5

  Los eternos segundos se volvían horas, la insoportables horas se tornaban en días.

-Es inútil... No puedo arreglarlo.-

- Iván, no lo soporto....- El americano se abrazaba a sí mismo intentando no sentir tanto frío.

-Es en serio, el aire acondicionado  no funciona en esta casa, no es algo exclusivo  del sótano...-  bajo con cuidado del banquillo.- Arriba hace casi tanto frío como aquí abajo desde hace años...-

-¿Por qué no lo quitas?-

-Imposible.- Su voz era ronca y autoritaria.

-Quitalo.- Susurró con temor.

-No lo haré.-

-¡Quitalo!- Esta vez alzó la voz. Estaba desesperado, el frío era insoportable.

-No. No lo haré.-

-¡Quitalo!-

Iván miró amenazante al americano. Se acercó a él con pasos estremecedores.

-¡No voy a quitar nada! ¿Me oiste?-  Gritó enfadado.

-¿Por qué te gusta torturarme así?-  Gritó en una mezcla de emociones; impotencia, miedo, enojo.

El ruso se acercó  al americano propinandole una patada en el estómago.
Alfred gemia de dolor en el suelo cuando fue sorprendido por otra patada.

-¡No te torturo! ¿Quieres tortura? ¡Tendrás tortura!-

Declaró antes de darse la vuelta. Subió las escaleras largandose de ahí.

Alfred se acurrucó, adolorido, en el triste suelo.
¿En que se ha metido ahora?

Su orgullo le gritaba: "Bien hecho, te ha golpeado pero has podido alzarle la voz ¡Así se hace!"
Su sentido común lloraba lamentándose, repitiendo: "Tonto, tonto, tonto"
No sabía en que pensar, su abdomen le dolía terriblemente. Tanto de hambre como por los golpes.

El frío se le calaba hasta las huesos paralizandolo.

Iván no volvió a bajar ese día. Ni el sigiente, ni el día después de ese.

Alfred comenzaba a delirar de hambre y de soledad.

Iván le había dado un pequeño reloj despertador hace algunos días.
Alfred lo miraba con asombro, como si fuese la primera vez que ve un reloj así.

-Dime tu nombre.- Le rogó al objeto.

-No me tengas miedo, me llamo Alfred F. Jones, no te haré daño.-

El reloj contestaba con el sonido del segundero al moverse.
Alfred río levemente.

-Correcto, entiendo que no me quieras decir tu nombre, yo también estoy asustado ¡Pero soy un héroe! ¡Te sacaré de aquí!-

Sonrió para calmar los nervios imaginarios del reloj.

-Tengo un plan, someteré a Iván, te daré un puñetazo en su narizota. Una patada en su trasero, un puñetazo en su estómago. No lo resistirá.-

El reloj seguía su inquieta marcha.

-Lo someteré...lo someteré.- Repetía, esta vez, para calmarse a si mismo.

El crujido característico de la trampilla al abrirse se hizo presente dejando paso a Iván.

Se miraron.

El ruso cargaba una tina llena de agua con hielos.

-Buenas tardes, Alfred.-

Dejó la tina en el suelo.

-Es hora de tomar un baño, quítate la ropa.-

"¿Por qué no me follas para dejarme ir ya, degenerado? " se preguntaba.

-¿Qué placer  obtienes de verme desnudo?-

-Ninguno.- Mentira.- Debes tomar un baño de vez en cuando, no quiero que apestes, tengo que estar presente para  cuidar que no te ahogues. Apurate.-

De mala gana comenzó a quitarse su vestimenta, miraba con miedo  la tina, el hielo le asustaba.

Iván tomaba su tiempo para contemplar la silueta desnuda de Alfred, lo deseaba, pero aún no era el momento.  Había perdido al menos dos kilos quizá más.
Avanzó hasta la tina. La miró angustiado, después con sus ojos rogó al ruso.

- ¿Qué esperas? Entra.-

- Está fría.-

-Todo aquí es frío, no quiero escuchar tus quejas, entra.-

Alfred deseaba golpearlo en ese momento y salir corriendo ¿Por qué no podía?

-Si no entras sólo tendré que meterte a la fuerza.-

El americano no quería ser tocado por el ruso. Auque fuera para golpearlo o maltratarlo no quería tener el más mínimo contacto con él.

Sus pies entraron primero a la tina.

-¡Fuck!- Exclamó cuando sintió el agua congelada rozar su piel.

Poco a poco fue entrando en la tina sintiendo como su cuerpo se paralizaba.

Comenzó a tiritar. Sus uñas se tornaron moradas al igual que sus labios.

El ruso miraba con una sonrisa macabra. Tomó algo de agua con sus manos  vertiendola sobre los rubios cabellos del americano. Este tembló.
Iván repitió la acción está vez acariciando un poco la cabeza de su acompañante logrando que este se estremeciera aún más.

-Iván...- Susurraba con sus últimas fuerzas- Déjame salir de aquí.-

Se acercó al helado cuerpo americano.

- Ruega.-

Colocó sus manos alrededor del cuello de Iván.

-permíteme salir de aquí, por favor, te lo ruego, Iván.-

Lloriqueaba sin soltarse de la bufanda ajena.
El ruso acarició el brazo del americano.

-¿Quién te hizo entrar en esa tina?-

- Tú...- titubeó

Apretó el brazo de Alfred con fuerza y coraje.

-¿Acaso te toqué? ¿Te empuje a la tina ?-

- No...-

- Entonces ¿quién te hizo entrar en esa tina?- Apretó con más fuerza, dejando marca.

-¡Fuí yo!- Gritaba a causa del dolor.

-Fuiste tú.-

-¡Fuí yo!-

-¿Quién te sacará de ahí?-

-¡Tú! ¡Tú me sacarás de aquí!-

-Correcto.- Sonrió contento.

Sujetó con fuerza a Alfred el cual continuaba aferrado de su cuello, lo levantó sacándole de la tina. 

El americano se sentía asqueroso, sucio, sentir el toque del ruso. Lo detestaba pero le era insoportable permanecer en esa tina.
El abrigo de Iván era tan grueso que lo protegía de no mojarse.

Se llevó cargando al americano hasta la colcha. Rápidamente se cubrió con ella.

- Repite quien te sacó de la tina.-

- Tú, Iván...Tú me sacaste, gracias.-

¿Por qué estaba agradeciendo, eso no tiene ningún sentido. Despues de todo Iván era el culpable.

- Buen chico.-

Observó el irritante cuerpo de su amado. Le causó pena, lo había llevado ahí para salvarlo, no para hacerlo sufrir aún más.

Se quitó su abrigo lanzándoselo.

-Cubrete.-

A paso veloz salió del sótano ¿Qué estaba haciendo?
¿Por qué le está haciendo algo tan degenerado a la persona que ama?

-Estoy demente.-

Tomó lo primero que vio en la cocina; un paquete de galletas de chocolate y Vanilla así como una botella de vodka.

Bajó casi corriendo de nuevo al sótano.

Alfred temblaba en el piso envuelto en la colcha. No se había puesto la ropa, sólo el abrigo de Iván.

Le entregó las galletas, destapó el vodka.

-Come, después bebe, eso te calentara.-

Como ave carrañera, Alfred, devoró la mayor parte de las galletas.
Tomó un leve trago de vodka para después tomar otro más grande.
Podía sentir un poco más de calor, eso le reconfortaba. Continuó comiendo de las galletas.

Iván miraba con ternura.

"Sí, soy un enfermo."  Admitió en su mente.

-Gracias...gracias...- Decía entre dientes el rubio.

Alfred acabó con las galletas en un no muy saludable tiempo. Aún tenía hambre pero le asustaba pedir más comida.

Ahora tenía miedo de todo. La oscuridad que invadía el sótano en la madrugada le aterraba. Acabar su comida le aterrorisaba, no sabía si tendría otra o cuando sería sin embargo no podía evitar atracarse cuando el ruso le llevaba comida. Pero lo que más le aterraba era que Iván dejara el sótano.
El leve sonido de su respiración le daba alivio, había alguien más, había más sonidos que sólo el tic tac del reloj, aún odiando al ruso saber que estaba a su lado en aquella fría, oscura y monótona habitación le hacía mantener la cordura

Sin embargo la cordura de Matthew era otra cosa, regresó a su casa luego de hablar con los investigadores.
"Abandono de morada" declararon.
A Matt no le convencía esa respuesta pero le daba la esperanza de que su hermano se encontraba vivo y que tal vez regresaría a casa algún día.

Como todas las noches desde el secuestro se acostó en la fría cama de su hermano, abrazando las sábanas que aún les quedaba algo del aroma de Alfred, derramó un par de lágrimas antes de caer rendido ante el cansancio e incertidumbre.

*****
Gracias por leer.

Perdón por los errores


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