mandaron lejos a sus hijos, eligieron quedarse y casi mueren, está vez se irán, no van repetir la pesadilla.

Frida y Soto asienten, también se mueren de ganas por tener a tiro a Félix, hay fila para intentar matarlo, veremos a quien se le da la oportunidad primero.

-Está bien, luego me iré por Angélica, Joanna y Melissa, es mejor que todas estén cerca de nosotros -no voy a correr ningún riesgo, Joanna y Melissa van a tener que irse con Aarón, en eso Angélica si estará totalmente de acuerdo conmigo. Tomo mi teléfono, y me pongo con lo que me ordenaron-. Buenas tardes, señor Quintana.

Hablo en cuanto responde, que bueno que fue rápido. Veo de reojo a León, también tuvo suerte.

-Agente Smith, ¿cómo está? ¿Todo bien con Angélica?

Una de sus mayores preocupaciones, la quiere de verdad, es como si fuera su hermana pequeña.

-Sí, pero hay mucho movimiento por parte de Félix, creemos que ya llegó la hora y necesitamos estar alerta.

Por el momento no se le va a mencionar nada acerca de lo que pasó con Barbieri, es mejor para que no se pongan tan nerviosos.

-Entiendo, fui a Taxco a dejar la pieza que me dio a Angélica, apenas voy llegando a Chiapas con mis hijos y Marisela -eso es casi un milagro, están todos juntos y nos ahorran trabajo-. Voy a pedirle a mi madre que se vaya para Hidalgo con Alina, están cerca de la hacienda de Victoria, allá estarán todos bien. Muchas gracias por la advertencia.

-De nada, solo este atento y cualquier cosa rara note, llámenos.

Es mejor que sea una falsa alarma, a qué algo termine pasándole por no querer molestarnos.

-De acuerdo, estamos en contacto, si necesitan cualquier cosa estoy a su servicio. Dígale a Angélica que estamos con ella.

Angélica sabe, está vez sabe que cuenta con todos nosotros de manera incondicional, que no vamos a dejar que enfrente la oscuridad sorda y ciega, ella tampoco nos dejara a nosotros.

-Se lo diré, cuídese mucho. Hasta luego.

Cuelgo, veo de reojo a León, parece algo tenso mientras habla con Escalante.

-Si licenciado Escalante, espero que... -pega un brinco en la silla, me pongo de pie para ir a su lado- Licenciado Escalante, ¿me escucha? ¿licenciado Escalante...?

León se queda mirando atónito el auricular del teléfono.

-¿Qué pasa?

-Oí una detonación -murmura. Se pone de pie, está vez si tenemos que salir de aquí, Angélica no está segura en la calle- ¡Frida! Llama a la estación más cercana al despacho Escalante, que manden patrullas para allá, ¡prepárate para salir!

León y yo tomamos las armas que tenemos a la mano, los radios y teléfonos.

-¿Qué está pasando? -pregunta Soto al entrar.

-Ya está aquí, maldita sea -respondo un poco frenético-. Soto, prepárate rápido.

Angélica está en un lugar demasiado público, no sabemos si ya está siendo vigilada, por eso lo mejor es que lleguemos a ella cuánto antes.

-Voy a ir con Montreal, tu llama a Angélica, que vaya por Melissa y que se queden ahí -nos ordena León.

-Está bien, Montreal puede conseguir un helicóptero más rápido que nosotros.

Salimos juntos de la oficina, todos ya están en alerta, la mayoría de los agentes fueron elegidos porque son de confianza para nosotros, deben estar listos para salir en cualquier momento y para monitorear la ciudad entera si es necesario.

-¡Frida! ¿qué paso con los Escalante? -insiste León cuando pasamos a un lado de su cubículo.

-Están en eso, la explosión ya fue notificada.

Frida nos sigue, salimos al estacionamiento exterior, ahí nos empezamos a preparar, Frida y yo nos ponemos rápido el chaleco antibalas, León sigue esperando en el teléfono, tiene que informar de esto para tener preparada la ayuda militar. Mi teléfono empieza a vibrar.

-Es Vivianne -informo y respondo-. Hola, Vivianne.

De fondo se escucha la respiración agitada de la chica, estuvo corriendo, lo cuál me empieza a alterar, mi corazón se acelera de una manera terrible cuando empieza a hablar, lo hace bajito, en un susurro, como el de un animalito herido, llora de puro terror:

-Cristopher, tienen a mi mamá, ella me escondió... Pero... -un gemido le corta la voz.

-Respira Vivianne, necesito que guardes la calma, ¿en dónde estás? ¿qué paso con los escoltas?

Ellos son quienes deberían estar hablando conmigo, se supone que nunca las dejan solas y hasta el momento no tengo ningún mensaje de alerta de su parte.

-No... lo sé, íbamos saliendo para Chapultepec y dispararon desde los edificios... Mu... Murieron... Mi mamá y yo entramos de nuevo, me pidió que subiera aquí... -Vivianne solloza. Si están en su departamento, estamos a veinte minutos máximo, es demasiado tiempo- Me vieron, sé que vienen por mi.

Su tono de voz es ligeramente más alto, igual no está bien. No comprendo cómo es que pudo actuar tan rápido, es imposible que tenga tanto poder de movimiento, ¿cómo, maldita sea, logró entrar a la ciudad de México sin que nos diéramos cuenta? Ese hijo de puta debe tener muchos aliados o lleva un tiempo detrás de nosotros como un fantasma, es la única manera en la que me explico que lleve a cabo dos atentados simultáneos después de lo que le hizo a Renardo.

En este momento Heriberto Félix debe de estar con Melissa, la matara sin duda alguna.

No quiero pensar ello, no quiero verla muerta, en este momento mi mente está trabajando al cien por minuto, analizando cada posibilidad y en todas el destino de Melissa es fatal. Si ella estuviera al teléfono, estoy seguro que, su principal preocupación y objetivo, sería salvar a su hija.

-Vivianne, escóndete, ya voy por ti y por tu madre... -se escucha un fuerte golpe y un grito suyo, la niña está aterrada, esto no puede estar pasando- ¿Vivianne?¡Responde! -la comunicación se corta, la hemos perdido. Me quedó solo un segundo mirando la pantalla con la foto de la niña, sabiendo que entre más tarde llegué, será peor para ella. Levanto la mirada a mis compañeros, ya están listos-. Vámonos, tienen a Melissa y Vivianne, ¿cómo van con Escalante?

Fernando tiene seguridad privada, va estar bien, sé que es fuerte, y lamentablemente no es prioridad para mí, necesito que me acompañen con Melissa y Vivianne.

Frida me pasa un radio, Soto ya los debió poner en línea, no puedo esperarlo más, tengo que irme.

-Hay un tiroteo en el despacho, están resistiendo pero... -Frida lo escucha primero, una detonación, un proyectil que viene hacia nosotros- ¡Cuidado!

Me derriba a un lado, veo en cámara lenta como una especie de cohete se estrella contra la camioneta, León es más lento, sale volando del otro lado del estacionamiento, Frida colapsa encima de mi, se hace a un lado tosiendo, asiente en mi dirección y me arrastro hacia León.

Una sirena potente alerta a todos, deben salir cuanto antes, van a volar las instalaciones. Dos explosiones más nos llegan, me hago pequeño contra el suelo mientras fragmentos de metal vuelan sobre mi.

Desato toda su furia, nunca estuvimos preparados para enfrentarlo.

Me arrastro más rápido hacia León, al llegar lo jalo detrás de otro auto, lo recuesto sobre mi regazo, tiene un lado de la cara rasgado por un pedazo de parabrisas.

-¡León! ¡Despierta! -a él no lo puedo perder, es mi maestro, mi guía, no podemos hacer esto sin él. Tomo el radio, necesito ayuda- Soto, sal por la parte de atrás, busca a Angélica, ya debe estar con Joanna en Chapultepec. ¡Protégelas!

Frida tendrá que hacerse cargo de ayudar a León, tengo que irme, cueste lo que cueste tengo que llegar a Melissa.

-¡Cristopher, no hagas una estupidez! -me responde por el radio.

-No tenemos tiempo que perder -replico.

Frida llega por detrás de mi, su cara cambia al ver a León, se arrodilla a mi lado con el arma lista, no veo que vengan, no deben tardar en aparecer.

-¡León, maldita sea León! Tienes que sobrevivir -gime, está tan enojada cómo aterrorizada.

León abre los ojos, está muy dolorido, tose sangre, debe tener una hemorragia interna.

-No permitas que le haga daño -me pide con las pocas fuerzas que le quedan-, no la dejes morir... Ella... Angélica... Inquebrantable...

León pierde la consciencia y Frida la cordura, lo toma por la solapa del chaleco.

-León no me puedes hacer esto -le reclama en medio de lágrimas.

En ese momento algunos agentes empiezan a salir a trompicones, están tan desorientados cómo nosotros, Soto es el primero en vernos.

-¡Soto, lárgate! No hay tiempo -grito, eso los alerta.

Cómo Vivianne lo dijo, los disparos vienen de las ventanas de los edificios, francotiradores, y son letales. Veo a Soto caer de un disparó limpio en la frente, mi vista se nubla y el grito de Frida es tan desgarrador que me llega a lo más hondo del alma.

-¡Soto!

Y es cuando aparecen las camionetas, muchos hombres se bajan y nos rodean, los agentes de adentro aún no salen, no deben, Frida se los ordena rápida y discretamente por el radio, estamos solos.

Nos ponemos de pie, dejamos a León detrás de nosotros, quizá no tengamos oportunidad pero indemnes no se van.

-¡Agente Smith! Salga o si no vamos a volar toda la pinche calle -amenaza uno- ¡Rápido pinche gringo, no estamos jugando!

-Cristopher no... Hagas, no les creas... Ernesto, díganle... -murmura León, está vivo, tiene una oportunidad.

-No viene a matar, esto es parte de su plan -digo a Frida, solo hay una manera en la que los tres sobrevivamos-. Frida ve por Melissa y Angélica, tienes que sacarlas de aquí. Llámale a Saldívar, te ayudará.

Conoce el protocolo, sabe con quién hablar y Soto ya no está, es la sucesora natural de León, la autoridad queda en sus manos, sé que hará lo imposible por sacarnos de esta.

-Vámonos, pinche gringo, el patrón está muerto de ganas de verte -murmura el gatillero exasperado.

Frida asiente, me acerco para darle un rápido beso en la frente, salgo de detrás de la camioneta, con las manos en alto, dejó mi arma en el suelo. Cuatro hombres se acercan a mi para tomarme por los brazos y me acercan a su supuesto líder.

-Dile a tu patrón que se vaya a la mierda -escupo cuando estoy delante de él.

-Por eso te llevo -responde con una sonrisa socarrona.

Siento un golpe en la parte superior de la nuca, caigo al suelo y lo último que veo antes de caer en la inconsistencia es el cuerpo sin vida de Soto, aún con los ojos abiertos.

Para ser un martes Chapultepec parece estar repleto de gente, veo a niños correr de la mano de sus padres y siento un poco de nostalgia, pese a que las cosas van bien, hay algo que me duele, me siento extraña, es un mal presentimiento, lo noto en el aire. Es como cuando vi a mi madre aparecer el orfanato, quizá solo es el miedo natural que nos produce la espera, debo hacerlo a un lado, venimos aquí a pasar un rato juntos, a disfrutar de nuestra compañía, tal como lo hicimos ayer.

Fue una tarde preciosa, no recuerdo ninguna reunión entre amigos que fuera más amena que esa, y espero se repita hoy y muchas veces más.

Observo a Marian y Jonathan en el lago con Ángel, el niño parece tener ganas de nadar, es hermoso. Una mano sobre mi hombro me corta el hilo de los pensamientos, volteo bastante asustada a mi espalda, por un momento casi no lo reconozco, tiene el rostro desfigurado por la preocupación, las arrugas de la frente están marcadas y tiene un brillo en los ojos inusual, él no es así, casi desde que lo conozco lo he visto reír siempre, no importa en donde esté.

-Ernesto, ¿qué paso? -pregunto con un hilo de voz.

-Me acaba de llamar Frida, tienen a Cristopher y algo paso con Melissa.

-¿Cómo que tienen a Cristopher?

Niego, eso no puede ser posible, Cristopher me hablo hace menos de dos horas, me dijo que talvez se retrasaba pero que llegaría para la comida, y Melissa venía de camino con Vivianne, me está mintiendo.

-Joanna tengo que ponerte a salvó, vámonos -ordena.

Me toma por el brazo y me lleva por el camino hacía el museo de antropología, intento zafarme, me sostiene con mucha fuerza, de no ser por el aturdimiento le estaría gritando.

-¿Y los demás?

No soy la persona más importante en este parque, y no solo está Angélica, Kate también corre peligro, incluso Jonathan por ser el padre de la hija de Melissa.

-No hay tiempo -murmura entre dientes, se detiene un momento, no me gusta su mirada, no estoy acostumbrada a verlo así-. Escúchame Joanna, te van a matar si te ven. Angélica tiene a su gente, tú no, tenemos que ser muy discretos, Jonathan está mejor ahí de momento, tenemos que tantear la situación antes de enterarlo -no sé cómo se lo diremos sin alterarlo, ama a su hija, hará cualquier cosa por ella-. Dame la mano y camina despacio.

Lo hago, vamos rumbo a dónde se quedaron los demás esperando, de camino nos encontramos a Aarón, está comprando un agua, y Alan está un poco más lejos, en un puesto de fruta, ¿cómo demonios vamos a salir de aquí con tanto blanco viviente? En este momento siento como si una flecha nos estuviera señalando.

-¿Por qué están agarrados de la mano? -pregunta Aarón- ¿Qué pasa, Ernesto?

-Heriberto viene por todos nosotros -le informa Ernesto. Aarón parece privado por la noticia, no le da tiempo de reaccionar cuando se oye la primera detonación-. Es demasiado tarde.

Un montón de gritos se alzan por todo el parque, vemos una columna débil de humo ascendiendo y más disparos, vienen a matar a todos.

-¡Angélica! -es el gritó de Alan.

Ernesto da un paso para correr tras él, hasta que nota que Aarón tiene la intención de ir por el mismo camino, no nos va a dejar ir hacia allá, Aarón no puede.

-Joanna, cuando te lo indique corre con Aarón, llévatelo lejos.

Ernesto saca su arma, no importa que lo vean, hay multitudes huyendo por todos lados, se dirigen a los espacios cerrados o con más seguridad, los museos y el zoológico, no creo que las personas disparando vayan en esa dirección.

Si Cristopher no está aquí, y Angélica no puede hacerse cargo de Aarón lo haré yo, lo prometí y es necesario, si quiero que Angélica salve al hombre que amo, debo hacerle este favor.

-Vámonos, no pueden verte -ordeno.

-¡No me voy a ir sin mi hermana!

Tomo con firmeza la mano de Aarón, él lucha tal como lo ha hecho su hermana por él, no vendrá tan fácil, pero aún es un niño y yo su mayor, quiera que no compartimos un lazo muy importante, también soy su hermana.

Ernesto no es como yo, no tiene la paciencia adecuada para lidiar con un adolescente en una situación extrema, lo sostiene por ambos brazos y lo zarandea furioso.

-Escúchame, Angélica y Cristopher se aventarán de cabeza al matadero si los agarran, corran al maldito castillo y no salgan de ahí hasta que vaya por ustedes -espeta furioso, ni siquiera tiene cuidado con el arma, aparto a Aarón de él, pero no lo detendrá, tiene algo de más peso para convencerlo-. Tienen a Vivianne, tu la quieres, ¿no? -el chico no procesa mejor que yo la información, atina a asentir levemente- Entonces corre, porque entre más personas que tenga que tú y tu hermana amen, peor les irá. ¡Corran!

Está vez si jalo con todas mis fuerzas Aarón, Ernesto no espera, va rumbo a dónde la refriega espera, llevo al chico por el mismo camino que recorrí hace un momento, Marian, Jonathan y Ángel han bajado de la lancha, hay un desastre por todos lados, gente ha caído al lago por miedo, localizo a mi hermana y su marido, ellos nos ven al mismo tiempo y nos encontramos a la mitad del camino.

-Tenemos que irnos, hay que sacar a Aarón de aquí -pido.

Están más enterados de la situación de lo que nos gustaría, por eso saben la importancia de sacar a Aarón de aquí, es importante también para ellos, ahora que Melissa está en peligro ese hombre se valdrá de todo aquel que ella ame para lastimarla. No puedo ver a Jonathan a los ojos, aún no lo sabe, no sé cómo decírselo.

-¿Y Kate? No la voy a dejar aquí -replica Marian.

Yo tampoco lo quisiera, pero Kate es más capaz de lo que imagina, sabe manejar armas y mientras esté al lado de Angélica, no permitirá que le hagan daño.

Aarón sigue luchando conmigo, trata de zafarse, me obliga a tomarlo con todas mis fuerzas, de mi lado no se va a separar hasta que estemos en un lugar seguro.

-¡Déjame ir, es mi hermana y está Vivianne!

Jonathan es quien reacciona a esas palabras, suelta a Marian de la protección que le ofrecían sus brazos, se acerca a nosotros, parece el mismo diablo.

-¡¿En dónde está mi hija?! -Aarón se encoje un poco, no sabe cómo decírselo y Jonathan no va a esperar a que el chico se descongele, me ve a mi- ¿En dónde está mi hija, Joanna? -gruñe.

Es la primera vez que me habla de esa manera tan brusca, su tono irrespetuoso es lo que me hace reaccionar.

-La tiene Félix, también a Melissa -confieso.

Siento que me voy a desplomar, ya no se oyen disparos, sin embargo la gente sigue frenética, van a causar muchos accidentes, ya puedo ver esto en las noticias y también tengo que llamar al orfanato y al refugio del centro, a todos los recintos de la fundación, debo proteger a muchas personas.

Jonathan camina hacia delante, está decidido a ir por su hija, Marian se cuelga de su brazo, llora por Vivianne, es completamente natural, también la crío, la quiere, pero siendo honestos quiere más a Jonathan y quiere que su hijo también tenga a su padre para protegerlo.

-No Jonathan, vamos a la policía, por favor -suplica Marian.

-No lo haré -Jonathan hace que lo suelte, la abraza un momento, le da un beso furtivo en los labios y uno más en la frente a Ángel, el bebé quiere empezar a llorar-. Váyanse, Marian cuida de Ángel, yo me encargaré de traer también a Kate, cuídense mucho por favor. Te amo.

Se echa a correr, Marian da algunos pasos para alcanzarlo, Aarón se me adelanta y la toma por la chaqueta, entiende mejor de lo quiere admitir. Marian lo ve un momento, la mirada que le dirige lleva un coraje que solo he visto una vez, una sola contra Kate, está mal.

-Lo siento, de verdad lo siento mucho -murmura Aarón.

Mariana suaviza la mirada, lágrimas gruesas y ardientes bajan por su rostro y aferra a su bebé al pecho, Ángel es su prioridad, debe protegerlo a toda costa.

Con mi mano libre tomo la de Marian, no tiene caso que vayamos al estacionamiento por la camioneta, no es seguro que estemos en la calle y los puntos más seguros son los museos en este momento, ahí los voy a llevar hasta que reciba más noticias y coordine la seguridad de la fundación.

-Tenemos que irnos, tengo que ponerlos a salvó.

Nos vamos corriendo, intentamos fundirnos con la masa de personas que siguen huyendo, una detonación más fuerte se escucha, el pánico empieza a apoderarse de mi, recuerdo el día que mi madre murió y empiezo a llorar. No, debo ser fuerte, por Cristopher, tengo que confiar en él, va a sobrevivir, él me lo prometió, juro que me haría su esposa y por nada de este mundo se irá sin cumplir esa promesa.

El investigador del herpetario estaba más que feliz al verme de nuevo y con un maletín lleno de dólares, ya no tendrá que trabajar en un buen tiempo, lastima que no pueda decir lo mismo de mi.

Sé que Heriberto ya está maquinando un plan, lo siento desde ayer calando en lo más profundo de mis venas, tengo miedo y un plan, uno que debe terminar de coordinarse, pero no puedo hacerlo hasta que lleguemos a un acuerdo con el procurador Barajas, lo cual va a resultar más difícil dadas las noticias que he dado en los últimos días.

El audio de Renardo dio el efecto esperado, la ciudadanía está en vilo, creen que una guerra va a desatarse como hace años, pero no será así, el culpable de la muerte de mi primo está en una celda en Estados Unidos esperando por un juicio al que dudo mucho que llegué, claro que no hemos disipado esas sospechas y las fogatas que inicie lo único que dejan claro es que si hay una disputa. La Galereña contra él Comando. Y pese a que eso no fue una exclusiva de Melissa, sino de los medios locales en Dolores Hidalgo, se llegó muy rápido a la conclusión, la muñeca es muy gráfica, aunada a qué se sabe que todas las propiedades eran de mi primo, todos esperan una masacre en masa.

No creo que eso pase, me niego, por eso contraté los servicios de un experto en veneno.

-¿Estás segura que quieres usar esto?

Me pregunta Kate viendo el frasquito de vidrio, el líquido es espeso y amarillo, parecería una ampolletita de cerveza.

-Claro, lo pensé mucho y creo que servirá, lo dejara incapacitado para siempre -muerto en vida serían unas palabras más adecuadas-. Solo hay que asegurarnos de tener el antídoto cerca.

Le muestro la otra ampolleta con líquido blanco, las dos están listas, tengo que ser muy cuidadosa con ambas, no puedo desperdiciar ninguna de las dos dosis.

-¿No es ilegal que un investigador te de esto? -cuestiona.

La verdad es que no lo sé, la experta en leyes es ella, yo solo hice lo que mi retorcida imaginación me pedía a gritos.

-Tal vez, pero el dinero no le cae mal a nadie, y no estará haciendo algún mal en realidad -si está información se diera a conocer muchos lo llamarían héroe. Kate se encoje de hombros, parece un poco indiferente, me pasa ambas ampolletas y las guardo en bolsillo interior de mi chaqueta, cerca de mi corazón. El teléfono de Kate emite un pitido, ambas nos sobresaltamos al escucharlo-. ¿Pasa algo?

Kate lee la pantalla de su teléfono desconcertada, el pitido no sé detiene hasta después que registra su huella y nombre en el teléfono.

-Es la señal de alerta en el despacho, se manda a todos los trabajadores en caso de una contingencia, voy a llamar a Fernando -marca el número, debe mandarla al buzón porque lo intenta varias veces sin éxito-. No me responde, tampoco a mi línea directa, algo está pasando. Tenemos que irnos.

No podría estar más de acuerdo, venimos aquí para estar tranquilos, no vamos a estarlo y quizá nuestro trabajo empiece más rápido de lo que creímos, siendo así tengo mucho que hacer.

Tomo mi radio, mi gente está por aquí, deben estar más alertas que nunca y ayudarme, tienen sus métodos para tener información de primera mano, si eso no funciona voy a llamar a Cristopher, debe ir al despacho de inmediato.

-Averigüen que está pasando en el despacho Escalante, me urge -pido.

-Patrona, acaban de tirar una de las rejas de la entrada... -se corta.

Me pongo de pie algo alterada, esto está mal en muchos sentidos. Saco mi arma con mucha discreción y le indico a Kate que se quede detrás de mi con un gesto, busco con la mirada a Alan y Aarón, se fueron demasiado lejos a comprar, la cantidad de árboles me dificulta ver más allá de unos cuantos metros.

A lo lejos veo a un hombre correr hacia nosotras, mi jefe de seguridad nos hace señas, el radio empieza a funcionar de nuevo, gritan una alerta, arrastro a Kate detrás de un árbol justo cuando veo la estela de un proyectil venir hacia nosotras, se estrella a un metro de dónde mi jefe de seguridad estaba, el impacto lo manda volando hacia nosotras, se estrella en la base del gran roble en el que nos refugiamos.

Levanto el arma esperando verlos venir, no lo hacen, cuatro proyectiles más impactan en varios árboles a nuestro alrededor haciéndome imposible salir.

-¡Quiero que nos rodeen, vengan lo más rápido posible! -ordeno por el radio, mi jefe de seguridad empieza a moverse de nuevo, se sienta contra el tronco del árbol- Coyote, ¿estás bien?

Le reviso, solo tiene la cara arañada, y le sale sangre de la ceja de eso no puede morir.

-Estoy bien patrona, pero son demasiados, no vamos a poder salir.

Ya me lo temía, en este momento no quiero averiguar cómo saben en donde estoy, lo único que me ocupa es sacar a las personas que amo de aquí lo más pronto posible.

-Yo los distraigo, ve con mi hermano, protégelo, pasen por mi tía y váyanse lo más lejos de esta maldita ciudad que pueden, si conoces alguna manera segura, sácalos del país -el Coyote asiente, se lo dije cuando empezó a trabajar para mí, si un día teníamos una contingencia de este tipo, la prioridad absoluta es mi hermano, no importa que yo termine muerta. Me giro hacia Kate, está blanca de susto, se lo advertí-. Kate no muevas ni un músculo, no salgas de aquí.

Si la ven irse con mis escoltas la perseguirán hasta matarla, lo mejor es que se quede aquí, no van a disparar más proyectiles tan destructivos, eso fue solo la advertencia.

-¡Angélica! -gritan a mi espalda.

Alan viene corriendo, solo, maldita sea, ¿en dónde está mi hermano? Asiento hacia el Coyote, lo cubro a pesar que no aparecen los disparos, es cuestión de segundos, tampoco sé a qué están esperando para atacarme.

-Alan, vete, por favor. Llévate a Kate a un lugar seguro -le suplico.

Él es lo segundo más importante para mí, no debe estar aquí, no deben saber que lo estimo, que haría cualquier por él.

-No, lo prometimos, no te voy a dejar, no... -se lanza contra mi cuando empiezan los disparos.

Rodamos un momento en suelo hasta que me lo saco de encima, no quiero un escudo, ya me cansé de esconderme detrás de alguien.

Saco mi arma y si estos cabrones me han de matar aquí, juntos nos vamos a ir, porque desde luego, no estoy sola.

El resto de mis escoltas aparece, somos solo siete contra la marea interminable de balas; hacemos lo mejor que podemos, espero que por algún milagro algún guardia del parque aparezca, no lo hacen, para ellos son más importantes los civiles que el enfrentamiento.

Mi respiración va como loca, mi corazón lo acompaña y el aliento de Alan en mi cuello lo hace aún más difícil, y al final mis esfuerzos no importan un carajo, empiezan a llegar por detrás, ¿De que me sirve tener la mejor maldita puntería del país si no voy a poder hacer nada?

Mis hombres me ven, esperan una orden, están dispuestos a morir, debería dejarlos morir y salvar a Alan y Kate, pero no puedo con eso en mi conciencia, no más.

Cesan el fuego, me obligó a bajar el arma, tomo la mano de Kate y avanzamos todos hacia delante, mi gente aún sigue apuntando, tratan de cubrir a Alan.

-Patrona, que bien se ve después de todo este tiempo -su burla Manríquez, el perro que mandaron está vez.

Para mí desgracia lo conozco, andaba con Pedro y Ramón a veces, les tenía coraje por la preferencia que mostraba había ellos, pero es que las cosas se dieron así, eran especiales, querían otras cosas, Manríquez solo quería hacerse más poderoso, parece que le salió algo bien, porque ahora me tiene contra las cuerdas.

Pienso en lo que voy a decir, no voy a convencerlo de dejar a Heriberto, pero puedo hacerlo entrar en razón, solo yo debo ir, no es tan fácil. Algunos de sus hombres se mueven, tienen un arma infalible contra mi.

Una figura pequeña, con un vestido de flores todo roto y manchado se sangre aparece en la escena, cuando Manríquez le levanta la cara mi corazón da un vuelco violento, solo puedo ver la cara de mi hermano desfigurada por el dolor.

-Vivianne -chilla Kate.

Está casi desmayada en los brazos de ese animal, tiene muchos cortes en las piernas y arañazos en la cara, ¿cómo le voy a llevar a su hija así a Jonathan y Melissa? ¿En dónde estará Melissa? ¿Seguirá viva? Tiene que estarlo, de otra manera lo que tendría aquí sería a su cadáver y no a la niña.

Tengo que apresurarme, hablar con Cristopher para que la localicen.

-¡Suéltala! -advierto con la voz helada.

-Eso depende de usted, ¿a quien me va a dar a cambio?

Cómo si necesitará una maldita respuesta, y la quiere, aprieta más a Vivianne entré sus brazos, no lo resisto, esa niña es por completo inocente, y ojalá no le haya hecho lo que me estoy imaginando o jamás me lo voy perdonar, tampoco Melissa, Jonathan o Aarón.

-Yo, por la niña -respondo firme, Manríquez no parece satisfecho, deja a Vivianne en manos de otro, viene hacia mi, ve a Kate y Alan intermitentemente, vuelvo a levantar el arma, todos conmigo, mis hombres se cierran a mi alrededor, una hermosa e inútil prueba de devoción-. No te vas a llevar a nadie más, sobre mi cadáver.

-Será sobre los cadáveres de todos los que están aquí, empezando por estos dos -me amenaza Manríquez, deja de avanzar, me sonríe burlón-. Sin embargo, patrona Celeste, le enseñaron, cómo a mi, que no debe volar antes de correr...

-Yo iré por la niña -interrumpe Kate-. Soy Joanna Carrasco.

Sale de detrás de mi, intento detenerla, juro que hago lo que está a mi alcance, pero son demasiados, caen sobre mi y los demás, hay poquísimos disparos y todos fueron míos, no vienen a matar, no importa que yo ya me deshiciera de dos personas más, ellos no lo harán, su objetivo son los rehenes, los quieren para mantenerme a raya.

Estoy acorralada, mi gente está de rodillas con armas en las nucas, Alan y Kate ya están del otro lado, lo único que tengo a mis pies es a la pobre de Vivianne, por ella no seguí matando, por ella debo mantenerme y no delatar a Kate, está segura mientras crean que es un objetivo importante.

Cierro con fuerza los ojos, las imágenes de ese sueño me acosan de nuevo, los gritos, la sangre, Kate de rodillas, Alan y Cristopher casi muertos a golpes.

-Una cosa hay que reconocerle patroncita, que huevos los suyos para salir con Joanna Carrasco.

Manríquez sonríe, cómo les gusta a estas personas burlarse de mí, lo disfrutan más que cualquier otra cosa.

-Son los mismos que a ti te faltan -responde Alan escupiendo a sus pies.

-Repite eso, cabroncito -ordena Manríquez, Alan vuelve a escupirle.

Manríquez le mete un puñetazo, luego le apunta con el arma a la cabeza, con todo el dolor de mi corazón obligó a Vivianne a soltarme las piernas. La gente de Manríquez vuelve a apuntarme cuando ven en peligro la vida de su líder.

-No te atrevas, no se te ocurra -advierto, me delató. Manríquez vuelve su atención a mi, retrocedo para tener a Vivianne protegida con mi cuerpo-. Te conozco hijo de la chingada, sé bien en dónde está tu pinche vieja y tus plebes.

Siempre creí que vivir con ellos me había servido para conocer sus debilidades, pero es que no las tienen, la mayoría solo se preocupan por si mismos, en este preciso momento no soy una gran amenaza, porque al vivir con ellos, también aprendieron sobre mis debilidades, ambos sabemos que es imposible que mate niños

-Ándele, patroncita, pero solo en usted quedará, sabe que a mí me valen madre esa vieja y los niños -el culero es de la idea que puede tener más y se soluciona-. El patrón fue muy claro, Aarón y Joanna Carrasco si estaba presente, como el pinche chamaco es una rata que siempre se esconde... Pues tendré que llevarme a la doctorcita, y de pilón a este güey para entretenernos -se acerca unos pasos a mi, estira la mano y le pasan una bolsa, de ahí saca una pantalla de unas dieciséis pulgadas, la deja en suelo y obliga a Kate y Alan a acercarse-. Pero no sé preocupe, el patrón siempre anda preocupado por usted, le manda un regalo.

La pantalla empieza a captar señal, es una video llamada en vivo, tardo unos segundos en distinguir bien, cuando lo hago, un terrible dolor en el pecho me corta la respiración, la mujer no era Kate, o no será Kate, Melissa está atada a una silla, está desfigurada del rostro, la boca le chorrea sangre, pienso en las dos cosas que pudieron provocarlo -le sacaron los dientes o le cortaron la lengua- y siento asco, quiero descargar el arma en la cabeza de Manríquez pero solo provocará que nos maten, y no puedo, tengo que vivir para hacerle pagar a Heriberto por esto.

-Angélica deja que nos lleven, por favor -me súplica Kate, es admirable su sacrificio, pero no estoy segura que deba hacerlo, no le corresponde-. Salva a Melissa.

-Estaremos bien, te lo prometo, no te voy a dejar -secunda Alan.

Eso es suficiente para Manríquez, como buen perro que cuida lo que cree le pertenece a su patrón, golpea a Alan en el estómago, sino me muevo es por la sorpresa, no emite sonido, le duele sin duda alguna, pero no se lo va a demostrar, es fuerte, Kate es lista, sabrán sobrevivir hasta que pueda alcanzarlos.

-Esa vieja tiene dueño, pendejo -espeta Manríquez-. Al patrón le va a encantar tener una plática contigo, pinche catrín. ¡Vámonos!

Los demás empiezan a moverse, no dejan de apuntarnos, llevan casi a rastras a Alan y Kate camina erguida, tampoco va a aparentar miedo.

-Esto no se va a quedar así -digo a Manríquez antes que se de la vuelta.

-El Comando cuenta con eso.

De nuevo suena un proyectil, aterriza en el espacio entre él y yo, la onda expansiva del impacto me hace caerme hacia atrás, me quedo unos segundos en el suelo, ahí me quisiera quedar todo el tiempo, pero un gemido de angustia me saca de mi miseria, Vivianne.

Abro los ojos y me arrastro hacia ella, la niña está acostada en posición fetal en el suelo, no me puedo levantar, me di un buen golpe en las costillas, mi gente lo nota y me ayudan, por lo menos están ilesos y podrán ayudarme a buscar a Heriberto.

-Busquen al Coyote, averigüen si encontró a mi hermano -ordeno, camino hacía Vivianne y me dejó caer junto a ella, la incorporo para verla a la cara, tiene la pantalla que dejó Manríquez aferrada al pecho, se la quito, debieron meter a Melissa a un lugar oscuro, apenas distingo la forma de su rostro entre las sombras, voy a encontrarla, mientras tanto tengo a su hija aquí y también necesita ayuda-. Vivianne, cariño, ¿estás bien?

La niña niega, está en shock, tengo que localizar a su padre cuánto antes, no puede ir sola a un hospital.

-Mataron a mi mamá, es... Está... Mu...muerta.

-No, vamos a hacer algo, va a estar bien -le tomo la cara entre mis manos, necesito que me vea, que se aferre a mi o de otra manera yo también me volveré loca-. Te juro que tú madre está viva, te lo juro -asiente.

Vivianne empieza a llorar y me recuerda tanto a Joanna en el orfanato que mi cuerpo se tensa, sigue pidiéndome dormir, solo que mi voluntad no lo va a permitir, no lo haré, no correré hacia la oscuridad de nuevo, no cuando puede que Vivianne es la que está ahí ahora.

«-Vivianne, ¿te hicieron algo más? ¿te tocaron?

-No, pero mi mamá... -las dos suspiramos de alivio en el momento, un trauma menos para ella, un alivio también llega- ¡Papá!

Jonathan viene corriendo, cae al lado de su hija y me la arrebata de los brazos, la besa en la frente, me ve solo un momento y siento toda su furia, me hace caer hacia atrás, alguien más me levanta, es Ernesto Saldívar y también parece devastado.

-Vivianne, vas a estar bien mi amor -susurra Jonathan en el cabello de su hija- ¿En dónde está Kate?

Su dolor es tan palpable es una bofetada para mí, Kate también es importante para él, la ama y no sé hasta donde, no me importa, es mi responsabilidad responder.

-Se la llevaron, lo siento -niega, me huye-. La voy a traer, te lo prometo, te juro que la traeré sana y salva... ¿has visto a mi hermano?

-Esta con Joanna, los convencí de correr -responde Saldívar.

-Saldívar, ¿cómo supiste que estaba aquí?

Me alegra tener a alguien que pueda ayudarme para localizar rápido a Melissa, no puedo perder más tiempo si mi hermano está a salvó.

-Estaba cerca, Frida me llamo, y no tenía buenas noticias, venía a sacarte de aquí, pero ya te tenían, pensé que lo mejor era quedarme atrás, más cuando apareció Jonathan -fue lo correcto, si se lo llevaban a él también no podría ver a los ojos a nadie más-. Debí meterme y no permitir que se llevarán a Alan y Kate.

Yo también debí impedirlo, me culpo por lo que les va a pasar, sé que Heriberto los va a lastimar y no podremos hacer nada para evitarlo, por eso es importante que nos olvidemos de lo que no pudimos hacer, y empezar a actuar antes que sea demasiado tarde.

-No habrías podido hacer nada -murmuro, no es ningún consuelo ni reclamó-. Saldívar, ¿en dónde León, Cristopher y los demás? ¿Por qué no han llegado?

Sigo esperando a la maldita policía, un ejército es lo que necesito para traerlos con vida.

La mirada de Saldívar se enturbia, se tensa y el corazón me vuelve a doler, la vida no me puede hacer esto, no puede jugar tan chueco.

-Angélica, esto fue un ataque coordinado, Melissa, Escalante, tú y Cristopher... -aprieta los puños, no me está diciendo algo- No sabemos que está pasando con Escalante, pero tienen a Cristopher y, cómo ya viste, a Melissa.

-No, esto no nos puede estar pasando.

Es mi maldita culpa, debí tener más cuidado, no provocarlo hasta que estuviera segura de su ubicación, pero como siempre, me sentí más fuerte y poderosa que él, lo rete como una idiota y otros están pagando las consecuencias, los que más quiero son quienes más lastimados salen.

Y todavía no viene lo peor.

De entre los árboles empiezan a salir una cantidad abismal de policías con uniformes completos y escudos, me apuntan, los pocos hombres que se quedaron a mi lado me rodean, les hago un gesto para que bajen el arma, no nos va a servir de nada.

-¡Angélica Félix, deje el arma! -ordena el comandante del operativo- ¡Está rodeada, no va a salir de aquí con vida!

Esto también es obra de Heriberto, estoy completamente segura, no iba a dejar cabo suelto.

-Iré con ustedes, solo ayuden a la niña, por favor.

No me van a dejar en la cárcel por mucho tiempo, el maldito procurador va a tener que ayudarme está vez por fuerza o no se la va acabar, y no estoy sola aquí. Saldívar se coloca delante de mi con las manos levantadas, no es policía, pero si un colaborador de confianza, saca la credencial que lo identifica, se la entrega al comandante.

-Soy Ernesto Saldívar, estoy aquí por órdenes del agente León Gutiérrez de la policía federal, no vamos a interferir con la detención, la Galereña está dispuesta a entregarse... -hace una pausa para que el comandante revise bien sus credenciales- Pero tienen que llevarla directamente con el procurador de justicia, él conoce el caso. Díganles que se activo el operativo Hierro69.

A algunos policías les cambia la postura, alguno debe saber del protocolo, era un operativo grande y fuertísimo.

-¡Mamá! -solloza Vivianne.

Volteo a verla, la pantalla ya perdió señal, espero aún sea posible localizarlo. Un tonito bastante enfadoso empieza, viene de uno de los bolsillos de la chaqueta de la niña, Jonathan es quien saca el teléfono, es uno idéntico al que tenía Pedro para mí. Doy un paso hacia él, los policías vuelven a moverse, hacen a un lado a Ernesto.

-¡No se mueva! -me grita el comandante.

-Dispáreme, solo así va a detenerme -lo reto.

-Angélica -me advierte Ernesto.

Maldita sea, es igualito a León cuando le conviene, y a mi también, no puedo dejar que me agarren tirria y no me lleven directo con el maldito procurador.

-Me entregaré, pero necesito responder esa llamada -pido en un tono aún demasiado brusco, no puedo ser amable en este momento, menos débil-. Escúcheme, puerco, si no me deja tomar esa llamada quien va a terminar en la cárcel será usted por imbécil, la vida de una mujer está en peligro y no es cualquier hija de vecino, es Melissa Gutiérrez, la reportera más conocida en el país, si por su culpa se muere, no tenga duda, que aunque esté en la cárcel, lo voy a encontrar y matar -el comandante bufa un momento, Saldívar le súplica con la mirada, yo no tengo tiempo que perder, tomo el teléfono que me ofrece Jonathan al mismo tiempo que levanto mi arma, al que se acerque lo mato- Hijo de puta, maldito... ¿En dónde estás? ¡Contéstame! ¡¿qué le has hecho a Melissa?!

Escucho la respiración de Heriberto, puedo imaginar la estúpida y asquerosa sonrisa en su rostro, e incluso puedo imaginar la postura que tiene.

-Estoy en todas partes, Angélica, no puedes escapar de mi, no tendrás paz -murmura, su voz es demasiado queda para los sentimientos de odio y rencor que transmite-. Tu amiguita tiene poquísimos minutos de vida, está en tirada en la misma carretera en dónde deje a Teresa, pero ninguno de los dos podrá ir por ella, ¿verdad? Te tienen rodeada.

Perro desgraciado, sé perfectamente lo que cree que va a pasar, no lo voy a permitir.

-Estas pendejo si crees que esto me va a detener -respondo impaciente- ¿En dónde estás? ¿Qué quieres para traerlos de vuelta?

-Se me olvidaba que eres una pinche mártir traidora, ¡Mustia!

Disparo al cielo, ya me cansé de este maldito tira y afloja. Los policías avanzan a mi, vuelvo el cañón del arma al frente, a la cabeza del comandante.

-¡¿En dónde estás?! ¡No me colmes la paciencia!

-Escúchame bien, mendiga chamaca caprichosa, levantas la voz una vez más y te juro que le vuelo la cabeza al gringo y mato a tu hermano antes que puedas llegar a él -doy un paso atrás, mi mente aún tiene registro de sus cambios de voz, está tan furioso como yo, en este momento es inestable, peligroso, está lejos de mi, no me puede hacer daño, aún así tengo miedo, por lo menos aún no sabe que Aarón está libre-. Así me gusta, sedita, callada.

-¿A dónde quieres que vaya? -pregunto más calmada, me rindo.

-Al escenario de tu primer espectáculo.

Lo visto, toda mi familia tiene talento histriónico, nos encanta el espectáculo, el dolor que rodea la maldita expectativa.

-Si los matas, vuelo el lugar, ya no me importará nada.

Si Alan, Cristopher y Kate mueren me lo hará saber de inmediato, siendo así, no quedará más que reducirlo a cenizas, aunque yo tenga que meterme un tiro en la cabeza después por el dolor que sienta.

No, no voy a perder a ninguno y tampoco voy a escapar por la vía fácil, tengo que permanecer viva, ellos tienen que continuar vivos también.

-Te importa su sufrimiento, ven rápido o quizá no mueran, pero te juro que nunca podrán reponerse de lo que les haga -eso ya me queda claro, no voy a poder salvarlos a todos, alguien será el primero en pagar por mi-. A partir de la media noche te empiezo a mandar partes de ellos. Y ya sabes, tienes que venir sola.

No vamos a llegar tan lejos, en menos de tres horas voy a estar de allá, por supuesto, no sola, algo se me ocurrirá para que saquen a Cristopher, Alan y Kate de ahí. Yo tengo que quedarme a solas con el mounstro.

-Está noche acabará todo, Heriberto.

Ya no peleo sucio, le doy una especie de oportunidad para que se largue y me deje en paz para siempre.

-Ya te lo dije, mi cielo, de ti depende.

Ya eligió, ambos lo hicimos, y si lo que quiere es que le clave las garras, que así sea.

Gracias por seguir leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top