52.- Aún estás de pie
Después de la presentación del documental la vida ha vuelto a ser como cuando ella estaba con nosotros, informes llegan y se van sin nada en concreto, solo tenemos una certeza, los italianos está nuevamente aquí y desean encontrar a Angélica a cualquier costo.
La declaración de Joanna fue muy firme al respecto, ese hombre tenía el acento y sus intenciones eran claras, quería información. Aún, después de todos estos años, todavía no me queda claro como es que saben de la implicación de Joanna en este caso, si algo es seguro es que nos traicionaron.
-Ya casi tenemos la autorización para ir Reggio Calabria -me anuncia Frida con una gran sonrisa.
-¿Y en calidad de que? -pregunto.
No me extraña, el documental y distintos sucesos extraños en la frontera han empezado a despertar la inquietud de todos, algo malo está por pasar y es momento de actuar.
Frida ha peleado mucho por esta misión, desea como nadie destronar a los Barbieri pero debe ser muy cuidadosa. Su salud ahora es perfecta, sin embargo le quedaron algunas secuelas importantes, sobre todo en lo mental, odia a los Barbieri por incapacitarla y eso no está bien, no puede ir con la cabeza caliente por ahí, solo se pondría en evidencia, lo sé por experiencia propia.
-Como mesera, solo voy a tantear el terreno -eso es más que suficiente, espero también lo piense así-. Los Barbieri van a tener una fiesta grande, todas las familias de la zona asistirán, la oportunidad es de oro.
Sin duda será interesante poder tener a toda la mafia calabresa en un solo lugar, lo único que me incordia es que no podremos actuar sin la supervisión de la DEA en Italia y los carabinieri.
-Bien, espero nos den la autorización -pierde la sonrisa cuando me escucha decir eso- ¿Creíste que ibas a ir sola?
No la subestimo como agente, al contrario estoy muy consiente de sus habilidades pero alguien debe supervisarla, asegurarse que guarde la calma y sea prudente, por el bien de todos y principalmente de ella.
-Y yo que creí que mi papá era controlador, no te había conocido.
Tiene todo el derecho a estar molesta, en su lugar yo también lo estaría, y no necesito explicarle porque insisto en acompañarla, conoce bien el mal historial que tenemos en estos asuntos, y por mi parte no estoy dispuesto a perder a nadie más.
-Solo trato de protegerte -le aclaro.
-No me uní a la policía para estar a salvó, Cristopher -replica con fuerza-. Voy a estar bien, arriesgo mucho menos que ellas en su momento, solo voy a buscar la manera de detenerlo.
La encontrará, de eso no me queda duda, y yo estaré ahí, tengo que estarlo o me volveré loco y así no podré ayudar a nadie.
-Los Barbieri son una familia, por ahí debemos atacar, Leonzio no puede ser el único traidor.
Angélica nunca estuvo segura de lo que pasó con él, no entendía bien a bien lo que pretendía hacer ese hombre, lo único que si está bien claro es que debemos abrir los ojos y buscar el punto débil de Renardo Barbieri, la clave de todo esto está en él.
-Ellos ya tienen radar para detectar a los traidores, no hay arrepentidos entré ellos -puntualiza Frida.
-Siempre hay un eslabón débil, lo tienes que encontrar.
No me creo que entre una familia tan grande como esa, solo uno este tratando de salir, ya ha pasado antes, nada más basta con abrir bien los ojos y estar muy atentos.
Frida se prepara para responder cuando León entra, se le ve preocupado, hasta cansado.
-León, ¿estás bien? -pregunta Frida.
No es raro verlo así, a decir verdad la mayoría de las veces se presenta de esa manera, nada más que está vez cuando me mira a los ojos siento un escalofrío por toda la espina dorsal.
-Sí, me acaban de informar que se ha detectado movimiento inusual en una de las pistas.
Nunca dejamos de monitorear las casas, socios y pistas de Heriberto, siempre hemos conservado la esperanza de verlo aparecer con ella, siempre he creído que la va a traer de vuelta a mi.
-¿En cuál? -pregunto, dependiendo de la pista podemos predecir a dónde irá.
-La de Jalisco, ya mandé gente para allá, espero el reporte en dos horas.
Eso es más que perfecto, cada una de las pistas es igual de buena, no importa que sea una nimiedad, debemos seguir cualquier rastro que ese maldito nos deje.
-Bien, me quedo contigo.
-No, tienes un compromiso.
Maldigo para mis adentros, con todo lo de Frida hasta se me había olvidado que hoy es la boda.
-Puedo saltarme la ceremonia religiosa.
-No, Joanna te estará esperando y Aarón también, no puedes dejarla sola en un momento como este.
Pese a lo mucho que Joanna ha avanzando aún no pierde el miedo, lo que pasó en la presentación despertó todos sus demonios y trajo de vuelta las pesadillas terribles que la acosan y hasta el resentimiento, así ella lo niegue, sé que todavía está herida, que de alguna manera sigue culpando a Angélica por lo que pasó.
En muchas ocasiones he intentado hablar de ese tema, creo que es necesario para todos porque Angélica no es la única responsable, en esto participamos un montón de personas más.
-Está bien, iré y espero verlos en la fiesta.
Es importante que todos estemos juntos a la luz de la nueva información que pueda salir, y como muestra de apoyo al licenciado Escalante. Si todos permanecemos juntos nadie puede hacernos daño.
-Claro, tengo que ver cómo trabajan los meseros y entrar en papel -murmura Frida, se encamina hasta la puerta y sale con una sonrisita.
Antes de seguir por el mismo camino, León me toma por el hombro, nos quedamos estáticos, espero a ver qué más tiene que decir.
-No te hagas ilusiones.
Por supuesto, León jamás me dejara vivir en la ilusión y se lo agradezco, sin su apoyo y temple, jamás habría podido seguir en el caso.
-Esta bien, solo no vayas a faltar, por favor
No voy a poder concentrarme si no se presenta a darme el reporte, ya sé que es una fiesta y que un reporte no cambiará las cosas, pero es necesario para mí, para que está tarde pueda sonreírle a los demás con sinceridad.
Cuando León por fin me deja ir, miro mi reloj y me doy cuenta que hay tiempo para ir a casa a cambiarme de ropa, bajo al gimnasio me doy un baño y me pongo el traje que recogí de la tintorería está mañana -algo presentía Joanna y por eso me mandó por a recogerlo-, mientras el agua cae sobre mi pienso en Heriberto, en lo que habrá hecho volver, y la respuesta es obvia. Melissa.
Su documental y el libro están surtiendo el efecto esperado, los medios no han hablado de otra cosa en días y probablemente no dejarán de hacerlo.
El Comando tendrá un plan contra Melissa, no va a dejar las cosas así, lo que de verdad me intriga es saber si utilizará a Angélica en todo esto, no debe ser fortuito que no viniera primero a la ciudad de México, va a dar un rodeo para modelar bien su plan y luego atacará, debemos estar preparados para ello.
Al salir del complejo, ya con mi traje puesto, voy a toda velocidad por la autopista, la ceremonia religiosa será en un jardín en Tepoztlán, un pueblito mágico, hermoso y lleno de tradición, si algún día llego a casarme con Joanna espero también poder celebrar con ella en el mismo lugar.
Una punzada de culpa en el corazón me hace pisar el acelerador con más fuerza, no tengo derecho a soñar con unir mi vida a la de mujer que amo, menos cuando mi legítima esposa aún no vuelve, y cuándo lo haga en lo último en lo que podremos pensar es en el divorcio, no voy a dejarla sola pronto, solo me queda confiar en que el amor que Joanna y yo tenemos resista lo suficiente.
Al estacionar en la calle frente a la iglesia veo que la mayoría de los invitados ya están entrando a la iglesia, la única que permanece expectante en el atrio es mi bellísima Joanna y esta furiosa. Cruzo la calle sin mirar a los lados, por cuestiones de seguridad y solo por un par de horas el acceso es sólo solo para los invitados, el perímetro está cerrado para evitar otro incidente como el de la presentación.
-Llegas tarde -reclama Joanna.
Me acerco a ella, me deja rodearla por la cintura a regañadientes, sabemos que no podemos dar un espectáculo que llame la atención, si bien la mayoría de los invitados son de toda nuestra confianza, no es bueno tentar a la suerte, ella sigue siendo una figura pública, no voy a manchar su imagen.
-La novia te va a sacar, ¿no te han dicho que las mujeres que van a una boda deben ser discretas y no ser más bellas que la novia?
Como una vez le dije a Soto, a nuestros ojos las personas que amamos son infinitamente más bellas que las demás, la novia es una mujer despampanante pero Joanna es todo para mí, siempre que está presente en una habitación no puedo parar de mirarla, desde el primer día me arrebato el corazón.
-No seas payaso, hay que entrar -me aparta de ella con un ligero empujón, en sus labios hay un amago de sonrisa, es una pena que vuelva a ser yo quien le arrebate el buen humor.
-Tengo algo que decirte -advierto antes que continúe hacia la iglesia-. Hoy hubo actividad inusual en una de las pistas que Heriberto solía utilizar.
Aprieta la mandíbula con fuerza. Joanna odia a Heriberto, sabe que es el responsable por la muerte de su madre, eso no lo va a perdonar, yo tampoco, el Comando tendrá que pagar el sufrimiento de la mujeres que amo.
-¿Crees que volvió a México? -pregunta en un tono gélido.
-Aún no es seguro, no sé si decírselo a Aarón.
Su expresión cambia súbitamente, Aarón es lo más importante para nosotros, casi, casi hemos llegado a verlo como un hijo y lo que menos queremos es que siga sufriendo.
-No lo hagas -no suena a petición-. Atente a los hechos Cristopher, ¿cuántas veces hemos creído que estamos cerca y luego todo se viene abajo? Recuerda que incluso nos salió una imitadora.
Ese día Frida casi mata a esa mujer, y no era la primera, por todos lados salen mujeres haciéndose pasar por Angélica, de alguna manera creen que eso les dará respaldo y respeto, lo único que logran es que las maten o las detengamos.
La leyenda de la Galereña está llegando muy lejos, debo detenerla; la identidad de Angélica debe protegerse, no pienso permitir que sigan arrastrando su nombre por el suelo.
-Tienes razón, no se lo diré.
Le doy un beso en la mejilla y juntos entramos hasta la iglesia, justo a tiempo para ver a la novia llegar.
Hasta el momento todo transcurre en paz. Aquí hay mucha gente a la que conocí debido a la misión de Angélica, muchos de ellos ahora son buenos amigos, también están algunos que no han aprendido nada del pasado.
El primer baile de los novios empieza bien, se ven genuinamente felices y están tan absortos en esa felicidad que no notan los murmullos a su alrededor.
La historia de Alberto Quintana nunca fue mi incumbencia, a decir verdad los dramas amorosos en mi vida laboral no me gustan, aunque, lo cierto es, que todo alrededor de esta misión siempre se trató de un drama amoroso.
Observó a Alberto Quintana bailar con su primer amor, Vanessa Rocha, a quien el mundo juzga sin ninguna razón, ella no hizo nada y aún así casi lo pierde todo por su historia pasada; sigue y me temo, seguirá padeciendo el estigma de ser la ex de Quintana. Ahora mismo no importa que solo estén cumpliendo el compromiso de bailar con los novios porque así lo dicta la tradición, serán juzgados, así solo se dirijan la mirada, ¡y que miradas se lanzan esos dos! Podrán ya no amarse pero dónde hubo fuego, cenizas quedan, dejando una mancha como rastro imborrable de su triste historia de amor.
-Cómo me molesta que todos hagan eso -murmura Joanna.
Se refiere a los murmullos, le afecta más porque Vanessa Rocha es su amiga, no tan cercana, pero la aprecia, al igual que a Paola Rocha, la novia y hermana de Vanessa.
-Bueno, no es para menos después de todo lo que paso -comenta Alan, quién no ha dejado de servirse vino desde que nos sentamos-. Ya se calmarán, deja que les haga efecto el vinito.
-Espero seas de carrera larga -le digo, no queremos sacarlo de aquí a rastras.
-El vino solo me achispa -responde dejando su copa sobre la mesa, empieza a adoptar una expresión que no me gusta-. Ernesto, cuéntales la vez que...
No termina de hablar, se lleva una mano a la cien derecha y cierra los ojos con fuerza, ojalá solo sea un simple ataque de migraña.
-Alan, ¿estás bien? -pregunta Ernesto poniéndole una mano sobre la espalda.
-Sí, es solo... -Alan aprieta la mandíbula, debe ser muy fuerte su dolor.
Joanna se pone de pie para ir a ayudarlo, imita a Ernesto y le sostiene por la espalda, Alan deja caer su mano derecha sobre la mesa, la manga de su saco se corre y puedo ver su muñeca, me llama la atención porque una cadena de oro la rodea, no es un brazalete, si no un collar que termina con un dije circular, uno que conozco demasiado bien y que él no debería tener.
-¿De dónde sacaste esto? -le pregunto tomándolo por la muñeca.
Joanna y Ernesto se quedan quietos esperando, Alan aún aturdido se zafa de mi agarre y se lleva el brazo al pecho, eso no le va a servir de nada.
-Lo encontré en el orfanato el día que desapareció, sé que era evidencia pero... -su intenso dolor regresa, se dobla a la mitad, el aire le está faltando.
-Alan, ¿Qué te pasa? -pregunta Ernesto, se le ve más preocupado.
-No sé, estoy así desde hace rato.
No es raro que le pase esto, ya hemos hablado mucho de ello, solo espero que pronto encuentre una manera de restablecerse, esto de ninguna manera es normal y parece empeorar con el tiempo.
-¿Y por qué no nos habías dicho? -replica Joanna, me queda claro que su humor irá de mal en peor está noche- Ernesto vamos a llevarlo al jardín, le hace falta un poco de aire fresco.
Entre los dos lo toman por los brazos, Alan en un intento de recuperar la dignidad, los aparta y logra mantenerse en pie solo, Joanna no cree en su pose de fortaleza y por eso lo sostiene por el brazo y tras de si va Ernesto, cuando pasa delante de mí lo detengo.
-Cuando te sientas mejor me vas a dar una explicación.
Asiente sin ánimos y mientas se va con Joanna y Ernesto lo veo trastabillar, lo bueno es que los demás siguen murmurando acerca del baile, ya terminó.
Veo a los novios ir a su mesa, se sientan con sus hijos y los miran como si fuera lo más maravilloso que existe, una mesa más allá está Quintana quien abraza a su hija bajo la mirada vigilante de Marisela Escalante y su pequeño hijo, Jerónimo, parece que están bien. Siguiendo mi recorrido visual me topo de lleno con Aarón y Vivianne, se ríen felices y eso me hace sentir menos culpable por no decirle lo que está pasando.
Me decido a ponerme de pie para ir con Aarón, no me gusta estar solo y ya que mis compañeros van a tardar un poco no hará daño que cambie de mesa, hacia allá me dirijo cuando una mujer se me cruza en el camino, la mismísima Vanessa Rocha.
No la conozco muy bien, nos vimos brevemente los primeros días después de la detención de Octavio, mientras ella daba su testimonio junto a su marido, en esa época lucía muy desmejorada, acaba de dar a luz y tenía muchos problemas maritales por culpa de Octavio y de Alberto Quintana, ahora se ve muy bien, parece que ya está en paz con la vida y con su antiguo amor.
-Agente Smith, ¿me permite un momento?
-Por supuesto, profesora Rocha -nos movemos hasta una de las esquinas más alejadas de la carpa, es instintivo, además algunas personas no dejan de comérsela con la mirada, imagino que si no fuera familiares del novio, Paola Rocha ya los habría sacado a patadas de aquí-. Es un gusto verla bien, también a su marido y a su hija, ¿cómo han estado?
Voltea a verlos brevemente, su marido tiene a la niña en las piernas, juega con ella y se ve que la adora con su vida, aunque eso quedó más que claro cuando casi da su vida por ella en aquel incidente.
-Bien, nosotros estamos bien y mi Roxanne no ha tenido más problemas de salud.
Esa niña es fuerte, desde el primer día que vino al mundo lucho y se aferro con fuerza a la vida, Alan fue su médico y dice que nunca había visto un caso como ese, la niña resistió estar fuera de la incubadora casi siete horas con el más mínimo daño, es una guerrera igual que su madre.
-Me alegra mucho, es bueno saber que lo que hizo ese hombre no pasó a mayores.
-Octavio ya no nos puede hacer daño, sin embargo esto aún no termina, no hasta que su esposa sea localizada.
La gente con la que compartimos está historia es fuerte y valiente, pero sobre todo leal. Nunca he estado solo con Aarón, siempre hubo mensajes, llamadas y palabras de apoyo cuando creí que ya no podía, por eso me preocupo por estar al tanto de sus vidas, quiero saberlo todo para decírselo a Angélica, debe saber que nunca dejaron de apoyarla, así fuera en la distancia.
-La encontraremos pronto, no perdemos las esperanzas.
Me sonríe y me toma del brazo para acercarse más a mi, quizá debimos alejarnos un poco más.
-De eso quería hablarle -murmura-. Mire, pensara que estoy loca, pero a menudo tengo presentimientos, llevo toda mi vida así, es una sensación que me retuerce las entrañas, sin embargo hoy paso algo mucho más raro cuando lo vi al hermano de Angélica.
Tal vez con lo que le pasa a Alan debí empezar a acostumbrarme a estás cosas, no lo hago, es muy difícil, la sensación de desconcierto no me hace bien, y aún así, me permito ser curioso, y pregunto:
-¿Qué siente?
Me suelta y me ve directamente a los ojos, me pone eriza los bellos de los brazos y nuca, todo esto es rarísimo.
-No soy capaz de describirlo y aún así le juro que no es malo, creo que Angélica está cerca -a diferencia de Alan, Vanessa suena totalmente convencida-. Con estas cosas que ni yo sé cómo funcionan no puedo garantizarle nada, pero este atento y por favor, no deje al niño solo, lo digo por su bien.
Asiento desorientado, hay mucho aquí que está haciéndome ruido, sus palabras, los dolores de Alan y las noticias que hemos recibido, creo que está vez si puedo permitirme tener esperanza, Vanessa me la influye.
-No se lo diga a nadie, pero hoy tuvimos noticias y sumado a otras cosas, creo que sí, tiene razón.
No parece muy aliviada al escucharlo, quizá hay algo que no me está diciendo y sin embargo le revele información confidencial, aún así no creo que pueda hacernos algún mal, no después de todo lo que le pasó.
-De todo corazón lo espero, Angélica Covarrubias aún tiene pendientes aquí -al terminar de decir eso parece algo extrañada, no quería decir eso-. Tengo que... Qué ir con mi hija, solo le pido que recuerde que todos estamos para ustedes, con permiso.
Se ve igual que Alan, dando varios traspiés por el camino, yo me quedo un momento más mirándola, cuando voy de nuevo hacia Aarón un mesero me detiene, al parecer nunca podré llegar a él.
-¿Cristopher Smith?
-Si, dígame.
-Lo buscan en la entrada, el agente León Gutiérrez.
Asiento en dirección al mesero y luego corro hacia la entrada, si León no entro debe ser por una buena razón.
-León, ¿qué pasó? -pregunto apenas lo veo.
Cómo es de esperarse no viene vestido para la refinada ocasión, trae el uniforme para los operativos.
-Hubo un incidente en Michoacán, un incendio en un prostíbulo que dirigía Rebeca Ibarra -me tenso al escuchar ese nombre, no me trae buenos recuerdos-, hay sobrevivientes, muchos heridos y uno de los detenidos antes de morir dijo algo.
-¿Qué?
No sé leer la expresión de León, no sé si está emocionado o perturbado o simplemente no sienta nada.
-Galereña -responde y esta vez todo a mi alrededor vuelve a tomar color, la vida está regresando poco a poco a mi. Vanessa y Alan no mentían con su sentir, ella está cerca-. Está vez no creo que sea un pista falsa, hay que irnos rápido así que discúlpate y sal lo más discreto posible.
Ni siquiera le digo que sí, me limito a caminar rápido darle la noticia a la única persona que guardara la calma y contendrá a los demás, Joanna solo me da un beso y me deja ir,
Hay tres personas atadas y vendadas de los ojos delante de mí, una mujer y dos hombres, ella solloza sin control, veo su ropa teñida de sangre y restos de lagrimas por su rostro sucio, le han hecho mucho daño. Me obligo a apartar la vista de ella, me concentro en los hombres, ellos también están sangrando y apostaría a que están inconsistentes, trato de dar un paso hacia ellos pero mis pies no me responden, y ahí es cuando él entra, Heriberto.
Él no parece reparar en mi presencia, continua adelante hasta sus tres víctimas, ni siquiera ve a la chica solo se limita a hacerla a un lado para tomar retirar la venda de uno de los hombres. Mi corazón y todo mi cuerpo duelen al reconocerlo, grito para llamar la atención de Heriberto, lloro y suplico que no le haga daño, pero no puede verme ni escucharme, nada me impide posar su arma en la frente del hombre que amo y disparar.
-¡Alan! -grito su nombre al despertar, solo fue una pesadilla.
No suelo soñar de esta forma, es raro y me congela la sangre, eso nunca puede pasar, Heriberto no debe ver jamás a Alan, nunca debe tenerlo a su alcance.
Me renuevo entre las sábanas, ya han soltado mis manos lo que significa que es de día y que todas las puertas están perfectamente cerradas, con mucho cuidado trato de no caer sobre mi espalda y cuando logro sentarme sobre la cama miro a mi alrededor, casi todas están dormidas, menos Miranda, está sentada al lado de la cama de Cecilia, con mucho cuidado me pongo de pie y camino hasta ellas.
-¿Se siente mal? -pregunto a Miranda.
La chica me fulmina con la mirada y se acerca más a Cecilia para que no me pueda acercar, ahora no tengo paciencia para discutir con ella. Rodeo la cama y veo a la pobre Cecilia con un ojo morado y varios rasguños en la cara, levanto un poco la cobija que la cubre, tienes los brazos llenos de mordeduras, quemaduras de cigarro y heridas, no muy profundas pero si no se tratan pueden infectarse, llevo una mano a su frente, está ardiendo en fiebre.
Rebeca no debió permitir que pasará nada de esto, pero que puedo esperar de una sádica que disfruta haciendo lo mismo, lo sé mejor que nadie porque seguido regreso así, lo resisto por extrañas razones, pero Cecilia nunca ha tenido una constitución fuerte, a cada rato tiene resfriados o se desmaya por la falta de alimento, si la dejamos así, morirá para la noche.
-Ya hágase pa' allá, no se meta -me espeta Miranda apartando mi mano de la frente de Cecilia.
-¿Cómo no me voy a meter? Hay que pedirle un médico.
-No la va a salvar, ninguna se salva nunca -replica poniéndose de pie y viniendo hacia mi, pretende intimidarme-. Usted le hizo esto, no es más que una egoísta fufurufa venida a menos, abandonada por su patrón.
Empiezo a hiperventilar, no me gusta que me hable de esa manera, ahora mismo la falta de heroína está haciendo mella en mi, me siento irritable y no tengo el suficiente autocontrol, mi boca actúa sin que yo lo pueda controlar.
-¿Yo te dije que confiaras en el primer cabrón que te hablo bonito? No me cargues a mi tu idiotez -da dos pasos atrás al escucharme, su expresión me hace arrepentir.
-Ahí está, ¿ves como no eres diferente a ellos?
La rabia fluye por la venas, no me controlo y cuando menos veo ya la tengo de rodillas delante de mi, la sostengo del cabello con una mano y con la otra le agarro el brazo, la estoy lastimando, se supone que no debería tener fuerzas para esto.
-Te prohíbo que me vuelvas a hablar así -digo.
Miranda se remueve, con cada movimiento se lastima el cuero cabelludo y puedo hasta romperle la muñeca si doblo un poco más, no es rival para mi.
-¡Ni madres! Tu eres una más aquí y te vas pudrir en la misma porquería que nosotras y hasta más rápido, ¡pinche adicta!
La suelto y antes que pueda ponerse de pie, le doy una bofetada, Miranda se queda en el suelo, pasmada ante la fuerza que todavía poseo.
-Por tu propio bien no vuelvas a meterte conmigo -le advierto.
Ahí la dejo y luego voy a tomar su lugar al lado de Cecilia, al verla temblando me doy cuenta que no puedo hacer nada más por ella, si yo pidiera el medico se darían cuenta de que me importa y la torturarían más antes de morir, y no sería Rebeca si no Heriberto, conteniendo las lágrimas y el coraje que me provoca está situación, me limito a tomar las cobijas y arroparla lo mejor que puedo.
-Tápese, tiene frío -me dice, yo sé que estoy temblando solo que a mí no se me va a quitar con una cobija.
-Tranquila es por la abstinencia -le respondo con un intento de sonrisa.
Me duele mucho el cuerpo, el alma y la vida también, ya no quiero seguir así, con esta angustia, me mata lentamente y quizá me lo merezco pero mi agonía ha durado demasiado. Hace unos momentos hice lo que nunca creí capaz, le recrimine a una chica por algo que no fue su culpa, la ataque y si no fuera suficiente aún tengo ganas de salir corriendo tras ella y hacerle daño.
Me convertí en el mounstro que él deseaba.
-¿Le duele mucho? -pregunta Cecilia poniendo una mano sobre mi antebrazo, justo en dónde están mis heridas por las jeringas.
-No, ya pronto voy a estar mejor.
No falta mucho para que él venga por mi, está vez ya no me va a perdonar y está bien, solo quiero que termine.
-¿Cuándo muera? -Cecilia adivina mis pensamientos.
-Sí, cuando muera.
-¿De verdad quiere morir?
-¿Por qué amaneciste tan preguntona?
Sonríe un poco ante la pregunta, no sé cómo después de la noche que pasó tiene fuerzas para eso.
-Siempre fui así. -se acurruca más en la cama, el sueño y el cansancio pronto la van a vencer- ¿Por qué nunca le cumplió la promesa que le hizo a Miranda?
Esa pregunta me desarma, claro que tengo una respuesta, pero a ella no le va a gustar y quizá sea lo mejor, debe dejar de verme cómo una salvación, no la soy.
-No sé cómo -confieso con un nudo en la garganta, me duele admitirlo-. Sabes que cuando no tengo nada no me puedo ni poner en pie.
Niega, no sé por qué se aferra con tanto ahínco a mi, con lo que pasó hace un momento debió perderme la fe, debió darse cuenta que soy igual a quienes la trajeron aquí.
-Se puso de pie por mí -replica en medio de lágrimas, ya debe estar delirando-. Inténtelo, se lo suplico, ninguna aquí tiene nada que perder.
Claro si tienen, solo que está tan hundida en la desesperación y el miedo que no se da cuenta de terrible error que comete al creer en mi.
-Ya han muerto personas por poner su fe en mi, no voy a dejar que tú y las demás mueran por mi culpa.
Me toma con fuerza del brazo, inhaló y exhaló para no perder la cordura o quien la terminará matando soy yo.
-De cualquier manera lo haremos, ¿cuánto tiempo más cree que les vamos a servir? -niego, no quiero pensar en el tiempo, nos hace daño a las dos- A lo mucho un par de años más, yo prefiero morir rápido que seguir así. Nadie aquí la va a culpar de nada.
Volteo a ver la habitación entera, parece que mi pequeña pelea con Miranda las despertó a todas, me miran y yo ni siquiera sé que hacer o pensar.
Siempre tuve un plan para sacarlas de aquí, el Mocho sería quién lo ejecutará con unas personas más, sería discreto y efectivo, pero él ya no está aquí y saberlo me parte el alma, lloro sin control y sigo pensando. Sé que tengo la fuerza suficiente para salir de aquí, el problema es que no sé cuánto tiempo tengo antes que Heriberto llegué, y al final creo que es lo que menos importa, yo me hice y le hice una promesa a estas chicas, tengo una deuda de honor pendiente y no me puedo morir sin intentarlo, porque si no lo hago yo, nadie más las ayudará.
-Esta bien, lo intentaré y necesito la ayuda de todas.
Lo que dije a Miranda era cierto, al final ellas tendrán que ser su propio milagro si quieren sobrevivir, porque una vez que salga de esta habitación, estarán solas.
Gracias por seguir leyendo.
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