12.- Un amor así

León nunca me lo dijo pero yo sabía que estaba preocupado por la falta de respuesta a la detención de Angélica, ninguna pregunta, nada fuera de lo usual, solo silencio, mucho silencio, por lo menos hasta esta madrugada.

Asaltaron cuatro estaciones policiales de la ciudad para encontrar alguna pista hubo muchos heridos, algunos cuantos muertos y decenas de oficiales preguntándose qué demonios paso. León estuvo toda la mañana dando explicaciones ya que esto se había mantenido como un caso confidencial de la DEA pero ahora que ya empezó la búsqueda de Angélica tuvimos que rendir un informe con todos los detalles, omitiendo por supuesto que me casé con ella por conveniencia, aunque han creído que estoy muerto de amor por la manera en la que la he defendido, con lo cual solo gane que reconsideren sacarme del caso alegando un conflicto de intereses.

Sin embargo eso no va a pasar, mis superiores ya saben lo que estamos haciendo, confían en mi y en León. Saben que no nos equivocaríamos de una manera tan estúpida por nada, la misión lo es todo en este momento, si quieren atrapar a Heriberto más les vale que nos dejen como hasta ahora,

Lo único que no tengo idea de cómo evitar es que Angélica termine por matar a León, la está presionando, el tiempo se nos acabó pero ella no se irá hasta que lo decida, estamos a su completa voluntad y eso nos deja ante los demás muy mal parados.

—Es que… no lo entiendo, ¿Qué hiciste para ponerlo sobre aviso? —pregunta Angélica a Gutiérrez, no entiende porque las cosas se salieron de control de la nada— Heriberto sabe que yo tengo los medios para llegar hasta él… pensé que esperaría un poco más antes de empezar a buscarme.

Es claro que perdió los estribos pero hasta donde yo sé es de esperarse, Angélica representa mucho en su vida como para dejarla así como así, en mi opinión ya había tardado bastante en reaccionar.

—Pero lo hizo, quizá simplemente no pudo seguir esperando y yo no hice nada, por no hacerlo es que creen que somos unos ineptos —responde León sin ápice de amabilidad—. Nuestras carreras y vidas están en tus manos, si no cumples con tu parte del trato nos despedirán, se llevarán a tu hermano y te pudrirás en una celda.

Lo miro negando, sé que le cuesta ser amable pero tiene que intentarlo, él lo dijo, estamos en manos de Angélica, presionarla o hacerla enojar puede desbaratar todo el trabajo que hemos hecho en el último par de meses y lo único que puedo hacer para domar al par de fieras que tengo delante de mí es desviar al tema a lo que verdaderamente importa.

—Ahora que la información ya empezó a circular no tardará en saber que nos casamos —anuncio para que recuerden que yo también lo estoy arriesgando todo.

—¿Qué hay de Aarón? —pregunta Angélica.

Por supuesto que yo no le iba a importar en lo más mínimo pero León ya relajó un poco el gesto, también pudo hacerlo por agotamiento, no ha dormido nada.

—Nada, íbamos a meter su información al sistema de datos del DIF hasta una semana antes de que te fueras —responde a Angélica que asiente como el gesto pensativo—. Ahora no sé qué hacer, tendría que meter su expediente, o de lo contrario podría sospechar, quizá crea que has escapado y su búsqueda empezará a ser más desesperada.

Angélica tamborilea los dedos en el escritorio de León, está muy nerviosa pero no impedirá que siga actuando con la cabeza fría, es su plan, no puede frustrarlo.

—Déjalo todo como está, recuerda que necesito que piense que ustedes me manipulan a través de él —porque realmente es la única debilidad que tiene—. Ya solo dame un poco más de tiempo. 

—Gente murió Angélica, ya no tenemos tiempo.

—Lamento que eso pasara pero no me voy a arriesgar —como siempre, aunque le duela tiene una prioridad y no va a dejar que la culpe la domine—. Ya tengo una fecha, solo necesito dos meses, solo así podré llevar a cabo mi plan, claro si quieres que tenga una oportunidad. 

—¿Qué quieres decir con eso? —cuestiona León intentado no saltar a su cuello y zarandearla para que deje de jugar, pero la conozco y sé que está vez no está bromeando. 

—Que no puedo simplemente tomar tu teléfono y decirle a Heriberto que me recoja —no lo esperábamos pero si queríamos agotar toda probabilidad de atraparlo—. Mira hay dos maneras, una en la que probablemente muera, la otra nos pondría en evidencia pero es la más segura.

Eso no suena bien y debió decirlo desde el principio, ahora estamos en la mira de mucha gente, cualquier error, por minino que sea podría costarle bien caro, ya que, de poner a otras personas en el caso no serán tan condescendientes con ella, jamás la dejarán seguir sus propios planes.

—Tienes que estar bromeando, acabas de decir que Heriberto sabe que tienes manera de comunicarte con él —replica León, poco falta para que su ojo izquierdo tenga un tic nervioso.

—Dije los medios para hacerle llegar el mensaje —esa es mi chica lista—. Pero antes de hacerlo voy a asegurarme de que Aarón estará bien, luego haré la entrevista —León suelta un bufido de impaciencia, odia tocar ese tema— y entonces mandaré el mensaje, no voy a dejar que me uses de carne de cañón, no sin las certezas que necesito.

—Está bien Angélica —respondo para que León no diga algo cruel o estúpido—, sigue con tu plan pero necesito que nos digas como harás para llegar con Heriberto.

Es lo más y lo justo que puedo pedir, yo le he ofrecido seguridad y paciencia, no la presionó pero está vez está saliendo de mis manos, tengo que ofrecerle algo a mis superiores, más que la creencia de que está conmigo por amor, eso no sirve, el amor falla, la lealtad no. 

—La doctora Carrasco dijo algo acerca de una gala de beneficencia, ¿lo recuerdas? —asiento, siempre le pongo atención a la doctora Carrasco, por motivos profesionales por supuesto— Bien, se publicará en muchísimos periódicos y revistas de circulación nacional, noticieros, programas de espectáculos, será algo inmenso, seguramente alguien me verá, con suerte el mismo Heriberto pero no puedo atenerme a ello, así que en esa fiesta me voy a acercar a Octavio Escalante, él le dará el recado a Heriberto y al día siguiente estaré con él. 

Sonríe con suficiencia, eso suena bien pero no debe olvidar que esto es serio, que muchas veces los planes no salen como uno quiere y ese lugar no es un espacio que podamos tener controlado, nuestra presencia podría poner nervioso a Octavio.

—Por eso dices que puede ponernos en evidencia, nos verá juntos y rodeados de todos nuestros aliados.

Fernando Escalante por supuesto, al vernos con él las sospechas aumentarán, aunque bien podemos encontrar una excusa que justifique perfectamente nuestra presencia ahí, habrá buscar y ser muy hábiles.

—Así es pero puedo decir que eres un oportunista en busca de cualquier oportunidad para escalar posiciones, cualquier cosa que refuerce que eres un maldito… —una ligera sonrisa se dibuja mis labios, el que quedar como el malo me parece emocionante, pero seguiré dejándola pensar que me hiere profundamente— lo siento pero no tengo una mejor manera, bueno, puedo ir con sus dealers en la zona centro pero le darían la información a Irma o Alfonso y ellos me matarán, el mensaje le tiene que llegar directamente a Heriberto y Octavio Escalante es uno de los pocos que tiene acceso directo a él.

—¿Y por qué Octavio Escalante te haría ese favor? ¿Te conoce? —cuestiona León, busca alguna grieta, algo que le haga más fáciles las cosas.

No quiere desconfiar de Angélica pero necesita estar seguro. Es más fácil confiar en ella que hacer realidad la farsa de usar a Aarón en su contra.

—No, me mantenían alejada de él —dice en un tono muy bajo, también agacha la mirada, ya me imagino porque no la dejaban estar cerca de él. Octavio Escalante tiene fama de rabo verde, le gustan las mujeres jóvenes, él no hubiera respetado la edad de Angélica—, pero él sabe de mi. Él es socio de los talleres de joyería de los Quintana, mando a hacer mi collar de esmeraldas. 

Eso ya lo asumíamos, una pieza de joyería así solo pudo salir de esos talleres, voy a comunicárselo al licenciado Escalante para que esté pendiente de ese negocio; aparentemente ahora sigue limpio, pero no podemos esperar que siga así si ya le están haciendo este tipo de trabajos a Octavio.

—Está bien, pero mañana tendrás que ayudarnos a terminar de convencer a nuestros superiores —exige León y ninguno de los dos podemos negarnos—. Además te harán pruebas, no eres una agente y estás muy flacucha, no confían en que puedas salir de la misión sin entrenamiento.

Angélica parpadea un par de veces, primero se mira a si misma y luego a mi, ponerla a prueba físicamente no estaba sus planes pero tampoco le hará ningún daño.

—Tu no luces exactamente como un marine —dice ofendida mirando fijamente a León—. Además, te aseguro que mis habilidades físicas son igual de buenas que mi inteligencia, te lo he demostrado con creces.

León solo debe recordar que cuando nos conocimos que a mí me engaño y casi mata a Soto, una persona débil no haría eso con dos agentes entrenados, aunque hay que admitir que fue más astucia que otra cosa.

—Igual vas a tener que mantener un régimen de ahora en adelante y también vamos a suministrarte vitaminas y anticonceptivos —León no le devuelve la mirada al darle esa noticia, prefiere evitar los detalles desagradables de esa situación—, a menos, por supuesto, que darle un descendiente al Comando sea parte de tu plan.

Angélica niega, casi parece agradecida y supongo que no había pensado en ello, pero nosotros sí, es primordial garantizar su buen estado físico y evitar que tenga una conexión aún más personal con la Heriberto, no puede permitirse tener un vínculo de por vida con él. 

—Claro que no, lo único que te voy a pedir es que no me pongan ningún localizador —eso tampoco funcionaría, Heriberto no es estúpido la registrará de pies a cabeza buscando algo que la delate—. Necesito que confíen en mí, tanto cómo yo confío en ustedes, mi vida y la de mi hermano están en sus manos, nada menos, así que espero que no me pongan alguna trampa.

Niego, pero León es quien se adelanta a responder.

—Jamás pongo trampas, Angélica, no soy así —responde muy serio y más sereno—. Ahora ve con tu hermano, habla con él, dile lo que pasará, aprovecha que la doctora Carrasco y el psicólogo están aquí, no sigas retrasando lo inevitable.

Es que decirle a un niño que lo vas a dejar en un orfanato por su bien no es fácil, aún con todo lo que él ha pasado sufrirá mucho, Angélica también lo piensa, lo siente pero sabe que es necesario, por eso se traga el nudo en su garganta y se pone de pie.

—Cómo diga, agente Gutiérrez —sale sin mirarnos y azota la puerta para reafirmar su descontento. 

—También debes prepararte para lo que nos espera el día de mañana… —vamos a rendir un informe general acerca de nuestro actuar de los últimos meses— si te sacan del caso no quiero ni imaginar cómo se pondrá.

Mal y se negara a hacerlo, Angélica acepto la misión solo porque ambos estamos poniendo el cuello en el patíbulo, si me sacan perdemos todo.

—Mis superiores lo saben, entienden la situación y los tuyos lo harán cuando tengamos los primeros resultados, no te preocupes. 

A ellos nunca les ha importado la manera ni quien caiga, la gente quiere resultados, triunfos, algo que les diga que las cosas están bien, que mejorarán, y eso es lo que Angélica les dará una vez que este plan de locos empiece.

—Por está vez elijo creerte —solo para poder dormir un momento, para no darse por vencido—. Ve con ella, él niño también te aprecia y Angélica necesitará toda la ayuda posible, además tú sabes cómo se siente un amor así.

Por supuesto, Annelise me lo enseñó.

Asiento apresurándome a salir, voy rápido por los pasillos, veo que todo me miran con curiosidad y lastima, no es diferente a los primeros días después de la muerte de Annelise pero como en esa ocasión voy a ignorarlos y hacer mi trabajo. Es la mejor manera de hacerle saber al mundo que no me voy a dejar vencer, que haré todo y cuánto esté en mis manos para sacar esta misión adelante y traer a Angélica de vuelta.

Llegó a la sala de interrogatorios en dónde Angélica ve a Aarón por el cristal unidireccional, la doctora Carrasco y el psicólogo de la fundación ya están con el niño, están manteniendo una plática que parece amistosa y aún así, Angélica está tensa, tiene los ojos llenos de angustia, se abraza a si misma, me acerco y antes de decir algo ella habla.

—¿Por qué toma tantas notas? No me gusta.

Evito su mirada y me concentro en Aarón, en su sonrisa y lo cómodo que se ve a pesar de todo, el como mira constantemente a la doctora Carrasco, como le permite al psicólogo estar tan cerca de él, ni siquiera se siente así de cómodo conmigo o León, no nos tiene miedo pero sabe que no puede decirnos nada, escuché a Angélica decirle que no nos dijera nada, nunca, más si se trataba de Teresa, o sea Annelise.

—Es normal, necesitan hacerle una evaluación psicológica que les permita tener una buena noción de su estado —respondo en un susurro, aquí no hay nadie más pero en voz alta mi voz me delatará y sabrá que estoy igual de nervioso que ella—. Solo buscan ayudarlo.

—Al verlo ahí siento como si hubiera fallado, ¿es que las cosas siempre fueron así? ¿nunca tuve realmente la oportunidad de protegerlo?

Era un niña cuidando de otro niño, sacrificó lo que le quedaba de infancia para asegurarle un futuro, no debe culparse por no poder cubrir todos los frentes, ni siquiera los niños pueden salvarse de la maldad de este mundo. 

—No pudiste haber hecho un mejor trabajo, no te atormentes, tienes que ser fuerte —le tomo gentilmente la mano, no parece notarlo ya que sigue con la vista fija en su hermano—. Vamos, no puedes seguir retrasando lo inevitable.

Asiente suspirando, tomando todo el aire posible antes de abrir la puerta, cuando lo hace tanto el psicólogo como la doctora Carrasco vienen a nosotros dejando a Aarón con sus hojas, supongo que es su famoso examen. 

—Angélica, cuando llegamos no tuve oportunidad de presentarte al doctor Adam Salvatierra, psicólogo de la fundación —el hombre nos sonríe mientras le estrecha la mano y asiente en mi dirección, parece agradable—, trabaja con nuestros niños y se encargará especialmente de Aarón.

—¿Tiene algo? —pregunta Angélica alarmada.

—Aún no podría decirlo con certeza pero a diferencia de otros casos… —el doctor Salvatierra lo mira brevemente, su sonrisa se hace menos cálida, haciendo que Angélica se tense— Aarón, está muy bien, lo difícil vendrá cuándo tenga que irse al orfanato, aún no se lo dice, ¿verdad?

—Iba a hacerlo ahora —responde sin mirarlo a la cara. 

—Bien, entonces me quedaré un momento más, puede necesitar ayuda.

—Gracias. —la doctora Carrasco y el doctor Salvatierra salen de la sala y dejan la puerta entreabierta para entrar rápidamente si es necesario, mientras que Angélica va y sienta a un lado de Aarón— ¿Cómo estás?

—Bien, la doctora Carrasco me dijo que luego nos llevará los resultados del examen o podemos ir a visitarla para verlos.

Suene entusiasmado con la posibilidad, eso hace más difíciles las cosas ya que, cuándo vaya con la doctora Carrasco será para no ver a su hermana en un largo tiempo.

—Si, cuando quieras podemos ir —Angélica le dice en un tono despreocupado pero el temblor en sus manos apenas lo puede controlar—, ¿cómo sentiste el examen?

—Al principio fácil, pero dejé muchas cosas sin responder, ¿crees que me repruebe?

Angélica traga saliva intentando encontrar las palabras, no lo hace, por eso me siento al otro lado de Aarón picándole una costilla para hacerlo reír.

—Te voy a decir un secreto —le hago una seña para que se acerque—. Ella no reprueba a nadie, te va a ayudar con las cosas que no sabes, no te preocupes.

Voltea a ver a su hermana, ella falla de nuevo al buscar las palabras adecuadas, Aarón lo nota y su gesto pierde la diversión, la luz.

—¿Estás bien? —pregunta el niño buscándole la cara. 

—No, Aarón —responde aún ocultando su rostro, nunca antes la había visto hacer eso, todo lo que le dice siempre es mirándolo a los ojos, tomando sus manos, siempre se asegura de darle la seguridad que necesita—. Cuando llegamos aquí te dije que… te dije estaríamos juntos pero…

—¿Heriberto va a venir? —Aarón casi salta de si asiento y lo sostengo para que no vaya a ningún lado pero eso sólo provoca que vuelva la vista a mi— ¿tendremos que regresar?

—Aarón, nunca volverás a ver a Heriberto.

Eso es lo único que puedo prometerle. Angélica se levanta de su silla para arrodillarse en el piso, para obligarse a ver su hermano a la cara.

—Confía en Cristopher, Aarón, te está diciendo la verdad, tú no volverás a ver a ese hombre pero yo si —su hermano niega confundido—. Sé que te prometí que estaríamos siempre juntos pero hay cosas que debo hacer.

—¡No! —grita y la puerta se abre, Angélica levanta una mano para que no se acerquen, aún no, no podrá decírselo si ellos intervienen— ¡Prometiste que ya no te irías! Nos trajiste con Cristopher y León porque son policías —voltea verme nuevamente—. Díselo, dile que no tiene que ir.

La agonía y el dolor en sus ojos me parte el corazón pero no puedo prometer cosas que me es imposible cumplir, no es justo que lo ilusione, eso sólo puede hacer las cosas más duras al final. Angélica lo sabe por eso hace que Aarón vuelva la vista hacia ella, es su cruz, la cargará sola.

—Ellos no pueden hacerlo sin mi, necesito que entiendas —carraspea para poder hablar con claridad—. Solo me iré unos meses, mientras tanto la doctora Carrasco te va a cuidar, irás a un lugar bonito, tendrás amigos y podrás seguir estudiando…

—¡Mentirosa! Me dejarás, no volverás.

El niño logra zafarse de nosotros y va corriendo hacia la puerta pero lejos de querer huir va a abrazar a la doctora Carrasco, quién a diferencia de Angélica no parece sorprendida, ella solo lo estrecha con fuerza. Mi esposa se pone de pie y camina hacia su hermano quien llora desconsoladamente en brazos de otra persona.

—Aarón, ¿cómo puedes pensar que yo te abandonaría? —pregunta nerviosa— Te amo más que a mi propia vida, siempre te he amado más que nada.

—¡Mentirosa! —vuelve a gritar el niño.

—Tranquilo, tranquilo —le susurra la doctora Carrasco acariciando su cabello.

Angélica aprieta la mandíbula conozco ese gesto y por eso me pongo de pie y la rodeo con mis hermanos brazos, si va a golpear a alguien que sea a mi.

—Suéltame —murmura, no lo hago, la estrecho más y el doctor Salvatierra se interpone entre nosotros y su hermano.

—Angélica yo me encargo, lo mejor es que nos des un momento —le pide amablemente a lo cual mi esposa responde negando—. Más tarde hablaré con usted si lo quiere.

—Está bien, doctor Salvatierra —respondo y me apresuró a sacarla de la habitación y también de la sala, una vez que estamos en el pasillo la suelto. 

—¿Por qué me sacaste de ahí? —me da un empujón que me obliga a tomarle los brazos de nuevo, como están las cosas ahora no podemos dar ninguna clase de espectáculo— Es mi hermano, yo tengo todo el derecho…

—Si, pero sufre y no te cree, solo lograrás hacerlo enfadar —tampoco se trata solo de Aarón, si no también de ella, de lo que necesita y no es suplicarle desesperadamente a un niño que entienda algo que también nos sobrepasa a nosotros—. Dale un minuto, deja que los profesionales se encarguen de él y tú necesitas un respiro, sacar toda esa ira que te está consumiendo.

Y yo perfectamente a dónde llevarla.

Gracias por seguir leyendo.

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