1.- Siempre mira a tu espalda

Fui llamado al centro de operaciones con calidad de urgente y por la expresión que tenía Frida solo se puede tratar de una sola cosa, Heriberto Félix.

He estado trabajando por varios años en la investigación de su red de narcotráfico, he visto ir y venir a muchos amigos y compañeros a cargo de esto pero jamás lo hemos atrapado, hemos estado muy cerca pero siempre encuentra una manera de escapar, siempre.

Llegó a la sala de operaciones y veo a mi superior nervioso.

Desde el día que me asignaron a este caso León Gutiérrez ha sido como un maestro para mí, ha estado en los momentos buenos y sobre todo en los malos, nunca olvidaré que me abrazo cuando creí que iba morir, gracias a él aún me permiten seguir aquí. Es paciente pero no soporta que me resista a sus órdenes, que haga tantas preguntas, pero cuándo no lo hice perdí mucho, tiene que entenderme, ya no puedo perder más.

—Prepárate, tenemos un operativo —me indica León poniéndose de pie.

—¿Por quién vamos?

Para mí siempre ha sido muy importante saber a lo que me enfrento, ya no soy un novato y es muy difícil que me sorprendan pero el ser precavido es algo importante, más en estos tiempos en los que hay mucha gente que me debe.

—Celeste Villanueva —contesta pasándome un expediente que me es demasiado familiar.

—¿Por qué esa mujer? —pregunto.

Es la primera vez que escucho su nombre, su adhesión a este caso debe ser reciente o en estricto confidencial.

—Porque hace veinte años fue declarada muerta y ahora ya es dueña de dos hoteles y cinco centros de belleza —se acerca a mi y abre el expediente por la mitad—. Mira Cristopher, Annelise tenía un presentimiento sobre ella. 

Y si bien recuerdo era buena para esas cosas pero no siempre eran bienvenidos sus presentimientos, ahora menos que nunca puedo hacerles caso.

—Yo quiero hechos, León.

Porque al final eso es lo que cuenta, Annelise fue una buena agente pero sus decisiones eran apresuradas e irracionales, murió por eso, me jure que nadie más lo haría si estaba en mis manos evitarlo, con su muerte a mi espalda ya tengo más que suficiente.

—Bien, Heriberto tiene un lazo especial con ella, la trata demasiado bien —lo cual parece ser un logro—. Puso a su nombre varios negocios y la tiene custodiada todo el tiempo y no por cualquiera.

Me señala el expediente en la mesa y veo los nombres adjuntos, suspiro al reconocer un nombre en específico; conozco a la perfección la cadena de mando de Heriberto Félix, la he estudiado y yo mismo te investigado a la mayoría de sus lugartenientes, esté en especial es importante.

—Alfonso Espinoza, alías el Coralillo —el segundo al mando, si fue rebajado a simple guardaespaldas es por una buena razón, por esta vez voy a conceder—. Esta bien, vayamos por ella, ¿por qué cargos la detendremos?

En general, cada que agarramos a cualquiera de los miembros de la organización del Comando, todos se saben perfectamente la constitución, siempre tratan de encontrar una manera de salir, no funciona, no cuando sacamos sus expedientes pero varias veces han estado a punto de salirse con la suya.

—Delincuencia organizada y lavado de dinero, si podemos capturar a su escolta sería lo ideal.

Siempre es bueno poner a temblar a Heriberto, cada que uno de los importantes es detenido cómete errores fatales intentando recuperarlo, el capital humano es importante para él, aunque eso no siempre significa que las cosas sean más fáciles para nosotros.

—Sabes que ninguno hablará —porque para buena su buena suerte demasiado leales, nadie habla, nadie se atreve a darnos algo de utilidad, temen más a él que a nosotros, saben que el castigo por hablar es peor que la muerte.

—Pero no podemos afirmar lo mismo de ella, tiene mucho que perder —vuelve a buscar en el expediente y pasa hasta la parte de las fotografías.

En ellas aprecio a una mujer joven, no más de treinta años, es bonita, rubia, es el tipo de Heriberto pero eso no es importante, está tomando la mano de un niño pequeño y castaño, se ve delgaducho y pálido. Siento un tipo de dolor en el corazón, siempre pasa así cuando hay niños involucrados, puedo lidiar con todo menos con ellos. 

Por años hemos sabido de casos de niños que terminan huérfanos a causa de la guerra contra el narcotráfico, esos mismo niños, por lo general, terminan siguiendo el mismo camino que sus padres, se convierten en sicarios, contrabandistas; se suman a la larga lista de delincuentes que terminan muertos, es un círculo vicioso que no podemos detener, y quizá no puedo salvar a todos pero por lo menos puedo intentarlo con quién tengo a mi alcance. 

—¿Los demás saben que hay un niño? —no me ve a la cara pero asiente.

—Si, te prometo que no le harán daño.

—Sigamos con ella, ¿cómo la localizaron?

—Annelise en el último reporte que mando, dio información muy valiosa acerca de las empresas que estaban involucradas —por lo menos nos dejó un camino al final—. No sabemos que hace, de dónde vino o si es realmente importante, pero Annelise estaba segura de que un día no muy lejano ocuparía su lugar, mira las notas sobre ella.

Bajo de nuevo mi mirada al expediente y veo una nota escrita a mano, mis ojos me delatan por un momento, se llenan de lágrimas, los cierro solo un momento y al abrirlos leo su mensaje.

«Celeste Villanueva, se desconoce el parentesco pero su cercanía es evidente, en la cadena de mando, aunque no sea oficial, tiene un puesto importante, al parecer administra o supervisa la actividad en la zona industrial, viaja constantemente a la ciudad de México. Se recomienda investigar y mantener especial atención en ella.»

—Entonces, ¿la encontraron en la zona industrial? —pregunto para confirmar.

—Si, le hemos seguido la pista por dos semanas, entra y sale a su antojo dé ahí —contesta, odia que los criminales andén libres y disfrutando de la ciudad—. Llega a una hora llena de carpetas y sale más tarde con otras más, parece ser poco práctica.

O más inteligente de lo que llegamos a pensar.

—Sabemos que Heriberto cada vez lava más dinero, lo más seguro es que no digitaliza la información, así si llega una auditoría es fácil de destruir —o esconder o dañar—. No será fácil comprobarle nada, ¿en dónde vive?

—En la zona rosa, tiene una rutina muy puntual —eso también es una fachada—. Por las mañanas sale con… ¿hijo? El niño, lo lleva a desayunar, juegan un rato, van caminando pero su escolta los sigue desde una camioneta, dan círculos alrededor de ellos —por la zona deben seguramente estar cambiando de vehículos constantemente, llamarían mucho la atención—. Por las tardes es cuándo va a la zona industrial y ha visitado varias maquiladoras de autopartes, transportadoras y constructoras, sin embargo su nombre no figura en ninguna de esas empresas.

No esperaba menos, me mantendré firme en mi teoría del lavado de dinero, va a los negocios habituales.

—¿Cuándo se va por las tardes deja solo al niño?

—No, siempre está con ella.

Lo cual nos puede facilitar las cosas, yo no quiero utilizar al niño pero él nos ofrece un camino de menor resistencia.

—¿Por qué hoy?

Lo ideal para mí es siempre tener controlado el camino, preparar retenes, conocer a la perfección sus rutas de escape, cerrarles todas las salidas, acorralarlos hasta que no les quede más que entregarse.

—La gente que tenemos vigilándola nos dijo que hizo maletas está mañana, seguramente va de camino a cumplir su último recado y después va a Dios sabe dónde —en ese caso pude ofrecerme a seguirla, haría cualquier cosa que me permita llegar con Heriberto pero supongo León está previniendo eso, como lo confirmo después—. Cristopher, por favor quiero que mantengas la calma, conozco tus capacidades como agente pero cada que se habla de este tema te quieren alejar, si no muestras prudencia pueden transferirte y jamás sabrás lo que pasó con tu hermana.

Yo sé lo que pasó con Annelise, no quiero los detalles del como la torturaron, del como ese hijo de puta del Comando la dejo en medio de una carretera para que la encontráramos. Lo único que deseo es verlo pagar, si pudiera hasta matarlo pero ese no sería suficiente castigo.

—Solo quiero ver a Heriberto Félix en la cárcel, solo eso necesito para que mi hermana descanse en paz.

—Lo vamos a lograr Cristopher, te lo juro.

—Nos vemos afuera.

Regreso a mi oficina para tomar mi arma y prepararme, me pongo mi equipo, reviso nuevamente la copia del expediente que León ya me envió, no hay más información de la que Annelise y los agentes que la han estado investigando estás semanas, vuelvo a ver sus fotografías, algo no me cuadra con ellas, parece demasiado sonriente y siempre ve directo a las cámaras, eso no es normal.

Si por algo se le ha conocido a Heriberto Félix es por la discreción con la que su gente se maneja y está mujer es demasiado sonriente, me recuerda demasiado a mi hermana, también era descarada, altiva, nunca bajo la mirada, no dejaba que la vida le doliera, nunca dejo de sonreír.

Apagó la computadora y me voy al estacionamiento en dónde me subo a una camioneta, por esta vez no iré con León, me preguntara cosas, mis ojos irritados le responderán, no quiero que me considere un lastre, no me quiero quedar en la oficina pensando una y otra vez en lo que pudo ser diferente, prefiero hacer la diferencia.

Llegamos rápidamente a la zona industrial, por la información segura que se tiene ahora mismo se encuentran en unas bodegas justo en el medio, nuestros objetivos esperan para salir entre una y dos horas después de que la jornada laboral termina.

La mayoría de los agentes se desplazan a varios puntos en las zonas cercanas, ponen atención especial a los caminos que salen a las carreteras principales; León, yo y unos cuantos agentes más, rodeamos la bodega, esperamos la señal.

Tiempo después la puerta de la bodega se abre y ellos salen, son alrededor de diez personas, León avanza con el propósito de hablar primero pero los disparos comienzan y ya no hay tiempo para nada más que cumplir con nuestro propósito.

Nos quedamos en los puntos ciegos de su visión, nos escondemos en las esquinas, ellos están muy lejos de sus camionetas, si quieren llegar a ellas entonces tendrán que pasar forzosamente por delante de nosotros.

—¡No disparen a matar, hay un niño en medio del tiroteo! —se alza la voz de León por encima de los disparos y luego me voltea a ver directamente a los ojos— Cristopher, ve por ella, yo te cubro.

Asiento y avanzo con cuidado, me refugio en los espacios entre la pared, la gente detrás de mi cumple su propósito de cubrirme, todo parecía normal, hasta que ella sale corriendo dentro de la bodega, me queda claro que es por elección propia ya que los demás le gritan que vuelva pero no lo hace.

Sin pensarlo la sigo, algunos de sus escoltas intentan seguirme pero León se los impide, yo corro para alcanzarla, la bodega es demasiado grande y está llena de mobiliario pesado, por el polvo acumulado ha estado sin operar hace algún tiempo.

Un ruido a mi espalda me hace detenerme, una tos, es el niño, quisiera poder bajar mi arma, asegurarle que no voy a hacerle nada pero las cosas nunca son tan fáciles. De nuevo la tos, me acercó al espacio entre dos máquinas y ahí está el niño, bajo solo por un momento el arma, solo un segundo en el cual alguien me golpea fuertemente en la cabeza, caigo de rodillas en el suelo y el niño corre por delante de mi, levanto la mirada y ahí está ella.

Es la misma chica de las fotografías, solo que esta vez no sonríe, me apunta directamente a la frente, el niño se esconde detrás de ella.

—Si vas a matarme… solo no lo hagas delante de él —le pido y ella niega.

—Ya no volveré a matar a nadie —la miro sin entender, ella sostiene el cañón de mi arma sobre mi frente pero su dedo nunca llega al gatillo, tampoco espero que lo haga, subo mi mano y doblando su muñeca hago que suelte el arma, la jaló hacia mi y poniéndola de espaldas contra la pared, forcejea pero sin ganas, son movimientos exagerados pero no fuertes, ni siquiera el niño se mueve, intenta correr o tomar el arma para amenazarme, nada—. Celeste Villanueva estás detenida por delincuencia organizada y lavado de dinero.

—Buena suerte probando eso… —la separó de la pared y halándola por el brazo la encamino hasta donde el niño corre con ella, se abraza a su cintura—. Más te vale no hacerle lo mismo al niño o te arrepentirás.

No le contesto, menos cuándo León aparece en mi campo de visión, ileso pero angustiado, me informa que afuera hay infierno y que lo mejor es que nosotros salgamos que hay una camioneta esperando por nosotros, es nuestra mejor oportunidad.

—Tienen que dejarlos ir o no funcionará —nos dice Celeste.

—Lamentablemente no puedo cumplirte ese capricho —le respondo llevándola más de prisa por la bodega.

El camino no es largo, ella sigue moviéndose, finge por alguna razón que está forcejeando conmigo, incluso cuando llegamos a la camioneta pelea para subir pero termina por hacerlo, y cuando ya estamos un poco lejos, cuándo los sonidos del tiroteo han cesado suspira de alivió.

—¿Me puedes poner las esposas por delante? —pregunta pero suena más a exigencia.

Asiento porque el niño me ve con los ojos suplicantes, no puedo con su mirada triste, le hago una seña para que se de la vuelta, lo hace y solo suelto una de sus manos, se sienta nuevamente recta y cierro las esposas, levanto la mirada a ella y nos vemos a los ojos.

—¿Por qué no me mataste? —pregunto por impulso. 

—No voy a hablar eso contigo, llévame con tus superiores, un alto mando, no sé, alguien que si tenga poder y que no se venda —sigue exigente—. Si es que eso existe.

Pues lo hace, por lo menos conmigo y con León puede tener la certeza buscaremos que tenga la sentencia justa, sin embargo no me deja responderle, se aleja un poco de mi y se enfoca en el niño, le susurra algo al oído y unen sus manos todo el camino hasta llegamos a las instalaciones, aquí ya nos están esperando, León aún llega pero por los radios escucho que la mayoría de los implicados escaparon, solo hay dos bajas de ese lado.

—Lo que sea que planearas funcionó, los demás escaparon —le informo y ella sonríe.

—Créame, el que hayan escapado le conviene más a usted que a ellos o a mí —asegura bajando de la camioneta, no me permite ayudarla, solo sigue abrazada al niño.

Vuelvo a tomarla por el brazo, Frida y el agente Soto vienen conmigo cuando me ven llegar, ellos estaban informados del niño saben lo que tienen que hacer con él.

—Señora tenemos que llevarnos al niño —anuncia Frida acercándose.

El niño se aferra más a Celeste pero no dice nada, no emite ningún sonido, está situación es de lo más peculiar.

—Usted no va a tocar a mi hermano —le advierte Celeste, está muy enojada y se altera más cuando Soto pone una mano sobre el hombro del niño—. Suéltelo.

Soto no hace caso y lo demás pasa demasiado rápido, ella empuja al niño a un lado y le da una patada a Soto en la espinilla, cae de rodillas y ella aprovecha para enganchar la cadena de las esposas a su cuello, ese fue enteramente mi error y tengo que corregirlo antes de que alguien la mate. Todos han sacado sus armas pero cada que se escucha el sonido de un seguro ceder ella aprieta más la cadena al cuello de Soto, no está jugando, por alguna razón me tuvo piedad a mi pero dudo que se la tenga a él.

—Celeste déjelo ir por favor, le prometo que no tocaran al niño —suplico y a como de lugar voy a tener que cumplir esa promesa.

—Ya van dos en un día, ¿quién los preparo a ustedes para ser policías? —responde aflojando la cadena, al soltarlo lo empuja y vuelve con el niño.

Soto se levanta del suelo con los ojos rojos, parece rabioso, tiene razón en estar enojado pero debió tener más tacto al tocar al niño y también ser más prudente, da dos pasos hacia ellos de nuevo pero lo agarro por la camisa.

—Soto, déjalo con ella —le ordenó, se debate un momento pero no le estoy preguntando—. Frida, por favor pásalos a la sala de interrogatorios, se amable, no creo que a ti te haga algo.

Celeste levanta una ceja como retándome pero al final se van juntas y yo me quedo esperando a León en su oficina, no pasa mucho tiempo cuando el llega.

—Cristopher, ¿qué está pasando? Soto dijo que…

No lo dejo terminar, sé que cometí un error, más tarde me disculpare por ello pero ahora tenemos a una mujer muy rara esperándonos, para mí esto es urgente, el orgullo de Soto puede esperar hasta que el interrogatorio termine.

—No es solo lo que pasó con Soto, ella tuvo la oportunidad de matarme —parece tener más habilidades de las necesarias—, además pidió ver a nuestros superiores, dijo que la lleváramos con alguien que no se vendiera —una petición que no haría alguien que tenga la intención de escapar—. Tenemos dos opciones, o Heriberto la mando aquí para algo o… es, curiosamente, la oportunidad que hemos estado esperando.

No juzgo a la gente a simple vista, esta mujer tiene toda la pinta de haber vivido en ese mundo mucho tiempo, la manera en la que se mueve, en la que tomo el arma, en la que acorraló a Soto no es normal, ninguna de las demás amantes de Heriberto sabía hacer eso, ninguna supervisaba o tenía a su nombre ningún negocio y la manera en la que encontramos tampoco es casual; y ya me siento como Annelise, con estos presentimientos que me dicen que siga adelante, que voy por buen camino, me mandó está pista pero enseño a desconfiar de ella.

—Entonces no perdamos tiempo y averigüemos que es lo quiere —sale de su oficina y vamos a la sala de interrogatorios que está inusualmente bien custodiada, como si tuviéramos al mismísimo Comando dentro. Esto era de esperarse, la chica casi mata a uno de nosotros en nuestras instalaciones, León no les dice nada, solo los hace a un lado y pasamos. Ahí sigue ella, sentada con el niño en las piernas—. Señorita Villanueva, usted pidió hablar con nuestros superiores, la personas de más rango aquí somos nosotros, mi nombre es León Gutiérrez y el señor es Cristopher Smith, ambos trabajamos para la policía federal, división antidrogas en coordinación con DEA.

—Drug Enforcement Administration —digo—. Administración para el Control de Drogas.

Asiente y me mira con una sonrisa que no sé interpretar, creo que está burlándose de mí y como eso no pasa a menudo no estoy por completo seguro.

—Sé lo que es la DEA —responde con desdén.

—Bien entonces, háblenos, según parece tiene mucho que decir y nosotros estamos ansiosos por escuchar —dice León igual de déspota.

—Primero lleven a mi hermano a otro lugar, en dónde esté bien y dónde nadie lo molesté.

Con que es su hermano, nunca espere que fuera su hijo, tampoco un hijo de Heriberto, si fuera así jamás permitiría que estuviera tan lejos de él. Hace muchos años su primer hijo fue asesinado por un grupo rival, la masacre que vino a partir de ellos fue horrible, yo aún no era agente pero dicen que la sangre corrió por todo el país hasta que pudo vengarse y lo hizo hasta que el cuerpo del asesino de su hijo no pudo más, vi las fotografías en los periódicos, cumplió cabalmente la promesa de colgarlo de los intestinos.

—Como gustes —concede León y va hasta la puerta, asoma la cabeza y hace pasar a alguien—. Frida, te llevará a mi oficina, pídele lo que quieras.

Le dice al niño que solo voltea a ver a su hermana, ella asiente y le da un beso en la frente, hasta parece una escena tierna, si ella no estuviera con las esposas en la mano hasta me pondría a llorar.

—Iré por ti, te lo prometo —le susurra cariñosamente y el niño se levanta para ir al lado de Frida que asiente solemnemente en dirección de Celeste, parece que la respeta. Cuando salen ella centra su vista en León—. Ahora bien, creo que deberían saber quién soy en realidad, mi nombre no es Celeste Villanueva, si no Angélica Covarrubias Félix, soy prima lejana de Heriberto Félix —veo de reojo a León que parece tener el mejor día de su vida pero pronto acaba—. Sé que ustedes son quiénes infiltraron a una agente, cuando la conocí se hacía llamar Teresa pero su nombre era Annelise Smith —ahora voltea a verme fijamente—, por el parecido físico asumo que era su hermana.

Hubiera sido mucho mejor que me disparará en esa bodega.

Gracias por seguir leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top