2.- Una palabra de mis labios

Para mucha gente estar detenida en cualquier estación policial podría ser malo pero para mí es casi la gloria, claro, la mayoría de la gente no vive como yo lo hago, ellos hacen sus vidas en completa normalidad, van a sus trabajos, a sus escuelas, desayunan con sus amigos o familiares, van y vienen, se quejan de la falta de acción, pero yo quisiera una vida así, sería un gusto quejarme por el tráfico y no porque voy camino a la que probablemente sería mi muerte.

Siendo sincera no tengo la menor idea de como lo logré, realmente estar aquí con estos agentes es un verdadero milagro y a partir de aquí solo tengo que hablar, solo eso y podré obtener lo que he querido durante años; igualmente hablar no es fácil, una palabra de mis labios puede convertirse en una bomba, solo les he revelado un pequeño pedazo de información y ya están mirándome como si fuera el diablo, como si hubiera clavado un cuchillo en sus gargantas, y lo entiendo, acabo de hablar de la muerte de una mujer, de la hermana del hombre que me trajo hasta aquí pero no lo hice con la intención de lastimarle, no tengo porque hacer eso, sus sentimientos no me importan.

—Entonces mi… —empieza el agente Smith pero se corta, recula y piensa mejor sus palabras— Entonces está justo en dónde quiere, ¿no?

Eso es mucho decir, estoy en un lugar mejor que la cama de Heriberto pero podría ser igual de malo.

—Dependerá de las circunstancias —respondo tranquilamente—. Mire, cuando descubrieron a su agente ella vino conmigo, me dijo quién era, esperaba que la ayudará y lo intenté pero no fue suficiente lo que hice, no… Heriberto la encontró, la mato, me lo dijo personalmente.

Hice lo posible, se podría decir que llegamos a ser una especie de amigas, ella desde su papel de Teresa y yo como Celeste, cada que Heriberto la cruzaba en mi camino teníamos una conversación educada dentro de nuestras posibilidades, claro que las dos teníamos nuestros propios intereses, ella me uso para sacarme información de las rutas de tráfico de Heriberto y yo la utilice para que me empezarán a buscar, fue mutuo pero aún así yo la apreciaba, no quería que muriera, de hecho, esperaba que ella fuera quién me trajera aquí.

—¿Te informa sobre cada mujer que mata? —replica el agente Smith cuando ya no soporta mi silencio.

—No, lo hizo sólo porque me llevo el cadáver de la persona que mandé para que la ayudarla… Ramón Silva.

Me cuesta decir su nombre, a él si le quería, se podría decir que le amaba y perderlo fue algo muy doloroso y ese dolor aún me acompaña y me acompañará toda la vida, lo envíe directamente a su muerte y jamás me lo voy a perdonar.

—El rayo de Apatzingán —responde el agente Gutiérrez.

Era el apodo, Ramón era hábil y rápido para el contrabando, era aún más hábil con las armas, siempre he pensado que su intención era subir y subir en la cadena de mando pero se freno cuando puso sus ojos en mi, cambió por mi o por lo menos lo intento, ya nunca podré saberlo.

—Si, teníamos una relación cercana por eso accedió a ayudarme, a ayudarla pero no lo lograron y… no podía hacer más —si yo hablaba me delataba, Ramón ya estaba muerto, quizá él será recordado como un traidor pero con que una persona sepa que no es cierto podrá descansar en paz, lo sé—. A partir de entonces solo he estado esperando pero ya no podía, ya no, cuando llegue aquí se me dijo que…

La voz se me corta de repente, ni siquiera me había dado cuenta de mis lágrimas hasta que las siento saladas en mis labios, yo no quería esto, tengo que ser fuerte, no pueden saber mis debilidades, ellos no van a decidir mi destino.

—Tomate tu tiempo —dice el agente Smith.

Levanto la mirada hacia él, no quiero su lastima, quiero su ayuda, su trabajo y eso es precisamente lo que me van a dar, carraspeó para deshacerme del nudo en mi garganta y dejo que mi coraje hablé por mi.

—No, ya no tengo tiempo… y quiero dejarles clara una cosa señores, estoy aquí porque quiero, me encontraron por la misma razón, yo me di cuenta antes que todos que Teresa no era quién decía ser, la atrapé varias veces en dónde no debía… hice todo para que me pusiera atención, yo misma le dije que venía constantemente a la ciudad de México —la puse deliberadamente en mi camino, quería que quien fuera que estuviera del otro lado supiera de mi, poco me habría importado que en lugar de la policía fuera uno de los enemigos de Heriberto, yo solo quería salir de sus garras, quería mi libertad; no sé si soy más lista que ella pero les demostraré lo que digo— ¿Tienen mi expediente aquí? —ambos asienten, Smith sale de la habitación un momento y vuelve con el, lo pone en la mesa delante de mi y lo abre justo en una fotografía mía del día que llegue a la ciudad— ¡Que buena fotografía! —exclamo para hacerlos irritar y si es una buena foto, levanto la mirada hacia ellos y ya olvidaron la lastima que sentían por mí—, ¿cuántas personas que se estén escondiendo le sonríen a las cámaras de la cuidad? ¿cuántas dejan las ventanas abiertas de su departamento cuando están preparando maletas? ¿cuántas le hubieran perdonado la vida? ¿cuántas dan su nombre verdadero teniendo una identidad bien construida? —veo fijamente a Smith— Me atrapó porque quería que así fuera, don’t forget.

Cuando el tiroteo empezó en la fábrica solo tuve dos minutos para pensar en lo que iba a hacer, por fortuna parece que pensamos igual y ellos me siguieron, la finta de intentar matarlo solo fue porque había cámaras ahí, Heriberto las va a revisar, todo fue una actuación porque si esto no funciona, si me vuelve a encontrar tendré que buscar una excusa o matará a Aarón, sabe que no habría una peor tortura para mí.

—¿Y que más quiere la señora? —pregunta Smith acercándose mi rostro, está desmoralizado, enojado porque quizá lo estoy haciendo quedar como idiota pero yo no tenía elección— ¿Qué buscas aquí?

—Un trueque… understand? —asiente, su mandíbula se tensa y se aleja de mi, que bueno que guarde su distancia o lo que le hice a su amiguito que intento tocar a mi hermano será un simple juego— Voy a darles muchísima información a cambio de, por supuesto de no ir a la cárcel, y tienen que meterme en el programa de testigos protegidos.

No hay más, ni siquiera pido dinero o su cabeza, puedo trabajar, puedo sobrevivir por mi misma, solo quiero que mi hermano y yo estemos lejos y a salvó, no importa donde.

—No estás en posición de exigir eso —contesta el agente Gutiérrez.

Se ve que no le caigo nada bien pero lo que piense o sienta hacia mi está de más, si es profesional se aguantará mis actitudes y aprovechará todo lo que le estoy ofreciendo, no habrá nadie que le ponga tan cerca de Heriberto como yo.

—Entonces espero a mi abogado y salgo de aquí en unos días y ustedes se quedan sin nada —iba a cruzarme de brazos pero las esposas no me lo permiten—. Estoy cooperando pero igualmente me puedo hacer la tonta, además Heriberto tiene el poder suficiente para sacarme de donde sea que me metan, no saben lo que represento en su vida.

—¿Por qué tiene tanto interés en ti? —pregunta Gutiérrez con renovado interés.

—Porque somos familia —esa es la respuesta simple e inocente pero es la que no me ayuda en nada— y porque él no es de piedra, ama, odia y siente pasión como todos nosotros.

—¿Estás queriendo decir que está enamorado de ti?

No creo que ese animal recuerde lo que es el amor, según lo que sé su obsesión por las mujeres de mi familia empezó después de la muerte de su hijo, lo tuvo con la única mujer que se ha casado, ella murió durante el parto y el niño en una especie de ajuste de cuentas.

Primero fue por la hermana de mi madre, su intención era convertirla en una de sus amantes y cuando se negó, él la mato, porque si no era para él, no sería para nadie. Luego se fijó en mamá pero estaba casada con mi padre, además no podía estar con una de sus primas, si bien era lejana, todos sabían que era sangre de su sangre, entonces murió y solo quede yo; claro, tenemos más familia pero ellos se han alejado por su propio bien, además para fines prácticos suyos toda mi familia murió, son muy pocos dentro de la organización los que saben mi verdadera identidad y ellos se han quedado callados porque no pueden desafiarlo.

Nadie va a meter las manos al fuego por mi, así que yo me tendré que quemar solita para rescatar a Aarón, porque muchas veces se ha dicho que una vez que le dé un hijo mi hermano tendrá poco que hacer a mi lado, la única manera en la que podría quedarse es como uno de sus hombres, como uno de sus asesinos y él no se manchara las manos de sangre, lo tengo que salvar al precio que sea.

—No sé si me ame, pero me desea de una manera destructiva, todos le han dicho que yo puedo ser su fin y eso lo vuelve aún más loco y peligroso —hay muchos que quieren deshacerse de mi por esa razón, hombres, mujeres, todos saben que cuando se trata de mi no hay límite. Sé que lo que pasó hoy le costará la vida a alguien, lo lamento pero se trata de la vida de mi hermano, no importa quien caiga si con eso lo salvó—, ¿saben? Eso ya tampoco le importaba, está tarde, antes de que usted me detuviera iba camino ahí, ¿por qué cree que estoy vestida así? —ambos bajan la mirada a mi vestido verde, es demasiado corto, demasiado ajustado, demasiado escotado, vulgar y asqueroso y el complemento perfecto para eso es mi correa— Mire lo que me puso al cuello.

Como puedo apartó mi cabello y les muestro el grotesco collar de esmeraldas que me envió ayer, a decir verdad me envió el conjunto completo, me vistió como si fuera su mascota.

—Esmeraldas, se dice que se las da a sus amantes más queridas —murmura Gutiérrez maravillado.

—Con que aparte de narcotraficante es un maldito fetichista maníaco —responde Smith pero a él no le hago caso.

—No su amante, su mujer —digo para remarcar mi importancia—. Quiero que mi hermano tenga una vida lejos de él y sí, también quiero conservar la poca dignidad que aún me queda por eso les estoy pidiendo entrar al programa de testigos protegidos. 

—Vamos a hacer lo posible pero quiero la ubicación de la casa de seguridad en donde se encuentra en este momento.

La exigencia de Gutiérrez es natural pero estúpida, existe algo que se llama paciencia y que él debe practicar, si voy y canto todo de una vez, lo que he hecho y la sangre que se ha derramado será completamente en vano y además, si él me atrapa antes de irme tengo fingir demencia, tengo que convencerlo de que me mantuve fiel, seguir en su juego hasta que una nueva oportunidad se presente.

—Sabría de inmediato que fui yo y me mataría —eso y que realmente no estoy segura de donde se encuentra, sus propiedades son muchas y están por todas partes, no daré ningún pasó en falso—. No juego así agente Gutiérrez, mire yo le doy ese pequeño retazo de información, usted irá a por él, los matará, vendrá por mi y me matará también, o puede hacer lo que le pido y le daré todo lo que tengo, algo mucho más precioso y valioso que una dirección.

—Habla entonces.

La libreta de papá me dejo decía todo lo que necesitaba, le dará a estos agentes lo que siempre habían soñado pero la información se las tengo que dosificar por mi propio bien, y sin embargo, no puedo darle algo irrelevante, necesito que mantenga el interés en mí, por eso voy a soltar, la que yo considero, la información más valiosa que tengo y espero que desde el cielo mis padres me ayuden para que no sea en vano.

—En unos meses vendrá un embarque de droga desde Colombia, sé quién lo va a transportar —ahora me pone más atención y aprovecho para extender las manos, quiero mostrarles lo que digo— ¿Me hace el favor?

Smith ve a Gutiérrez y el asiente, no muy feliz, pero son dos, estoy en su territorio, llevaron a mi hermano a quien sabe dónde, están de gane. Smith me suelta y busco en las bolsas interiores de mi chaqueta los papeles que saque de los archivos que revise está mañana, es la orden de envío, claro los datos dicen que se transportarán faros para automóviles pero no es cierto, es la fachada. Se los paso y los dos los miran por un momento, no están tan emocionados como lo esperaba.

—Montoya enterprises —murmura Smith—, ¿las armadoras de autos y la transportadora Montreal?

Eso prende algo en la cabeza de Gutiérrez, está recordando pero no dice que, tampoco pretendo presionarlo, por eso me enfoco en su compañero.

—Exactly, precisely, güerito —le contesto—. Su socio ahí es el director de esas empresas y de uno de los consorcios empresariales más grandes del país, Octavio Escalante.

La manera en la que opera Heriberto depende mucho del capital humano, si una de las personas importantes es detenida o muere el lugar es muy difícil de llenar, con sus socios pasa casi lo mismo, ellos están protegidos por muchos frentes, la mayoría de sus negocios son aparentemente legales, hacen buenas obras y llevan vidas ostentosas, sí, pero también discretas y reservadas, se refugian a vista de todo el mundo, si los ves por la calle nunca imaginarias que son los constructores de la red de veneno más grande del mundo. Octavio Escalante es uno de ellos, siempre lo ha sido, papá lo menciono mucho, es dentro de la organización, uno de los pilares más importantes.

—¿El hermano del abogado más importante de la ciudad de México? —pregunta Gutiérrez muy exaltado.

—Si, dudo que él sepa de sus negocios o no defendería con tanto ahínco la justicia —pienso que si es tan honesto como predica no tenemos porque preocuparnos—. Pero en fin, las empresas Montoya ocultan la mercancía y la transportadora Montreal es quien la llevará hasta los Ángeles —por alguna razón cada que esa empresa hace una entrega siempre es al mismo punto, me imagino que tendrán algún trato con las autoridades allá—. Eso es solo una probadita de lo que tengo pero no les diré nada más hasta que me garanticen lo que les pedí, ¿me llevan con mi hermano?

Gutiérrez asiente y me pongo de pie, extiendo las manos para que me pongan las esposas pero Smith niega, parece que vamos avanzando, deseo mucho que así sea. Suspiro un poco aliviada, hoy ya he tenido un día muy pesado, estoy cansada, nerviosa y asustada, lo único que deseo es abrazar a mi hermano, está vez quizá cuando le diga que todo está bien no será una mentira.

—¿Has pensado en que lo mejor para tu hermano quizá sea llevarlo a una casa cuna? —pregunta Smith, echando a la basura la poca simpatía que había adquirido por él.

Claro que lo he pensado, en Sinaloa conozco un lugar en dónde dejan a los huérfanos y les consiguen familias, hace un par de años estuve a punto de hacerlo, era su cumpleaños y estábamos solos, le conseguí un pastel y algunos globos, estaba feliz con eso hasta que pidió su deseo de cumpleaños, pidió tener una familia completa de nuevo y yo no lo soporte, lloré toda la noche y por la mañana, cuándo venían a recogerme iba a decírselo a Heriberto, le iba a suplicar que buscará una familia buena para él y luego me enteré de que había matado a tres familias enteras esa noche, no podía confiarle a mi hermano, no tenía ni siquiera la certeza de que me iba a hacer caso, él podría matarlo y decirme que está bien, pero yo viviría con la incertidumbre y dolor toda la vida y es sumamente egoísta de mi parte mantenerlo a mi lado con el desastre que soy pero por lo menos yo lucharé hasta mi último aliento por él y nadie va a cambiar eso.

—De ninguna manera se queda conmigo o cierro la boca para no abrirla nunca —le advierto y aprovecho para pedir algo que casi paso por alto, es importante, lo será para muchas personas— ¡Ah! Se me estaba olvidando, quiero ver al licenciado Fernando Escalante, hijo —por lo que sé no sólo comparte nombre con su padre, también la desgracia de perder a su esposa tempranamente, esa muerte cambio la vida de ambos—. Tengo información que puede ayudarles para que esté de su lado.

Del mío más específicamente, necesito un buen abogado, no confío en que me dejarán quedarme con Aarón, tampoco en que cumplan todo lo que me prometan, necesito un seguro de vida y pretendo que sea ese hombre.

—Veremos, ¿la dirección de la casa de seguridad? —insiste Gutiérrez.

—¿Por qué es tan terco?

No me responde, en cambio solo me lleva con Aarón a su oficina y luego vamos a los niveles subterráneos, voy completamente custodiada, no me gustan los escudos humanos pero si así lo quieren, por mi está bien.

Me dejan en un conjunto de habitaciones sencillas, hasta parece agradable, sé que está noche yo tendría que estar en la mejor cama del mundo rodeada de sedas y lujo pero en brazos de un hombre asqueroso, así que es mucho mejor y además estoy con mi hermano, no puedo pedir más.

—Celeste, ¿cuánto tiempo estaremos aquí? —pregunta mi hermano cuando las puertas se cierran.

Por años Heriberto le exigió decirme así, quería que él también olvidará que soy su hermana pero no más, ya no me arrebatara más.

—Ya no es necesario que me digas Celeste, de ahora en adelante soy Angélica —me acerco para tomar sus manitas entre las mías, está muy frío, siempre lo ha estado no importa cuánto haga para cambiarlo—. No olvides mi nombre, menos ahora las cosas serán difíciles, pero no debes preocuparte por ello, me encargaré de que tengas una vida feliz.

—¿Y si Heriberto nos encuentra? ¿Te castigará como a Ramón?

Aarón no vio el cuerpo de Ramón pero sabe que le hicieron cosas horribles, esa fue la gota que derramó el vaso, mi hermano ha visto la muerte pero me niego a que se acostumbre a ella, a que viva con miedo de lo que me puede pasar. La razón por la cual  siempre va conmigo a todas partes es porque teme que si me deja ir sola no regrese.

—No, él jamás vendrá por nosotros, nunca más —me hincó sobre una rodilla para que me vea a los ojos—. Aarón, no menciones a Teresa y cuando te pregunten no les digas nada, no hables con nadie, por favor.

En realidad él no sabe nada pero es un niño igual que lo fui yo, escuché muchas cosas a hurtadillas, no quiero que el por accidente diga algo que nos pueda perjudicar.

—Esta bien —murmura sin quitar su mirada de la mía—, ¿dormirás conmigo está noche?

Le sonrió y le doy un beso en la mejilla, a otros niños no les gusta que sus hermanas les muestren cariño de esta manera pero mi Aarón no es así, el acepta cualquier amor.

—Y las que quieras… —respondo pero no termino, alguien toca la puerta. 

Voy hasta ella, solo la abro a la mitad, viejas costumbres, pero no importa cuánto haga, si ellos quieren entrar lo harán, también lo sé por experiencia propia. Esta vez me sorprendo al ver que del otro lado no me espera una pesadilla, es el agente Smith quién luce más como un sueño.

—Te traje ropa para que te cambies y algo de comida también —me dice pasándome una bolsa.

Así por lo menos podré deshacerme del ridículo disfraz que me han obligado a usar, aunque el estómago aún lo tengo cerrado, cualquier cosa que coma la vomitare sin más.

—Gracias… —murmuro, él no se da la vuelta, se queda mirándome, hay muchas interrogantes en su rostro y sé porque— ¿Quieres preguntarme sobre ella?

—No me hace bien.

—Eso nunca importa, ¿o si? —yo aún pregunto por mis padres, esperó respuestas que seguramente nunca obtendré, pero a él si puedo darle unas cuantas, no pienso monopolizar la verdad acerca de su hermana— Teresa… Annelise, ella hizo bien su trabajo pero… al final se delató, siempre se delatan, deben de cambiar de estrategia ya que meter a cualquiera a la cama de Heriberto es denigrante, tu hermana pudo haber hecho más.

Él asiente y luego niega, no entiendo pero el dolor nos hace cosas raras.

—Mi hermana fue quien tuvo idea —me anuncia y da un paso adelante, no me muevo, ya no pienso retroceder—. Señorita Covarrubias me encargaré de que la ayuden, le juro que lo haré.

—Good night —respondo y cierro la puerta. 

Me encantaría creerle y también me gustaría que sus palabras no me causen dolor, su mirada, su tono de voz me recuerdan demasiado a Ramón, el también prometió salvarme pero murió y ya no quiero más muertes.

Gracias por seguir leyendo. 

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