70.- Ocuilan || Parte I: El Ahuehuete

Me han preguntado varias veces si esto era lo que de verdad quería, a todo respondí qué sí, que si mi tía lo aprobaba y recomendaba, era seguro para mí. No tenía expectativas ni miedo, sin embargo ahora que estoy aquí, siento una fuerza mágica y poderosa que me arrastra hacia delante.

Observo embelesada el ahuehuete de Chalma, el agua sale a borbotones furiosos por el centro del árbol y caen en piletas de piedra que están ubicadas en forma de escalera, el agua pasa por cada una de ellas y al final de la última se crea un cause natural que va bajando hasta llegar al santuario del señor de Chalma.

Espero paciente en las escaleras de la entrada, todo está en perfecta calma y paz, Alan y mi tía están en el anfiteatro y mi hermano esta sentado mirando el agua.

Originalmente el ritual iba a tener lugar por la media tarde del día de ayer, pero mi irresponsabilidad en la fiesta provocó que tuviéramos que recorrerlo para hoy en la madrugada, nos dieron permiso de entrar solo a esta hora, porque este sitio diariamente es visitado por cientos -miles y millones en fechas especiales- de personas al día, y es mejor que nadie vea lo que va a pasar.

No me toca esperar mucho, Cristopher y Joanna aparecen rápido, insistieron en venir a pesar de no tener mucho tiempo libre, ambos tuvieron que quedarse anoche en un hostal para no tener que hacer el viaje de ida y vuelta a la ciudad de México otra vez, a Melissa y Vivianne preferí dejarlas durmiendo, es mejor que duerman, hemos tenido dos días bastante pesados.

Antes de hacerlos pasar tomó las coronas de rosas qué tenía preparadas para ellos, mi hermano y Denisse también tienen las suyas puestas.

-¿Para que es eso? -pregunta Cristopher cuando intento ponerle la corona, se me olvida qué es gringo.

-Se las ponen a las personas que vienen por primera vez, luego las dejan como ofrenda al señor de Chalma -explico, hago que se agache para coronarlo y me alejo un poco, tiene un aspecto un poco ridículo con la corona-. Siguiendo la corriente se llega hasta esa iglesia, les va a gustar.

-Esto también es precioso -murmura Joanna, a ella sí le ve muy linda.

Baja los escalones y llega hasta la primera pileta. El ahuehuete está rodeado por una reja de metal para protegerlo, el agua sale por unos canales de piedra directo hacia las piletas, Joanna mete la mano en uno de los chorros y la retira de inmediato, esta muy fría y aún así sigue jugando entré las piedras, salta y ríe como si fuera una niña, Cristopher y yo la observamos con una sonrisa.

-El vestido se te ve igual de bien que la primera vez -me susurra Cristopher.

Sigo pensando que es excesivo, lo uso porque mi tía estuvo extrañamente de acuerdo, y para mi sorpresa me queda bien, ya recupere el peso que tenía antes y no me sentiría cómoda con otra cosa, ni ropa ligera ni traje de baño, tengo demasiadas cicatrices que no estoy del todo lista para mostrar.

-Ya lo sabía -respondo a Cristopher, me sonríe y parece satisfecho por mi actitud.

Nunca voy a saber si está bien o mal que me exprese de esa manera, creo que al final no importa, mientras me sienta bien con ello y no ofenda a nadie, no debería estar mal.

-Todo va a estar bien, no te preocupes.

No tengo miedo, en este punto solo siento una rara excitación, no sé, es curiosidad y ganas que de verdad funcione, si es que todavía necesito que lo haga.

Me siento mejor, aclarar y aceptar mi situación con Alan me tiene de un humor excelente, con las distracciones de estos días mi mente me ha permitido ver de manera completamente fría mi plan, cómo debo actuar. Sé que puedo ejecutarlo y sí, tal vez me haga falta templar mi temperamento, pero podré sacarlo adelante.

Este ritual es necesario por motivos que no sé explicar.

-Lo sé -respondo y juntos bajamos las escaleras.

Mi tía y Alan siguen discutiendo algo mientras prenden una velitas, las pusieron alrededor de las piletas, Aarón está con Joanna más adelante ya se encuentra con la doctora Carrasco llenando algunas botellas de agua, Denisse viene hacia mi y me ofrece una corona bastante más extravagante que la que le puse a Cristopher.

No tengo porque usarla, está es la segunda vez que vengo, pero se esforzó mucho haciéndola, ella misma le pidió a las mujeres que las venden que le enseñaran, la hizo con las flores del ramo de novia que me regaló la prima de Alan, rosas blancas, rojas y amarillas en flor, trenzadas con hojas de helecho, es enorme.

-Ya está lista, patrona -chilla de satisfacción y me agachó un poco para que me la ponga.

Le agradezco con un abrazo y juntas bajamos a la tercera pileta, las primeras son bastantes hondas para mi tía, la tercera es perfecta, puedo quedarme sentada y ella de pie sin el menor peligro de ahogarnos.

Mi tía y Alan se acercan a nosotros, todo está listo, al mal paso darle prisa.

No encuentro una manera elegante de bajar sin salpicar a todos, Cristopher se da cuenta y termina por cargarme, me suelta hasta que estoy bien plantada dentro del agua. El aire se me va un momento, Alan no tarda en notarlo, pretende meterse, Joanna lo agarra para que se quede en dónde está, no puede hacer más por el momento, esto es entre mi tía y yo.

-El agua está muy fría, Angélica, vas a agarrar un resfriado -insiste en un tono bastante paternalista.

-Voy a estar bien -respondo firme, no voy a tiritar para aumentar su angustia-. Tía, ¿estamos listas?

-Sí, mi niña, vamos.

Mi tía no acepta de muy buena gana que Cristopher la cargue, parece bastante incómoda cuando llega a dónde estoy. Toma la botellita con la preparación de ayahuasca, la extiende hacia mi, se detiene con el fuerte chirrido de unas llantas contra el asfalto.

Nos quedamos atónitos cuando vemos que quien sale de un flamante auto plateado es Kate, parece loca toda despeinada y alterada, viene en pijama. No tarda mucho en vernos, de primera intenta correr, sus suelas resbalan contra el piso de piedra y con más precauciones, sin bajar el ritmo, llega al lado de Joanna.

-Menos mal alcance a llegar -expira satisfecha de si misma.

-Kate, ¿viniste desde la ciudad manejando tu sola? -pregunta Joanna aterrada.

La entiendo, son las cinco de la madrugada, por lo menos debió salir a las dos de su casa, el camino es bastante largo, peligroso por la cantidad de curvas y la falta de iluminación; no debió exponerse así, menos en los tiempos que corren, si alguien la hubiera estado vigilando era la oportunidad perfecta para hacerle daño.

-Sí, casi me pierdo, y Adam me va a matar, pero tenía que estar aquí.

Eso no está bien, abro la boca para decirle lo que pienso y mi tía se adelanta para responder.

-Por algo pasan las cosas -dice a Kate. Ambas se ven por un momento a los ojos, parecen tener una conexión, incluso, por las actitudes de ambas, podría decir que es muy importante. Mi tía vuelve la vista a mi, de nuevo me ofrece la preparación, me la tomo toda, me arrepiento, está muy amarga, y mis dientes, ya resentidos por el frío, duelen de lo ácido que está-. Puede que te duela y vas a vomitar un poco, no te preocupes por nada.

-Si se pone feo puedes decirles que se vayan, por favor -ya me vieron mal suficientes veces para una vida.

-No creo que lo hagan -responde mi tía.

Se prepara mentalmente para sentarse conmigo en el agua y en eso un sonido de chapoteo y varías gotas por el mal clavado me sobresaltan, mi hermano salto a la pileta y debió caer mal por mueca de dolor que se dibuja en su rostro.

-¿Qué estás haciendo, Aarón? No puedes... -no me deja terminar.

-Déjame ayudarte, por una vez permite que sea yo quién te sostenga -camina hacia mi, se sienta conmigo, me sostiene cerca de su pecho y a pesar del frío, siento un calor en el alma que me es imposible ignorar-. Perdóname Angélica, debí ayudar más.

Le sonrió y acaricio su mejilla, tiene la cara helada y tiembla por el frío, está tan atormentado por lo qué pasó entre nosotros que es más que suficiente para mi, es bueno y no hay nada que tenga que perdonar, nunca habrá nada lo suficientemente malo entre los dos para que no pueda perdonarlo.

-Hiciste lo suficiente, siempre lo has hecho -me acerco para darle un beso en la frente, a mis ojos vuelve a ser un niño, uno que pese a sus escasas fuerzas, me sostiene para no caer al vacío-. Eres mejor de lo que había creído y eso me llena de fuerza, de ganas de seguir luchando, por ti y por mi.

Es cierto que ahora tenemos una especie de familia, que nos cuida y protege, pero siempre seremos los dos contra el mundo.

-Quiero ir a casa contigo, llévame a recorrer los caminos de mi pueblo.

Sonrió por lo coordinado de nuestros pensamientos, ya tenía esa idea en la mente, sería una especie de despedida antes de nuestro nuevo inicio.

-Una vez que vuelva de Italia, ahí estaremos, juntos.

Tenemos que hacer algo de suma importancia y no solos.

Nunca pedí ver la tumba de mis padres, no sé si hubo un funeral o solo quedaron por ahí. Heriberto me jugo muy chueco, y aún así confío en lo que dijo la única vez que le pregunté por el asunto.

-Tía, ¿quiere venir con nosotros? -pregunto y volteo a verla.

-Iré a dónde vayan, siempre -asegura y no tengo porque no creerle, está vez las cosas son diferentes-. Respira hondo Angélica, y espera.

Por lo que estuve investigando antes de venir aquí, había visto que el ritual es más vistoso que en este momento, hay música incidental y el chamán que guía la ceremonia canta, mi tía debe saber como son estos rituales y esto lo está haciendo único para mi, estoy segura que la canción que empieza a entonar no es la que se acostumbra.

-Xiqui yehua in xóchitl, xiqui yehua ipan noyólotl, pampa ni mitz tlazotla
Pampa ni mitz tlazotla, ica nuchi noyólotl -no reconozco la lengua, por eso agradezco que también la cante en español-. Guarda esta flor, guárdala en tu corazón, porque yo te amo, porque yo te amo, con todo mi corazón.

La canta unas cuantas veces hasta que empiezo a sentirme adormilada, lucho en vano para que mis ojos no se cierren, la cabeza se me va hacia atrás, Aarón me susurra algo que no alcanzo a comprender, su voz está cada vez más lejos y luego siento una especie de estallido en mi cabeza, me alejo de este plano mientras mi tía sigue entonando su canción.

Empieza como siempre, conmigo cayendo al vacío, a la oscuridad y el más profundo infierno. Sé que estoy muerta, sé que este lugar no era para mí. No debió terminar así.

Mi conciencia cae en un cuerpo más fuerte que el mío, miro mi reflejo en un riachuelo que corre por las raíces de un gran árbol.

«En dónde hay agua, hay vida.»

Pienso, me detengo y sigo observando el reflejo, me doy cuenta de lo que pasa.

Los pensamientos son míos y no lo son. Es mi cuerpo y no lo reconozco. Mi tono de piel, el color de mi cabello, el inmenso negro de mis ojos, no, nada coincide. Somos la misma alma en un cuerpo y época distintas.

Levanto la mirada a la espesura del bosque y la mítica entrada al inframundo se revela ante mi, sé que muchos se han perdido, muchos llegaron de esa manera a Mictlán, antes de dar un paso más hacia allá, escucho su llamado retumbar en mi sangre, un quetzal pasa volando sobre mi cabeza, una de sus plumas turquesas se desprenden y cae delante de mi, no soy yo quien la toma.

Una mujer aparece, es hermosa, la mujer más bella que ha pisado alguna vez está tierra. Ella es única en este mundo y llora, llora por la pena.

Hoy es el día de su muerte.

Hoy moriremos todos.

Han sellado nuestro destino.

En un parpadear, la escena cambia, una enardecida multitud clama a gritos su nombre, lucho por retenerlo en labios, lo gritó, imploro y aún así no se queda conmigo, la palabra escapa una y otra vez entre mis dedos. Mis dedos... Una sensación de inmenso pánico y terror me hacen mirar hacia abajo, aquel que amo está muriendo en mis brazos, Ella, mi ama, señora y diosa, sigue adelante, con la cabeza en alto, y si titubea es solo por mi, por mi dolor.

Nuestro dolor.

Nuestra pérdida.

Para ellos no es suficiente, claman su sangre, la piden como una compensación por su error, por amar.

No llego a ver cómo la vida en sus ojos se apaga, alguien me ha clavado un cuchillo en la espalda, preciso y letal. Él y yo nos vamos al mismo tiempo. Ella llora por nosotros, por todos, y es condenada a una existencia en soledad.

El mundo se estremece bajo mis pies y una vez más mi cuerpo es distinto, todo vuelve a ser diferente, mi mente dibuja la belleza de una ciudad como ninguna otra la habrá, llena de vida, rica y poderosa... Una llamarada la atraviesa y de repente todo está en ruinas, ardiendo.

Me encuentro al pie del Templo Mayor, lloró por la certeza, han avanzado por aquí, nos obligaron a huir, escondernos y resistir durante noventa y tres días.

No lo logramos.

La ciudad más grande e imponente del imperio ha caído.

De nuevo el amor nos traicionó.

No es suficiente con amar y Ella lo sabe, en esté nuevo cuerpo, en ésta nueva vida, sigo llorando, sigo sosteniéndolo en mis brazos muerto, sangrante y nuestro pueblo, por el cuál hemos luchando sin descanso, ha perdido.

Aquí empieza la esclavitud.

Una a una un montón de imágenes se agolpan en mi cerebro, una tras otras, muerte, mucha sangre, un río de lágrimas y siempre lo pierdo, no hay vida que termine distinta, no hay realidad existente para nosotros .

Estamos malditos.

Estamos condenados a encontrarnos solo para perdernos.

Él es un soldado del virrey, mata, tortura, destruye su tierra, apenas le importa, no sabe, no lo entiende, ha despertado del lado equivocado de la historia, su vida llega a su fin antes que pueda encontrarlo, lo pierdo nuevamente la noche de la primera batalla, aquel día que nuestro pueblo se levanta bajo el estandarte de una mentira. Muere por una creencia falsa, por un rey que nunca fue suyo.

Años más tarde, lo encuentro a tiempo y tarde también, un día está en la cima del castillo de Chapultepec, los oficiales estadounidenses lo tienen acorralado, es uno de los valientes que defienden la última fortaleza antes de llegar a la capital, su esfuerzo y el de los cadetes es en vano, uno a uno mueren, llegó a tiempo para ver cómo un niño cae por el desfiladero hasta el fondo del barranco envuelto en nuestra bandera.

Corro hasta ese lugar, al llegar a su lado mi amor murmura algo, un nombre que de nuevo no puedo retener, no me dan tiempo, me disparan a traición por la espalda, muero a su lado una vez más.

Ahora vamos por las vías del ferrocarril, sabe que tarde o temprano nos van a encontrar, solo somos un montón de campesinos que luchan por la tierra que les pertenece, no soldados, y los que lo son, junto con nuestros gobernantes, han decidido terminar con nosotros por no ceder a su explotación.

Él se lanza a la refriega conmigo a su lado, no es suficiente, no somos suficientes, la ambición y la injusticia se han apoderado de esta tierra. Morimos juntos a manos de los soldados.

Causas buenas, justas, malas y perdidas.

Hemos estado de todos los lados de la historia, peleando por un ideal, por alguna razón, intentando llegar a un final.

No conozco el propósito de pelear tanto, no sé si lo hay.

Nunca podremos estar juntos.

Nunca llegó a salvarlo, alguien corta mi vida para que no pueda seguirlo al otro lado, y vuelve a empezar.

Por el final siento una aturdimiento que me cala los huesos, está vez reconozco la plaza y siento en mi sangre el llamado ancestral, es la primera vez en esta vida y no tendré tiempo de hacer nada con ello.

Estamos delante del edificio Hidalgo en la plaza de las Tres Culturas, sé porque estamos aquí, pero no puedo moverme, las voces de mis muertos anteriores me llaman desde la plaza, aquí luchamos, aquí perdimos y aquí volveremos a caer.

Intento decírselo, quiero gritarles a todos, es demasiado tarde.

Al levantar la mirada al cielo, el helicóptero que sobrevuela la plaza lanza una bengala verde, la multitud de jóvenes hace silencio un momento, lo justo para escuchar el primer disparo que atraviesa a la persona a mi lado, al hombre que amo. Vuelve a ser el primero en caer, mientras la vida se nos escapa veo como un batallón avanza hacia la multitud, todos ellos usan guantes blancos.

El cielo y la tierra se estremecen, sé que mi señora llora por nosotros, por la sangre que nuevamente se derrama en esta tierra ya maldita y plagada de dolor.

Antes de morir por última vez, escucho el canto del quetzal, su pluma cae sobre mi llevándome de nuevo al túnel.

El inicio y el final.

Kate está en una habitación a oscuras, no entiende que ha iniciado todo, esa noche marcará nuestras vidas y ese sueño es la clave. Ella tiene la decisión final.

Vanessa resiente mi presencia, sabe que algo malo va a pasar, lo siente en su sangre y huesos. Es el vínculo que nos une a aquellos que nos dominaron, nos unirá para siempre.

Guillermo ve a las estrellas con paciencia, sabe que no puede alcanzarlas pronto, su sufrimiento todavía no acaba, aún no se encuentra a si mismo, pero lucha y seguirá luchando, su luz nos guía a todos. En él está nuestra esperanza, nuestro futuro.

Victoria ve la oscuridad de la noche, recuerda lo que le hicieron, llora por ello, siente dolor y un profundo coraje, pero ha dejado de tener miedo. Su alma guerrera ha despertado.

He tenido tantos nombres, Meztli, María Isabel, Mónica, Adela, Ester, Angélica, mi alma maldita lo ha encontrado en cada vida esperando que está vez sea distinto, rogándole a todos los dioses que me condenen a mi y lo dejen a él descansar, solo una escucha mis suplicas y no puede hacer nada.

Siento una fuerza estrujando mi ser, me obliga a seguir viviéndolo, debo llegar al final.

Mis recuerdos más recientes e importantes vienen a mi en tropel, primero las risas y la felicidad.

Un niño me toma firmemente de la mano, me lleva por un puente y juntos observamos unos pececitos de colores, la risa sacude nuestros cuerpos, somos muy felices.

Corremos por los huertos y papá viene detrás de nosotros, arrancamos unas cuantas uvas, aún no maduran y nos provocan asco, nuestras muecas nos hacen reír y eso hace que papá nos encuentre, nos regaña sin ninguna convicción para después llevarnos a casa en dónde mi madre, nos sirve un pedazo enorme de pastel, dulce y delicioso como el siguiente recuerdo.

Sabía que alguien me sacaba de esta misma agua helada, pero no es mi padre, es Heriberto, me ve llorar, sabe que estoy asustada, helada, me da un beso en la frente y me dice que ya no lloré, que todo estará bien, no era mentira, él realmente creía que estaría todo bien.

El siguiente recuerdo es ya sin ese hermoso niño, después de toda la sangre.

Heriberto regresa a casa privado de dolor y sin poder hablar, mis padres por primera vez no saben que decir y yo tampoco, por eso lo imitó, lo beso en la frente y le pido que no llore más.

Sé que hice lo correcto, aunque eso después de condenará y a más personas.

Los veo morir -Ramón, Annelise, Pedro-, me veo a mi misma sufriendo un dolor más que insoportable, me veo de rodillas, sangrando, y por primera vez que decido seguir el ejemplo de la persona que he amado a través del tiempo, no suplico. No volveré a suplicar.

En esta centésima de segundo soy capaz de reconocer que el veneno por el que me deje dormir es insignificante comparado a todo lo que he vivido, a todo lo que sufrido y me deshago de esa cadena. Jamás me volverán a poner de rodillas, y si lo hacen, de nada valdrá porque solo hay un ser en este universo al cual me rindo, aunque en este momento no sepa cual es su nombre, por alguna razón nadie recuerda su nombre, pero sé que está aquí, la he visto, me ha llevado a él una y mil veces esperando que un día podamos estar juntos.

Juntos, la clave es estar juntos.

Perdimos antes porqué no estaban aquí, teníamos que estar todos juntos, pero Ella no podía facilitarnos las cosas, solo podía llevarme hasta la otra parte de mi alma, e inevitablemente cumplimos un ciclo.

El círculo se cierra, no sé porque se eligió este momento, pero tengo una obligación, la única, y es invertir los papeles.

Ya no me quedan dudas ni fuerzas, esta especie de trance está por terminar y mi alma llora porque sé que la volveré a olvidar, no la recordaré ni nada que no corresponda a esta vida, y sigue sin importar porque la certeza que tengo en este momento me ha seguido siempre.

«Gracias, mi señora.»

Mi alma se comunica con la suya, nuestros corazones siempre estuvieron juntos, no importa cuántas veces se rompan o los arranquen, siempre estaremos juntas.

«Adelante, hija mía.»

Una cálida luz entra en mi pecho, tengo el control de las sensaciones de mi cuerpo, por instinto, inhaló una gran bocanada de aire fresco.

Nunca antes me había sentido con tanta vida, con tanta fuerza, tan libre, tan dueña de mi. Al fin lo puedo sentir y entender todo. Mi vida, mi pasado, presente y futuro. Estamos juntos, ellos siguen aquí, nunca se irán.

Los brazos que me sostienen ahora son distintos, más fuertes y cálidos, al abrir los ojos me llena la vista. Me hacen sentir en paz.

«En dónde hay agua, hay vida.»

La vida que nos habían negado, la vida que nos arrebataron por nuestra lealtad, por amor.

El frío a mi alrededor cesa, ya no tengo porque tener frío ni miedo, salga bien o no, ha terminado.

Está es nuestra última oportunidad.

Por fin podremos descansar.

Bum. Bum.

Así me late el corazón en el pecho, tranquilo, demasiado lento para la visión que tengo delante de mi.

Los primeros minutos Angélica vómito hasta los intestinos, su tía no hizo el menor comentario, Joanna y Cristopher tuvieron la intención de entrar a la pileta para hacerla detenerse -¿cómo? Ni ellos deben saberlo-. No los dejaron, ahora están inmóviles con la manos agarradas y esperan.

Bum.

Bum. Bum.

A la media hora Angélica comienza a sollozar silenciosamente, hace muecas de dolor y murmura palabras incomprensibles, Aarón empieza a llorar, no sabe cómo lidiar con esto, con la fragilidad de su hermana, no lo relevo porque esto me parece necesario que sepa que su hermana no es indestructible, que también sufre y puede romperse, así valorará más el sacrificio de su hermana, podrá apreciar por fin la joya que tiene entre los brazos.

Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum.

Una hora completa ha pasado, la pesadez en mis extremidades empieza a aminorar, mis latidos van más rápido, con más fuerza, empiezan a retumbar en mis oídos.

Bum.

Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum.

El viento empieza a soplar con fuerza a nuestro alrededor, veo como la melena de Kate fluye con el aire, y en éste momento, con el respeto que se merece Adam, me doy cuenta que a pesar de lo desaliñada, nunca antes había estado más hermosa. Son fascinantes las líneas claras y afiladas de su rostro, el rubor que le tiñe las mejillas por el viento frío le confiere un aire de beatificó, en éste momento siento que podría hacer cualquier cosa por ella, incluso morir, cómo lo haría por Angélica.

Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum. Bum.

Angélica... Su nombre le sienta extraño y es que no lo sé, tal vez ya no le queda, ya no siento que sea adecuado para ella. No, ya no es ella...

Un alarido desgarrador rompe el hilo de mis pensamientos, algo va mal.

-Tenemos que sacarla de ahí -digo.

Mis impulsos son más fuertes que mi mente, quiero ir hacia ella. Necesito ir hacia ella.

-No se metan, está bien -responde Aarón.

-Está gritando, Aarón -replico, salto a la pileta antes que alguien me detenga, Aarón me levanta la mano para que no me acerque-. Deja que vea sus signos vitales, quiero asegurarme que estará bien.

Otro alarido brota de la garganta de Angélica, Aarón empieza a temblar con ella, tiene miedo, así no puede sostenerla. Llegó a su lado, con solo una mirada a mis ojos comprende que esto tengo que hacerlo yo.

Bum. Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum. Bum.

Bum. Bum. Bum. Bum. Bum.

Tomo a Angélica y la veo fijamente, me equivoqué, Kate no es la mujer más bonita, es ella. Su piel pálida resplandece cómo si algo la iluminará desde adentro, tiene una luz distinta y así es también la sensación de tenerla entre mis brazos, es raro. No está bien, ella es quien me sostiene.

El pensamiento me extraña, ¿cómo sé que es ella que me sostiene? ¿Cómo...?

-¡Fue un accidente, Ella no quería hacerlo! ¡No la adoran más! -grita Angélica.

Me quedo atónito, sus palabras me abren un agujero en la cabeza y en el corazón. Me quedo en blanco. Mi mente sabe a lo que se refiere solo que no puede procesarlo, es como si una computadora antigua intentara descargar un archivo pesadísimo con un internet lento, estoy haciendo corto circuito.

«-Él volverá, destruirá el mundo. La lluvia y el cielo. El nuevo mundo, todo. Todo.

-¿De que está hablando? -pregunto mecánicamente a Erandi.

-No lo sé, no entiendo -responde ofuscada.

-Estamos juntos en esto. Siempre estuvimos juntos -solloza Angélica.

El agua me salpica en la cara cuando alguien más salta en la pileta, no miro quien es, no puedo apartar la mirada de Angélica, pero es como si tampoco la viera, estoy en blanco.

-Alan, vamos a tener que sumergirla para que despierte -es Kate.

Al ver que no reacciono a sus palabras me toma del mentón para que la vea a los ojos, una descarga eléctrica nos recorre a los dos, se aparta bruscamente de mi y resbala, cae por completo al agua helada, no parece importarle, veo en sus ojos que solo quiere que termine, intenta arrebatarme a Angélica para meterla en el agua, no la dejo.

-Puede ahogarse -indico.

Sé que es mentira, no está tan hondo y no la dejaría, todavía no es tiempo, aún no puede sacarla.

-No, está consiente -responde Erandi por Kate.

-¿Entonces por qué dice esas cosas? -pregunta Aarón, se escucha más asustado que los demás.

-Debió conectar con algo más profundo, siempre supe que no era del todo ella.

-¿Qué? -Aarón nunca podría entenderlo, no como Kate y yo, que asentimos.

-Andaban buscándose sin saberlo, andando a ciegas por la vida hasta que la sangre los unió, es un llamado ancestral -murmura Erandi de prisa.

Llamado ancestral, la sangre que nos une, una unión.

Un destino.

Una nueva descarga eléctrica cae sobre mi, siento a Angélica resbalarse entre mis brazos, lucho con todas mis fuerzas para poder seguir moviéndome, no lo logro, no puedo hacerlo, no puedo aferrarla a mi.

-Su nombre, lo olvidaron. Olvidamos su nombre -susurra Angélica como si solo quisiera decírmelo a mi.

Una ráfaga poderosa de viento sacude todos los árboles, apaga las velitas, el cabello de Kate me pica la cara, me molesta y lo olvido todo cuando un sinfín de murmullos se hace presenté, levanto la mirada al cielo y una parvada de aves aparece llenando la tranquilidad de la noche con sus cantos.

-¡Dios mío! -grita Joanna asustada.

-¿Qué pájaros son esos? -pregunta Aarón, permanece inmóvil sobre el agua, vuelve a ser el niño que conocí.

-Cenzontles -responde Kate.

Volteo a ver su rostro cubierto de lágrimas, tiene aferrado su medallón con la mano derecha y poco a poco dirige su mano izquierda al pecho de Angélica en dónde está el otro medallón.

El agua pulsa, es un latido poderoso, cómo los miles que he escuchado a lo largo de mi carrera, un latido que nos dice que hacer.

Asiento en dirección a Kate, suelta los dos medallones, toma por los hombros el cuerpo de Angélica.

-¡No, Kate! ¡Maldita loca, la vas a matar! -grita Joanna, ella y Cristopher deben venir, escucho el chapoteo.

Kate deja de pensarlo y yo también, me dejo caer hacia atrás y me hundo con Angélica en el agua helada, mi pecho duele y en mi búsqueda de aire la suelto un momento, solo un momento, el mismo que Kate la toma y la saca.

Vuelvo a la superficie tiritando, a mi lado ya hay más personas, Joanna sostiene a Kate y le está regañando, nunca la había visto tan molesta, Kate no parece consiente, no sabe lo que hace y yo tampoco; el pitido en mis oídos, el aturdimiento me abandonan y comprendo bien las palabras de los demás.

-¡Alan! ¡Alan! ¡Suéltala, maldita sea! -Cristopher me arrebata a Angélica de los brazos, está furioso- ¿Estás loco? ¡Pudiste matarla!

Intento ponerme de pie, la cabeza me duele, me quedo un momento el agua, de reojo veo como Joanna saca a Kate del agua con ayuda de Aarón, a mi espalda alguien me toma del hombro, al levantar la mirada noto que es la tía de Angélica, me ve de una manera muy extraña, como si de repente me tuviera algo de respeto; me ofrece la mano, la tomo y al ponerme de pie ella se va al otro lado de la pileta, rumbo al anfiteatro.

Al llegar a la orilla noto que Cristopher ya tiene a Angélica rodeada de toallas, Denisse la abraza, está llorando, había olvidado que estaba aquí, otra de las cosas extrañas de esta experiencia es que se mantuvo completamente quieta y sin intervenir.

-Estoy bien, Denisse -murmura Angélica, tiene la voz ronca, entre el frío, el vómito y los gritos es sorprendente que tenga voz.

Intento salir de la pileta, mis extremidades entumecidas me lo impiden, Cristopher me ve, viene hacia mi y me arrastra por el suéter hasta sacarme, me deja en la orilla de la pileta y me encojo esperando un golpe que no llega, la voz de Angélica lo detiene.

-Cada golpe que le des, te lo voy a devolver -dice.

Todos se giran para verla, su tono no fue frío o amenazador, incluso estuvo unos decibeles por debajo de la media, pero es tan contundente que nos deja paralizados, Denisse se aleja un poco de ella.

-Pudo matarte, Angélica -replica Cristopher.

-Estas exagerando, estoy bien -no puede ponerse en pie, gatea hacia nosotros-. Mira Cristopher, no lo entiendes, yo tampoco pero lo cierto es que... Estuvo bien, tenían que hacerlo, no podían evitarlo.

Habla con una seguridad que me deja impresionado, aún cuando yo sé que es así, que algo movió mi cuerpo y mis manos, que a Kate le pasó lo mismo, es desconcertante, ¿cómo lo sabe ella? ¿Por qué no parece asustada o impresionada?

-¿De que demonios hablas? -pregunta Cristopher perturbado.

Imagino que el espectáculo del viento y de la aves, además de nuestra posesión... ¿Demoníaca? ¿Divina? Lo que sea, es suficiente para él, eso sin contar la amenaza a la que se ve sometido. Angélica no va a permitir que me hagan daño, nunca está dispuesta... ¡Ah! ¡¿cómo sé esas cosas?! ¿Por qué mi mente no puede procesarlo para que lo entienda como lo hace ella? ¿Lo comprenderá o solo trata de mantener la calma?

-Ya no lo sé, yo... Olvidé todo, olvidé algo muy importante, era... -trata de mantener la calma. Angélica deja de mirar a Cristopher y viene conmigo, me incorpora y me hace abrazarla, su cuerpo se siente muy cálido, el mío también, pese a la temperatura del agua no nos estamos muriendo congelados- No me volverás a dejar. Nunca.

-Nunca -murmuro contra su cabello.

La luz empieza a caer sobre nosotros, el amanecer llegó, seguimos vivos, estamos aquí, tenemos una oportunidad.

Gracias por seguir leyendo.

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