23.- Ausencia

Las luces parpadean a mi alrededor, todos esperamos, es lo único que hemos hecho por días, esperar.

Era un hecho que una vez que se fuera no podríamos esperar noticias pronto, y aún así las cosas no cambian en nada, su ausencia es insoportable. Tengo que hablar con ella. Sé que lo que pasó entre nosotros no es un delito, era de esperarse y sin embargo no me acostumbro a esta sensación de culpabilidad y vacío.

El tamborileo de los dedos de Frida sobre la mesa empieza a impacientarme, parece que también se siente mal, estuvo en el operativo, fue la única que vio como se la llevaban, dice que al parecer no se veía tan segura, si quería huir no le dieron tiempo ya que inmediatamente la subieron a la camioneta.

Al contrario de lo que esperaba no los siguieron, han dejado todo en manos de Angélica, tal como lo pidió. De nuestra parte hemos cumplido el trato y le ruego a Dios que ella también lo haga. Quiero creer que la conozco, confío en que no nos traicionara, que no lo haría a menos de que Aarón estuviera en riesgo, lo cual es imposible, él está bien, bueno, dentro de lo que cabe. Hace rato Joanna me habló para decirme que había intentado escapar, se lesionó y estará en la enfermería dos días, iré a verlo en los próximos veinte minutos si el teléfono que esta delante de mi no suena. 

—Nos vamos meter en un serio problema si no llama en las próximas horas —resuelve Frida mirándome fijamente.

—¿Y que hago? ¿Mandarle una señal de humo? Ni siquiera sabemos en qué estado se encuentra, si está herida o… —no puedo terminar.

La simple idea me destroza por dentro, prefiero mil veces pensar que me traicionó y que está dirigiendo el cartel codo a codo con su primo, a considerar la idea de que este muerta.

—Está viva, de otra manera ya la habríamos encontrado —asegura León.

Lo mismo nos pasaba con Annelise, es horrible descubrir que el miedo aún me aprieta las costillas, apenas consigo respirar, necesito saber que está bien, es imperativo no sólo para esta misión o para mí, es por Aarón, quiero decirle algo bueno cuándo vaya a verlo, no puedo ni quiero mentir. 

«—Escúchenme, sabíamos que sería difícil y Angélica no es Annelise, no la deja en su supuesta casa después de acostarse con ella, la debe tener a su lado todo el maldito tiempo.

Son poder evitarlo estrelló mi puño contra el escritorio, fue leve pero basta para sacarle una sonrisita agria a Frida. 

—¿Celos?

—No seas infantil, Angélica es importante para esto, mis sentimientos son lo que menos importa. 

Si los externara estarían igual de locos que yo. Nunca podría decirles lo que pasó entre nosotros, cometí una falta muy grave a sus ojos, me condenarían y estarían decepcionados. No debí sucumbir ante mis deseos, ante los suyos, debimos mantenernos distantes, pero es que con ella era imposible, siempre hacia algo que me llamaba la atención, toda su inteligencia, su humor, de milagro no me enamore, y eso tampoco ayuda, ¿qué clase de persona soy? ¿qué he hecho? 

—Entonces, ¿si tienes sentimientos por ella?

Levanto la mirada, dispuesto a decirle que sí, que la quiero, que me moriría si algo le pasa pasará, pero León viene con nosotros, se pone en medio de los dos y no me deja verla a la cara. 

—Ambos tienen que calmarse, no pueden hacer ese tipo de comentarios y menos aquí —su mirada se concentra en Frida—. Ve con Soto, es urgente que encontremos al socio de Heriberto, no tenemos mucho tiempo antes de que dar el primer golpe y no quiero que nos tomen por sorpresa. 

—Sí, mamá —responde Frida y sale de la sala azotando la puerta.

Suspiro cansado, me siento débil emocionalmente, han pasado muchas cosas en los últimos meses, mi vida está hecha un desastre y ni siquiera le veo salida a esto, no sé cómo va a acabar, si podré pensar en un futuro, en una vida mejor o distinta, no tengo idea de nada.

Levanto la mirada y veo que León se ha sentado a mi lado, me observa con ojo crítico, no sé bien a bien si está preocupado o solo molesto porque estoy dando problemas.

—¿Qué te está pasando Cristopher? Sé que te duele…

Sonrió, no me entiende, no puedes hacerlo porque no ha pasado por esto, yo si, dos veces y no sé qué haré conmigo si se repite la desgracia de la última vez. 

—Si lo supieras nunca la habrías llevado sin mi permiso. 

Cuando desperté esa mañana casi me da un maldito infarto, al no encontrarla mil cosas pasaron por mi cabeza, quería gritar, correr, destrozar el mundo, hacer cualquier cosa que me la devolviera, que me permitiera despedirme, que me dejara darle aunque sea una última palabra de aliento.

Hay veces en las que pienso que todo es un sueño, que fue todo producto de la soledad que siento, si no fuera por su habitación, por su ropa en el armario y la fotografía que ahora descansa en mi buró junto a las de mi familia, cuando la encontré quería destrozarla, la palabra escrita atrás me parecía incluso una burla, sin embargo sé que no es así, Angélica nunca sería así de cruel conmigo. 

—Nunca hemos necesitado de tu permiso, así que bájale dos rayitas —asiento, no puedo protestar—. Estamos trabajando, Cristopher, entiende o me veré en la penosa necesidad de sacarte de este caso y devolverte a Texas.

Ahí ya no tengo nada, mi vida ya la hice aquí y tengo responsabilidades ineludibles, están las decisiones que tome, la mujer que amo y mi esposa, quién es la persona más importante para mí ahora. 

—Puedes mandarme a Timbuktu, al final Angélica es mi mujer.

Sonríe amargamente, la convicción en mi voz lo pone nervioso, sé cómo suena. La manera en la que me he comportado da mucho que pensar, sin embargo no es lo que imagina, solo estoy preocupado, me siento mal por lo que está haciendo, me duele saber la posición en la que se encuentra. 

—Eso no le importará a nadie, ni siquiera a ella —claro porque lo primero que hará al regresar será pedir el divorcio—. Angélica te quiere pero no lo suficiente para ponerte por encima de Aarón, no va a tolerar que por una tontería tuya él salga perjudicado. 

Es por eso que todo es tan complicado, ambos estamos en la línea de fuego esperando a vencer o rendirnos. Lo que hago aquí es importante para que ella pueda moverse sin dificultad, para que destruya todo desde el otro lado. Es bien difícil sentarme a esperar que haga todo el trabajo, no soporto estar aquí mientras arriesga la vida, mientras Aarón se marchita por la soledad. Me siento inútil e impotente, aún miro el teléfono, espero un milagro, por supuesto no llega y si es así tendré que buscar un consuelo, dárselo a alguien que lo merece. 

—Me comportare, ahora voy al orfanato. —me levanto, él solo asiente y vuelve a su trabajo, como todos los demás, antes de poder salir veo a Frida y a Soto muy concentrados en su tarea, quizá han encontrado algo, me acerco— ¿Novedades?

Soto no despega la vista de la pantalla, no para de teclear, él es el mejor en eso, en lo personal prefiero el trabajo de campo que la inteligencia, estoy aquí y no en el ejército por mi padre, por mi hermana y porque sentía que era mi deber, aún lo siento por eso intento resistir.

—Si, alguien te estuvo rastreando —responde Frida algo emocionada, es lo mejor que ha pasado.

Si esto está pasando es porque Angélica ha empezado a mover los hilos, no me gusta estar mirando sobre mi hombro todo el tiempo pero ahora me alegraré de hacerlo, es una pequeña señal de esperanza.

—¿Crees que sea…? —no termino de formular la pregunta, uno de los guardias de la entrada aparece a nuestro lado.

—Smith, te buscan en la entrada —anuncia sin ceremonias. 

—¿Quién?

—Alan Medina.

Eso es lo último que esperaba, no tengo idea de que es lo que haga aquí o como sabe que trabajo aquí, es imposible que Angélica se lo dijera, ni siquiera se atrevió a hablarle la última vez que lo vio.

—Que pase —el guardia asiente y se da la vuelta. Frida se ve intrigada al igual que yo, habrá tiempo de contarle, lo importante ahora es que siga las pistas que nos puedan estar dejando—. Sigue el rastro, tenemos que averiguar si tiene que ver con Angélica.

No acabo de darme la vuelta cuando el doctor Medina ya está delante de mi, furioso, ni siquiera parece el mismo hombre que conozco.

—¡¿En dónde está?! Dígame, ¿en dónde tiene metida a Angélica y por qué dejó a su hermano en un orfanato?

Miro a nuestro alrededor, ya todos saben de qué habla, todos estamos metidos en esto, incluso Soto deja de teclear para ver con la boca abierta al hombre delante de mi. No sé cómo empezar a explicarme… En realidad no tengo porque hacerlo.

—¡¿Se da cuenta en dónde está y con quién está hablando?! —no retrocede ni un paso, lo evidente, no tiene miedo—. Le pido se calme y piense mejor las cosas, un escándalo a ninguno de nosotros le hace bien este momento y, ¿sabe? A la única que perjudica es a mi esposa.

Inhala y exhala, espera, empieza a considerar sus palabras, el como actúe a continuación será la manera en la que nos vamos tratar de ahora en adelante. Si continúa como un loco delante de los demás solo va a lograr que lo metan en una celda y yo no haré nada para evitarlo.

Da un paso más hacia mi, levanta el dedo, pretende amenazarme, no le da tiempo, los teléfonos empiezan a sonar, varios al mismo tiempo, algo está pasando.

—Smith, línea uno, la doctora Carrasco.

Al escuchar eso el doctor hace una mueca, es como si tuviera miedo. Ambos nos giramos para ver a Frida, sigue igual de tensa que hace rato y esto solo seguirá mermando el estado de ánimo en general.

—No se mueva —advierto al doctor, él se yergue en su lugar, aún tiene tiempo para pensar en como actuar. Tomo el auricular que me ofrece Frida—. Smith.

—Hola, hubo un incidente, alguien… —suspira varias veces, no tiene idea de cómo decírmelo. 

—Tengo al doctor Medina delante de mi.

Él es el incidente, no es difícil llegar a la conclusión solo espero que a ella no se haya atrevido hablarle como a mi porque si no entonces tendremos un serio problema. La verdad es que no sé cómo no pudimos pasar por alto esto, es una falla catastrófica de nuestra parte. Es que en medio de tantos involucrados nunca le pusimos especial atención, ya que a simple vista no representa ningún inconveniente, además no contamos con qué Aarón necesitaría un médico y que lo llamarían precisamente a él. Fue un descuido de parte de todos. Y en lo que menos quiero pensar ahora es que Angélica si tiene que algo que ver con él, no tengo ni la menor idea de cómo lidiar con eso sin que ella se enoje.

—Lo siento, sé debí advertirle pero había mucho que hacer y además fue al despacho, creí que el licenciado Escalante y Kate podrían tranquilizarlo. 

Por lo visto no fueron capaces, y está bien, me toca a mi, por lo menos esto si puedo hacerlo. 

—Esto no es su culpa, me encargaré, ¿cree que pueda ir a ver a Aarón? 

—Por supuesto, quizá usted pueda levantarle el ánimo.

Lo más probable es que sea al revés. 

—Gracias, y una última pregunta, ¿usted le dijo en dónde trabajo?

—No, imagino que Kate tampoco, voy a averiguar cómo se enteró.

Soto tendrá la respuesta en unos minutos. Me siento sinceramente asombrado de hasta donde llego el doctor Medina, no sé si tenerle respeto por meterse en estos asuntos o lastima por ser un estúpido.

—No será necesario, nos vemos en un rato, Joanna —corta la llamada, me giro para ver a Frida, ya no está, eso está bien, entre menos público tenga mejor. El doctor Medina sigue dónde lo deje, aprieta los puños, no puede hacer mucho contra mi de cualquier manera—. Mire, no se qué interés tenga en mi esposa, o por Aarón, en su defecto, solo voy a advertirle que no se meta con ellos porque me la pagará muy caro.

—No me da miedo, solo sepa que haré lo necesario…

—¿Empezar a investigarme por ejemplo? —con la cara de tonto que pone ya ni siquiera necesito que Soto me lo confirme—. Dígale a quien quiera que lo este ayudando que no va a pasar más lejos, y le voy dar un consejo, no siga por ese camino, no se mete conmigo si no con una agencia de justicia estadounidense, no sabe hasta dónde son capaces de llegar para guardar un secreto. 

Eso no es del todo cierto mi agencia no se encargará si no yo, si me lo propongo puedo ser muy peligroso. No permitiré que nadie, ni siquiera este hombre al cual Angélica aprecia, le arruine la vida y la única oportunidad que tiene de salvación.  

—¿Desaparecer a una mujer y dejar a un niño en un orfanato? No puede hacer eso conmigo, menos en mi país, la justicia los protegerá, me encargaré de ello.

Lo que parece que él no entiende es que nosotros somos la justicia, no importa la agencia a la que recurra en todos lados le van a decir lo mismo. Él, sea quién sea, no puede interferir en un asunto que posiblemente se considere de seguridad nacional, ni siquiera yo como su marido puedo hacerlo. El documento nos une ahora solo sirve para conservar a Aarón y para darme una ventaja sobre este hombre, para exigirle, con todo mi derecho sobre mi mujer, que no se meta más.

—Mi esposa no está desaparecida, y más temprano que tarde se enterará de esto —eso parece destensarlo un poco, afloja la fuerza en sus puños—. Así que le repito, a mi me tiene sin cuidado lo que haga, sin embargo Angélica se pondrá furiosa, si algo le pasa a Aarón por estar de lengua suelta vendrá a matarte sin siquiera parpadear y es así porque no significas nada para mí mujer.

—Se cuánto le importa Aarón, pero no podemos decir lo mismo de usted, ¿y que si, si significo? ¿Qué tal si le importo más de lo que cree?

Su seguridad es impresionante, entiendo porque le llamo la atención a Angélica, lamento que estemos en esta situación. Nadie puede ganar, o intentar movernos, todos estamos pendiendo del mismo hilo sobre un precipicio aterrador.

—Ya decía yo que lo suyo no era un interés altruista y desinteresado —da un paso atrás, le dolió, ya sé porque camino debo seguir—. Al final de todo mi esposa volverá, decidirá quien o que es lo que más le importa, al lado del niño los dos perdemos, eso sí lo sabe, al lado de mí, usted… —levanto mi mano para que vea el anillo en mi dedo, que bueno que no me lo quité— También ha perdido, es mi esposa, y por su salud mental le recomiendo que no siga haciendo preguntas de las que no le gustará oír la respuesta.

Traga saliva y el color está vez se le esfuma del rostro, no tiene nada por lo que luchar, así Angélica le haya dado alas no puede hacer nada por ella, está tan atado de manos como yo.

Soto se pone en medio de los dos, mira al doctor solo de reojo y luego se concentra en mi, casi me sonríe. 

—Smith, si has terminado con esto entro la llamada que estabas esperando —expiró y yo si le sonrió, es como un milagro. 

No sé si esto es pura casualidad, coincidencia, destino o señal divina, lo que sea está de más, lo que importa es que Angélica está viva, que aún tenemos una oportunidad, con ella allá y de nuestro lado por fin podemos ver la luz al final del túnel.

—Voy en un momento, Soto, ¿puedes acompañar a la salida? No quiero que se pierda en el camino —la idea no le gusta mucho pero aún así asiente, antes de irme queda una cosa más que decir—. Se terminó doctor Medina, salga de aquí, deje de dar problemas, consígase una vida y dejé la mía en paz. 

Me doy la vuelta, de reojo veo como Soto le indica la salida, va con él y lo más seguro es que lo suba a su auto, lo conveniente sería seguirlo, vigilar cada uno de sus pasos pero primero quiero hablarlo con Joanna, necesito saber qué opina de todo esto, no quiero hacerle nada que después pueda hacerla enfadar y también a Angélica. 

Entro a la sala de juntas, Frida y León miran el teléfono como si fuera un objeto mágico. 

—Felicidades, tenemos a tu esposa —susurra Frida, no quiere que Angélica la escuché.

En este momento todos nos hemos quitado un gran peso de encima, saber que está viva es lo mejor que nos ha pasado, me alegra mucho y también hace salir a flote los sentimientos que estaban enterrados bajo la incertidumbre. 

—Déjenme hablar a solas con ella —le pido a León, niega de inmediato— Cinco minutos, tengo derecho a ello.

—Esta bien, Gutiérrez —responde Angélica por el altavoz.

Su voz me causa un escalofrío que me recorre todo el cuerpo, es como una inyección de vida.

—Tienen cinco minutos —anuncia León y obliga a Frida a ponerse de pie y salir.

Pasan unos cuantos segundos, casi puedo imaginar la cara que tiene.

—Imagino que estás molesto —dice sin muchas ganas.

—Imaginas bien. —respondo tomando asiento delante del teléfono— ¿Gracias? ¿De verdad cres que esa es una buena despedida? ¿Por qué lo hiciste, Angélica? ¿De que te sirvió salir así?

—Solo nos hice un favor, no te podía ver a la cara después de… Me dio pena y miedo, pensé que no me dejarías ir, pensé que te suplicaría que no me dejaras ir —cierro los ojos, imaginarla así me hace sentir aún más culpable—. No quería pensar Cristopher, me bloqueé y lo único que podía hacer era darte las gracias, porque sabes bien que entre tú y yo no hay amor, no finjas lo contrario. 

Sin embargo eso no significa que seamos simples desconocidos, no puede ignorar sus sentimientos y los míos, pase lo que pase algún día tendremos que hablar de ello. 

—Okey, it’s fine… —mierda, solo escucho como parece ahogarse detrás de la línea.

—¿Ya hasta me vas a hablar como gringo? Sale pues… —carraspea para hablar sin que parezca que le duele— What’s wrong with you? Do you think I’m having fun here? Do you think it did not hurt me? ¡Fuck you, motherfucker!

No era mi intención, solo se me salió y ella debería entender un poco, me estaba volviendo loco, sus palabras me dolieron y solo funcione en automático.

—Angélica, discúlpame por favor, estuve tantos días…

—I’m not interested, I want to talk to Gutiérrez, now! —asiento, aunque no me pueda ver.

Discutir solo hará que León de verdad considere sacarme de este caso y no puedo, no voy permitir que eso suceda. Me trago mi coraje y todos mis sentimientos, voy a la puerta y le hago una seña a mis compañeros para que entren. No los veo a la cara, ya no la tengo. No tuve la conversación que esperaba, quizá esa plática no llegue en mucho tiempo, y está bien; ojalá para ese entonces los dos ya tengamos resuelto lo que queremos del otro.

—¿Qué nos tienes Covarrubias? —pregunta León evitando mirarme.

—Como te decía antes de que nos interrumpieran… —las palabras le salen como un gruñido— Vengo de Guanajuato, acabamos de movernos, parece que estuvieron verificando todo lo que les dije antes de traerme a casa en Sinaloa. 

—¿Cómo te recibió? ¿Te hizo algún daño? —pregunta Frida. 

—Hizo lo que se esperaba, solo… Estoy bien y él feliz, aún no hemos empezado a trabajar, así que no tengo nada más que su incipiente confianza —carraspea, la voz se le empezaba a cortar, le dolió mucho, como quisiera tenerla delante de mi para poder decirle que no tiene de que avergonzarse, —. Trataré de llamar en unos días, ahora ya casi tengo que irme, me están esperando solo díganme, ¿cómo está Aarón?

Frida y León me voltean a ver, no es como que ellos no sepan lo que pasó, pero no les va a salir la voz para mentir, no quieren hacerlo, yo tampoco, lo haré solo porque es mi responsabilidad y porque no merece una preocupación más.

—Aarón está bien, la doctora Carrasco dice que empieza a adaptarse. Le va muy bien en sus clases, como lo dijiste en unos meses estará en su grado.

Sé lo que siente respecto a Joanna pero es mejor que este un poco celosa y resentida por ello, que preocupada y triste.

—Claro, es muy listo, sabe lo que le conviene —nunca había escuchado un tono de sarcasmo tan doloroso—. Dile que lo quiero y que estoy bien, dale un beso y abrazo, ya me tengo que ir. 

—Cuídate, por favor.

—See you later, my sweet heart —cuelga quitándole la oportunidad de León de decir algo más.

Nos están presionando, todos esperan resultados a pesar de que se les había advertido que no los tendrían hasta después de un tiempo. Las cosas se están poniendo muy difíciles, cualquier día alguien entrara por la puerta con un operativo para ir a buscarlos, nosotros no podremos evitarlo. De solo imaginar el escenario en dónde nos pondrían me da un retortijón en el estómago. 

—El matrimonio va viento en popa, serán muy felices juntos —asevera Frida con una sonrisa de lo más falsa—, ¿por qué no le dijiste que Alan Medina estuvo aquí?

—Decirle solo la va a herir, es preferible que este enojada conmigo a que sepa que él la está buscando, ¿imaginas lo que va a pasar si intenta buscarlo? —porque la conozco, no lo dejara pasar así nada más— Por ahora que esto no salga de aquí, hablaré con ella cuando el coraje se le pase.

Lo cierto es que primero voy a hablarlo con Joanna y el licenciado Escalante, algo se debe poder hacer para mantenerlo lejos y tranquilo; de buena gana le diría la verdad pero no tengo idea de cómo podría tomarlo, temo que sea un idiota que lastime Angélica.

—Eso te lo concedo, pero, ¿por qué mentiste acerca de Aarón?

No quiero que sepa que somos unos incompetentes que no pueden mantener a un niño quieto. 

—Es la misma cosa, no es cierto es mucho peor, si le digo que su hermano intento escapar para ir a buscarla, vendrá —y eso sólo le daría a Heriberto la herramienta perfecta para mantenerla en quieta una vez más—. No podemos ponerlos en ese peligro, es mejor que no sepa nada, a menos, por supuesto, que sea grave.

—Eres el ejemplo de marido perfecto, felicidades —Frida me da un aplauso y se pone de pie para irse, tiene que ir a seguir el rastro de la llamada.

Me frotó la cara con las manos. La angustia que me había acompañado en la mañana no se ha esfumado, solo es menor, el saber que está viva un gran alivio, me conforta y me atormenta, sigue sufriendo y nadie puede hacer nada al respecto. 

—Hiciste bien, no te preocupes —asegura León, no sé si creerle—. Después de ver a Aarón investiga cómo ese doctor dio contigo, vigílalo, no le conviene a nadie que haga una tontería. 

De eso ya se está encargando Soto, no debería llevarle mucho tiempo y es importante, debemos saber cuan lejos llegó y si están detrás de Angélica también. 

—No te preocupes, de una o de otra manera la doctora Carrasco me ayudará a mantenerlo a raya.

Espero que su aparente relación cercana nos ayude en este caso, sería una pena tener que mandar lejos al doctorcito.

—Cristopher, debes tener mucho cuidado con ella —niego esperando que me explique, Joanna nunca haría algo para ponernos en aprietos—. No tienes que fingir, solo te recuerdo que en este momento no puedes sentir, no si eso pone toda esta misión en peligro.

Entonces estamos todos muertos, no solo por mi parte o la de Angélica. En esta historia todos estamos muriendo poco a poco de amor u odio, a veces ya no podemos distinguirlos.  

Gracias por seguir leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top