40.- Inocentes
El día de la junta con el patronato llegó, como siempre les di buenos resultados en el balance de todo lo que se hizo el año pasado, los proyectos de este y los avances que ya tenemos, esa parte me salió bien, pero cuando pase al delicado tema de mi estado vi las caras de los diez miembros del patronato desfigurarse, Kate, quién viene en representación de los Escalante, incluida.
Llevamos media hora dándole vueltas a la misma situación, primero me cuestionaron como si fuera una adolescente rebelde, me exigieron dar el nombre del padre, en este casi di los dos. He explicado el procedimiento al cual me sometí y porque, también les pase mi expediente médico con el reporte que indica que no tengo ninguna complicación, y por supuesto el documento que firme con Marian y Jonathan. Tenemos todo en regla, no habrá malos entendidos y tampoco escándalos, lo prometí y aún así no lo comprenden, se niegan a qué esto salga a la luz pública.
-Estoy muy decepcionada... Realmente, mi comprensión no alcanza para entender como estando aquí, trabajando en lo que trabajamos sean tan intolerantes -reprocho sin bajar la mirada, no tengo nada de lo que avergonzarme-. De igual manera la decisión está tomada, el bebé ya está aquí y lo que pase solo me afecta a mí.
Me estoy pasando de insolente, en cualquier momento espero que me pidan la renuncia y sin ninguna carta de recomendación.
-Se equivoca en dos cosas: una la comprendemos, y dos, lo que haga no sólo le afecta a usted -me aclara el señor Urien, hijo del fundador y presidente de patronato-. Asumió una responsabilidad, juro proteger la fundación y eso incluye mantener prístina su imagen, y sí, también tiene razón, el bebé ya está aquí pero... -lo interrumpo, no me gusta el tono que está adoptando esto.
-¿Me pedirá que aborte?
La insinuación los escandaliza, a mi también su falta de tacto y no les estoy haciendo ninguna cara.
-Las decisiones sobre su cuerpo son suyas, pero velando por el bien de todos le pido que lo oculte -como si hubiese hecho algo malo-. Está junta se ha extendido mucho, todos los presentes tenemos que volver a nuestros trabajos y actividades, retomaremos el tema en dos días, mientras tanto le pido que piense las cosas y le pido -desvía la mirada a Kate-, licenciada Bustamante, que nos ayude con esto, usted que es como su hermana, hablé con ella y hágale ver qué es lo mejor.
Kate asiente y yo los veo indignada, no es justo que hable como si ella fuera mi madre y Kate debió decir algo más, no quedarse ahí sentada pareciendo conforme con ello.
Me trago mí coraje esperando que no le haga daño al bebé y me despido de cada uno de ellos.
Pensé que sería más fácil, de verdad estaba segura de mi misma, después de todo les he entregado mi vida por mas de cinco años, siempre me he comportado a la altura de la situación, aún cuando no estaba de acuerdo.
-Actúan como si fuera el fin del mundo -me quejo tomando asiento arriba de mi escritorio-. Las cosas son fáciles, una vez que de a luz se lo entregaré a Marian y ya, todo se termina.
Y si no fuera el caso conozco mis responsabilidades, no sería la primera madre soltera con un trabajo exigente, yo haría todo lo posible por mantener mi ritmo y cuidar a mi hijo, sería una motivación más que un freno.
-Mientras tanto todos van a hostigarte por el paradero de tu hijo, ¿ves el problema? -por supuesto que sí, solo que no quería pensar en eso- Joanna no voy a decirte que hacer, tampoco voy a persuadirte como ellos lo esperan, sin embargo, por tu bien y el del niño te pido considerar el mantenerlo oculto... -abro la boca pero ella levanta la mano- Déjame terminar, no es por la imagen de nadie sino por el niño, quiero que crezca en paz, con una infancia normal y sin tener que preocuparnos por lo que vamos a decirle si se entera.
Aún no he sacado el tema con Marian, no llevamos ninguna prisa, el niño aún no siquiera está aquí como para preocuparnos porque se entere de que nacerá de mi, pero es cierto, habrá que decírselo porque no tiene nada de malo y es lo justo, merece saber de dónde vino y que la razón de que este aquí es por el inmenso anhelo y amor de sus padres.
Sé de dónde viene esta preocupación de Kate, desde que Adam se hace cargo del grupo de ayuda está más al tanto de las historias de los chicos, de la depresión que sufren, del acoso escolar al que se vieron expuestos y a sus propios sentimientos autodestructivos, ella no quiere eso para Marian, ni para Jonathan y por supuesto no para el bebé.
«-Y por último, hiciste un compromiso con Angélica, tienes que seguir al frente de la fundación si quieres cumplirlo, pero si no puedes aceptar lo que te piden, entonces yo me haré cargo de ahora en adelante.
Eso significa tomar mi puesto y yo no le voy a hacer eso, la mataría y destruiría todo lo que ha avanzado en estos últimos años, incluyendo el presente caso, si continúan sin ella algo puede salir mal o bien y en cualquiera de los casos eso la destruiría.
-No puedes, tu trabajo es importante, Fernando y Paola te necesitan.
Kate asiente pensativa y camina hasta la silla de mi escritorio, toma asiento ahí, con resignación y un largo suspiro, no le gusta y a mi tampoco, no puede resignarse.
-No tenemos opciones, no voy a dejarle el puesto a Aylín Montemayor.
Eso también es mi culpa, debí manejar sola el tema de Aylín, lo único que he conseguido hablando es ponerla nerviosa. Dependo demasiado de Kate, para todo siempre la busco y no puedo continuar así.
-Tienes razón -admito lo más segura posible-. Me haré cargo, yo voy a ceder a lo que pidan.
Niega con una sonrisa triste, tampoco está conforme con esto y en este momento me es difícil averiguar qué es lo que quiere con exactitud.
Baja la mirada a la pantalla de su teléfono, toda la reunión lo hizo, lo único que falta es tenga más problemas y debe ser así porque con el último mensaje se pone de pie.
-No, Joanna, haz lo que creas correcto. Una vez te empuje hasta aquí sin preguntarte antes, no volverá a pasar, si elijes quedarte será bajo tus condiciones -lo que pasa es que nunca se me obligo a nada, es cierto que en un principio me sentí presionada por las expectativas que tenían de mi pero al pasar de los años me he dado cuenta que esto es lo mejor para mí-. Te dejo para que lo pienses, tienes dos días y la certeza de que estaré ahí sin importar lo que tenga que dejar.
No ella no tiene nada que dejar y lo sabe tan bien como yo. Sola tome la decisión de ayudar a Marian, prometí que asumiría todas las consecuencias, ahora voy a cumplir.
El ir y venir cotidiano se ha vuelto un infierno para mí, no me gusta el rumbo que mi vida de papel está adquiriendo, la obra, lavar dinero, complacer a Heriberto, todo eso me está desgastando y eso que aún no menciono mis pesadillas.
Cada noche lo veo, cada noche no me alcanza, cada noche lloró por él y así voy muriendo poco a poco.
Me queda claro que nunca debí ir a la ciudad de México, sí, vi a mi hermano y me sentí feliz por ello pero al final Alan me consumió todo eso, dejo en mi alma una incertidumbre voraz, un anhelo y un dolor a los cuales no sé cómo reaccionar. Acabo conmigo solo con unas cuentas palabras y me reconstruyó con las mismas.
«Nada de lo que hagas, tenga lógica o no, va a funcionar, porque te amo. Te amo. Y no me digas que es imposible porque tú me estás hablando de brujas y almas. Tú crees en eso y yo creo en ti.»
Es absurdo, es imposible y aún así aquí estoy, amándolo y aborreciéndolo al mismo tiempo.
Cierro los ojos, suspiro y dejo que la brisa del muelle de Santa Mónica me llene los pulmones, sí, llegó el día de la famosa reunión. Heriberto y yo esperamos a sus socios del crimen, mientras que Alfonso e Irma preparan la recepción que tendrán después de la junta, lo que significa que este día será realmente largo, e iniciará cuánto antes.
Las camionetas empiezan a llegar, Heriberto me manda a llamar y corro a su lado, es importante que no me pierda ningún detalle y si llegara a hacerlo, el Mocho se ha hecho aficionado a los micrófonos, tengo uno en el vestido y otros más en las macetas.
Al llegar al lugar de la reunión veo que Heriberto ya está con nuestro primer socio, Anastasio Calderón Galindo, el capo del bajío. Él era una de mis apuestas más fuertes en este asunto, maneja una gran red de distribución, mueve en cantidades enormes y no tiene ningún límite, claro que estaría aquí.
-Celeste, mi niña querida -se emociona al verme.
Junto con Heriberto se pone de pie y a mi me toca fingir que me da mucho gusto verlo; lo cierto es que tengo uno que otro recuerdo agradable de él, mis padres lo estimaban, fue como un amigo querido.
-Don Anastasio -llego a abrazarlo, a él no le tengo miedo, es más como si fuera mi abuelito o por lo menos eso creo, puede que también sea un cerdo que gusta de las jóvenes-, ¿hace cuánto tiempo que no nos veíamos?
No nos veíamos porque Heriberto me mantenía escondida, como si así fuera posible olvidarse de mi. Que error tan grande, yo soy inolvidable; además Anastasio es un hombre bastante alcahuete, pasa por alto todo aquello que lo afecte y definitivamente mi virtud nunca le ha preocupado.
-Mucho tiempo, pero todos nosotros hemos estado ocupados, sobre todo tú, mi niña -me indica que tome asiento y lo hago junto a mi primo, debería agradecer que se me puso una silla y no me obligará a sentarme en sus piernas-. Ya cheque el proyecto de la joya de Mazatlán y quería... -aunque hubiese terminado de hablar no obtendría nada- Llegó Renardo.
Así que es el jefe de Reggio Calabria quien está implicado en esto. No debería sorprenderme, tiene mucho poder y muchos intereses puestos en el trasiego a Gringolandia.
Vuelvo a ponerme de pie junto con Heriberto y Anastasio, no pasa mucho tiempo cuando el líder de la mafia calabresa aparece delante de nosotros. Trago saliva al verlo, se parece a su hermano Leonzio, es una versión más madura y menos enclenque de él, lo cual solo provoca en mi una creciente incomodidad, después de todo yo lo mate.
-Cálmate, demuestra lo que él ya cree de ti -me susurra Heriberto al oído, ha notado mi temblor. Mi primo se adelanta a saludarlo mientras yo inhaló y exhaló para concentrarme-. Renardo, ¿cómo estás? ¿tuviste algún problema al llegar?
-No, claro que no, tu gente siempre lo hace todo bien -estrechan las manos en lo que parece un saludo muy amistoso y es entonces cuando me ve por encima del hombro de mi primo, me sonríe malicioso-. Heriberto, estoy muy complacido por el último trabajito que me hiciste.
Espero no sea un reproché, hice lo que hice porque él estaba de acuerdo, la orden de matar a Leonzio vino de él, si yo ejecuté ese mandato fue solo porque las circunstancias se dieron así. De igual manera yo ya no le voy a echar la culpa al destino, le voy a dar la cara y no porque me interese demostrar algo, no, lo que quiero es que al igual que su hermano no me quite el ojo de encima, algo hará para serme útil.
-El mérito es de la señorita, Celeste Villanueva -Heriberto me pasa por delante de él, me modela como un maniquí.
-Angélica Félix, según la DEA.
Así que si vio el mentado comunicado, me da gusto saber que también hizo molestar a los calabreses.
-Ya no uso ese nombre, pero llámeme como guste, estoy a su servicio, señor Barbieri -le ofrezco la mano, la toma y suntuoso la besa.
-Y yo al suyo, Celeste -el melodrama debe ser genético, Leonzio era igual de payaso- ¿Han tenido algún problema después del comunicado?
Por supuesto que sí, Heriberto estuvo de mal humor, digamos que en esa ocasión tener la razón acerca de lo que pasaría no le cayó bien.
-No, pero no estamos tranquilos -responde Heriberto, nos hace una seña para que tomemos asiento, él se queda de pie detrás de mí, coloca sus manos sobre mis hombros, lo entiendo un momento después-. Hace unos meses detuvieron a Celeste, iba con su hermano, como es evidente logro escapar pero ellos se quedaron con su hermano.
No entiendo porque finge estar herido por ello, se está haciendo la víctima con algún propósito, pretende sacar ventaja de mi desgracia el muy hijo de puta.
-Heriberto, ¿por qué no lo habías dicho antes? -pregunta Anastasio indignado.
Con lo que le encanta a ese hombre el chisme todo el país se hubiese enterado y adiós al poco anonimato del que gozo.
-Tratamos de manejarlo con discreción, esa gente puede hacerle daño a mi hermano, es mejor que no los provoquemos -le recuerdo-. Heriberto hace todo lo posible por localizarlo, una vez que eso pase no se la van a acabar.
El hielo, la crueldad y la amenaza son lo que tiñe mi voz, quiero que sepan cuan herida estoy, quiero saber que son capaces de hacer conmigo esos hombres y saber si puedo darles el mismo final miserable que a Leonzio.
-Por supuesto, ragazza, la familia es algo sagrado y cualquiera que se meta con la sangre debe atenerse a las consecuencias -responde Renardo, otro reproché mal disfrazado. Ese hombre es un falso asqueroso, ni al caso con el doble sentido-. Heriberto, si necesitas de mis contactos están a tu disposición.
-Gracias, Renardo, después de terminar con nuestro negocio te tomaré la palabra -asegura mi primo.
Tal vez si quiera a ésos contactos, de ser así debo poner sobre aviso a Cristopher para que tenga más cuidado cuando va a visitar a mi hermano.
-¿Empezamos con ello? -pregunta Anastasio.
-Si, Anastasio, ¿qué te han dicho nuestros amigos iraníes? -replica Heriberto.
Mi primo chasquea los dedos y los meseros entran para empezar a servir las bebidas, si ya necesita empezar a tomar, las cosas definitivamente no son buenas.
-Están listos para el trasladó -responde Anastasio, con un ojo en nosotros y otro con la mesera que le entrega su brandy-. Según la ruta trazada, el buque llegará a finales de marzo a las aguas internacionales de Sonora
Si viene del otro lado del charco, significa que mis sospechas son correctas, esto no se trata de drogas. Heriberto no lo permitiría, es muy celoso con su negocio, si hay algún estupefaciente nuevo aprende como y luego lo produce, nunca le compra a alguien más.
-Bien, los estaremos esperando ahí con las lanchas rápidas para luego trasladarlo hasta la frontera, lo pasaremos por ahí -sigue mi primo mientras yo casi me lanzó por un vaso de vodka, tampoco puedo hacer esto sobria.
-A partir de ahí yo me haré cargo -toma la palabra Renardo, quién se ha decantado por un whisky-. Esperaré en la bodega de los Montreal para llevarlo al centro de los Ángeles.
Me preocupa que sea en uno de los puntos más visitados de los Ángeles, esto va a terminar muy mal.
-¿Qué ha pasado con las autoridades? -pregunta mi primo a Renardo.
-Sin novedad, los agentes de siempre se encargarán de escoltarnos -yo ya intuía que tenía algún tipo de gente infiltrada, no fue suerte que se enterará de la traición de su hermano-. Esos bastardos se darán cuenta solo cuando les explote en la cara.
-¿Van a transportar una bomba? -pregunto en automático- Eso es terrorismo.
Big mistake! Debo tener más cuidado con lo que salga de mi boca.
-Celeste vamos a transportar material para crearlas -aclara Heriberto poniendo presión sobre mis hombros.
-No tienes porque poner esa cara de susto -dice Leonzio observándome fijamente-, mientras la bomba no explote en ninguna de nuestras naciones no importa, además, cara mía, lo único que vas a hacer en este negocio es recibir y distribuir el pago en las cuentas del grupo.
Es que esas cosas no son tan fáciles, ahora mismo no tengo intención de preguntar qué clase de materiales y el caso no es ese, va a provocar una catástrofe así sea solo con pólvora y un detonador, va a matar gente inocente y no estoy dispuesta a permitírselos.
-Entiendo, señor Barbieri -respondo más serena, voy a seguirle el juego-. Si no es molestia, quiero que me dejen investigar y hacerme cargo de la logística, me gustaría estar más involucrada.
-¿Qua? ¿Por qué si hace un momento parecía disgustarte la idea? -insiste Renardo.
Bueno, aquí viene mi verdad, la única que le diré a este hombre.
-Amo a mi país, valoro a mi gente, no me gustaría que algo salga mal, eso es lo que me da terror -porque tiene razón, la operación no será en México, los gringos, Cristopher y yo nos vamos a rifar la misión aquí en los Ángeles-. Y también quiero que esto salga bien; verá, el gobierno americano me quito a mi hermano, es hora que me lo paguen con las vidas de sus niños.
Lo digo con tanta rabia que logró hacerlo sonreír, eso sí es un buen doble sentido, cada palabra de odio es para ellos.
Voy a fingir fortaleza y crueldad, debo resistir para que nadie más salga herido y no sé cómo pero todos estos hombres van a terminar muertos, está vez mi sangre ya no puede detenerme, mi mente no puede seguir pretendiendo que estarán mejor en una celda.
Mi mente de la vueltas y vueltas al mismo discurso, debo prepararme bien para enfrentar lo que sigue, yo me voy a quedar con mi puesto, no le voy a dejar el trabajo de mi vida a nadie.
Inhaló profundamente mirando por la ventana, no sé hay algo que me dice que las cosas van mal, lo siento en lo profundo del alma, y ya sé que por mi embarazo mis sentimientos andan vueltos locos pero esto es completamente diferente; esto es como las pesadillas recurrentes, lo ves desde arriba, como si fueras un actor y ya conoces los diálogos, los movimientos de cada uno de los personajes, estás inconforme con la idea y aún así no puedes detenerte.
Tocan la puerta de la oficina, es Ileana porque entra, solo ella tiene permitido hacer eso.
-Doctora Carrasco, la buscan, dicen que es urgente -asiento-. Son Santiago e Iván, vienen de parte de Cassandra.
Eso sí me sorprende, hemos tenido algunas dificultades con ella pero nunca nada grave, si ella no está aquí para decírmelo personalmente debe pasarle algo de vida o muerte.
-Qué pasen -le indico, los hace pasar, yo no muevo la vista de la ventana, estoy como ida-. Chicos, ¿a qué debo su visita?
-Quizá quiera hablarlo a solas -responde Iván.
No puedo pasar por alto su tono, parece como si quisiera retarme. Volteo a verlos, los dos están de pie junto a mi asistente, Ileana parece estupefacta, Iván quién siempre me ha parecido simpático hoy tiene una mueca de preocupación que ni el mismo se aguanta y Santiago ni siquiera me da la cara.
-Ileana, retírate por favor -le indico y ella se va rápida, les hago una seña a los chicos para que tomen asiento, yo también lo hago-. Ahora sí, ¿qué está pasando?
Iván y Santiago se miran por una fracción de segundo, están considerándolo todavía, parece que quieren arrepentirse pero no lo harán, por lo menos no Iván.
-Aarón y Angélica Covarrubias -dice y yo nada más siento la bilis subir por mi garganta, me llevo el dorso de mi mano izquierda a la boca para no vomitar, no delante de ellos, no les voy a dar ese gusto-. Bien, ahora tengo toda su atención.
Claro, me urge saber de dónde fregados saco esos nombres y porque viene a mi con ellos.
-¿Qué es lo que quieren con ellos? ¿Quién les hablo de ellos?
-Es irrelevante contestarle la primera pregunta, y lo queremos es con usted doctora.
Entonces si vino a retarme, ahora vamos a ver de qué cuero salen más correas, porque estos son asuntos confidenciales de carácter judicial y él está más cerca de ser juzgado como un adulto, no le irá nada bien si esto va más allá.
-Necesitamos que nos ayude -murmura Santiago.
Pues no lo creo, más bien parece todo lo contrario porque con cada cosa que sale de sus bocas están tallando sus cruces.
-Si creen que después de hablarme así los voy a ayudar están muy equivocados, de verdad subestimaron mi paciencia.
Y vaya que soy paciente, me trago las cosas. Cualquier cosa que hicieran yo habría estado de su lado, así hubiesen hecho algún mal yo pude tratar de mediar la situación pero esto fue suficiente. No se están metiendo solo conmigo, si no con un niño inocente y con una mujer que vive un infierno en vida con tal de protegerle.
-No se trata de lo que quiera -replica Iván. Su confianza en él también está sobrevalorada, si cree que por no tener ninguna afiliación o compromiso bien establecido con esta fundación no tendrá castigo está muy equivocado, se atendrá a las consecuencias de sus actos-. Va a ayudar a Cassandra, está en problemas y solo usted puede convencer a Kate Bustamante de no hacerle daño.
Tantito peor, yo no tengo autoridad alguna sobre Kate.
-¿Por qué Kate les haría daño? -no responden, voy a tener que ser más enérgica- ¡¿Qué hicieron?!
Vuelven a mirarse, Santiago niega e Iván también, ambos tienen sus maneras de actuar y está vez la que eligieron fallo, lo saben pero ya es tarde para arrepentirse.
-Nada malo, solo obtuvimos el expediente de Marcelo Montreal y ahora ella y el despacho Escalante están encima de nosotros.
Que cínicos, de verdad piensa que no ha hecho nada malo. Debería seguir indagando, dar hasta la raíz, sin embargo con esto que me están diciendo es claro que ya salió mi jurisdicción y a quien le tienen que entregar cuentas es a Fernando Escalante y a Cristopher.
Debo llamarlo, después de esto habrá que tomar medidas para la seguridad de Aarón.
-¿Nada? ¿Qué no hicieron nada? ¡Insensatos! ¡Robaron información confidencial, cometieron un delito!
A las cosas hay que llamarles por su nombre, esto no es cualquier cosa y no hay como yo pueda sacarlos, no existe la manera.
-Nosotros solo queríamos... -empieza Santiago pero Iván pretende llegar hasta las últimas consecuencias con esto.
-No importa eso ahora -a mi si me interesa-. Doctora Carrasco, ellos son buenos -por lo menos no se incluye en ese grupo-, usted lo sabe, no le hemos hecho daño a nadie ni queremos hacerlo, solo le pido que nos ayude... O entonces todos sabrán que está protegiendo al primo del narcotraficante más buscado de este país.
Obliga a Santiago a ponerse de pie y juntos salen casi corriendo de la oficina.
Está vez si me la hicieron, después de eso estoy obligada, y todos los demás, a dejar pasar esto y permitir que se salgan con la suya.
La bilis me vuelve a subir y esta vez si ya no puedo devolverla, tomo la papelera de basura que tengo junto a mi escritorio y vómito todo junto con mi desayuno de la mañana, es increíble que sean esos niños y no el bebé en vientre el que me haga esto.
La puerta se mi oficina vuelve a abrirse y mi asistente viene hacia mi, me sostiene el cabello hasta que las arcadas paran.
-Déjame sola -le ordeno, me limpió la boca con mi saco, ya después me cambio de ropa.
-Pero doctora Carrasco... -balbucea, no sabe ni que decir ante tal espectáculo.
-¡Ileana obedece! -replico con dureza.
Ella sale confundida, puede que hasta dolida, me voy a disculpar apenas pueda. Tomo mi teléfono fijo para llamar a Kate, debí pedírselo a mi asistente antes de gritarle, ahora apenas recuerdo el número y las manos no me dejan de temblar. Intento tres veces cuando se digna a responderme.
-Joanna puedes marcar al rato, tengo un problema con... -la interrumpo, yo puedo terminar por ella.
-Cassandra Linares y sus compañeros, ya sé todo lo que está pasando, Santiago e Iván estuvieron aquí, saben todo acerca de Aarón, Angélica -digo, ella maldice y me deja continuar-. Dicen que si no los ayudo todos van a saber que estoy protegiendo al primo del narcotraficante más buscado del país.
Escucho un golpe y otra maldición, solo que está no es de ella, está con Adam; a él también le va a ir como en feria porque es el encargado de la supervisión de esos niños, a los dos nos van a hundir.
-Malditos hijos de... Yo te dije Joanna -eso no nos sirve de nada, ¿Cómo iba yo a saber que estaban metidos en cosas tan serías?-. Te advertí que se traían algo malo y ahora estamos sufriendo las consecuencias, Marcelo está frenético al igual que Fernando y para rematar con todo lo que se enteraron uno de ellos está en estado shock en el hospital.
En definitiva esa es la cereza que corona este maldito pastel de porquería.
-¿Cómo está? ¿qué le pasó?
Pues con razón Iván y Santiago venían tan angustiados, también explica el porque Cassandra no está aquí, debe está al lado de su compañero caído.
-Bien, por suerte Adam estaba cerca y lo atendió de inmediato -menos mal, no puedo empezar a imaginar lo que pasaría sumándole una muerte a esto-. Joanna, no sé qué hacer... Te juro que en este momento quiero ir a ahorcarlos con mis propias manos pero no puedo, no con lo bien protegidos que están, todos tienen padres importantes, Cassandra tiene el puesto de Adam en su mano, Stephanie tiene influencia en la fiscalía, Camila tiene a todo el despacho Escalante, Marco, Santiago y Alejandro a toda la sociedad mexicana y Guillermo e Iván te tienen en sus manos y cuentan con el apoyo de Marcelo Montreal, no podemos hacer nada sin armar un escándalo.
-Vamos a tener que negociar con ellos entonces -digo, de nuevo siento ganas de vomitar.
-Si, fueron muy astutos, se protegieron con todo lo que tenían.
Es la primera vez en la vida que la escucho realmente frustrada y resignada, nadie nunca la había hecho llegar a tal extremo de desesperación, porque así es Kate, ella no soporta la derrota y mucho menos que el otro salga limpio, no lo tolera.
-Lo que no entiendo es como lo averiguaron y aún más, ¿para que querían el expediente de Marcelo Montreal?
Ellos no tendrán vidas perfectas pero sus familias les dan todo lo que está en sus manos para hacerlos felices, se preocupan por su salud, por estar al pendiente de que no recaigan en sus demonios, mientras que Adam y yo ponemos todo lo que está a nuestro alcance para ayudar, hablamos con ellos, les damos oportunidades para que encuentren sus caminos, no hay ningún motivo lógico para que buscarán problemas.
-Marcelo es padre de uno de ellos -confiesa Kate-. Estaban buscando la verdad de su pasado, todos ellos han estado todo este tiempo buscando a sus padres biológicos.
Vuelvo la cabeza a la papelera, me marcan mucho las vueltas y caprichos de esta vida, no me puedo creer que aún después de todo lo que hemos hablado hagan eso, se supone que crearon el grupo de ayuda para superar eso y era mentira, todos estos años me han utilizado para poder actuar sin que nadie se los cuestione y eso me rompe el corazón.
Mi madre tenía razón, terminaron por traicionarme también.
Gracias por seguir leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top