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Iván bajó las escaleras acompañado de una manta y una almohada.
Alfred se encontraba en posición fetal cerca de la esquina.
Iván colocó la manta y almohada en el suelo. Se retiró sin decir palabra.
Alfred corrió a cubrirse con la manta, el frío era tortura.
La Luna adornaba el cielo acompañada de millones de estrellas en una vista magistral, pero Alfred no podía verlo. Sólo podía retorcerse del frío mientras el hambre se hacía cada vez más insoportable. Sólo le quedó dormir, más por cansancio que por gusto.
Alfred seguía dormido a pesar de que ya era de mañana.
Iván mientras tanto se preparaba para su pequeña excursión al río.
Habían quedado de verse en casa de Matthew, el hermano de Alfred e ir al río en la camioneta de Yao.
Llegando a casa del chino, Iván se puso a esperar a que todos los que acordaron ir llegaran. Cuando esto paso todos se subieron al vehículode Yao rumbo al río.
Matthew era evidentemente el más afectado, tenía los ojos en la nada y su rostro pálido.
Yao no soportaba ver así a Matthew.
Cuando llegaron el primero en salir fue Arthur seguido por Francis. Kiku bajó de la camioneta acompañado de Iván. Yao ayudó a Matt a bajar.
-Bien, este es el plan- Explicó el Japonés - Arthur, Francis y yo buscaremos hacia el sur, los demás al norte, nos veremos aquí a las 4:00 ¿entendido?
Todos asintieron y comenzó la búsqueda.
-Si lo del suicidio fuese cierto...-se cuestionaba Arthur- ¿Por qué en el río, él es más de los que se dan un tiro...
-Lo sé, sería algo extraño para Alfred-San matarse aquí, pero no es el río lo que venimos a inspeccionar, es el bosque, todos sabemos que adoraba este bosque y si escogiera un lugar para morir sería aquí- Explicó el japonés
-No me termina de convencer mon ami, Alfred no tenía razones para matarse, o sea, si como cualquier humano; un par de deudas, uno que otro dolor físico, no le caía bien a muchos, pero eso son problemas normales...
-Además Alfred pensaba que si le caía bien a todo el mundo.
-Piensa. Él piensa porque aún está vivo.- Reclamaba con coraje el inglés
Mientras tanto en el norte de aquel emigrante río el hermano de Alfred buscaba como loco, corría de un lado para otro y grandes distancias, gritando:
-¡Alfred! ¡Alfred F. Jones! ¡Alfred! ¡Alfred, hermano soy yo! ¡No estoy enojado! ¡Regresa! ¡Hoy si quiero jugar videojuegos contigo! ¡desayunaremos en Burger king! ¡comeremos en KFC! ¡Cenaremos en McDonald's pero regresa!-
Los gritos de Matthew se hacían cada vez más roncos. Se lastimabala garganta al gritar tan duro.
Pequeñas lágrimas de impotencia adornabansus mejillas, una tras otra caían desde sus ojos, nublados por aquel mismo llanto.
-¡Alfred...!- Gritó llorando antes de caer de rodillas al suelo.
Yao corrió a ayudarle.
-¡Matt! ¿qué te sucede, aru ? ¿estás bien?
- Sí, sí, estoy...bien, es sólo que no he comido desde que Alfred se fue...me siento algo débil.
-¡Eso está mal! Así morirás tú antes de encontrarlo. Iván, de mi maleta saca la comida, por favor aru.
Matt no se levantó, sentía que todo le daba vueltas y sus manos estaban heladas como las de un muerto.
Iván se puso de cuclillas frente a Matthew, le ofreció la comida.
-Come lo que quieras Matthew- Dijó el ruso con una cálida sonrisa infantil.
-Gracias muchachos, pero no puedo, no puedo comer pensando que tal vez mi hermano está muriendo de hambre al igual que yo, con este frío de muerte pero sin techo ni abrigo.
Al decir esas palabras cayeron aún más lágrimas de sus melancólicos ojos amatista.
- Es Alfred de quien hablamos, Matthew, estoy seguro que donde quiera que este ya se debió dar aunque sea un banquete, así que no te sientas culpable, Alfred seguirá comiendo como Alfred esté donde esté.- Le explicó el ruso en espera de que aceptará sus palabras y comenzara a comer.
Así sucedió, Matt miró la comida, mordió con culpa el emparedado y masticó con ansiedad.
Terminó sólo comiendo un emparedado, era muy poco pero era algo, aunque no logró recuperar su energía completamente, adquirió la suficiente para continuar la búsqueda hasta las 4:00 p.m.
Todos llegaron al punto acordado con rostros de total decepción.
-¿Encontraron algo?- preguntó agustiado el canadiense.
-Por suerte dentro del río no había nada- Respondió el Francés
-Realmente no creo que Alfred se matara, Matt, cuéntanos todo lo que te dijo la policía.- pidió el británico.
-Pues dijeron que pudo ser un abandono de morada, algunas de sus pertenencias desaparecieron...
-¡Entonces fue un robo-secuestro aru! -Especuló el chino.
-No, nada de eso, la policía dijo que un robo así no tendría sentido, se llevaron algo de dinero pero incluso mis ahorros que estaban a plena vista no los tocaron, tampoco ningún aparato electrónico mas que el celular de Alfred, de hecho ninguna cerradura está si quiera forzada...- Suspiró pesadamente.- Por eso dijeron que fue un abandono de morada.
-Suena lógico con todo lo que nos contaste- Replicó el japonés.- Lo único sin sentido es que Alfred nunca se iría, no tenía razones para ello...
-Quizá es culpa de Arthur- Declaró el ruso.- Alfred apreciaba casi como a un padre a Arthur pero él siempre fue tan hostil...
El inglés sintió como se le oprimia el pecho causándole un dolor intenso.
¿Alfred se fue por su culpa? El ruso no tiene mesura con sus palabras, suele ser muy honesto con lo que piensa.
"Es mi culpa" se repetía incansable en la mente del inglés.
-¡Basta Iván! Arthur no tiene toda la culpa.- Al Japonés realmente le molestó el comentario de Iván.- Terminemos por hoy, volvamos a casa.
Subieron al vehículo.
Matt seguía triste ¿Qué tal si de verdad fue culpa de Arthur? Buscaba inútilmente de atar los cabos
Todos llegaron a sus respectivos hogares.
Arthur se movía con pesadez a través de su casa, sentía un peso inmenso sobre su espalda; El peso de la culpa.
Quizá Kiku tenía razón y no tenía toda la culpa pero eso no evitaba que se sintiera mal. Se tragó por completo las palabras del ruso.
Matthew por otro lado no dejaba de llorar sobre la cama de su hermano.
- ¿Dónde Estás? ¿Por qué no me dijiste que ibas a tardar tanto? ¿No ves que me estás matando de preocupación?
Sin duda estaba enormemente afectado, pero no más que el propio secuestado.
Todo el día sólo, sin comida, sin alguien con quien conversar, algo que ver, algo que escuchar, algo en que creer. Sólo el maldito aire acondicionado que no hacia más que congelar el lugar.
Iván decidió no visitarlo esa noche, ya iría en la mañana a dejarle el desayuno.
Igual que todos los días se recostó en su cama listo para dormir sin el menor rastro de culpa.
Al amanecer se dirigió a la cocina tomó un poco de arroz blanco con zanahoria, lo puso en un plato plástico y bajo al sótano, el lugar más frío de toda la casa.
-Alfred~- Saludó con su típico tono infantil mientras sonreía.
El americano no dijo nada. Lo miraba en silencio. Estaba cansado, casi no sentía la punta de sus dedos por el frío.
-Te traje el desayuno.-
Alfred se arrastró hasta donde se encontraba el ruso.
-¿Por qué no te levantas?-
-Me marea...-
-No me importa, recibe la comida como se debe, levantate y tomala, pareces pero no eres un perro como para que ponga tu comida siempre en el piso.-
Se levantó con dificultad y tal cómo lo advirtió se mareo bastante. Aún con eso tomó el plato. Iván asintió, el americano se alejó unos pasos y comenzó a devorar el arroz.
Iván sonrió.
-Eres un chico obediente, Ya vuelvo.
Salió del sótano.
El rubio tragaba desesperado. Cuando terminó se quedó admirando el plato.
"Si tan sólo fuera de cerámica...o porcelana, podría romperlo y apuñalar a Iván con eso, podría escapar" pensó.
Iván volvió. Los escalones rechinaban en cuanto eran pisados.
-Toma.- Le entregó algo que papel higiénico .- Te daré más cosas si continuas siendo un buen chico.
-Gracias...-
Iván sólo respondió con una sonrisa.
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Gracias por leer.
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