8

Iván entra de nuevo en el sótano con una tabla de picar hecha de madera en la mano, sonriendo como niño en feria. 

Se escuchaban los pies del ruso chocar contra el piso haciendo un estruendo orquestal especialmente tétrico por los lloriqueos desesperados ahogados por las paredes de madera donde se encontraba recluido en ellas.

—¿Iván...?— Murmura el americano entrecortado por el llanto.

—Да— Sí en ruso.

—¿Ya tienes algo para sacarme?

—Да. Encontré un martillo, puede romper la madera.

El rubio se lo piensa porque si golpea la caja con un martillo puede hacerle daño...

—¿No hay otras opciones? ¿Como una sierra eléctrica, un hacha o algo así?
—Porque claro, una sierra le hará menos daño que un martillo.

—No—Da el primer golpe en la caja, justo donde ha sentido el peso de Alfred para que le duela, con toda intención, el americano grita de forma desgarradora, por supuesto, además de que antes de que pueda moverse un poco otro golpe lo sorpende poniéndole a gritar de nuevo.

—¡Basta!— Protesta acomodandose de tal modo que su espalda no esté más recargada en la cara de la caja, ahora lo que apoya en la madera es su pecho y rostro.

El ruso sabía que aquello pasaría además de escuchar como se acomodaba dentro de la caja así que el siguiente golpe con la tabla de picar va justo a donde está apoyada la mejilla del americano logrando que este chille cayendo de nuevo a la otra cara de la caja.

—Ah, parece que no se abre— Por supuesto que no se abre, no abrirá con una tabla y si no usa toda su fuerza, sobre todo porque el mismo ruso construyó la caja fuerte, con madera resistente y más tornillos de los que tendría una caja regular. Sin mencionar que él no quiere abrir la caja.

Da otro golpe certero logrando que el americano se retuerza dentro de la caja como una vil lombriz, golpe tras golpe, la madera de la caja golpeando al rubio, aturdiendolo.

—¡Basta! ¡Basta! ¡Para ya por favor! ¡Para! ¡Para!— Suplica, lloriquea.

El ruso se detiene.

—No se ha abierto—resalta lo obvio. 

—Ni se ha roto...—otro que resalta lo obvio.

—No. Tal vez no estoy golpeando lo suficientemente fuerte.

—¡No lo vuelvas a hacer!— suplica a gritos.

El ruso decide detenerse satisfecho caminando al rededor de la caja escuchando los llantos del americano quien se está mordiendo los labios para no llorar más fallando miserablemente porque en el fondo aún es un niño que quiere abrazar a Arthur, a su hermano o a quien sea, incluso al imbécil de Iván sólo quiere algo de consuelo.

Iván se acerca a la caja sabiendo que la fuente de sus deseos está dentro sintiéndose extrañamente bien por tenerlo tan controlado, sabiendo que no puede escapar, sonriedo pues en este momento Alfred es tan suyo...Es absolutamente suyo, no puede tocarlo pero lo tiene y eso le encanta.

Su plan está saliendo a la perfección.

—Alfred, no tienes salida— esas palabras le duelen al rubio, el ruso no lo dijo con mala intención, sólo era honesto con él.

—Ohhh ¡cállate!— le exige golpeando la caja desde adentro para demostrarle que habla en serio—Debe haber una forma de sacarme de aquí... ¡Podrías quitar los clavos!— Le sugiere esperanzado.

—Me tardaría días.

—¿Cómo que días?

—Son muchos clavos.

—Bien...¡Empieza ya!— el rubio no está en posición de ordenarle nada y cree que con "días" el ruso se refiere tan solo a sos días.

—No puedo.

—¡Iván! Are you fucking kidding me? W H Y you C A N' T?

—No tengo martillo— sí tiene.

—¡Consigue uno y sacame de aquí!— Ordenandole cosas sólo está irritado al ruso.

—Да,  espérame aquí —pide como si Alfred pudiera ir a algún lado, este suspira con pesadez, tratando de que las lágrimas le dejen en paz de una buena vez—.Traeré comida para ti de paso—aquello consuela demasiado al Americano.

Iván sale del sotano, había pensado en dejarle comida antes de salir pero la forma en cómo el rubio le gritaba...No le había gustado, estaba enfadado con él de forma leve así que se le había ocurrido algo mejor que darle de comer sopa de pescado.

~ ¤ ~

El ruso regresa al sótano sonriendo como niño pequeño.

Antes de que pueda decir cualquier cosa el estadounidense reconoce un aroma extremadamente familiar. Se emociona al instante moviéndose dentro de la caja con más ganas de salir que antes.

—Ya llegué Alfred...—Es interrumpido.

—McDonald's!— Exclama ignorando todo lo demás concentrándose en el aroma de la hamburgesa que contenía aquella bolsa de papel, Iván con su prominente nariz olía perfectamente la comida, odiando un poco el aroma porque además de que le recuerda cuando Alfred le rechazó también opina que huele demasiado a "Capitalismo", sólo él sabrá a qué huele eso.

—Да. Es triste que estés en la caja, creí que necesitarías algo de consuelo por eso te traje tu hamburgesa favorita— No pregunten como es que sabe que precisamente esa es su hamburguesa favorita sin siquiera preguntarme...Sólo se dirá que es muy observador...

—¡No te creo!— Grita emocionado porque una hamburguesa simpre lo anima.

—Да—parece que le encanta decir eso—. La cortaré y voy meterla por el agujero.

—Yes, yes, whatever ¡Métela por donde se pueda pero hazlo ya que me muero de hambre!—suplica.

—Ya voy.

El ruso comienza a partir la hamburguesa, con las manos, sin importarle mucho realmente. Cuando tiene un pedazo suficientemente pequeño para entrar en el agujero de la caja lo introduce de manera pausada para el ansia del americano.

Pero de algo se estaba olvidando Alfred: de la lógica.

La comida al entrar a la caja enseguida se resbala hasta lo más profundo de la caja, hasta los pies del americano.

Con la caja en posición vertical... ¿Qué se esperaba?

Alfred se había quedado en shock. Antes de poder decirle que pare el ruso con mayor rapidez comienza meter los demás pedacitos por el agujero.

—¡No! Wait, wait! ¡Para! ¡Para ya!— pide el americano moviéndose en la caja como demente. El ruso escucha las súplicas y sólo deja caer un pedazo más. Sonríe como niño en dulceria preguntado inocentemente...

—¿Por qué? ¿Pasa algo?

Alfred ve la hamburguesa hecha trocitos en el suelo de la caja, lamentándose terriblemente porque acaba de entender lo que pasará con absolutamente toda la comida que el ruso intente darle.

—No puedo comer, se va directo al suelo.

—Ah...—sonríe contento porque su diseño está funcionando.

—Ya no dejes caer más comida...

—¿Pero qué vas a comer?

—¡No tengo idea! ¡No me preguntes!— le exige—. Yo soy un héroe...Ya sabré que hacer, debo encontrar algo que hacer...— murmura para si mismo de una forma muy seria.

—Bueno si no puedo alimentarte ni ayudarte no tengo mucho que hacer aquí— Anuncia el ruso con su tono infantil emprendiendo paso hacia las escaleras.

—¡No!— parece que a el estadounidense se le ha hecho costumbre eso de suplicar—. Quédate aquí conmigo por favor...— Parece ser que la dignidad del rubio también está en el piso de la caja.

—¿Hmm? ¿Para qué? ¿Me quieres aquí...?

—Pues...Sí— Se mueve nervioso en la caja—. Tal vez podamos hablar...Algo así, sólo no quiero que te vayas, no quiero estar solo, no me gusta estarlo...

—Ah es eso. ¿Qué haría contigo aquí? Estás dentro de una caja, no entiendo.

—Podemos...sólo charlar, el punto es estar juntos.

—¡Cómo en una cita!—¡por supuesto! Siempre que una cita signifique secuestrar a alguien, tenerlo dentro de una caja.

—¡No!— gracias por hacérselo saber, Alfred

—Ah ¿No? Bueno entonces creo que puedo irme...—chantajea.

—¡Es una cita! ¡Es lo que quieras pero no te vayas!— está desesperado, realmente no quiere volver a la soledad y mucho menos en las condiciones que se encuentra.

—¡Es nuestra segunda cita!— anuncia contento, sentándose en el suelo recargado en la caja. El americano hace los ojos en blanco temblando un poco por haber tenido una cita con el loco y aparte estar teniendo otra.

—Sí...Así que, bueno, en las citas se habla.

—Да—eso lo entiende.

—Entooooonces ¿Por qué no me cuentas un poco como está el exterior?—realmente le da curiosidad.

—Frío. Es diciembre—es su única respuesta, con ese tono de niño pequeño que es preocupante.

—Ya es diciembre...

—Да.

—¿Dos meses?

—¿Dos meses de qué?— Inocente...¿O incopetente?

—Llevó dos meses...— en este infierno—. Aquí contigo.

—Ah, Да. En una semana será enero—se emociona porque eso significa que viene la noche vieja y oh sí: Novi God.

—No, no, no...Espera ¿Vamos a celebrar Navidad?—esperanzado.

—No, no me gusta— arruga la nariz de sólo pensarlo, jamás le han gustado del todo las tradiciones esas...Americanas que se contagian.

—¡No es que no te guste! Es Navidad...¡Eres como el Grinch!—le acusa removiendose un poco dentro de la caja.

—No, yo soy yo—...Bien— ¿Qué tiene de gracia la Navidad? Novi God es mejor, te va a gustar.

—¿Podemos aunque sea intentar celebrar Navidad?— le sugiere el que no quiere ni enterarse de Novi God.

—¿Ah? Pues...Faltan tres días y aún tengo que ver como sacarte de esa caja.

—¡Un hacha!

—Ya te expliqué que no hay ninguna—miente, en el ático de esa casa objetos punzo cortantes hay de sobra, apuesto que hasta más de un hacha tiene.

El americano dentro de la caja no puede bajar la mirada pero huele perfectamente la hamburguesa hecha pedazos a sus pies. Suspira rendido.

—Pero puedes conseguir una en estos tres días ¿No te parece?—sugiere aunque espera alguna cosa tonta como excusa.

—Me gustaría pero no tengo mucho dinero—mentira—. Además las tiendas están saturadas estos días...

—Pero...—Se mueve más con un nudo en la garganta porque eso significa que el ruso no lo va a sacar en un buen tiempo, al menos no con un hacha...Una pequeña lágrima de desesperación dé resbala por su mejilla, en seguida se regaña a si mismo por llorar. Debe ser fuerte; un heroe verdadero, ya el tiempo será quien dicte si su mente es verdaderamente inquebrantable.

—Podemos celebrar "Navidad" si eso te hace feliz.

—¿Qué? ¿En serio?—emocionado.

—Да. Me gustas Alfred...Mucho, por eso quiero verte feliz ¿Es algo común en los amantes? ¿No es así?

Los ojos azules bailan nerviosos sin saber realmente que responder a eso. Piensa en que no puede golpearlo estando dentro de la caja así que mordiendo su labio suelta la respuesta final.

—Tú y yo no somos amantes.

—Pero...Pero si vivimos juntos, te alimento, me preocupo por ti ¡Te regalo cosas! ¡Tenemos citas!—no comprende en su totalidad el concepto de amante, no cree que eso del amor mutuo sea muy necesario pues sus padres no lo tenían.

—¡Eso no basta!— Se siente enfermo de tan sólo pensar en lo que el ruso insinúa.

—¿Qué falta?

—Ah...—Duda si decirle o no cuanto lo detesta—. No lo sé...

—¿Francis puede saber qué falta?— "Hola Francis ¿Cómo estás? Verás; tengo una duda, resulta que el hombre a quien secuestré no es mi pareja ¿Qué está saliendo mal?"

—Ah...¡Francis! ¿Cómo está él?—cambio de tema, más porque al americano le gusta el divague que por otra cosa.

—¿Él?—"mortificado, preocupado igual que los demás pero menos que Matthew y Arthur". Se lo piensa—. Excelente igual que todos, да.

—¿E...Excelente?—le duele hasta el do creyéndose realmente un dolor de cabeza por primera vez en esta semana—. Bueno...a Francis nunca le caí especialmente bien... pero seguro que Gilbert o Matthew...¿Ellos que tal están?—aún hay un ligero y mortalmente dañino hilo de esperanza iluminando sus ojos.

—Salí con Gilbert hace unos días, no te mencionó, cuando te secuestre festejó y dijo que al menos así podría jugar al "Play" sin ningún tonto capitalista—se inventa porque realmente también fue de los más afectados, le han dicho que incluso no ha tocado sus consolas además de ser uno de los que extienden más capital para la búsqueda del americano, por último que quede claro; Gilbert no usaría el término "tonto capitalista".

¿Pero eso que importa? Alfred le cree.

La ligera luz esperanzadora  se apaga de a poco.

—Bueno, Gilbert es un tonto egocéntrico —el burro hablando...—. Pero mi bro...¡Incluso Arthur! ¿Qué es de ellos?

—Matthew es feliz, ahora tiene una linda novia y dice que se siente muy bien que nadie le confunda. Ya no ser sombra de nadie—vil mentira. El canadiense está destrozado, le cuesta comer y comienza a pensar lo peor todas las noches antes de caer dormido, lloraría pero ya no tiene fuerza ni para eso, a veces va a casa de Francis o Arthur en medio de la noche buscando algo de consuelo, el francés lo invita a beber y duerme abrazandolo parentalmente. Arthur...Él lloraba a su lado y trataba de calmarlo inventando historias con finales felices como cuando el canadience era un niño, por su puesto que eso pasaba cuando le abría la puerta.

Sí, porque el inglés en su desesperación ahora está deprimido, no cree que Alfred siga con vida, se la pasa en su cama con dolor en el pecho pensando y pensado mientras se taladra el sólo el alma con la ferviente idea de que es su culpa que el que Alfred ya no esté, así es. El ruso no se ha encargado sólo de provocarle culpa al americano, también al inglés y aunque al principio no se creía ni una palabra de lo que le decía el ruso poco a poco fue callendo en frases como: "Si no le hubieras dicho que lo odias tantas veces", "él te admiraba ¿sabes? Es una pena que sólo le mostraras desprecio", "Debe ser culpa de Arthur, Alfred lo quería como a un hermano y un padre pero bueno...Con esa actitud que tiene, hasta yo me iría. Sí. Porque el ruso cuando quiere puede ser venenoso y decir cosas más afiladas que tan sólo "да".

El pobre inglés está tan deprimido y tan culpable que no podía ni salir de su casa... para este punto ya no puede salir ni de su cama.

—A Arthur nunca lo había visto más  feliz—miente. Se lo piensa—. Да. Ahora está muy contento y dice que va a volver a Inglaterra ahora que nadie se lo va a reprochar. Ahora que lo pienso fue Arthur quién decidió parar la averiguación policíaca y que te dieran por muerto de una vez, ¿Quién lo diría? Se ve guapo sonriendo, да.

Miente de la manera más cruel imaginable. Como desearía el ruso tener al estadounidense fuera de esa caja sólo para poder admirar como esa luz de esperanza en los azules y luminosos ojos se desvanecía de manera tortuosa volviendolos opacos, sin ganas de mantenerlos abiertos, sin fe.

—Oh...—Lo cree, lo cree y le duele, lo cree y lo tortura, lo cree y llora, pero a fin de cuentas Iván está satisfecho porque le cree—. Creo que voy entendiendo ¡Ha! ¡Nunca los necesite! Soy un héroe yo solito.

Se intenta consolar...Mientras las amargas lágrimas de pena recorren sus mejillas como un ataque directo, estrepitoso.

—Puedes ser mi héroe—este no es un truco de esos para ganarse su confianza, incluso aunque funcione como tal, sólo lo dice porque el americano en serio que le gusta.

—Tu...your Hero...?

—Да.

—Pero yo no...Bueno, soy un héroe universal eso sí pero... hasta ahora nada de lo que he hecho ha sido expresa y únicamente ah... para ayudarte o salvarte como para que me consideres ¡Tu! Héroe.

—Haz hecho más que eso Alfred—se levanta para darle un suave beso a la caja en donde, calcula; deberían estar sus labios —, no puedes verlo pero en verdad...Me has salvado, igual que yo te salve ¿Puedes verlo? Piensalo...Juntos podriamos reírnos en la cara de esos que no te quieren, nos tendrían envidia por nuestro poder y la perfecta pareja que somos.

—Envidia...—Tiene su corazón roto.

—Envidia...Да— se repega más a la caja dejando otro beso, ahora más duradero—. Seríamos imparables, seríamos mejores amantes que el mundo haya visto.

—Pero...Iván... yo no te... — estaba a punto de negar que fueran amantes, de negar que le quería si quiera pero se puso a pensar... ¿Quién más le daba comida? ¿Quién más a preocupaba por él? ¿Quién más le preguntaba por su estado todos los días? ¿Quién más le había llamado héroe?

La cordura del pobreera apenas visible, de algo estaba seguro: No amaba a Iván  pero algo de confianza...Sí que le tenía.

No le negó eso de ser amantes.

No le dijo que sí lo eran.

Sólo un silencio cruel y enriquecedor reino entre las cuatro paredes hasta que por fin de escucha el ahogado suspiro de un alma americana apresada, cansada, con miedo, vuelve el silencio y entre la brillante melodía del momento, entre aquellos acordes de quietud armoniosamente colocados entre notas de lo más enfermo del placer, ahí se encuentra la nota más perturbadora, una grave tonalidad: La sonrisa del ruso.

☆~☆~☆~☆
Disculpen la demora, espero que el capítulo sea de su agrado,  lamento cualquier error cultural.

Sus comentarios y votos realmente me inspiran a continuar, los amo. ♡ 

Si gustan pueden revisar mis otras historias (publicidad barata).

Sin más me despido. Gracias por leer, gracias por esperar.

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